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-7-En momentos en que el Gobernador dirije al Gobierno de Entre­Ríos exigencias injustas y ofensivas con calidad de indeclinables; meparece muy inoportuno acordar la autorización que se nos pide.,Que el Gobierno de Buenos Aires retire su indicación imperiosarespecto á la persona del Gobernador de esta Provincia, que retire esasexigencias injustas, absurdas á las que no es posible acceder sin menoscabode los derechos del pueblo que representamos y entonces habrállegado la oportunidad de que la Legislatura de la Provincia de Entre­Ríos se pronuncie sobre el particular.Bien sea, Señor, que el Gobierno de Entre-Ríos, lleve más adelantesi es posible, su magnanimidad y abnegación para ver si así se puedetraer á los que son nuestros enemigos al camino de la paz, que tantonecesitan los pueblos argentinos; pero la abnegación que exige el máspuro y acendrado patriotismo no es la humillación que humilla y querebaja.No tengo al decir esto la intención de ofender á la mayoría de laComisión; yo la respeto pero tal es mi modo de apreciar la cuestiónque nos ocupa.Se ha dicho por el Y. G. de la Comisión en apoyo del decreto queno conviene salir del camino de la paz, que se ha trazado el Gobiernode esta Provincia; que el Gobernador de Buenos'Aires acaba de daruna prueba de los deseos que lo animan por la paz, retirando unaparte de su ejército á Buenos Aires.fYo no veo que salgamos del camino de la Paz porque no se sancionehoy esa autorización, aplazar por ahora este asunto no importa unacto de hostilidad ni una ofensa al Gobierno de Buenos Aires. Soloimporta que la Provincia de Entre-Ríos se mantenga circunspectaesperando el desenlace de los sucesos, y á que el Gobierno de BuenosAires retroceda en su camino de deslealtades é injusticias.En la retirada del Gobierno de Buenos Aires con una parte de snejército, no puede verse otra cosa que una necesidad. Sabido es ladesmoralización en qne se hallaba aquel ejército en la Pr0vincia deSanta-Fé, ocasionada por el aburrimiento de los soldados, que sin dudahan llegado á convencerse que se les hace permanecer allí para sostenerla fatuidad y el orgullo de su Gobierno; para mí es indudableque la conducción de esas tropas á Buenos Aires solo ha tenido porobjeto evitar la deserción que ya disminuía considerablemente aquelejército. Y sobre todo, Sr., no puede verse en ese paso del Gobernadorde Buenos Aires una prueba de sus deseos por la paz despues que hatratado de hacerla imposible con su conducta indigna ulterior á loshechos producidos por esta Provincia.