El sÃn - Pfizer
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90 12 personajes en busca de psiquiatra de una de sus amantes, Olimpia, al escribirle en el vientre el letrero posesivo de “Esta cuca es mía”, provocando así indirectamente el asesinato de la pobre a manos de su marido, que vengó así su deshonra. Y en sus últimos años llegó a seducir a una muchachita de catorce años (de la que era su tutor), quien se entregó a sus brazos y luego no pudo soportar el rechazo de su amante por Fermina y se quitó la vida. Pero una cosa es lo que puede pensar un lector desprevenido y otra como opera la psiquiatría. ¿Puede un hombre como Florentino enfermar de amor? En el siguiente ensayo podemos obtener la respuesta. Fernando Gómez Garzón La división artificial entre materia y espíritu, entre cuerpo y alma, hace parte de la herencia de nuestra civilización occidental. En asuntos sentimentales las ideas platónicas diferencian entre un Eros divino, consejero de amantes virtuosos, y un Eros vulgar que solo inspira bajas pasiones y acciones perversas. Así pues, por la fuerza de la costumbre y de acuerdo con nuestra ideología, dividimos el sentimiento amoroso en dos: de una parte, el amor espiritual o “puro” y de la otra el amor concupiscente, el amor carnal preñado, este sí, de erotismo y sensualidad. Sin embargo, el amor es uno solo, bien si toma el camino del placer y la satisfacción sexual o si se sublima y se disfraza con los velos del pudor. El mejor ejemplo de este dualismo en la narrativa colombiana es, sin duda alguna, Florentino Ariza, el inolvidable protagonista de El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez, cuya patobiografía intentaremos en el presente ensayo. Sea el momento de una corta digresión, antes de entrar en materia, para precisar algunas definiciones que nos parecen indispensables. Entendemos por sexualidad el conjunto de pensamientos, emociones, actitudes y conductas que
Florentino Ariza: Quijote y Don Juan le permiten al ser humano la práctica de la función sexual; y a esta, como el ejercicio consciente y voluntario del sistema genital con fines placenteros, en primer lugar, y secundariamente reproductivos. En cuanto al vocablo erotismo, consideramos que expresa los factores culturales, enriquecedores de la voluptuosidad de la función sexual. En cuanto al amor, son innumerables las definiciones que se han hecho sobre el tema a través de la historia, casi todas en los escenarios de la filosofía y del arte. Tan solo en las últimas décadas, las neurociencias, la genética y la bioquímica nos han dado luces acerca de tal sentimiento. Recordemos que el hombre está hecho de naturaleza y cultura, y en este orden de ideas el amor es ante todo un sentimiento, una pasión cuyo origen se encuentra en lo que nos resta del instinto sexual de los mamíferos, pero al ser moldeado por la cultura nos permite la intimidad con otras personas. Aclarado lo anterior, debemos retomar el hilo de nuestro discurso, cual es el estudio de la vida amorosa de Florentino Ariza, y determinar, si nos fuese posible, la normalidad o la patología de su conducta sexual. A pesar de ser un personaje de ficción, su historia sentimental nos permite entender con claridad la visión que una sociedad finisecular decimonónica, católica y conservadora, tenía acerca del amor, la sexualidad y el matrimonio y, desde luego, la de aquellos comportamientos que se apartaban de las normas morales de la época. Florentino Ariza y la psiquiatría Siguiendo el texto de Gabriel García Márquez podemos acercarnos a la personalidad de Florentino Ariza. Fue hijo único de madre soltera y padre acaudalado casado con otra mujer, pero responsable de su hijo hasta el momento de su muerte. De sus estudios la novela no nos dice nada pero po- 91
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de una de sus amantes, Olimpia, al escribirle en el vientre el letrero posesivo<br />
de “Esta cuca es mía”, provocando así indirectamente el asesinato de la pobre<br />
a manos de su marido, que vengó así su deshonra. Y en sus últimos años llegó<br />
a seducir a una muchachita de catorce años (de la que era su tutor), quien<br />
se entregó a sus brazos y luego no pudo soportar el rechazo de su amante por<br />
Fermina y se quitó la vida.<br />
Pero una cosa es lo que puede pensar un lector desprevenido y otra como<br />
opera la psiquiatría. ¿Puede un hombre como Florentino enfermar de amor?<br />
En el siguiente ensayo podemos obtener la respuesta.<br />
Fernando Gómez Garzón<br />
La división artificial entre materia y espíritu, entre<br />
cuerpo y alma, hace parte de la herencia de nuestra<br />
civilización occidental. En asuntos sentimentales las<br />
ideas platónicas diferencian entre un Eros divino, consejero<br />
de amantes virtuosos, y un Eros vulgar que solo inspira<br />
bajas pasiones y acciones perversas. Así pues, por la fuerza<br />
de la costumbre y de acuerdo con nuestra ideología, dividimos<br />
el sentimiento amoroso en dos: de una parte, el amor<br />
espiritual o “puro” y de la otra el amor concupiscente, el<br />
amor carnal preñado, este sí, de erotismo y sensualidad.<br />
Sin embargo, el amor es uno solo, bien si toma el camino<br />
del placer y la satisfacción sexual o si se sublima y se disfraza<br />
con los velos del pudor. <strong>El</strong> mejor ejemplo de este dualismo<br />
en la narrativa colombiana es, sin duda alguna, Florentino<br />
Ariza, el inolvidable protagonista de <strong>El</strong> amor en los tiempos del<br />
cólera, de Gabriel García Márquez, cuya patobiografía intentaremos<br />
en el presente ensayo.<br />
Sea el momento de una corta digresión, antes de entrar<br />
en materia, para precisar algunas definiciones que nos parecen<br />
indispensables. Entendemos por sexualidad el conjunto<br />
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