El sÃn - Pfizer
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Cuadro clínico La paciente presenta un cuadro típico de trastorno antisocial de la personalidad. Desde niña ha desarrollado un escaso valor del sentido de la vida. Busca la satisfacción de sus placeres inmediatos sin medir los riesgos y se irrita con facilidad si alguien la contradice. Reacciona con violencia desproporcionada e injustificada frente a situaciones conflictivas a veces intrascendentes. No exhibe ninguna reacción emocional ante los crímenes que comete y no registra culpa alguna en compensación por el daño que inflige. Hay en su vida una búsqueda permanente de emociones extremas sin considerar las consecuencias. “Esa mujer es un balazo”, le dice Antonio a Emilio sobre Rosario Tijeras. Antonio y Emilio son dos muchachos de las clases altas de Medellín; en cambio Rosario es de las comunas, de lo más bajo que pueda producir una ciudad saturada de inmigrantes de ascendencia campesina que ya no caben en esas montañas atarugadas de pesebres. Y sin embargo, andan ambos enamorados de ella, entregados a sus caprichos y a sus cóleras; de ella, que es un enigma, que no tuvo ni apellido y le tocó forjarse uno, que ni siquiera conoció a su padre y no se habla con su madre, que a los ocho años conoció el terror “vestido de hombre” y quién sabe cuántos muertos lleve ya encima desde entonces. Quizás no encuentre Antonio una mejor manera de definirla: “Esa mujer es un balazo” (Franco, ibídem, p. 25). Analizar a Rosario Tijeras desde el punto de vista psiquiátrico es un desafío. No solo porque incursiono en un tipo de literatura que va más allá de los habituales textos científicos, sino porque Rosario Tijeras es ya un personaje paradigmático de una época, un lugar y unos protagonistas que no han sido lo suficientemente estudiados para entenderlos en su completa dimensión. ¿La época? Las últimas dos décadas del siglo XX. ¿El lugar? La Medellín bajo el dominio
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Cuadro clínico La paciente presenta un cuadro típico de trastorno antisocial<br />
de la personalidad. Desde niña ha desarrollado un escaso valor<br />
del sentido de la vida. Busca la satisfacción de sus placeres<br />
inmediatos sin medir los riesgos y se irrita con facilidad si<br />
alguien la contradice. Reacciona con violencia desproporcionada<br />
e injustificada frente a situaciones conflictivas a veces<br />
intrascendentes. No exhibe ninguna reacción emocional<br />
ante los crímenes que comete y no registra culpa alguna en<br />
compensación por el daño que inflige. Hay en su vida una<br />
búsqueda permanente de emociones extremas sin considerar<br />
las consecuencias.<br />
“Esa mujer es un balazo”, le dice Antonio a Emilio<br />
sobre Rosario Tijeras. Antonio y Emilio son dos<br />
muchachos de las clases altas de Medellín; en<br />
cambio Rosario es de las comunas, de lo más bajo que pueda<br />
producir una ciudad saturada de inmigrantes de ascendencia<br />
campesina que ya no caben en esas montañas atarugadas<br />
de pesebres. Y sin embargo, andan ambos enamorados<br />
de ella, entregados a sus caprichos y a sus cóleras; de ella,<br />
que es un enigma, que no tuvo ni apellido y le tocó forjarse<br />
uno, que ni siquiera conoció a su padre y no se habla con<br />
su madre, que a los ocho años conoció el terror “vestido<br />
de hombre” y quién sabe cuántos muertos lleve ya encima<br />
desde entonces. Quizás no encuentre Antonio una mejor<br />
manera de definirla: “Esa mujer es un balazo” (Franco, ibídem,<br />
p. 25).<br />
Analizar a Rosario Tijeras desde el punto de vista psiquiátrico<br />
es un desafío. No solo porque incursiono en un tipo<br />
de literatura que va más allá de los habituales textos científicos,<br />
sino porque Rosario Tijeras es ya un personaje paradigmático<br />
de una época, un lugar y unos protagonistas que<br />
no han sido lo suficientemente estudiados para entenderlos<br />
en su completa dimensión. ¿La época? Las últimas dos décadas<br />
del siglo XX. ¿<strong>El</strong> lugar? La Medellín bajo el dominio