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- 162·-turbulentas y feroces, ó se ensangrentaban á menudo en luchas fratricidas.Era de creerse que organizada la República regida por unaley común y obedeciendo á las autoridades Nacionales que ella mismase ha dado, no volvieran á repetirse aquellas escenas de duelo yde desolación en las que un puñado de criminales atrevidos avasallanciudades y Provincias populosas derramando la sangre de sus pacíficosmoradores y aniquilando la riqueza acumulada con ,1 trabajodc muchas generaciones.Pero desgraciadamente acabamos de presenciar aquel escándalo.Algunos desnaturalizados Argentinos han concebido el designio siniestrode atentar contra las instituciones Nacionales y contando conqUE' el brazo de la autoridad llegaría tarde para reprimirlos y castigarlosen razón de las largas distancias que hay que atravesar paraalcanzar al campo de sus crimenes han comenzado á desenvolver SUiplanes por un motín local, se han mantenido y han ensanchado suacción por el temor, y siguen su camino por la violencia después dehaber roto con toda ley y con todo respeto humano.Llamo muy particularmente la atención de V. E. sobre una de lasfases que presenta esta rebelión. En guerra la N ación Argentinacontra un enemigo extranjero, que se atrevió á insultar nuestra banderay á profanar el suelo sagrado de la Patrio, necesita salir congloria de esa lucha ; y lo necesita no solo porque así cumple á la revindicaciónde sus derechos sino porque así lo reclaman su dignidadde pueblo independiente ante las Naciones á quienes la han aliad')las exigencias de la guerra, ante la América y ante el Mundo civilizadoque mira con interés el progreso de la República. La rebeliónque ahora se levanta tiene por primer resultado distraer una parte delos sacrificios populares del único objeto á que todos ellos deben consagrarse: la rebelión, pues, presta el mayor auxilio que puede prestarseal enemigo, y lo hace á sabiendas y con ese declarado objeto.Combatir la rebelión es combatir al Paraguay en nuestro propiosuelo, puesto que así desarmando y castigando á los rebeldes, destruimosuno de los más eficaces apoyos del enemigo común.El Señor Vice-Presidente, por cuyo encargo dirijo á V. E. estacomunicación, desea recomendar al patriotismo de V. E. más celosavigilancia para evitar que en el territorio de la Provincia de sumando encuentren los rebeldes ni una sombra de apoyo, y para quelos ciudadanos de esa Provincia se penetren hondamente de la solemnidadde los deberes que como argentinos los obligan. No teme,no, el Señor Vice-Presidente que hallasen en esa Provincia un solo