<strong>de</strong> justos, sino eliminaciones <strong>de</strong>l débil; pero nosotros aplazamos el <strong>de</strong>senlace<strong>de</strong>l drama terrestre para darle un fin moral: hacemos una berquinada.Aplicando a la Naturaleza el sistema <strong>de</strong> compensaciones,extendiendo a todo lo creado nuestra concepción puramente humana<strong>de</strong> la justicia, imaginamos que si la Naturaleza nos prodiga hoymales, nos reserva para mañana bienes: abrimos con ella una cuentacorriente, pensamos tener un <strong>de</strong>be y un haber. Toda doctrina, <strong>de</strong>penas y recompensas se funda en la aplicación <strong>de</strong> la teneduría <strong>de</strong> librosa la moral.La Naturaleza no aparece injusta ni justa, sino creadora. No daseñales <strong>de</strong> conocer la sensibilidad humana, el odio ni el amor: infinitovaso <strong>de</strong> concepción, divinidad en interminable alumbramiento,madre toda seno y nada corazón, crea y crea para <strong>de</strong>struir y volver acrear y volver a <strong>de</strong>struir. En un soplo <strong>de</strong>sbarata la obra <strong>de</strong> mil y milaños: no ahorra siglos ni vidas, porque cuenta con dos cosas inagotables,el tiempo y la fecundidad. Con tanta indiferencia mira el nacimiento<strong>de</strong> un microbio como la <strong>de</strong>saparición <strong>de</strong> un astro, y rellenaríaun abismo con el cadáver <strong>de</strong> la Humanidad para que sirviera <strong>de</strong> puentea una hormiga.La Naturaleza, indiferente para los hombres en la Tierra ¿se volverájusta o clemente porque bajemos al sepulcro y revistamos otraforma? Vale tanto como figurarnos que un monarca <strong>de</strong>jará <strong>de</strong> sersordo al clamor <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sgracia porque sus súbditos varíen <strong>de</strong> habitacióno cambien <strong>de</strong> harapos. Vayamos don<strong>de</strong> vayamos, no saldremos<strong>de</strong>l universo, no escaparemos a leyes inviolables y eternas.Amilana y aterra consi<strong>de</strong>rar a qué parajes, a qué trasformaciones,pue<strong>de</strong> conducirnos el torbellino <strong>de</strong> la vida. Nacer parece entraren una danza macabra para nunca salir, caer en un vertiginoso torbellinopara girar eternamente sin saber cómo ni por qué.¿Hay algo más <strong>de</strong>solado que nuestra suerte? ¿más lúgubre quenuestra esclavitud? Nacemos sin que nos hayan consultado, morimos78 PENSAMIENTO Y LIBREPENSAMIENTO
cuando no lo queremos, vamos tal vez don<strong>de</strong> no <strong>de</strong>searíamos ir. Años<strong>de</strong> años peregrinamos en un <strong>de</strong>sierto, y el día que fijamos tienda yabrimos una cisterna y sembramos una palma y nos apercibimos a<strong>de</strong>scansar, asoma la muerte. ¿Queremos vivir? pues la muerte. ¿Queremosmorir? pues la vida. ¿Qué distancia media entre la piedra atraídaal centro <strong>de</strong>l globo y el hombre arrastrado por una fuerza invenciblehacia un paraje <strong>de</strong>sconocido?¿Por qué no somos dueños ni <strong>de</strong> nosotros mismos? Cuando lacabeza gravita sobre nuestros hombros con el peso <strong>de</strong> una montaña,cuando el corazón se retuerce en nuestro pecho como tigre vencidopero no domesticado, cuando el último átomo <strong>de</strong> nuestro ser experimentael odio y la náusea <strong>de</strong> la existencia, cuando nos mor<strong>de</strong>mos lalengua para <strong>de</strong>tener la explosión <strong>de</strong> una estúpida blasfemia, ¿porqué no tenemos po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> anonadarnos con un acto <strong>de</strong> la voluntad?¿Acaso todos los hombres <strong>de</strong>sean la inmortalidad? Para muchos,la Nada se presenta como inmersión <strong>de</strong>liciosa en mar sin fondo, como<strong>de</strong>svanecimiento voluptuoso en atmósfera infinita, como sueñosin pesadillas en noche sin término. Mirabeau, moribundo, se regocijabacon la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> anonadarse. ¿Acaso siempre resolvemos <strong>de</strong> igualmodo el problema <strong>de</strong> la inmortalidad? Unas veces, hastiados <strong>de</strong> sentiry fatigados <strong>de</strong> pensar, nos <strong>de</strong>sconsolamos con la perspectiva <strong>de</strong>una actividad eterna y envidiamos el ocio estéril <strong>de</strong> la nada; otras vecesexperimentamos insaciable sed <strong>de</strong> sabiduría, curiosidad inmensa,y anhelamos existir como esencia impalpable y ascen<strong>de</strong>nte, paraviajar <strong>de</strong> mundo en mundo, viéndolo todo, escudriñándolo todo, sabiéndolotodo; otras veces <strong>de</strong>seamos yacer en una especie <strong>de</strong> nirvana,y <strong>de</strong> cuando en cuando recuperar la conciencia por un solo instante,para gozar la dicha <strong>de</strong> haber muerto.Pero ¿a qué amilanarse? Venga lo que viniere. El miedo, comolas solfataras <strong>de</strong> Nápoles, pue<strong>de</strong> asfixiar a los animales que llevan lafrente ras con ras <strong>de</strong>l suelo, no a los seres que levantan la cabeza unosBIBLIOTECA AYACUCHO79
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IIIBajo la República ¿sufre menos
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IVPara cohonestar la incuria del Go
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Tiene razón Novicow al afirmar que
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