nes, abroquelado con la Ley <strong>de</strong> Imprenta y armado con la teología.Dejemos a la prensa religiosa calumniar y mentir: el sembrador<strong>de</strong> i<strong>de</strong>as no combate con fulminadores <strong>de</strong> improperios ni con amasadores<strong>de</strong>l lodo. El gañán que abre surcos don<strong>de</strong> ha <strong>de</strong> germinar trigo,no se <strong>de</strong>tiene a pisotear gusanos removidos y secados al sol conla punta <strong>de</strong>l arado.No temamos la teología con sus fantasmagorías extramundanas.Cuando Europa invadió Asia, los hijos <strong>de</strong>l Oriente quisieron <strong>de</strong>tenera los hijos <strong>de</strong>l Norte con gigantescos ídolos <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra, cartón y trapo:cuando los hombres <strong>de</strong> hoy invadimos el país <strong>de</strong> las tinieblas, surgenlos hombres <strong>de</strong> ayer creyendo amedrentarnos con fantasmas y simulacros<strong>de</strong> la superstición.El filósofo no retroce<strong>de</strong>, sigue a<strong>de</strong>lante, penetra en el templo yrasga el velo, porque sabe que en el santuario no hay más que un sacerdotecon todas las flaquezas <strong>de</strong> la Humanidad, y un ídolo sin labiospara respon<strong>de</strong>r a las amenazas <strong>de</strong> nuestros labios, ni brazos para <strong>de</strong>tenerlos formidables golpes <strong>de</strong> nuestros brazos.IVSea cual fuere el programa <strong>de</strong>l Círculo Literario, hay tres cosas queno po<strong>de</strong>mos olvidar: la honra<strong>de</strong>z en el escritor, la verdad en el estilo yla verdad en las i<strong>de</strong>as. Señores, recordémoslo siempre: sólo con la honra<strong>de</strong>zen el escritor, sólo con la verdad en los escritos, haremos <strong>de</strong>lCírculo Literario una institución útil, respetable, invencible.En vano los hombres <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñan al escritor público y disimulancon la sonrisa <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sdén los calofríos <strong>de</strong>l miedo a la verdad:si hay algo más fuerte que el hierro, más dura<strong>de</strong>ro que el granito y más<strong>de</strong>structor que el fuego, es la palabra <strong>de</strong> un hombre honrado.Desgraciadamente, nada se prostituyó más en el Perú que la palabra:ella <strong>de</strong>bía unir y dividió, <strong>de</strong>bía civilizar y embruteció, <strong>de</strong>bía16 PENSAMIENTO Y LIBREPENSAMIENTO
censurar y aduló. En nuestro <strong>de</strong>squiciamiento general, la pluma tienela misma culpa que la espada.El diario carece <strong>de</strong> prestigio, no representa la fuerza inteligente<strong>de</strong> la razón, sino la embestida ciega <strong>de</strong> las malas pasiones. Des<strong>de</strong> eleditorial ampuloso y kilométrico hasta la crónica insustancial y chocarrera,se oye la diatriba sórdida, la envidia solapada y algo comocrujido <strong>de</strong> carne viva, <strong>de</strong>spedazada por dientes <strong>de</strong> hiena. Esas frasesgastadas y pensamientos triviales que se vacían en las enormes yamenazadoras columnas <strong>de</strong>l periódico, recuerdan el bullicioso río <strong>de</strong>fango y piedras que se precipita a rellenar las hondonadas y resquebrajaduras<strong>de</strong> un valle.Si <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la guerra con Chile el nivel moral <strong>de</strong>l país continúa <strong>de</strong>scendiendo,nadie contribuyó más al <strong>de</strong>scenso que el literato con susadulaciones y mentiras, que el periodista con su improbidad y mala fe.Ambos, que <strong>de</strong>bieron convertirse en acusadores y justicieros <strong>de</strong> losgran<strong>de</strong>s criminales políticos, se hicieron encubridores y cómplices.El publicista ro<strong>de</strong>ó con atmósfera <strong>de</strong> simpatías a <strong>de</strong>tentadores <strong>de</strong> lahacienda nacional, y el poeta prodigó versos a caudillos salpicadoscon sangre <strong>de</strong> las guerras civiles. Las sediciones <strong>de</strong> pretorianos, lasdictaduras <strong>de</strong>l Bajo Imperio, las persecuciones y <strong>de</strong>stierros, los asesinatosen las cuadras <strong>de</strong> los cuarteles, los saqueos al tesoro público,todo fue posible, porque tiranos y ladrones contaron con el silencio oel aplauso <strong>de</strong> una prensa cobar<strong>de</strong>, venal o cortesana.Como en el Ahasverus <strong>de</strong> Edgar Quinet pasan a los ojos <strong>de</strong>l poetalas mujeres resucitadas, llevando en el corazón la herida <strong>de</strong>l amor incurable,así mañana, ante las miradas <strong>de</strong> la posteridad, <strong>de</strong>sfilarán nuestrosescritores, queriendo ocultar en el pecho la lepra <strong>de</strong> la venalidad.Es, señores, que hay la literatura <strong>de</strong> los hombres eternamentepostrados, como las esfinges <strong>de</strong> piedra en el Egipto esclavo, y la literatura<strong>de</strong> los hombres eternamente <strong>de</strong> pie, como el Apolo <strong>de</strong> mármolen la Grecia libre.BIBLIOTECA AYACUCHO17
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