12.07.2015 Views

Revista - Página/12

Revista - Página/12

Revista - Página/12

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Escenas contraculturalesy planetas diferentes25 AÑOSDelsótanoal PHPor Fernando D’AddarioVeníamos escapando de la cana en nuestro habitualcircuito turístico de los sábados (esquinade Cemento-cerveza en la calle-patrullero-adentro, opuerta del teatro Arlequines-cerveza en la calle-patrullero-adentro,etc.) y al pasar por Venezuela al 300 dos tiposen sillas de ruedas –a quienes diez minutos más tarde vimoslevantarse y bailar como si nada– nos invitaron a bajara un sótano donde íbamos a conocer “muchas cosas ricas”(sic). En una centésima de segundo cotejamos los índicesde peligrosidad ambiental –las luces azules del patrulleroasomaban por la esquina y una chica disfrazada deno sé qué animal subió del sótano cantando en lenguasextrañas– y decidimos bajar. Algún tiempo después nosenteramos de que “eso” era el hoy mítico Parakultural pero,en ese momento, uno de mis amigos, inmune a la leyendafutura, me preguntó en voz baja: “¿Quiénes son todosestos putos?”. No me lo preguntaba en voz baja por unprurito de urbanidad, sino porque tenía miedo de que esosputos nos sometieran a algún tipo de tormento retro-futurista,o que directamente nos cagaran a trompadas, y esoHabía algo allí que se escapaba del canon. Noestábamos en condiciones de teorizar alrespecto, pero lo sentíamos en el cuerpo.PI70sí que habría sido difícil de explicar cuando fuéramos aver a Memphis la Blusera. ¿Quiénes eran? ¿Batato? ¿Tortonese?¿Urdapilleta? ¿De qué planeta habían bajado? ¿Oen qué planeta estábamos viviendo nosotros?Era la primavera de 1987 (otro de mis amigos dice queera 1988, pero para esta nota sirve que haya sido 1987) ynuestra idea de progresismo se limitaba a condenar la dictadura,a la militancia involuntaria contra la brutalidadpolicial y a la adscripción ingenua a cierta variante deltrotskismo criollo. Pero de algún modo, aunque nos horrorizarael sólo pensarlo, teníamos la cultura milica metidaen la sangre, en la familia, en el barrio, en el fútbol yen el rock. El Parakultural nos estaba abriendo la cabezade un palazo, como la policía, pero al revés. Poco tiempomás tarde descubrimos a Los Melli y al año siguiente,guiados por una recomendación de PáginaI<strong>12</strong>, nos internamosen el Rojas para darnos una sobredosis de Macocos,mujeres y rock. Había algo allí que se escapaba del canon.No estábamos en condiciones de teorizar al respecto,pero lo sentíamos en el cuerpo. Nosotros lo sintetizábamoscon una expresión que hoy reconozco endogámica ypueril: “Esto sí que es rock del bueno”. Porque la vida dela contracultura –suponíamos erróneamente– sólo podíatransitar por los alrededores del eje rockero. Según pare-

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!