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Apoyo público a las artes y la cultura Una mirada desde la economíalibrerías públicas y los conciertos al aire libre (Towse 2010). Este argumento funcionalista estárelacionado con el de las externalidades, en el sentido de que la demanda observada no reflejaadecuadamente el valor social de la cultura. Aunque Jevons no entregó evidencia para respaldarsus apreciaciones, otros sí lo han hecho 3 .También existen beneficios privados que no se expresan en el mercado. Estos incluyen el valorde opción; las personas pueden estar dispuestas a pagar por mantener algunos bienes en existenciay retener así una opción de consumo, la que puede ser ejercida por ellas mismas o porotros, incluidas las generaciones futuras. Este argumento aplica a las decisiones relacionadascon la conservación del patrimonio histórico, y de determinadas artes visuales (pensemosen la colección de un museo) y escénicas (cuya práctica debe ser fomentada a fin de que semantengan en el tiempo). Estos aspectos deben ser considerados si queremos medir el “valoreconómico total” de la cultura (Throsby 2010).Un argumento adicional descansa en la idea de la “enfermedad de Baumol” (Baumol y Bowen1966), que indica que la naturaleza de muchas formas de cultura impone un techo a las gananciasde productividad: interpretar una sinfonía de Beethoven o montar una obra de Shakespeare requiere,hoy y en el período en que estos autores vivieron, de un elenco compuesto por la mismacantidad de artistas, a los que sin embargo se les debe pagar en función de la evolución de la productividadagregada de la economía. Así, el sector se vuelve menos competitivo; la única maneraen que puede sobrevivir es cobrando precios que crecen a una tasa mayor al conjunto de precios enla economía. Uno puede argumentar que es socialmente eficiente que aquellos bienes que pierdencompetitividad no sean producidos, pero el argumento de los bienes meritorios, ya mencionado,puede recomendar lo contrario; la sociedad no quiere que algunos bienes dejen de ser producidos.Pero si bien los argumentos mencionados justificarían la asignación de recursos públicos,ellos no especifican la forma como éstos deberían ser asignados. Hay quienes creen que el Estadodebe entregar el financiamiento a los consumidores para que éstos tomen sus decisionesde consumo. Este es el principio de soberanía del consumidor, consistente con una “versióndébil” del argumento de los bienes meritorios: el Estado debe dar a los consumidores accesoal arte, sin especificar el tipo de arte. Aquellos que, por el contrario, argumentan en favor delapoyo directo a la producción llevan el argumento de los bienes meritorios al extremo; no sóloel arte debe ser apoyado, sino formas particulares de arte.¿Qué está en juego cuando debemos decidir entre distintas formas de apoyo? Esta es la preguntaque intentamos responder en la siguiente sección.3 En un interesante estudio para Chile, Contreras y otros (2010) documentan las ganancias cognitivas y no cognitivasque experimentan los niños que participan en orquestas juveniles y que viven en sectores vulnerables.90

José Miguel Benavente y Juan José PriceFormas que puede adoptar el apoyoEl arte y la cultura pueden ser apoyados de diferentes maneras. Desde subsidios directos ala oferta hasta vouchers por el lado de la demanda, con soluciones intermedias en la forma dematching grants y créditos tributarios a donantes privados 4 . Las políticas culturales de los paísesdesarrollados han privilegiado el apoyo a la producción cultural, enfoque predominante tambiénen Chile. Las experiencias con apoyo a la demanda, en cambio, han sido pocas, centradasen pequeñas localidades y de naturaleza experimental 5 .Las ventajas relativas de cada esquema deben ser evaluadas en función del grado de cumplimientode los objetivos de la política cultural, uno de los cuales se refiere al dinamismo del sectory a la reducción de la brecha de acceso a la cultura entre distintos grupos socioeconómicos. YaBaumol y Bowen (1966), en su clásico libro Performing arts: The economic dilemma, advertíanque la composición de las audiencias en el caso de las artes escénicas estaba sesgada en favorde los grupos educados y ricos de la sociedad. Esta apreciación ha sido confirmada, para ésta yotras formas de cultura, por otros autores y es consistente con la importancia de la educación yel ingreso como determinantes de la demanda por cultura (Seaman 2006). Esto es muy relevanteen el caso de Chile, cuyo sector cultural enfrenta no sólo un problema de falta de demandaagregada sino también una excesiva brecha de acceso entre distintos grupos socioeconómicos 6 .Algunos creen que los subsidios a la oferta pueden aumentar la producción pero que fallanpara estimular la demanda y disminuir la brecha de acceso. Plantean que el apoyo directo ala demanda en la forma de vouchers es más efectivo para lograr estos objetivos. Sin embargo, lademanda puede no responder significativamente al estímulo que los vouchers entregan. En lamedida que el consumo no es obligatorio 7 y no existe claridad respecto a los beneficios asociadosal mismo, los beneficiarios pueden optar por no usar los vouchers. Las estimaciones deesta respuesta (que en términos técnicos se denomina elasticidad precio de la demanda) soncruciales al momento de justificar y diseñar un esquema de este tipo. La evidencia sugiere queesta respuesta es débil, aunque pareciera ser mayor en los grupos de menores ingresos, lo cualpodría dar sentido a una política de este tipo si es focalizada en estos grupos 8 .4 Este esquema es muy utilizado en EE.UU. Un esquema similar que opera en nuestro país es la Ley de DonacionesCulturales (Ley Valdés).5 Price (2011) reúne la limitada evidencia que existe sobre el impacto de estas experiencias.6 ECCUTT (2007).7 Esto diferencia a este sector de otros donde los vouchers han sido utilizados (por ejemplo: educación), en los queno existe un problema de cobertura sino de calidad.8 Seaman (2006) presenta una recopilación de estudios empíricos sobre este tema.91

Apoyo público a <strong>la</strong>s artes y <strong>la</strong> cultura Una mirada <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> economíalibrerías públicas y los conciertos al aire libre (Towse 2010). Este argumento funcionalista estáre<strong>la</strong>cionado con el <strong>de</strong> <strong>la</strong>s externalida<strong>de</strong>s, en el sentido <strong>de</strong> que <strong>la</strong> <strong>de</strong>manda observada no reflejaa<strong>de</strong>cuadamente el valor social <strong>de</strong> <strong>la</strong> cultura. Aunque Jevons no entregó evi<strong>de</strong>ncia para respaldarsus apreciaciones, otros sí lo han hecho 3 .También existen beneficios privados que no se expresan en el mercado. Estos incluyen el valor<strong>de</strong> opción; <strong>la</strong>s personas pue<strong>de</strong>n estar dispuestas a pagar por mantener algunos bienes en existenciay retener así una opción <strong>de</strong> consumo, <strong>la</strong> que pue<strong>de</strong> ser ejercida por el<strong>la</strong>s mismas o porotros, incluidas <strong>la</strong>s generaciones futuras. Este argumento aplica a <strong>la</strong>s <strong>de</strong>cisiones re<strong>la</strong>cionadascon <strong>la</strong> conservación <strong>de</strong>l patrimonio histórico, y <strong>de</strong> <strong>de</strong>terminadas artes visuales (pensemosen <strong>la</strong> colección <strong>de</strong> un museo) y escénicas (cuya práctica <strong>de</strong>be ser fomentada a fin <strong>de</strong> que semantengan en el tiempo). Estos aspectos <strong>de</strong>ben ser consi<strong>de</strong>rados si queremos medir el “valoreconómico total” <strong>de</strong> <strong>la</strong> cultura (Throsby 2010).Un argumento adicional <strong>de</strong>scansa en <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> <strong>la</strong> “enfermedad <strong>de</strong> Baumol” (Baumol y Bowen1966), que indica que <strong>la</strong> naturaleza <strong>de</strong> muchas formas <strong>de</strong> cultura impone un techo a <strong>la</strong>s ganancias<strong>de</strong> productividad: interpretar una sinfonía <strong>de</strong> Beethoven o montar una obra <strong>de</strong> Shakespeare requiere,hoy y en el período en que estos autores vivieron, <strong>de</strong> un elenco compuesto por <strong>la</strong> mismacantidad <strong>de</strong> artistas, a los que sin embargo se les <strong>de</strong>be pagar en función <strong>de</strong> <strong>la</strong> evolución <strong>de</strong> <strong>la</strong> productividadagregada <strong>de</strong> <strong>la</strong> economía. Así, el sector se vuelve menos competitivo; <strong>la</strong> única maneraen que pue<strong>de</strong> sobrevivir es cobrando precios que crecen a una tasa mayor al conjunto <strong>de</strong> precios en<strong>la</strong> economía. Uno pue<strong>de</strong> argumentar que es socialmente eficiente que aquellos bienes que pier<strong>de</strong>ncompetitividad no sean producidos, pero el argumento <strong>de</strong> los bienes meritorios, ya mencionado,pue<strong>de</strong> recomendar lo contrario; <strong>la</strong> sociedad no quiere que algunos bienes <strong>de</strong>jen <strong>de</strong> ser producidos.Pero si bien los argumentos mencionados justificarían <strong>la</strong> asignación <strong>de</strong> recursos públicos,ellos no especifican <strong>la</strong> forma como éstos <strong>de</strong>berían ser asignados. Hay quienes creen que el Estado<strong>de</strong>be entregar el financiamiento a los consumidores para que éstos tomen sus <strong>de</strong>cisiones<strong>de</strong> consumo. Este es el principio <strong>de</strong> soberanía <strong>de</strong>l consumidor, consistente con una “versióndébil” <strong>de</strong>l argumento <strong>de</strong> los bienes meritorios: el Estado <strong>de</strong>be dar a los consumidores accesoal arte, sin especificar el tipo <strong>de</strong> arte. Aquellos que, por el contrario, argumentan en favor <strong>de</strong><strong>la</strong>poyo directo a <strong>la</strong> producción llevan el argumento <strong>de</strong> los bienes meritorios al extremo; no sóloel arte <strong>de</strong>be ser apoyado, sino formas particu<strong>la</strong>res <strong>de</strong> arte.¿Qué está en juego cuando <strong>de</strong>bemos <strong>de</strong>cidir entre distintas formas <strong>de</strong> apoyo? Esta es <strong>la</strong> preguntaque intentamos respon<strong>de</strong>r en <strong>la</strong> siguiente sección.3 En un interesante estudio para Chile, Contreras y otros (2010) documentan <strong>la</strong>s ganancias cognitivas y no cognitivasque experimentan los niños que participan en orquestas juveniles y que viven en sectores vulnerables.90

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