El futuro es incierto en base a la megaemisión de dólares y la sucesión deacuerdos de países asiáticos y latinoamericanos para desdolarizar el comercio.comprar los denominados “activos tóxicos” del sectorprivado (créditos subprime y otros instrumentos financierosrespaldados por hipotecas). El segundo, implementadoel año pasado, fue equivalente al 30por ciento de la base monetaria,ya ampliada por la rondaanterior, para comprar bonosdel Tesoro de Estados Unidos.En total, fueron 2,4 billonesde dólares.El movimiento de depreciacióndel dólar en la economíaglobal en los últimos 25 años noes una cuestión que ha inquietadoa los agentes económicos argentinoscon excedentes de capital. Siexiste un factor de inestabilidad de largoplazo para la economía argentina es elderrumbe del dólar como moneda universal,opción que no es considerada improbablepor las potencias emergentes. El efectopobreza de la decadencia del dólar se convierteen un elemento que no debe subestimarse enla economía doméstica.La conducta dolarizadora tiene motivos económicos,políticos y culturales, en una economía bimonetariaque arrastra la pesada mochila de haber padecidoun régimen de convertibilidad durante diez añosque profundizó esos rasgos. La hiperdevaluación de lamoneda doméstica en 25 años, lapso en el que hubo uncambio de denominación del signo monetario, del australal peso, es uno de los principales elementos explicativosde la dolarización de la economía.En mayo de 1987, el tipo de cambio cotizaba a 2,06australes. Luego de la quita de cuatro ceros, el signo monetariopasó a denominarse peso. En mayo de 20<strong>12</strong>, elprecio del dólar en las casas de cambio se ubicó en 4,46pesos por unidad, equivalente a 44.600 australes. Una canastade bienes y servicios básicos, umbral de pobreza, teníaun valor equivalente a 140 dólares hace 25 años; hoy,107 dólares.La depreciación de la moneda doméstica ha empujadoa la dolarización de ahorros, aunque en los últimos diezaños ha sido una poco rentable inversión financiera. Laconveniencia entre dólar y tasa de interés en pesos o respectode cualquier otra alternativa, como inmuebles urbanos,campos, acciones, títulos públicos, oro, bienes durables,encuentra al billete verde como la peor opción delos últimos diez años. Esto sin considerar que es una monedaque se ha devaluado a nivel internacional y que superspectiva no es alentadora como reserva de valor.¿Qué pasará con el dólar en los próximos 25 años?Ya sabemos lo que sucedió hasta las Bodas de Plata dePáginaI<strong>12</strong>. Para las de Oro, ¿el dólar seguirá siendouna moneda importante?PI27
De la cultura neoliberal alos nostálgicos del Fondo25 AÑOSLa relacióncon el FMIPor David CufréPI28En 1987 ya se sabía cómo eran las cosas,qué se podía esperar de la relación y quiénesserían los ganadores y perdedores. Lo habían dejadoclaro tres años antes Mavi Díaz y María GabrielaEpumer: “Hoy me vi en el espejo y respiré hondo, medi cuenta de que por vos estoy tocando fondo” (MonetarioInternacional), cantaban las Viudas e Hijas, consabiduría hitera. Para entonces la Argentina ya habíapasado por la experiencia de once acuerdos stand bycon el FMI, cuatro de financiamiento compensatorio yun convenio de servicios petroleros. Arturo Frondizihabía inaugurado la saga en 1958. A Raúl Alfonsín letocó dar inicio a la etapa “moderna” de los acuerdoscon el Fondo.El caudillo radical cedió al primer convenio el 4 dediciembre de 1984, cuando no pudo sostener la pretensióninicial de su ministro de Economía, BernardoGrinspun, de declarar odiosa la deuda contraída en ladictadura. Las presiones del FMI y de la banca acreedora,encabezada por el Citigroup, para que la Argentinase sometiera a las reglas del sistema financiero internacionalterminaron por barrer los gestos de resistenciadel primer momento.El economista Roberto Frenkel, quien vivió de cercaese proceso como funcionario de Alfonsín, lo explicahoy con claridad. El FMI, dice, actuó desde mediadosde los ochenta como prestamista de los países endesarrollo para que pudieran acomodar la deuda con labanca extranjera, básicamente norteamericana. Fueparte de lo que se llamó “Plan Baker”. La otra mitaddel juego del Fondo fue ejercer como un auditor feroz,a fin de garantizar que las naciones no sacaran los piesdel plato. “Las condicionalidades de los programas deajuste estructural fueron estableciendo el ‘Consensode Washington’”, describe Frenkel.Los rasgos generales de ese vínculo con el FMI terminaronde adquirir forma con la llegada de Menem yCavallo al poder. El desmantelamiento del Estado, laprimacía del sector financiero, las relaciones carnalescon Estados Unidos, la apertura comercial y la anulaciónde derechos laborales, como grandes ejes, tuvieronal Fondo como propulsor y a la vez como escudo,para justificar la elección de ese camino como partede una imposición externa, que también lo era. ElFMI daba letra desde afuera. Era uno de los responsablesdel relato, como se dice hoy.Para 1998 las consecuencias eran evidentes. Es unaño que refleja bien el grado de sometimiento y resignaciónalcanzados en esa etapa. Se puede ver en unrepaso de las crónicas de la época de los medios dominantes.El diario La Nación publicó 1050 artículos relacionadoscon el FMI en 1998, a razón de casi trespor día. El 1 de diciembre, por ejemplo, se escribía losiguiente: “El Ministerio de Economía comenzó a desplegartodo su poder de seducción para convencer alos técnicos del Fondo Monetario de que el Gobiernocerrará el año fiscal ‘con lo justo, pero dentro de laspautas comprometidas’ en el acuerdo de facilidadesextendidas”. Todos los días, o casi, había una nota querelataba la próxima visita de una misión del FMI, quelos técnicos ya habían llegado, que exigían una refor-