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72 Informe sobre la salud en el mundo 2005Unido en 1900 o los Estados Unidos en 1939. Durante la citada década, las parterastradicionales fueron sustituidas gradualmente por parteras rurales diplomadas, delas que en un periodo de 10 años se inscribieron 7191: la mortalidad descendió hasta200–250 defunciones por 100 000 nacimientos. Durante los años setenta creciómucho el censo de parteras, con 18 314 nuevas inscritas. Estas profesionales seconvirtieron en fi guras imprescindibles en muchas aldeas y estaban orgullosas desu situación profesional y social. La mortalidad descendió continuamente, y en 1980igualó los niveles de Sri Lanka. A partir de ese momento los esfuerzos se dirigieronfundamentalmente a fortalecer y equipar los hospitales de distrito. En 10 años, de1977 a 1987, el número de camas en hospitales comunitarios pequeños se cuadruplicó(pasó de 2540 a 10 800) y el número de médicos en estos distritos aumentó deunos pocos cientos a 1339. En 1990 ya se había alcanzado una razón de mortalidadmaterna inferior a 50 por 100 000 nacimientos (véase la fi gura 4.2).En fechas más recientes, Egipto redujo su mortalidad materna en más del 50% enocho años, de 174 en 1993 a 84 por 100 000 nacidos vivos en 2000: gracias a importantesesfuerzos dirigidos a reducir los riesgos de la maternidad, la proporción departos atendidos por un médico o una enfermera se duplicó y el acceso a la atenciónobstétrica de urgencia mejoró (41). Entre 1990 y 1997, Honduras abrió y dotó sietehospitales de referencia y 226 centros de salud rurales, e incrementó el número deagentes de atención de salud y de parteras califi cadas, con lo que logró reducir lamortalidad materna de 182 a 108 por 100 000 (42).Estos ejemplos demuestran que las iniciativas y los esfuerzos a largo plazo encaminadosa dispensar una atención profesional competente en el parto dan buenosresultados; por desgracia, también lo contrario es cierto. Cuando se interrumpe elacceso a una atención competente pueden aumentar rápidamente los resultados sanitariosdesfavorables, como ha ocurrido en Malawi y Mongolia (véase el capítulo 1).También en Tayikistán, las convulsiones económicas que siguieron a la fragmentaciónde la Unión Soviética y a la recién conquistada independencia en 1991, agravadaspor la guerra civil, acarrearon una erosión alarmante de la capacidad del sistemasanitario para proporcionar una atención accesible y un aumento espectacular de laFigura 4.3 Número de años requeridos para reducir la mortalidad materna a lamitad en algunos países4008–9 años:Malasia 1951–1961Sri Lanka 1956–1965Bolivia, finales 902006–7 años:Sri Lanka 1974–1981Tailandia 1974–1981Egipto 1993–2000Chile 1971–1977Colombia 1970–19751004–6 años:Honduras 1975–1981Tailandia 1981–1985Nicaragua 1973–197950Razón de mortalidad materna por 100 000 nacidos vivos.
atender 136 millones de partos anuales73proporción de mujeres que dieron a luz en el domicilio sin asistencia califi cada, quese multiplicó por 10 (43). Como consecuencia de todo ello, las razones de mortalidadmaterna crecieron. Algo similar ocurrió en el Iraq, donde las sanciones de los años noventaafectaron gravemente a unos servicios de atención de salud que hasta entoncesfuncionaban bien, por lo que las razones de mortalidad materna pasaron de 50 por100 000 en 1989 a 117 por 100 000 en 1997, y alcanzaron las 294 defunciones por100 000 en las zonas central y meridional del país (44). El Iraq experimentó tambiénun incremento masivo de la mortalidad neonatal durante este periodo: de 25 a 59 por1000 entre 1995 y 2000.La buena noticia es que los países que hacen un esfuerzo deliberado para dispensaruna atención obstétrica profesional basada en parteras y otros asistentes de parteríacompetentes, y respaldada por hospitales, pueden mejorar espectacularmente lasupervivencia materna. Como muestra la fi gura 4.3, estas iniciativas llevan tiempo y,sobre todo a niveles altos, las difi cultades para medir la evolución de la mortalidadmaterna pueden poner en peligro el sostenimiento del necesario compromiso.Atención califi cada: la división del trabajo a examenLos países que han logrado reducir los riesgos de la maternidad tienen tres cosasen común. En primer lugar, los responsables de políticas y los gestores estaban bieninformados: eran conscientes de que tenían un problema, sabían que se le podíahacer frente y decidieron actuar basándose en esa información. En segundo lugar,optaron por una estrategia de sentido común que resultó ser la correcta: consistía endispensar a todas las embarazadas no sólo atención prenatal, sino también asistenciaprofesional durante y después del parto por parte de parteras, enfermeras obstétricaso médicos competentes, respaldados por la atención hospitalaria. En tercer lugar, seRecuadro 4.3 Los decepcionantes resultados del reconocimiento prenatalen la predicción de los partos de alto riesgoEl reconocimiento prenatal tiene una larga historiaque se remonta al primer comité de expertosde la OMS sobre maternidad, a principiosde los años cincuenta (45). La idea era de unasencillez cautivadora: si se lograra persuadira todas las mujeres para que acudieran a losservicios de atención prenatal, podrían llevarsea cabo exámenes para determinar cuáles tienenun alto riesgo de complicaciones, y a ellasse les podría ofrecer atención suplementaria.Aunque ya en 1932 había pruebas de que elreconocimiento prenatal no era muy efi caz (46,47), los sistemas de valoración del riesgo seexportaron a los países en desarrollo. No tardaronen concitar la aceptación general (48–51) ydurante los años setenta y ochenta se erigieronen doctrina prevalente bajo la denominación de«enfoque de riesgo» (52, 53). Este enfoque fuedurante muchos años un componente básicode las estrategias en pro de una maternidadsin riesgo. Las agencias internacionales parael desarrollo dedicaron recursos y esfuerzos acampañas de información, educación y comunicaciónencaminadas a lograr que las comunidadesacordaran un mínimo de una visitaprenatal para todas las embarazadas, conobjeto de identifi car a las que tuvieran riesgode complicaciones y a las que no lo tuvieran.A las primeras se les indicaba que debían dara luz en un establecimiento de salud, mientrasque con las segundas no se tomaba ningunaotra medida.A principios de los ochenta surgieron losprimeros datos que ponían en duda la costoeficacia del reconocimiento prenatal comométodo para reducir la mortalidad materna(52). Se empezaron a cuestionar las nocionesaceptadas (54) y fue afi anzándose el criteriode que la inefi cacia de la atención prenatal «encuanto programa de cribado general no sólo laconvierte en menos de lo que afi rmaba ser, sinoque ni siquiera expresa lo que es» (55). Seisaños después se pudo afi rmar claramente que«por muchos reconocimientos que se hagan,no permitirán distinguir entre las mujeres quenecesitarán atención de urgencia y las que nola necesitarán» (56). En efecto, la mayoría delas mujeres en las que surgen complicacionestienen pocos o ningún factor de riesgo,y la mayoría de las que los tienen pasan porembarazos y partos sin incidencias. El informeRooney de 1992 inclinó ofi cialmente la balanzahacia el escepticismo (57). La atención prenatales importante para mejorar la salud maternoinfantil,pero no como estrategia aislada ytampoco como instrumento de cribado. Por otraparte, para garantizar unos partos sin riesgoes preciso que en todos ellos se disponga deatención profesional califi cada, incluso en losque, según los criterios de los años ochenta,no se consideren de riesgo.
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72 <strong>Informe</strong> <strong>sobre</strong> <strong>la</strong> <strong>salud</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> <strong>mundo</strong> <strong>2005</strong>Unido <strong>en</strong> 1900 o los Estados Unidos <strong>en</strong> 1939. Durante <strong>la</strong> citada década, <strong>la</strong>s parterastradicionales fueron sustituidas gradualm<strong>en</strong>te por parteras rurales diplomadas, de<strong>la</strong>s que <strong>en</strong> un periodo de 10 años se inscribieron 7191: <strong>la</strong> mortalidad desc<strong>en</strong>dió hasta200–250 defunciones por 100 000 nacimi<strong>en</strong>tos. Durante los años set<strong>en</strong>ta creciómucho <strong>el</strong> c<strong>en</strong>so de parteras, con 18 314 nuevas inscritas. Estas profesionales seconvirtieron <strong>en</strong> fi guras imprescindibles <strong>en</strong> muchas aldeas y estaban orgullosas desu situación profesional y social. La mortalidad desc<strong>en</strong>dió continuam<strong>en</strong>te, y <strong>en</strong> 1980igualó los niv<strong>el</strong>es de Sri Lanka. A partir de ese mom<strong>en</strong>to los esfuerzos se dirigieronfundam<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te a fortalecer y equipar los hospitales de distrito. En 10 años, de1977 a 1987, <strong>el</strong> número de camas <strong>en</strong> hospitales comunitarios pequeños se cuadruplicó(pasó de 2540 a 10 800) y <strong>el</strong> número de médicos <strong>en</strong> estos distritos aum<strong>en</strong>tó deunos pocos ci<strong>en</strong>tos a 1339. En 1990 ya se había alcanzado una razón de mortalidadmaterna inferior a 50 por 100 000 nacimi<strong>en</strong>tos (véase <strong>la</strong> fi gura 4.2).En fechas más reci<strong>en</strong>tes, Egipto redujo su mortalidad materna <strong>en</strong> más d<strong>el</strong> 50% <strong>en</strong>ocho años, de 174 <strong>en</strong> 1993 a 84 por 100 000 nacidos vivos <strong>en</strong> 2000: gracias a importantesesfuerzos dirigidos a reducir los riesgos de <strong>la</strong> maternidad, <strong>la</strong> proporción departos at<strong>en</strong>didos por un médico o una <strong>en</strong>fermera se duplicó y <strong>el</strong> acceso a <strong>la</strong> at<strong>en</strong>ciónobstétrica de urg<strong>en</strong>cia mejoró (41). Entre 1990 y 1997, Honduras abrió y dotó sietehospitales de refer<strong>en</strong>cia y 226 c<strong>en</strong>tros de <strong>salud</strong> rurales, e increm<strong>en</strong>tó <strong>el</strong> número deag<strong>en</strong>tes de at<strong>en</strong>ción de <strong>salud</strong> y de parteras califi cadas, con lo que logró reducir <strong>la</strong>mortalidad materna de 182 a 108 por 100 000 (42).Estos ejemplos demuestran que <strong>la</strong>s iniciativas y los esfuerzos a <strong>la</strong>rgo p<strong>la</strong>zo <strong>en</strong>caminadosa disp<strong>en</strong>sar una at<strong>en</strong>ción profesional compet<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> parto dan bu<strong>en</strong>osresultados; por desgracia, también lo contrario es cierto. Cuando se interrumpe e<strong>la</strong>cceso a una at<strong>en</strong>ción compet<strong>en</strong>te pued<strong>en</strong> aum<strong>en</strong>tar rápidam<strong>en</strong>te los resultados sanitariosdesfavorables, como ha ocurrido <strong>en</strong> Ma<strong>la</strong>wi y Mongolia (véase <strong>el</strong> capítulo 1).También <strong>en</strong> Tayikistán, <strong>la</strong>s convulsiones económicas que siguieron a <strong>la</strong> fragm<strong>en</strong>taciónde <strong>la</strong> Unión Soviética y a <strong>la</strong> recién conquistada indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> 1991, agravadaspor <strong>la</strong> guerra civil, acarrearon una erosión a<strong>la</strong>rmante de <strong>la</strong> capacidad d<strong>el</strong> sistemasanitario para proporcionar una at<strong>en</strong>ción accesible y un aum<strong>en</strong>to espectacu<strong>la</strong>r de <strong>la</strong>Figura 4.3 Número de años requeridos para reducir <strong>la</strong> mortalidad materna a <strong>la</strong>mitad <strong>en</strong> algunos países4008–9 años:Ma<strong>la</strong>sia 1951–1961Sri Lanka 1956–1965Bolivia, finales 902006–7 años:Sri Lanka 1974–1981Tai<strong>la</strong>ndia 1974–1981Egipto 1993–2000Chile 1971–1977Colombia 1970–19751004–6 años:Honduras 1975–1981Tai<strong>la</strong>ndia 1981–1985Nicaragua 1973–197950Razón de mortalidad materna por 100 000 nacidos vivos.