El sÃn - Pfizer
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96 12 personajes en busca de psiquiatra mujeres pero no satisfecho. Una y otra vez buscará en vano la satisfacción con otras mujeres”. 3 Don Gregorio Marañón, eminente médico y humanista español del siglo pasado, comparte las teorías del psicoanálisis, pues cree que Don Juan es un obseso por las mujeres. 4 Y muchos años después, por la década de los noventa del siglo XX, la Revista MD publicó una interesante patobiografía de Casanova escrita por el doctor Félix María Martí-Ibáñez en la que afirma: “Sus rasgos psicológicos son su narcisismo, su irreligiosidad, su rebeldía contra la Ley, la indiferencia de sus amantes, su cinismo sexual, su exhibicionismo y su agresividad de tipo psicópata, esquizomaníaco y extravertido”. 5 De unos años acá, a comienzos del siglo XXI, reaparece la vieja figura del perverso freudiano o del obseso de Marañón con un nuevo disfraz. Ahora Don Juan, Casanova y, cómo no, Florentino Ariza, han dejado su vieja condición de depravados y libertinos para convertirse por decisión de los psicólogos en adictos sexuales. Veamos algunos apartes de una columna publicada en las páginas editoriales del diario bogotano El Tiempo, y firmada por el doctor Juan Manuel Escobar, psiquiatra y psicoanalista jefe del Área de Psiquiatría de la Fundación Santa Fe de Bogotá: Existe la adicción al sexo en hombres y mujeres, pero por múltiples razones es más frecuente en ellos […]. Detrás de la adicción al sexo hay varias 3. Freud, Sigmund. “Sobre una degradación de la vida erótica”, en Ensayos sobre la vida sexual. Obras completas, volumen 1, editorial Biblioteca Nueva. Madrid, 1967. 4. Marañón, Gregorio. Don Juan: ensayos sobre el origen de su leyenda. Editorial Espasa- Calpe. Madrid, 1975. 5. Martí-Ibáñez, Felix María. “Patobiografía de Casanova”, en Revista MD. Noviembre 1989- Febrero 1990.
Florentino Ariza: Quijote y Don Juan patologías. Algunas corresponden a un trastorno de la personalidad donde prima la escisión, la división del yo. Por ejemplo un hombre puede, por un lado, ser un ejecutivo, un profesional exitoso además de buen padre y esposo, y por otro con la parte escindida, un adicto al sexo (con prostitutas, con personas que trabajan con él y son sus subalternas, entre otras) […]. ¿Existe la normalidad sexual? Obviamente sí: es cuando lo sexual hace parte de la vida y el amor de la pareja, de su comunicación, de su intimidad física y emocional […]. Posiblemente esto es lo ideal. 6 Como podemos ver, la adicción sexual, tan en boga en nuestro medio, no es otra cosa que una creación ideológica sin ningún respaldo científico, que surge de la fe de psicoanalistas y psicólogos y que la identifica con la infidelidad masculina y con los perjuicios que esta pueda causar. De otra parte, la palabra adicción se ha frivolizado y devaluado al punto de que ha desaparecido, tiempo ha, de los manuales de diagnóstico y estadística de la psiquiatría actual y de las publicaciones científicas de la especialidad, cuando se refieren a los trastornos relacionados con el consumo de sustancias psicoactivas. Las opiniones de Freud, Marañón, Martí-Ibáñez y ahora Juan Manuel Escobar, así como las de los psicólogos acerca de los adictos sexuales, parecen más una diatriba moral, un juicio de valor, que un diagnóstico psiquiátrico. Nuestros eminentes psicólogos no hacen diferencia entre ciencia e ideología y se olvidan de que la ideología no necesita ser demostrada pues solo basta con creer en ella. Porque la moral cristiana no puede concebir como normal aquellas conductas que se aparten de su ideal monogámico y heterosexual, los comportamientos “disipados” de Florentino Ariza, en su faceta de seductor, deben ser vetados. Los cristianos están en su derecho de pensar así; pero la ciencia no 6. Escobar, Juan Manuel. “Adicción al sexo”, en periódico El Tiempo, 23 de febrero de 2005. 97
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Florentino Ariza: Quijote y Don Juan<br />
patologías. Algunas corresponden a un trastorno de la personalidad<br />
donde prima la escisión, la división del yo. Por ejemplo un hombre<br />
puede, por un lado, ser un ejecutivo, un profesional exitoso además<br />
de buen padre y esposo, y por otro con la parte escindida, un adicto al<br />
sexo (con prostitutas, con personas que trabajan con él y son sus subalternas,<br />
entre otras) […]. ¿Existe la normalidad sexual? Obviamente<br />
sí: es cuando lo sexual hace parte de la vida y el amor de la pareja, de su<br />
comunicación, de su intimidad física y emocional […]. Posiblemente<br />
esto es lo ideal. 6<br />
Como podemos ver, la adicción sexual, tan en boga en nuestro<br />
medio, no es otra cosa que una creación ideológica sin<br />
ningún respaldo científico, que surge de la fe de psicoanalistas<br />
y psicólogos y que la identifica con la infidelidad masculina<br />
y con los perjuicios que esta pueda causar.<br />
De otra parte, la palabra adicción se ha frivolizado y devaluado<br />
al punto de que ha desaparecido, tiempo ha, de los<br />
manuales de diagnóstico y estadística de la psiquiatría actual<br />
y de las publicaciones científicas de la especialidad, cuando<br />
se refieren a los trastornos relacionados con el consumo de<br />
sustancias psicoactivas.<br />
Las opiniones de Freud, Marañón, Martí-Ibáñez y ahora<br />
Juan Manuel Escobar, así como las de los psicólogos acerca<br />
de los adictos sexuales, parecen más una diatriba moral, un<br />
juicio de valor, que un diagnóstico psiquiátrico. Nuestros<br />
eminentes psicólogos no hacen diferencia entre ciencia e<br />
ideología y se olvidan de que la ideología no necesita ser<br />
demostrada pues solo basta con creer en ella. Porque la<br />
moral cristiana no puede concebir como normal aquellas<br />
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Ariza, en su faceta de seductor, deben ser vetados. Los cristianos<br />
están en su derecho de pensar así; pero la ciencia no<br />
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