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12.07.2015 Views

Lecturas del bibliotecariomente límites, con el fin de propiciar sumejor desarrollo. O, en otros términos, plagiadosa una bibliotecaria rusa que conocíel mes pasado, esperamos de ese profesio -nal que cree alrededor del niño un am -biente apaciguador, “un capullo, para que elniño se convierta en mariposa”. Y queremosde los libros que propor cionen tanto eseambiente protector como las herramientasy armas para su emancipación.Todo esto que en el mejor de los casosse efectúa en la familia. O, al menos, enciertas familias, bastante acomodadas,donde se puede comprar libros y dondeéstos “viven” con la gente. En esos medios,el libro se vuelve objeto de conversacio -nes; el niño ve a sus padres leer y se pregunta,intrigado, cuál es ese secreto queellos encuentran en los libros y del cual élMICHÈLE PETIT. FOTOGRAFÍA: ARCHIVO DGB-CONACULTA.se siente excluido; a menudo, los padres lecuentan o le leen historias por la noche, antes de que se duerma. Pero en otrosme dios esto no es posible, porque ahí la pobreza obliga a que todo el tiempo y laenergía sean consagrados a asegurar la supervivencia, y la gente se siente avergonzadadelante de un libro. O porque los libros evocan recuerdos de fracaso escolar,de aburrimiento, de humillación. O porque la madre, aislada, se ha deprimido yno ha podido cantar, reír, contar o leer historias a sus hijos.Sin embargo, un tercero, una persona ajena, puede, en ciertas condiciones,brindar al niño una segunda oportunidad para apropiarse de los libros: en especialun maestro o un bibliotecario. Cuando la lectura no forma parte de una tradiciónfamiliar, puede iniciarse a partir de encuentros. Y en este caso, también, es elin terés profundo del adulto por los libros que el niño percibe, su verdadero placerde leer. No se puede fingir: si no ponemos en ello el corazón, el niño se dará cuenta.Más vale, en ese caso, dejar esa iniciación a un colega cuyo gusto por la lecturasea más firme. En una biblioteca, las tareas son lo suficientemente numerosas pa -ra que cada quien encuentre ahí un sitio, cualesquiera que sean sus aptitudes.Lo acepte o no el bibliotecario, su profesión recuerda también, en algunos aspectos,la segunda tarea imposible que evocaba Freud: la de curar. En particular,re cuerda, a veces, el oficio del psicoanalista, pues se supone que el bibliotecario sedestaca en el arte de las relaciones interpersonales: escuchar a los jóvenes usuarioscon benévola y discreta atención y dejarse conducir por su empatía e intuición,tanto como por sus conocimientos, para recomendar a cada uno el libro que le2

Lecturas <strong>de</strong>l bibliotecariomente límites, con el fin <strong>de</strong> propiciar sumejor <strong>de</strong>sarrollo. O, en otros términos, p<strong>la</strong>giadosa una bibliotecaria rusa que conocíel mes pasado, esperamos <strong>de</strong> ese profesio -nal que cree alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l niño un am -biente apaciguador, “un capullo, <strong>para</strong> que elniño se convierta en mariposa”. Y queremos<strong>de</strong> los libros que propor cionen tanto eseambiente protector como <strong>la</strong>s herramientasy armas <strong>para</strong> su emancipación.Todo esto que en el mejor <strong>de</strong> los casosse efectúa en <strong>la</strong> familia. O, al menos, enciertas familias, bastante acomodadas,don<strong>de</strong> se pue<strong>de</strong> comprar libros y don<strong>de</strong>éstos “viven” con <strong>la</strong> gente. En esos medios,el libro se vuelve objeto <strong>de</strong> conversacio -nes; el niño ve a sus padres leer y se pregunta,intrigado, cuál es ese secreto queellos encuentran en los libros y <strong>de</strong>l cual élMICHÈLE PETIT. FOTOGRAFÍA: ARCHIVO DGB-CONACULTA.se siente excluido; a menudo, los padres lecuentan o le leen historias por <strong>la</strong> noche, antes <strong>de</strong> que se duerma. Pero en otrosme dios esto no es posible, porque ahí <strong>la</strong> pobreza obliga a que todo el tiempo y <strong>la</strong>energía sean consagrados a asegurar <strong>la</strong> supervivencia, y <strong>la</strong> gente se siente avergonzada<strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> un libro. O porque los libros evocan recuerdos <strong>de</strong> fracaso esco<strong>la</strong>r,<strong>de</strong> aburrimiento, <strong>de</strong> humil<strong>la</strong>ción. O porque <strong>la</strong> madre, ais<strong>la</strong>da, se ha <strong>de</strong>primido yno ha podido cantar, reír, contar o leer historias a sus hijos.Sin embargo, un tercero, una persona ajena, pue<strong>de</strong>, en ciertas condiciones,brindar al niño una segunda oportunidad <strong>para</strong> apropiarse <strong>de</strong> los libros: en especialun maestro o un bibliotecario. Cuando <strong>la</strong> lectura no forma parte <strong>de</strong> una tradiciónfamiliar, pue<strong>de</strong> iniciarse a partir <strong>de</strong> encuentros. Y en este caso, también, es elin terés profundo <strong>de</strong>l adulto por los libros que el niño percibe, su verda<strong>de</strong>ro p<strong>la</strong>cer<strong>de</strong> leer. No se pue<strong>de</strong> fingir: si no ponemos en ello el corazón, el niño se dará cuenta.Más vale, en ese caso, <strong>de</strong>jar esa iniciación a un colega cuyo gusto por <strong>la</strong> lecturasea más firme. En una biblioteca, <strong>la</strong>s tareas son lo suficientemente numerosas pa -ra que cada quien encuentre ahí un sitio, cualesquiera que sean sus aptitu<strong>de</strong>s.Lo acepte o no el bibliotecario, su profesión recuerda también, en algunos aspectos,<strong>la</strong> segunda tarea imposible que evocaba Freud: <strong>la</strong> <strong>de</strong> curar. En particu<strong>la</strong>r,re cuerda, a veces, el oficio <strong>de</strong>l psicoanalista, pues se supone que el bibliotecario se<strong>de</strong>staca en el arte <strong>de</strong> <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones interpersonales: escuchar a los jóvenes usuarioscon benévo<strong>la</strong> y discreta atención y <strong>de</strong>jarse conducir por su empatía e intuición,tanto como por sus conocimientos, <strong>para</strong> recomendar a cada uno el libro que le2

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