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68 12 personajes en busca de psiquiatra El paciente bipolar suele ser impulsivo. Tiene, por tanto, mayor riesgo de abuso de sustancias y suicidio. En su corte de pacientes bipolares suizos, Angst observó que el 29 por ciento se quitaron la vida. La psiquiatría paulatinamente ha aceptado algunas de las categorías sugeridas por el psiquiatra armenioestadounidense Hagop Souren Akiskal para el trastorno bipolar: el trastorno bipolar tipo I, que consiste en periodos de depresión que alternan con fases de manía en las que el paciente pierde el contacto con la realidad; el trastorno bipolar tipo II, el más frecuente y difícil de diagnosticar, en el que se combina la depresión con la hipomanía, entendida como hiperactividad y euforia; y el trastorno bipolar tipo III, que corresponde a cuadros de hipomanía o manía desencadenados por el alcohol, las sustancias psicoactivas o algunos fármacos como los antidepresivos tricíclicos. En su tiempo, Bolívar habría tenido pocas esperanzas de recibir un tratamiento apropiado. Fue en la mitad del siglo XX cuando se descubrieron las bondades del litio para estabilizar a los pacientes, aunque la toxicidad derivada de su uso fue cuestionada. Enfoques posteriores se centraron en tratar cada fase sintomática –por un lado antidepresivos para la melancolía y por otro antipsicóticos para la manía– y años más tarde, a partir de los ochenta, se emplearon los anticonvulsivantes y moduladores del ánimo. Estos fármacos, al estabilizar las alteraciones neurobiológicas de las redes y circuitos cerebrales que dan lugar al trastorno bipolar, impiden la aparición de nuevos episodios afectivos. Ya sean manifestaciones de tinte depresivo, maníaco o hipomaníaco, estos medicamentos estabilizan el comportamiento del paciente y mejoran su calidad de vida. Mejor dosificado, hoy vemos un resurgir del litio como terapia, así como la aparición de nuevos estabilizadores del ánimo.
Bolívar, dos hombres, un héroe Si apareciera en mi consultorio, a este Bolívar literario yo le habría recetado un estabilizador del ánimo para yugular los síntomas de su bipolaridad, posiblemente de tipo II. También le habría recomendado psicoterapia para monitorear el tratamiento y enseñarle a identificar los disparadores de sus síntomas. En conclusión, tenemos varios indicios para sospechar que el Simón Bolívar descrito por Mutis, Gabo y Rosero es bipolar y que le estamos dando el tratamiento acertado. Son notorios los altibajos emocionales, el escaso control de sus impulsos sexuales, la agresividad, la megalomanía, la distractibilidad y, en ciertos intervalos, momentos de frustración, pesimismo y tristeza. 3 Sin embargo, cabe preguntarse: ¿es un mismo personaje o son dos personajes distintos? ¿Es lícito amalgamar las visiones de tres escritores para hacer una sola interpretación? En efecto, cuando se juntan opiniones diversas sobre una persona, y entre estas opiniones se incluyen las de críticos y admiradores, es casi inevitable concluir que esta presenta un carácter dual, o al menos que es francamente inestable. Aun así, para cualquier psiquiatra es verosímil que el Simón Bolívar de los tres escritores sea una misma persona. En la personalidad bipolar pueden fácilmente convivir el hombre reflexivo descrito por Mutis, el líder con sus debilidades humanas contado por Gabo y el promiscuo con rasgos de sadismo que pinta Rosero. La moneda tiene dos caras, pero siempre será una sola. 3. En este análisis nos valemos exclusivamente de los relatos construidos por los tres escritores. Sin embargo, la bipolaridad en el Bolívar histórico ha sido analizada por Isidoro Medina Patiño en su libro Bolívar, genocida o genio bipolar (2009). 69
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<strong>El</strong> paciente bipolar suele ser impulsivo. Tiene, por tanto,<br />
mayor riesgo de abuso de sustancias y suicidio. En su corte<br />
de pacientes bipolares suizos, Angst observó que el 29 por<br />
ciento se quitaron la vida.<br />
La psiquiatría paulatinamente ha aceptado algunas de las<br />
categorías sugeridas por el psiquiatra armenioestadounidense<br />
Hagop Souren Akiskal para el trastorno bipolar: el<br />
trastorno bipolar tipo I, que consiste en periodos de depresión<br />
que alternan con fases de manía en las que el paciente<br />
pierde el contacto con la realidad; el trastorno bipolar tipo<br />
II, el más frecuente y difícil de diagnosticar, en el que se<br />
combina la depresión con la hipomanía, entendida como<br />
hiperactividad y euforia; y el trastorno bipolar tipo III, que<br />
corresponde a cuadros de hipomanía o manía desencadenados<br />
por el alcohol, las sustancias psicoactivas o algunos<br />
fármacos como los antidepresivos tricíclicos.<br />
En su tiempo, Bolívar habría tenido pocas esperanzas de<br />
recibir un tratamiento apropiado. Fue en la mitad del siglo<br />
XX cuando se descubrieron las bondades del litio para<br />
estabilizar a los pacientes, aunque la toxicidad derivada de<br />
su uso fue cuestionada. Enfoques posteriores se centraron<br />
en tratar cada fase sintomática –por un lado antidepresivos<br />
para la melancolía y por otro antipsicóticos para la manía–<br />
y años más tarde, a partir de los ochenta, se emplearon los<br />
anticonvulsivantes y moduladores del ánimo. Estos fármacos,<br />
al estabilizar las alteraciones neurobiológicas de las redes<br />
y circuitos cerebrales que dan lugar al trastorno bipolar,<br />
impiden la aparición de nuevos episodios afectivos. Ya sean<br />
manifestaciones de tinte depresivo, maníaco o hipomaníaco,<br />
estos medicamentos estabilizan el comportamiento del<br />
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hoy vemos un resurgir del litio como terapia, así como la<br />
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