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Mario Benedet ti: i~ Inventario cómplice - e-BUC

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42 SONIA MATTAL~Aguntás para qué vivo, mi condena es de veinte años y saldré de aquí, si salgo, hechoun anciano prematuro, con las bisagras oxidadas, olvidado del lenguaje, y no merefiero a conjugaciones, sujetos y predicados y toda esa faramalla grama<strong>ti</strong>cal, sinoolvidado de las palabras, de cómo se forman y deforman, y hasta de qué letras se componetu nombre, porque ya no tenés nombre y sos un número, una cosa>>.iYa en "Lejanos, pequeñísimos", incluido en Despistes yfi-anquezas (1989), unuruguayo, otra vez llamado Jorge, explica a una muchacha española las contradictoriasherencias de la mezquindad, de la devastación interior y del éxodo, y recuerda el<strong>ti</strong>empo de la dictadura como el de la perversión de los nombres, ocultos o falsos: «Locierto es que habíamos estado enfermos de miedo (...) y todo lo llevábamos en nosotrosmismos, aunque no se lo mencionáramos a nadie y se lo ocultáramos hasta alespejo. (...) Y quién no tenía un padre, una madre, un tío, un hermano, huido, oculto,emboscado o preso, pero siempre al margen, segado del afecto co<strong>ti</strong>diano, ex<strong>ti</strong>rpadocomo un tumor maligno, quitado hasta del habla callejera y la comunicación telefónicaporque había que manejarse con metáforas y apodos, hasta que unas y otros segastaban y era preciso sus<strong>ti</strong>tuirlos con nuevos tapujow.Los nombres de los amigos perdidos o de los anónimos nunca conocidos niencontrados, circularán por la narra<strong>ti</strong>va y la poesía de <strong>Benedet</strong><strong>ti</strong> en el exilio. Como siel nombre, ese resto del sujeto en la letra, contuviera también los restos del horror, loque la memoria no debe perder.Pero, además, el nombre propio se espacializa y se expande en la nostalgia delexilio: es enumeración de nombres o consigna de anónimos nombres incluidos en losnúmeros de las estadís<strong>ti</strong>cas de exiliados, o condensación en los nombres que refundanespacios, en otras ciudades, con los nombres perdidos de la patria:Es claro en apariencia nos hemos ampliadoya que invadimos los cuatro puntos cardinalesen venezuela hay como treinta milincluido cuarenta futbolistasen sidney oceaníahay una librería de autores orientalesque para sorpresa de los australianosno son confucio ni lin yu tangsino onet<strong>ti</strong> vilariño arregui espínolaen barcelona un café pe<strong>ti</strong>t montevideoy otro localcito llamado el quilombonombre que dice algo a los rioplatensespero muy poca cosa a los catalanesen buenos aires setecientos mil o sea no caben másy así en méxico nueva york porto alegre la habanapanamá quito argel estocolmo paríslisboa maracaibo lima amsterdam madridroma xalapa pau Caracas san francisco montrealbogotá londres mérida goteburgo moscú

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