El sÃn - Pfizer
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La vida extrema de Rosario Tijeras<br />
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y comenzaba a comer compulsivamente, a ganar peso, aunque<br />
presiente Antonio que “su gordura postcrimen está más<br />
relacionada con el miedo que con la tristeza por la pérdida”<br />
(Franco, ibídem, p. 86). Comer ávidamente era, en todo<br />
caso, una señal de que en algo sospechoso había estado.<br />
Para Rosario el peligro, los cementerios, la muerte eran<br />
estímulos excitantes. “La guerra era el éxtasis, la realización<br />
de un sueño, la detonación de los instintos” (Franco, ibídem,<br />
p. 52). Su vida estaba hecha de emociones extremas.<br />
Uno de estos excesos se reflejaba en el uso que hacía de las<br />
drogas. Tenía épocas en las que se encerraba a consumir en<br />
compañía de su novio y de su amigo, y podía pasar días sin<br />
comer y sin dormir. No era necesario que estuviera bajo el<br />
efecto de la droga para actuar con hostilidad e irascibilidad<br />
y reaccionar desaforadamente frente a situaciones insignificantes,<br />
pero era una realidad que en los periodos de abstinencia<br />
se descontrolaba y se tornaba más intolerante.<br />
Rosario es una sicaria y, como tal, su conciencia de la<br />
vida es fugaz; mezcla lo religioso con el crimen, pero solo<br />
en función de lograr su cometido, como un amuleto de<br />
buena suerte. No hay nada de espiritual ni de trascendencia<br />
en el ritual de sus escapularios. No tiene dimensión del<br />
valor de la vida, y el acceso a las cosas materiales prima sobre<br />
otros aspectos, incluso sobre la vida misma. Las razones<br />
para actuar así no se pueden explicar suficientemente por<br />
la rabia. No todos los que han sido víctimas se defienden o<br />
se vengan de esta manera tan cruel y sin el menor remordimiento.<br />
La noche de la discoteca, cuando Antonio le preguntó,<br />
aterrado, por qué había matado a ese hombre, ella<br />
le contestó: “Porque todo el que me faltonea las paga así”<br />
(Franco, ibídem, p. 46). <strong>El</strong>la se venga de la propia vida. Sin<br />
embargo, hay relatos de Antonio en los que aparece una<br />
Rosario frágil, romántica, la chica que canta y recita poemas<br />
de amor, ingenua, necesitada de ser amada y querida.