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Revista - Página/12

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de El Chocón por falla imprevisible en su presa” y“alta indisponibilidad del equipamiento térmico”. Lasexcusas igual no alcanzaron para disimular la falta deinversiones y mantenimiento, motivadas por los recortesdel gasto público de un gobierno que puso elpago de la deuda como prioridad excluyente. Ni siquierala recesión económica ayudó a evitar la crisisenergética.A mediados de enero, la posibilidad de un apagóngeneralizado estaba cada vez más cerca. Ya ni siquierase respetaba el cronograma de seis horas diarias decortes por zona. Las protestas de la población erangeneralizadas e incluso llegó a haber enfrentamientosentre los que no tenían energía y los que la “derrochaban”.Una madrugada, una mujer rompió con unamaza cuatro vidrieras del supermercado El HogarObrero, en Rivadavia al 5100. “Yo no puedo dormirpor el calor y la falta de luz y acá la derrochan alumbrandovidrieras”, afirmó. Lo que mucha gente nosabía –y seguro hubiera generado aún más irritación–es que, mientras sufría los cortes, las principales industriasrecibían el suministro sin interrupciones y aprecio subsidiado.Finalmente, una mejora en el caudal de los ríos hizoque en marzo de 1989 la situación comenzara a“normalizarse” y con la hiperinflación de los mesessiguientes la crisis energética quedó en segundo plano.En mayo, Carlos Menem ganó las elecciones y en1992 privatizó Segba, Agua y Energía Eléctrica e Hidronor,desmembrando el sector. El pésimo desempeñode las empresas públicas durante el alfonsinismodio argumentos para enajenar el patrimonio público ydespedir a miles de trabajadores. La privatización vinode la mano de un fuerte ajuste de tarifas y su dolarización.La oferta de energía en esos años aumentó por lacreciente hidraulicidad del sistema, el ingreso de centralesque se encontraban en construcción antes de laprivatización (Piedra del Aguila, Atucha II y algunasturbinas de Yacyretá) y de térmicas de ciclo combinadoa gas natural. No obstante, eso no impidió queen el verano de 1999 se produjera otro apagón en elárea concesionada a la distribuidora Edesur por incumplimientoen materia de inversiones en un contextode escasa regulación estatal.La crisis de 2001 derivó en la pesificación y elcongelamiento de las tarifas. El kirchnerismo autorizódesde 2003 sólo subas marginales, pero incrementóla inversión pública y los subsidios en el sector paraacompañar el crecimiento económico. En el eslabónde la generación incorporó las centrales SanMartín y Belgrano, la hidroeléctrica Caracoles, laCentral Pilar, amplió la hidroeléctrica Río Grande,concluyó Yacyretá, sumó generadores móviles y alentóla inversión privada a través del plan Energía Plus.También sumó 3600 kilómetros de líneas de alta tensión,incluyendo la interconexión NEA-NOA. Aligual que en los ’90, el punto crítico en el sectoreléctrico continúa siendo el eslabón de la distribucióncon una red administrada por el capital privadoque evidencia una fuerte desinversión. Eso motivóamplios cortes de energía en el verano de 2011, quese reiteraron en menor dimensión cuando las temperaturasfueron extremas. No obstante, en estos últimosveinticinco años nunca volvió a haber una crisisenergética como la de fines de la década del 80PI31

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