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Año 7 N° 79 Octubre 2008 Palacala:Como caída ... - Generaccion.com

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Marceliano Micha Cruz decidió cambiar supomposo nombre por algo más simple,un nombre que estuviera acorde con lo que élanhelaba: tener una sastrería. Para ello, lo primeroque hizo fue, a manera de rebautizarse,hacer que le llamasen con el simple apelativo“Machi”.Machi recuerda, <strong>com</strong>o si fuera ayer, la primeravez que llegó a la ciudad capital, donde tuvoque acostumbrarse a su cielo gris, añorandoel envidiable cielo azul de su natal Libertad dePallán, ubicada, al norte, en la provincia de Celendin,en la Región de Cajamarca.Marceliano tiene 48 años, 33 de los cuales lospasó entre cortes y remiendos. Desde que cogiólas tijeras y realizó el primer corte sobre latela supo que amaría pasar una vida rodeadode agujas, hilos y, sobre todo, máquinas de coser:sería sastre.SÓLO UN VIAJE DE VACACIONESA los 15 años llegó a Lima. Los enormes edificios,el gran número de carros, la multitud dedesconocidos y el imponente bullicio que imperabaen la Ciudad de los Reyes lo aterró.Suponía que su estadía sería un simple viajede vacaciones; a lo mucho un prolongado paseopor la capital a fin conocer la gran ciudad yregresar luego a su pueblo a contar las novedades.No fue así…Cada vez que salía a la calle, por minúsculaque sea la distancia, pensaba que se extraviaría.Tenía temor a desplazarse a cualquierlugar. Una ciudad grande se convierte en lapesadilla para quien esta acostumbrado a lapasividad de un pueblo pequeño, donde todosse conocen, donde gobierna el silencio, dondeun auto es una novedad, donde solo se requieredar unos pasos para ir a estudiar, y donde eltrabajo esta literalmente a la vuelta de la esquina…y claro donde el cielo no es gris.El joven Machi, noche tras noche, albergaba elmismo sueño. Soñaba que realizaba un largoviaje con un único destino, su natal Libertad dePallán. No podía pensar en otra cosa que nosea reunirse con sus padres. Y junto con ellos,habiendo retornado a la tranquilidad de supueblo y viendo de nuevo a su gente, respirarese olor a campo... Pero llegaba el amanecery despertaba tumbado sobre una cama, bajoun cielo que no lo amparaba, en medio de unaciudad que lo seguía intimidando.EL TÍO ISAÍASIsaías era el tío que acogió a Machi en la capital.Isaías era sastre. De él aprendería Machisus primeros conocimientos del arte de darleforma a las telas. Cuando el joven desfallecíaen ánimos, Isaías lo consolaba diciéndole “yate acostumbraras, vas a ver, es cuestión detiempo”, Machi no podía creerle, “cómo me voya acostumbrar a esta ciudad tan grande, caóticay peligrosa” solía responder en el silenciode sus pensamientos. Pero el tiempo, terminópor dar la razón a Isaías y mostrar a Machi queincluso Lima, la horrible, tiene sus encantos.Llegó la temporada del colegio, y entonces elviaje de vacaciones se prolongó. Tenía queempezar a estudiar y, muy a su pesar, lo hizoen Lima. Antes de partir hacia la escuela, muytemprano, ayudaba a su tío en el taller de sastre;luego, ya de vuelta a casa, regresaba altaller a terminar los trabajos inconclusos… conel tiempo, empezó a amar la labor de sastre,a disfrutar con mayor placer los encantos deuna gran ciudad, y a contar con mayor númerode amigos, quienes aminoraban sus penas,logrando disipar así el sueño de retornar a supueblo.Acabó el colegio y solo tenía una idea en lacabeza, convertirse en sastre, en uno de losmejores. Con mucho empeño aprendió todolo que el tío Isaías le pudo enseñar: Aprendíade los errores, <strong>com</strong>o aquella vez cuando pordescuido puso el cierre en la parte posteriordel pantalón… desde ese momento aprendióa reconocer de un solo vistazo cada una de laspiezas que conforman esta prenda.Sin embargo, su anhelo de ilustrarse con nuevastécnicas lo llevó a trabajar con diferentesmaestros de la sastrería. De cada uno asimilabalo mejor y con todos se siente hoy agradecido,pues reconoce que siempre lo trataronmuy bien y con mucho respeto. Machi sentíaque ya sabía lo suficiente, ahora debía dar elpaso más difícil: Independizarse, formar supropio taller convirtiéndose en amo y señor desu destino.Con solo 28 años decidió separarse de susmaestros, para ser el único forjador de su porvenir.A pesar de la insistencia de sus empleadorespara que se quedara, decidió arriesgarsey alquilar un pequeño cuarto en una de las etapasde la Urbanización Maranga, en el distritode San Miguel. Ahí, con el paso del tiempo,abriría su primer taller.Sin embargo, el clima y la humedad de SanMiguel se encargarían de ofrecerle algo másque la experiencia de formar empresa. Le garantizaríanuna estadía en el hospital, dondeel diagnostico del médico sería contundente:Bronquitis. Era urgente tomar medidas.“Si no me retiraba a un lugar más seco, empeoraría”,nos dijo Machi. Y sin otra alternativa dejópara siempre San Miguel y fue a dar al distritode San Juan de Lurigancho, frente del CentroComercial Santa Rosa, lugar donde echaría raícesprofundas. Ya estaba entonces todo estabalisto; Machi tenía su nuevo taller… que mejornombre para su empresa que el apelativo por28 29

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