Revista de la Bolsa de Comercio de Rosario

el político, esa relación “nosística” en laque dentro de un contexto de valorescomunes, podamos vivir el disensocomo un modo de enriquecimiento.El liderazgo que buscamos irradia elgusto por la comunión entre soberanosde la vida personal. Ello implica el trabajosoejercicio de distinguir en cadainteracción, el propio espacio, el espaciodel otro y el espacio compartido. Setrata de tres espacios distintos. Todarelación humana insatisfactoria suponela confusión, el descuido o desatenciónde alguno de estos espacios distintos.La capacidad de distinguir espacios meresulta muy útil para comprender mejoralgunas disfunciones sociales quelamentablemente padecemos frecuentemente.Son ejemplos de confusión,invasión o abandono de espacios: elautoritarismo, el clientelismo político,el descuido de lo público, el consumismoirresponsable, el cortoplacismo, laviolencia como modo de resolución deconflictos, el desconocimiento de laley, la irresponsabilidad fiscal, el “no temetás”, el “yo argentino”, la dificultadpara establecer acuerdos perdurables,la incapacidad para comprender alotro, el egoísmo avariento de los poderosos,y egoísmo del “sálvese quienpueda” de los excluidos.El liderazgo que necesitamos urgentementees el que es capaz de promoverindividuos fuertes y solidarios. Ellosupone el desarrollo de dos habilidadesde comunicación esenciales. Laasertividad, que es la capacidad deafirmar de un modo firme y claro laspropias necesidades y puntos de vista.La asertividad permite la expresión delcomponente individual o sectorial enel nosotros más amplio. La escucha,que es la capacidad de apertura alpunto de vista y necesidades del otro.La escucha permite vivir la dimensiónvincular en el nosotros.El liderazgo que necesitamos es el quedespierta en los grupos y comunidadesla experiencia del nosotros sinanular lo personal. Es el que invita ala autoafirmación de cada sujeto en laconciencia racional de la interdependenciay el deseo cordial del vínculo.El liderazgo requerido es el que dilatalas fronteras de lo humano entre dospolos; por un lado, hacia el misterioprofundo del destino que es individual,personal e intransferible; por elotro lado, hacia la realidad palpabletambién misteriosa de la comunióncomo fuente y destino de la existencia.Las paradojas del poderContribuir al fortalecimiento del tejidoy capital social supone hacerse cargode la propia irradiación. Entender elliderazgo como irradiación es reconoceresa influencia que de hecho ejercemosmás allá de nuestra voluntad. Independientementedel lugar que ocupemos enla organización social, todos ejercemosinfluencia todo el tiempo con nuestroscomportamientos, gestos y actitudes.Éste es el liderazgo indirecto que dehecho ejercemos siempre. Crecer en liderazgoes hacerse responsable de esa irradiación.No es posible modificar nuestrairradiación de la noche a la mañana. Nohay muchas técnicas al respecto. Lo quesí es posible, es emprender un camino deautoeducación. Un camino que buenaparte de nuestra clase política parece nohaber iniciado siquiera.En este modo de asumir la influenciaanida una paradoja. El poder y elliderazgo se escapan cuando se buscan.Cuanto más recurro a técnicas y prótesispara tener influencia, más opacola irradiación. Es extraño, la influenciacomo irradiación es un logro que sealcanza cuando de alguna maneradejamos de buscarlo. La obsesión porel poder nos aleja de las fuentes vivasde las que brota una irradiación positiva.Cuando buscamos ansiosamenteconstruir poder nos hacemos menosconfiables para los demás, y por tantolo perdemos.Estamos hablando del poder indirectobasado en la confianza. Uno puedeperder este tipo de poder conservandoy aún incrementando el directoo capacidad de coerción formal.Ahora bien, lo paradójico es que, alsentir que carecemos del primero,recurrimos al segundo como prótesis,lo cual es un camino muy efectivopara descapitalizarnos del primero.El poder auténtico es un logro queviene por añadidura de otras cosas. Elliderazgo parece ser la irradiación dealguien que no está muy preocupadoen influir en los demás, sino más bienen vivir bien su propia vida.La persona del lídercomo instrumentoHacernos responsables de nuestrairradiación es tomar conciencia delefecto social de nuestro comportamientoindividual. Es reconocer queel primer instrumento de liderazgocon el que contamos es nuestra propiapersona y lo que ésta produce en suentorno. La propia personalidad escomo un instrumento musical, porquees la caja de resonancia de ciertosvalores; no de los que declamamos enun discurso, sino de los que encarnamosrealmente y expresamos en cadauna de las decisiones que tomamos.Según Indira Gandhi “Nosotrosmismos debemos ser el cambio quedeseamos ver en el mundo”.No puedo modificar mi irradiaciónvoluntariamente, pero sí puedoemprender un camino de autoeducación.El camino de autoeducaciónno termina nunca, porque se dirige auna meta que puede alcanzarse sóloparcialmente. La meta es la conquistasoberana y serena del propio espacio,que no es otra cosa que la propia viday su destino. La persona madura sabelo que quiere y quiere lo que hace; poreso su irradiación es positiva, porqueinvita al otro a afirmarse también en laexistencia, que es como celebrar la vidahabitando el propio lugar, el propioespacio.Una irradiación es positiva cuandoestimula a los otros a encontrar supropia identidad y lugar en el mundo,cuando anima a los otros a hacersesoberanos de la propia vida y ciudadanosdel espacio común. Esto es comodecir sujetos soberanamente libres ycon conciencia de interdependencia.Revista de la Bolsa de Comercio de Rosario | 43