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94 12 personajes en busca de psiquiatra de El amor en los tiempos del cólera, la edad mínima permitida para contraer matrimonio era de doce años en las mujeres y de catorce en los hombres. 2 Hoy en día Florentino sería objeto de un escándalo penal y mediático por estupro, pero en su tiempo era un hombre que obraba dentro del marco de lo normal. Además, debe advertirse nuevamente que este personaje es el fruto de las hipérboles garciamarquianas: si bien la narración goza de verosimilitud interna, las proezas de Florentino resultan francamente sobrehumanas por fuera del relato. En otras palabras, siempre hay que tener presente que El amor en los tiempos del cólera es una obra de ficción. Entonces, y para dar por terminada la controversia, nos afirmamos en nuestra apreciación acerca de la salud mental de Florentino Ariza: es una persona normal, tan normal como cualquier hombre que en el curso de su vida ha sentido la necesidad de hablar, más de una vez, con un psiquiatra. En cuanto a su vida sentimental, las cosas pueden no ser tan sencillas a juicio de nuestros lectores. De un lado, Florentino Ariza es el enamorado obsecuente y perenne de Fermina Daza durante más de medio siglo, es la copia al carbón de Don Quijote en cuanto a su veneración por Dulcinea. Pero del otro lado, mediante un extraño desdoblamiento, ese mismo enamorado fiel se transforma durante los años del matrimonio de Fermina en un cazador furtivo, en un seductor de mujeres, que de acuerdo con sus propios registros alcanzó la cifra de seiscientos veintidós amores continuados, aparte de las incontables aventuras fugaces que no merecieron ser contabilizadas. En esta encarnación 2. El Código Civil colombiano sancionado el 26 de mayo de 1873 rezaba en su artículo 140: “El matrimonio es nulo y sin efecto […] Cuando se ha contraído entre un varón menor de catorce años, y una mujer menor de doce, o cuando cualquiera de los dos sea respectivamente menor de aquella edad”. En 2004 la Corte Constitucional homologó los 14 años entre hombres y mujeres.

Florentino Ariza: Quijote y Don Juan Florentino es una especie de Don Juan con características de Casanova, dos estilos diferentes con un solo objetivo: la conquista femenina. Pero mientras Don Juan utilizaba el engaño y abandonaba a la víctima una vez satisfecho su deseo, Casanova halagaba y seducía y jamás dejó insatisfecha a dama alguna. De otra parte, Don Juan era un noble y apuesto caballero mientras Casanova, de humilde cuna, estaba lejos de ser un hombre hermoso. Florentino Ariza, desde luego, tiene mucho más de Casanova que de Don Juan; fue un perfecto seductor pero no necesitó nunca de la mentira y jamás tuvo la intención de hacer daño alguno. Entonces, nos preguntarán algunos si es posible calificar de normal a una persona como Florentino Ariza después del análisis de sus amores que hemos realizado en el párrafo anterior. ¿Cómo puede ser normal un epígono de Don Juan o Casanova? ¿No estaremos más bien, frente a un sátiro, a un libertino, a un perverso, a un promiscuo; o, como dicen ahora, a un adicto sexual? Abramos el debate. El perverso es Freud A partir de finales del siglo XIX y comienzos del XX, la psiquiatría y el psicoanálisis transformaron el pecado en anormalidad y convirtieron el viejo confesionario en el diván del analista, desde donde decidieron lo normal y lo patológico acerca de la conducta sexual. Así las cosas, Don Juan y Casanova no pudieron escapar de la lectura moralista de psiquiatras y psicólogos, y entraron a hacer parte de la larga lista de perversiones sexuales con el pomposo nombre de donjuanismo. Según Freud, “el comportamiento de Don Juan se debe, sin duda alguna, al complejo de Edipo. El don Juan busca en todas las mujeres a su madre y no la puede hallar. Sus tendencias homosexuales inconscientes pueden hacerlo sentir excitado por el contacto sexual con 95

Florentino Ariza: Quijote y Don Juan<br />

Florentino es una especie de Don Juan con características<br />

de Casanova, dos estilos diferentes con un solo objetivo:<br />

la conquista femenina. Pero mientras Don Juan utilizaba<br />

el engaño y abandonaba a la víctima una vez satisfecho su<br />

deseo, Casanova halagaba y seducía y jamás dejó insatisfecha<br />

a dama alguna. De otra parte, Don Juan era un noble<br />

y apuesto caballero mientras Casanova, de humilde cuna,<br />

estaba lejos de ser un hombre hermoso. Florentino Ariza,<br />

desde luego, tiene mucho más de Casanova que de Don<br />

Juan; fue un perfecto seductor pero no necesitó nunca de<br />

la mentira y jamás tuvo la intención de hacer daño alguno.<br />

Entonces, nos preguntarán algunos si es posible calificar<br />

de normal a una persona como Florentino Ariza después<br />

del análisis de sus amores que hemos realizado en el párrafo<br />

anterior. ¿Cómo puede ser normal un epígono de Don<br />

Juan o Casanova? ¿No estaremos más bien, frente a un sátiro,<br />

a un libertino, a un perverso, a un promiscuo; o, como<br />

dicen ahora, a un adicto sexual? Abramos el debate.<br />

<strong>El</strong> perverso es Freud<br />

A partir de finales del siglo XIX y comienzos del XX, la<br />

psiquiatría y el psicoanálisis transformaron el pecado en<br />

anormalidad y convirtieron el viejo confesionario en el<br />

diván del analista, desde donde decidieron lo normal y lo<br />

patológico acerca de la conducta sexual. Así las cosas, Don<br />

Juan y Casanova no pudieron escapar de la lectura moralista<br />

de psiquiatras y psicólogos, y entraron a hacer parte<br />

de la larga lista de perversiones sexuales con el pomposo<br />

nombre de donjuanismo. Según Freud, “el comportamiento<br />

de Don Juan se debe, sin duda alguna, al complejo de Edipo.<br />

<strong>El</strong> don Juan busca en todas las mujeres a su madre y no<br />

la puede hallar. Sus tendencias homosexuales inconscientes<br />

pueden hacerlo sentir excitado por el contacto sexual con<br />

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