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34 12 personajes en busca de psiquiatra muchachito que no llega a los dieciocho años y ya tiene más de cien muertos encima. De una forma similar, la cuarta edición del Manual estadístico para el diagnóstico de los trastornos mentales (DSM-IV) 1 establece que, para construir las categorías de los desórdenes mentales, el clínico debe fijarse solo en los síntomas descritos por el paciente o por los familiares, sin hacer inferencias acerca de lo que el paciente está pensando y sin especular acerca de los orígenes y las motivaciones que desencadenan los desafueros de las conductas. No está permitido, como sí sucede en las novelas escritas por un narrador omnisciente, construir reflexiones psicológicas acerca de las preocupaciones y perversiones en las intenciones subyacentes de la psiquis de los pacientes. El DSM-IV parte del mismo principio objetivista de Fernando Vallejo, según el cual uno “no es Dostoievsky ni Dios padre para meterse en la mente de los otros” (Vallejo, ibídem, p. 17). En este caso, el principio se aplicaría a los psiquiatras y no a los escritores. Esta es la diferencia básica de la psiquiatría moderna –basada en la estadística y la epidemiología de las conductas desviadas de la norma– y el psicoanálisis. Este es el ámbito en el que nos moveremos para analizar las conductas de Alexis, el personaje principal de la novela junto con Fernando –el narrador– y, por asociación, las de Wílmar y los demás jóvenes de las comunas de Medellín. En ellos se concentra Vallejo para enrostrarnos la realidad de una ciudad convulsionada en la que la novela nos introduce desde sus primeras páginas: “Éramos, y de lejos, el país más criminal de la tierra, y Medellín la capital del odio” (Vallejo, ibídem, p. 10). 1. American Psychiatric Association. Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, DSM-IV-TR. 2004.

El trastorno disocial La pesadilla de Dios Si un niño o un adolescente como Alexis, Wílmar o los jóvenes similares a ellos que van apareciendo en la novela despliega de forma persistente una serie de conductas que están dirigidas a violar los derechos y el bienestar de los demás, se dice que el menor presenta un trastorno disocial, de acuerdo con el DSM-IV. Para que se configure el diagnóstico, se establece que los padres y mentores deben informar que tres de las conductas perturbadoras deben haberse presentado, de manera sucesiva o simultánea, durante un año, y una de ellas debió ser constante y muy evidente durante seis meses consecutivos. Estos comportamientos han sido agrupados por el DSM- IV en: a) conductas agresivas y violentas, b) daños a la propiedad y vandalismo, c) trampa, estafa y robo, y d) violaciones serias a las normas de disciplina. La dimensión de agresividad y violencia se refiere a conductas desplegadas por el muchacho que buscan amenazar, lesionar o someter a los demás en contra de su voluntad. También se incluye en esta dimensión de violencia las conductas de crueldad deliberada hacia los niños más pequeños e indefensos y contra los animales; y el uso de objetos (piedras, palos, bates, cadenas, etc.) para golpear o herir, o el uso de armas artesanales o industriales. La dimensión de daño a la propiedad y vandalismo son los comportamientos dirigidos de forma intencional a destruir objetos valiosos de los demás. Estas conductas se pueden desplegar de forma individual o colectiva. Incluye los incendios deliberados, independiente de si se hacen por placer, para destruir algo por venganza o para ocultar pruebas de otro tipo de delitos. La trampa, la estafa y el robo son conductas que llevan al despliegue de mentiras persistentes con el objetivo de ob- 35

<strong>El</strong> trastorno disocial<br />

La pesadilla de Dios<br />

Si un niño o un adolescente como Alexis, Wílmar o los<br />

jóvenes similares a ellos que van apareciendo en la novela<br />

despliega de forma persistente una serie de conductas que<br />

están dirigidas a violar los derechos y el bienestar de los demás,<br />

se dice que el menor presenta un trastorno disocial, de<br />

acuerdo con el DSM-IV. Para que se configure el diagnóstico,<br />

se establece que los padres y mentores deben informar<br />

que tres de las conductas perturbadoras deben haberse presentado,<br />

de manera sucesiva o simultánea, durante un año,<br />

y una de ellas debió ser constante y muy evidente durante<br />

seis meses consecutivos.<br />

Estos comportamientos han sido agrupados por el DSM-<br />

IV en: a) conductas agresivas y violentas, b) daños a la propiedad<br />

y vandalismo, c) trampa, estafa y robo, y d) violaciones<br />

serias a las normas de disciplina.<br />

La dimensión de agresividad y violencia se refiere a conductas<br />

desplegadas por el muchacho que buscan amenazar,<br />

lesionar o someter a los demás en contra de su voluntad.<br />

También se incluye en esta dimensión de violencia las conductas<br />

de crueldad deliberada hacia los niños más pequeños<br />

e indefensos y contra los animales; y el uso de objetos (piedras,<br />

palos, bates, cadenas, etc.) para golpear o herir, o el<br />

uso de armas artesanales o industriales.<br />

La dimensión de daño a la propiedad y vandalismo son<br />

los comportamientos dirigidos de forma intencional a destruir<br />

objetos valiosos de los demás. Estas conductas se pueden<br />

desplegar de forma individual o colectiva. Incluye los<br />

incendios deliberados, independiente de si se hacen por<br />

placer, para destruir algo por venganza o para ocultar pruebas<br />

de otro tipo de delitos.<br />

La trampa, la estafa y el robo son conductas que llevan al<br />

despliegue de mentiras persistentes con el objetivo de ob-<br />

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