Revista de la Bolsa de Comercio de Rosario

todos éstos son atributos extrínsecosa su persona y que devienen del cargocon el que cuenta. Un rasgo de estosatributos es su volatilidad, puedenganarse o perderse de la noche a lamañana.Ahora bien, además este gerente puedeejercer un liderazgo indirecto; peroéste es un liderazgo basado ya no enlos atributos del cargo, sino en suirradiación, en sus convicciones y sucontagio, en la confianza que generaen su entorno, en su capacidad deescuchar, en su voluntad de servir, ensu disponibilidad, en la transparenciade sus gestos, en su carisma. Este liderazgoindirecto es el que lo proyectamás allá de las fronteras de las personasalcanzadas por el imperio de sucargo. Se vincula con la capacidad deinfluenciar en aquéllos a los que no selos puede obligar con los atributos desu poder formalmente concedido porla organización. Esta capacidad puededarse o no en el líder gerencial, pero esesencial en el líder político.Al distinguir estas bases tan distintasen las que cimentamos nuestro poder,influencia y liderazgo, nos damoscuenta que contribuir con el capitalsocial de un grupo o de una comunidad,se relaciona más con los atributosde liderazgo indirecto que con losdel poder directo. No decimos queambos no puedan complementarse,decimos que han de distinguirse y quetienen ámbitos de aplicación diferentestambién. Contribuir al capital socialde una comunidad, de un grupo o deuna institución, no se vincula tantocon el poder de obligar, como con lacapacidad de crear lazos de confianza.Necesitamos crecer en esta dimensiónpara recrear nuestras instituciones.Esta capacidad se relaciona fuertementecon la identificación. Los estudiospsicosociales sobre la relación entre ellíder político con rasgos carismáticosy sus seguidores, demuestran que en elliderazgo hay una identificación de losseguidores con el líder junto con ciertadistancia. La identificación va en líneacon la representación, toda vez que ellíder es visto por los seguidores comoun sujeto en el cual pueden reconocerse,es un prójimo que encarna los valoresy cultura del colectivo que lidera.Ahora bien, la mera identificaciónrepresentaciónno basta para definirel liderazgo. Hace falta a su vez unadistancia, un reconocimiento de que ellíder reúne unos atributos admirablesque superan la media y que justificanla cesión de facultades de decisión quetodo ejercicio de poder concedidoimplica, aún en los estilos de liderazgomás democráticos o participativos.Este fenómeno de identificación es unproceso bastante inconsciente.Desde el punto de vista psicosocial, larepresentación requiere proximidady distancia a la vez. Como decíamosmás arriba, la representación querequiere la vida política en el actualestado de desarrollo histórico en el quenos encontramos, no es una mera delegación.El líder no es sólo un mandante,aún en un contexto democrático.El líder escucha e identifica anhelos ypedidos de los mandantes o seguidores,pero no se limita a su mera reproducciónen otro ámbito de decisión. Ellíder agrega valor porque puede reformularlospara hacerlos comunicables aotros o aún a los mismos mandantes,que en muchas circunstancias no soncapaces de reconocer una necesidadhasta que no es escuchada en el discursodel líder. También debe integrarloscon otros temas de la agenda pública,ha de complejizarlos desde el punto devista técnico, ha de encontrar el modoy el tiempo oportunos para plantearlosen el nivel que corresponda, ya sealegislativo o ejecutivo. Así, la representaciónimplica un agregado de valorsobre las demandas básicas de los ciudadanosrepresentados. He aquí seriasexigencias de tipo técnico-profesional,sin las que la mera identificaciónproximidadno logra agregar valor parala comunidad.El liderazgo representativocomo experiencia vincularLa historia reciente de Occidentemuestra a las claras dos fracasos rotundos.Por un lado, el fracaso de todaforma de colectivismo. Por el otro, elfracaso del individualismo. Estamosentonces en un buen contexto culturalpara ensayar un modelo alternativode interacción humana, distinto delindividualismo y del colectivismo. Yalo sabemos, el colectivismo, al anularla iniciativa individual, hace artificialel desarrollo; el individualismo lo haceinsostenible.El liderazgo supone crear entrerepresentante y representados unaexperiencia vincular o una experiencia“nosística”. Para entender qué es unaexperiencia nosística hay que distinguirtres formas de interacción humana quepodemos confundir.El egocentrismo, consistente en laautoafirmación de un yo pretendidamentesoberano y sin conciencia deinterdependencia en un nosotros. Estapretendida afirmación termina siempresiendo violenta, por acción o poromisión. Es como una firmeza forzadaque carece de la capacidad de escuchar,considerar, entender o acoger al otro.Por eso, es violento e incapaz de representarnada más que a sí mismo. Elsegundo año de vida y la adolescenciaconstituyen dos momentos en los quelos seres humanos afirmamos nuestroyo para distinguirnos del nosotrosfamiliar originario. Poder hacerlo escumplir una etapa necesaria para autoafirmarnoscomo seres autónomos.En el otro lado del espectro se encuentrala masa o un nosotros indiferenciado,consistente en fundir la conciencia,iniciativa y libertad individual en unsupuesto nosotros en el que nadie logradecir “yo”, “yo pienso, yo necesito, yocreo”. Un “cambalache, en un mismolodo todos revolcaos”. Es una pretendidaproximidad e identificación que noes tal porque le falta la consistencia deidentidad personal. Para que haya prójimosse requiere que haya distinciónentre un yo y un tú. En la pretendidarepresentación del tipo masa, el líderno agrega valor al representado. Sólo loseduce con consignas fáciles. Durantelos primeros meses de vida, el bebéestablece con su madre un vínculoRevista de la Bolsa de Comercio de Rosario | 41