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Richard Brautigan Pastiches.pdf - Mauroyberra.cl

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2En el caso de las novelas de <strong>Brautigan</strong> que comentamos, son homenajes bastante bromistasa los respectivos géneros populares, una visión postmoderna que el autor prefería, antes queembarcarse en la literatura llamada seria. <strong>Brautigan</strong> no se ensaña en todo caso. No pretendecondenar a los géneros populares sino forzarlos con un estilo propio, ideado por él, paraobtener un resultado tan atractivo como los originales y que a la vez potencie el simulacro.Ese estilo es el llamado minimalismo, quizá la corriente más interesante de la narrativanorteamericana del último tercio del siglo pasado (Bukowski, Carver). El minimalismo esla economía de recursos, las frases breves, la concentración del lenguaje en significadosdensos, la concentración de la trama en episodios significativos. El minimalismo es la prosaescueta, dura y sin adornos. Pero es también la yuxtaposición de elementos incongruentes,la reducción de los lazos causales y lógicos a elementos puramente secuenciales, lareformulación del lugar común, la distancia estética, la ironía y... la parodia.En las tres novelas pastiches, el minimalismo de <strong>Brautigan</strong> alcanza su más brillante chispagracias a su habilidad para reducir una historia a sus factores esenciales, dentro de loscódigos de género, cuya facilidad intrínseca le sirve para desarrollar símbolos complejos eimágenes inéditas con los términos más sencillos. Con ello demuele las hipocresías dellenguaje, rompe con los convencionalismos de la sintaxis que esconden mensajesalienantes, introduce su concepto del humor (tan raro en la mejor literatura) para distanciaral lector de la simplicidad de su estilo, juega con las sorpresas y hace cambios de ritmo queaceleran o lentifican la trama. Introduce historias dentro de las historias, retrocede al futuroy avanza hacia el pasado, al tiempo que desordena el presente del relato. El lector sesumerge pues en un juego de acertijos, el cual constituye una forma del goce de la lecturaque algunos pueden lograr si y sólo si se entregan a ese juego.En “El monstruo de Hawkline” asistimos de una historia del oeste que consiste en labúsqueda y aniquilación de un engendro de la ciencia que dos cowboys casi mellizosemprenden a pedido de dos damas también idénticas. El monstruo es básicamente luz y sealoja en el sótano de una casa en la montaña. Es perverso y le acompaña su sombra. No es


3el único juego de dobles en la novela. He allí el tema grave y complejo: la dualidad.<strong>Brautigan</strong> la vivió en su corta vida, desagarrado entre la locura y la ideología, el goce y elsufrimiento. En “Willard y sus trofeos de bolos” hay varias historias paralelas unidas, unala de una pareja que por haber contraído una enfermedad venérea se dedica a juegossadomasoquistas; otra pareja, de vecinos, se dedica militantemente a mirar televisión, entanto una tercera pareja, esta vez de hermanos, recorre los Estados Unidos tratando derecobrar los trofeos ganados en campeonatos de bolos, robados misteriosamente, mientrasWillard, un enorme pájaro de papier maché, vigila los trofeos de la discordia. Bueno, y latercera novela es “Un detective en Babilonia”, mi preferida, lo confieso. C. Card es el másbarato y laxo de los detectives privados de San Francisco. Si Sam Spade o Philip Marloweno están disponibles, se puede recurrir a Card. Es eficaz, tal vez, si alguien le presta dineropara comprar balas para su pistola; y siempre que no ande en Babilonia. No físicamente,<strong>cl</strong>aro, sino que el hombre tiende a evadirse, a soñar con las delicias que hay en la tierra desu amigo Nabucodonosor. Allá en Babilonia es la superestrella que no puede ser en casa...En las tres novelas se avanza con capítulos cortísimos, de títulos aparentementeinverosímiles, que advierten de los vaivenes de la trama. Y el conjunto es divertido,absurdo, cachondo e inteligente. Incomparable <strong>Richard</strong> <strong>Brautigan</strong>, pastichero de lujo.

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