otto rahn la corte de lucifer - MultiMania

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30.11.2012 Views

Lucifer hubiera sido por arrogancia y orgullo apartado del camino por el Dios Padre, al igual que el hijo perdido del Evangelio, y creyeron que el Día del Juicio caería de rodillas ante el Todopoderoso para pedir perdón. Este mito cosmogónico (no podría ser de otra manera) se basaba en que el mundo sería un lugar apartado de Dios y un lugar de sufrimientos, que solamente podría ser perfecto Cuándo el Dios-Espíritu eterno hubiera espiritualizado, divinizado y redimido al mundo, materia perecedera y sin espíritu. En aquellos herejes, que como se ha dicho constituían la excepción, ya había hecho su efecto la influencia debilitadora de la creencia en la redención cristiana, aunque con vestimentas no romanas. No necesito ocuparme de excepciones... La piedra fundamental de la cristiandad eclesiástica es la doctrina de Dios personal y de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre. A este respecto, caen en profundas contradicciones las representaciones de Dios de los cátaros. Decían: nosotros, herejes, no somos teólogos, sino filósofos que primero buscamos la sabiduría y la verdad. Reconocemos que Dios es Luz, Espíritu y Fuerza. Si bien la tierra es manantial, sin embargo permanece ligada a Dios. Por medio de la Luz, el Espíritu y la Fuerza, ¿cómo podríamos el mundo y nosotros vivir, si el Sol no nos diera vida? ¿Cómo podríamos pensar y conocer, si no estuviera obrando dentro de nosotros nada espiritual? ¿Cómo podríamos buscar la verdad y la sabiduría, que son tan difíciles de encontrar, y empeñarnos en seguir buscándolas pese a todos los obstáculos, si no hubiese fuerza en nosotros? Dios es Luz, Espíritu y Fuerza. Y obra en nosotros. Dios es Ley y nos ha dado las leyes, pero, para nosotros, no aquellas que Moisés, que tomó a una negra por esposa, dio a conocer desde la cima del monte Sinaí a los judíos. Nuestro código de Dios es el Cielo estrellado y la Tierra llena de los más variados seres vivos. De acuerdo con su Ley invariable, el Sol cursa su recorrido del levante al poniente por los doce signos del Zodíaco o, entre invierno y verano, hacia sus solsticios prescritos. Al anochecer abandona a

los hombres, entonces Dios-ley deja irradiar a la Luna y a las incontables estrellas, que sin excepción van por el cielo cumpliendo su camino. No decimos que el Sol o uno de los astros sea el propio Dios. Ellos son anunciadores de Dios y portadores de Dios. La divinidad es múltiple, pero no hay dioses, como se nos reprocha por doctrina. Con nuestros sentidos sólo podemos concebir una parte: la naturaleza. Esta se compone de nosotros mismos, ya que somos materia perecedera; provenientes del mundo mil veces diferente, en el que tenemos que cursar nuestra carrera de vida; provenientes del cielo estrellado, el del día y el de la noche. La naturaleza no es Dios Padre, por lo tanto, absolutamente Luz, Espíritu y Fuerza. Ella es Hija de Dios, una criatura de la Luz, del Espíritu y de la Fuerza. Ella se rige sólo por la Ley dada por el Dios Padre. Por tal motivo es insensato, así opinaron los cátaros, rogar por lluvias, buen tiempo, salud o por dinero, como hacen tantos cristianos. Tampoco habría milagros que infrinjan la Ley. La Ley por sí misma es milagro suficiente. Si se la investiga, entonces puede de por sí realizar "milagros". Un médico (los cátaros eran tan notables médicos que hasta los obispos católicos se hacían curar por ellos para no tener que abandonar todavía este "milagroso" mundo) sólo puede llevar a cabo el milagro de una curación Cuándo conoce tan bien la ley actuando en el cuerpo humano que le permita restablecer el orden perturbado. La naturaleza no es Dios, sino divina. Ella no es la Luz sin más ni más, sino portadora de Luz. Ella no es la Fuerza sin más, sino fortalecedora. Ella no es Espíritu sin más ni más, sino que proporciona al espíritu activo, desde nuestro nacimiento, la ley del conocimiento que conduce a la contemplación de Dios. Ésta es la única y verdadera "redención". Nuestro portador de Luz supremo es el Sol; él es el dirigente de los ejércitos celestiales a los que se les llama ángeles, que no son otra cosa que las estrellas, todas ellas sujetas a la Ley

los hombres, entonces Dios-ley <strong>de</strong>ja irradiar a <strong>la</strong> Luna y a <strong>la</strong>s<br />

incontables estrel<strong>la</strong>s, que sin excepción van por el cielo cumpliendo<br />

su camino. No <strong>de</strong>cimos que el Sol o uno <strong>de</strong> los astros sea el propio<br />

Dios. Ellos son anunciadores <strong>de</strong> Dios y portadores <strong>de</strong> Dios.<br />

La divinidad es múltiple, pero no hay dioses, como se nos reprocha<br />

por doctrina. Con nuestros sentidos sólo po<strong>de</strong>mos concebir<br />

una parte: <strong>la</strong> naturaleza. Esta se compone <strong>de</strong> nosotros mismos, ya<br />

que somos materia perece<strong>de</strong>ra; provenientes <strong>de</strong>l mundo mil<br />

veces diferente, en el que tenemos que cursar nuestra carrera<br />

<strong>de</strong> vida; provenientes <strong>de</strong>l cielo estrel<strong>la</strong>do, el <strong>de</strong>l día y el <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

noche. La naturaleza no es Dios Padre, por lo tanto,<br />

absolutamente Luz, Espíritu y Fuerza. El<strong>la</strong> es Hija <strong>de</strong> Dios, una<br />

criatura <strong>de</strong> <strong>la</strong> Luz, <strong>de</strong>l Espíritu y <strong>de</strong> <strong>la</strong> Fuerza. El<strong>la</strong> se rige sólo por<br />

<strong>la</strong> Ley dada por el Dios Padre. Por tal motivo es insensato, así<br />

opinaron los cátaros, rogar por lluvias, buen tiempo, salud o por<br />

dinero, como hacen tantos cristianos. Tampoco habría mi<strong>la</strong>gros<br />

que infrinjan <strong>la</strong> Ley.<br />

La Ley por sí misma es mi<strong>la</strong>gro suficiente. Si se <strong>la</strong> investiga,<br />

entonces pue<strong>de</strong> <strong>de</strong> por sí realizar "mi<strong>la</strong>gros". Un médico (los<br />

cátaros eran tan notables médicos que hasta los obispos<br />

católicos se hacían curar por ellos para no tener que abandonar<br />

todavía este "mi<strong>la</strong>groso" mundo) sólo pue<strong>de</strong> llevar a cabo el<br />

mi<strong>la</strong>gro <strong>de</strong> una curación Cuándo conoce tan bien <strong>la</strong> ley<br />

actuando en el cuerpo humano que le permita restablecer el<br />

or<strong>de</strong>n perturbado. La naturaleza no es Dios, sino divina. El<strong>la</strong> no<br />

es <strong>la</strong> Luz sin más ni más, sino portadora <strong>de</strong> Luz. El<strong>la</strong> no es <strong>la</strong><br />

Fuerza sin más, sino fortalecedora. El<strong>la</strong> no es Espíritu sin más ni<br />

más, sino que proporciona al espíritu activo, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> nuestro<br />

nacimiento, <strong>la</strong> ley <strong>de</strong>l conocimiento que conduce a <strong>la</strong><br />

contemp<strong>la</strong>ción <strong>de</strong> Dios. Ésta es <strong>la</strong> única y verda<strong>de</strong>ra<br />

"re<strong>de</strong>nción". Nuestro portador <strong>de</strong> Luz supremo es el Sol; él es el<br />

dirigente <strong>de</strong> los ejércitos celestiales a los que se les l<strong>la</strong>ma ángeles,<br />

que no son otra cosa que <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s, todas el<strong>la</strong>s sujetas a <strong>la</strong> Ley

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