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Revista - Página/12

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Los cambios en losmedios por los cambiosen la tecnología25 AÑOSTrinitron,Spica,TwitterPor Eduardo FabregatPI66Quizá fue en 1986 y no en 1987, pero a losefectos es más o menos lo mismo.PáginaI<strong>12</strong> tenía el olor flamante de la tinta nueva, perolo que éste que escribe tenía en las narices era el olordel yeso fraguando, gracias a una lesión en la gambaque condenaba al reposo absoluto. Aún no eran tiemposde dos o tres aparatos de televisión: en la casa habíauna sola pantalla que se compartía y se negociaba deacuerdo con intereses, horarios y posibilidades de programación.No era fácil. Para cualquier persona cuyaedad sea similar a la del diario esto sonará a una dimensiónparalela o un planeta desconocido, pero lo ciertoes que en 1987 en el hogar había cuatro canales. Sí, alguiensabía del amigo de un primo de la sobrina de unconocido que vivía en Belgrano y tenía algo llamadoVideo Cable Comunicación (VCC), donde había comoquince canales y no pasaban publicidad. Pero en el barriode Flores sólo se creía en los aparecidos y milagritosque relataba Alejandro Dolina en las páginas deHumor. En los aún novedosos colores Trinitron, a vecesse enganchaba el Canal 2 de La Plata, pero la oferta deentretenimiento catódico se reducía a Canal 13, Canal11, Canal 9 y ATC. Y a arreglarse.Lo que tenía que arreglarse era la gamba, y por esono había mayor opción que ir de la cama al baño yvuelta a empezar, a dormir, leer o plantar la vista en latele. No hubiera sido tan grave si cada tarde mi abuelano hubiera tenido una cita de honor con Cristal, unode los más rancios productos de la factoría venezolanade telenovelas. Durante diez días, y a pesar de mi diplomáticaresistencia, la inefable Adelita me puso altanto de todo lo necesario para seguir la trama: el traspiéjuvenil de la dueña de una casa de modas con unseminarista, su embarazo no deseado y el abandono deuna niña en la Casa de Expósitos, la reaparición de esaniña como la humilde modelo Cristina/Cristal (la algoredondeada Jeanette Rodríguez) y su prohibido romancecon el millonario galán Carlos Mata (¡¡Carlos Mata!!),hijastro de la señora Victoria merodeado por lapérfida Marión... madres solteras, maridos adúlteros,vínculos de sangre desconocidos, un accidente que dejabaparalítica a la adolescente frívola de la familia,malos malísimos, desfiles de cotillón y actuaciones demadera balsa, en ese inefable cóctel de las novelas dela tarde de los ’80. Que eran como una especie de ca-El yeso fraguó y abandoné la cama, con loque no pude acompañar a mi abuela en losseguramente felices momentos del desenlace.

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