El sÃn - Pfizer
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Bolívar, dos hombres, un héroe<br />
que gastaba altas sumas de dinero en perfumes y aceptaba<br />
montar sobre el peruano Vidaurre, plenipotenciario para<br />
la conferencia americana de Panamá, cuando este se ponía<br />
en cuatro patas en las reuniones.<br />
En nombre de la vanidad<br />
La carroza de Bolívar es, definitivamente, la novela donde el<br />
héroe sale peor librado. <strong>El</strong> argumento transcurre en los carnavales<br />
de Pasto de 1966. En ese contexto, el ginecólogo Justo<br />
Pastor Proceso diseña una carroza para burlarse del “mal<br />
llamado Libertador”. La elaboración del carromato propicia<br />
entre los personajes diálogos y evocaciones a través de los<br />
cuales se ponen de manifiesto la ira, la cobardía, la ambición,<br />
la vanidad y hasta las conductas sexuales de Bolívar.<br />
Acá no hay espacio para ver la depresión. <strong>El</strong> personaje<br />
presentado por Rosero es un megalómano. Vive obsesionado<br />
con entradas triunfales. Se cree Napoleón Bonaparte. Él<br />
mismo se denominó Libertador. A su médico le dice al oído<br />
que los tres más grandes majaderos de la historia han sido<br />
Jesucristo, el Quijote y él. Calificarse de majadero apenas<br />
sirve para despistar. Falsa modestia: en el fondo se percibe<br />
como un mesías.<br />
También escuchamos a un catedrático pastuso decir a sus<br />
alumnos que Bolívar “se dedicó a dictar cartas por decenas<br />
y centenas y por miles, a los lomos de su caballo o de su<br />
hamaca, enviando a diestra y siniestra versiones de gloria<br />
propia que nunca fueron reales, versiones que volaban a los<br />
cuatro puntos cardinales reventando caballos con sus noticias<br />
de hijo primogénito de la gloria, elogio digno de él, si<br />
no fue él quien lo fraguó” (Rosero, ibídem, p. 203).<br />
Asimismo advertimos en el personaje una fuerte propensión<br />
a las mentiras, la explosividad y el rencor. Dos características<br />
que, no obstante, siempre estarán ligadas a su<br />
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