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.- 177 -hermanos, si la manera como' se expresa V. E. con respecto á lasprevenciones que en la de este Ministerio le fueron hechas, no hicierannecesario insistir en esforzar su cumplimiento.Dice V. E., en efecto, en primer lugar, que la fuerza existente enla frontera de la misma cuya reunión fué comunicada anteriormente.V. E. no ha tenido presente, sin duda, que en ninguna de sus comunicacionesanteriores ha hecho referencia ni al número, ni á laposición de aquellas fuerzas, y como es esto precisamente 10 queinteresa. saber al Señor Presidente, me encarga insista en que V. E.tenga á bien especificarlo.Con respecto al segundo punto, dice V. E. que las instruccionesexpedidas á las autoridades de frontera están en armonía con 10 queprevine á V. E. les diera. Siendo notorio, sin embargo, que éstas nohan evitado el derramamiento doloroso de v.angre argentina, V. E.no podrá menos de reconocer la necesidad de modificarlas ó de cumplirlaspues que, si por desgracia, corno he tenido ya ocasión dedecirlo á V. E. sucediese que por pretendidas violaciones de territorioó por otros actos que solo á los poderes públicos de la N aciónincumbe juzgar y reprimir, se repitiesen hechos como el que tuvolugar el 31 del ppdo., el Señor Presidente no podría menos de considerarlossino como actos de guerra civil, y le sería forzoso ocurrirdesde luego á cumplir el deber que la Constitución en tal caso leimpone.Sin desconocer el derecho que asiste al Gobierno de la N ación,para compeler al General Cáceres á la obediencia que debe á su mandato,V. E. parece encontrar alguna atenuación á su conducta en elhecho de conservarse en armas en defensa de la autoridad que V. E.llama legal.Debo con este motivo rectificar un error de gran trascendencia enque al parecer V. E. incurre.El hecho de que en tiempos normales pueda un gobierno de Provinciadirigirse á otro reputándolo legal, sin necesidad de un reconocimientoprévio de parte de la autoridad de la Nación, está muy lejosde tener ni la significación ni el alcance que V. E. pretende darle.La persuasión de legalidad basta entonces autorizar las relacionesde amistad que deben cultivar entre sí los Gobiernos de Provinciasin que ello importe, empero, en manera alguna un reconocimisnto,que solo pueda ser aquella autoridad á la que, con la facultad deintervenir, la Constitución impone el deber de sostener y reponerá los Gobiernos locales, y confiere como una consecuencia necesariaT. n.