de Punto Final y Obediencia Debida y poco más paraque la Corte hiciera lo propio con los indultos de CarlosMenem. El camino de justicia volvió a despejarse y losorganismos defensores de los derechos humanos empezarona comprobar cómo las denuncias se transformabanen pruebas que terminaban en condenas.“La represión ilegal es un tema de la Justicia, no es unproblema de las Fuerzas Armadas”, fue la explicaciónque despuntó en los oficiales de alto rango. El derroterono había sido sencillo para empezar a hacer carne undiscurso que implica desterrar de la mentalidad castrenseel espíritu de cuerpo con el que los responsables de ladictadura impregnaron a todos los uniformados.Durante los largos diez años del menemismo, la últimaasonada carapintada había sido sofocada por los “leales”.Con los indultos a represores y jefes montoneros, Menemintentó clausurar ese pasado reciente. Eliminó despuésel Servicio Militar Obligatorio y el general MartínBalza ensayó la primera autocrítica por la “obedienciadebida”, la cobertura para justificar secuestros, torturas,asesinatos y desapariciones. El alineamiento con los EstadosUnidos incluyó a los militares como enviados enlas naves a la Guerra del Golfo. Por entonces despuntaronlos intentos por buscarles un sentido en la participaciónen misiones de paz en el mundo.En 1988 se había aprobado con inusitado consenso laLey de Defensa Nacional que vedó a las Fuerzas Armadasla participación en conflictos de seguridad interior.Una frontera tallada por la sangrienta experiencia delterrorismo de Estado. Una decisión que distancia a laArgentina de las líneas directrices del Departamento deEstado para América latina, consecuente promotor de lainjerencia militar en asuntos internos siempre que seanajenos. Recién en 2006, la ley se reglamentó, pero esafrontera no fue transgredida ni siquiera durante el gobiernode Eduardo Duhalde, momento en que la crisissocial llevó a evaluar, inclusive, la posibilidad de sacar alos militares a la calle.Paradójicamente, el avance de los juicios por violacionesa los derechos humanos permitió el rediseño de lospilares de las instituciones castrenses. Durante el kirchnerismose reformó el Código de Justicia Militar que eliminóel fuero especial y, al mismo tiempo, garantizó elderecho a la defensa. Se empezaron a cambiar los planesde estudio de las escuelas de formación de oficiales ysuboficiales, quizá la transformación más ambiciosa ymás demandante de un seguimiento permanente paraEl avance de los juicios por violaciones a losderechos humanos permitió el rediseño de lospilares de las instituciones castrenses.verificar resultados. En este contexto, la definición delos militares como “ciudadanos de uniforme” apunta asituar el rol en el que se debe dar la integración de quienessiguen detentando la hegemonía del poder armadopara defender la Nación.En el 2000, el entonces jefe del Ejército, RicardoBrinzoni, le envió apoyo a Córdoba a Luciano BenjamínMenéndez, quien había sido detenido por negarse a declararen un juicio por la Verdad. En 2004, su sucesor,Roberto Bendini, cumplió la orden de descolgar los cuadrosde Videla y Bignone del Colegio Militar y la ESMAse convirtió en Museo de la Memoria. Menéndez acumulacondenas a perpetuidad que sólo alteran a sus gerontescontemporáneos. En veinticinco años, la expectativapor quién comandará las Fuerzas Armadas y porquiénes pasarán el rasero de los ascensos en el Senadofue disminuyendo casi hasta desaparecer de las noticias.PáginaI<strong>12</strong> fue testigo de la trabajosa mutación deuna institución atravesada por el terror que generó ylas resistencias para conjurar la impunidad. Una instituciónque conducida por el poder político está adecuándosea un nuevo escenario de integración regionalsin hipótesis de conflicto. Una institución formada poroficiales que, casi sin excepciones, no tiene ya a genocidasentre sus filasPI19
25 AÑOSLa evolución de Buenos Airesdesde la ley de autonomíaDescubrirla ciudadPor Santiago RodríguezLa primera nota de PáginaI<strong>12</strong> sobre la CapitalFederal fue publicada el 28 de mayo de1987. Lo curioso es que no se refería a la ciudad deBuenos Aires. “Tedioso debate por el traslado a Viedma”,consignaba en su título, y daba cuenta de que Diputadoshabía aprobado en general la iniciativa de RaúlAlfonsín de llevar a Río Negro la sede del gobiernonacional. Aquel proyecto quedó en la nada y 25 añosdespués las instituciones federales continúan en territorioporteño, pero muchas otras cosas cambiaron.Buenos Aires es, de hecho, el distrito que mayorescambios políticos e institucionales tuvo de entonces ala fecha. En un cuarto de siglo la ciudad obtuvo –aunquetodavía limitada– su autonomía, sancionó unaConstitución señera en lo que refiere a los derechos ygarantías de sus habitantes y los porteños pasaron deser gobernados por un delegado del presidente a elegiral jefe de Gobierno que conduce sus destinos.En la época en que salió PáginaI<strong>12</strong> la ciudad era un distritoque dependía de la Nación, donde el presidente nombrabaal intendente. Los porteños sólo elegían a nivel locala los 60 integrantes del viejo Concejo Deliberante, quedictaba ordenanzas de menor cuantía que las leyes que hoydicta la Legislatura, y consejeros vecinales. El designadoentonces por Alfonsín era Facundo Suárez Lastra, anotadohoy entre los radicales que se opusieron a la recuperaciónde YPF, aunque lejos de los primeros planos. Eran días enque la cuestión militar casi monopolizaba el debate políticonacional y en la ciudad se discutían, entre otras cosas, cómorecuperar la olvidada Costanera Sur y qué hacer con lareserva ecológica.El radicalismo y el peronismo eran los dos partidos fuertes;el Partido Intransigente, de Oscar Alende, y la UCe-Dé, del capitán ingeniero Alvaro Alsogaray, se disputabanel título de tercera fuerza. En la ciudad todos se preparabanpara las legislativas del 6 de septiembre de ese año, que enel plano nacional ganaría el peronismo y marcarían el principiodel fin del gobierno alfonsinista. Aún en baja, los radicalesdemostraron que nadie interpelaba a los porteñoscomo ellos y les sacaron más de 15 puntos a los peronistas.El primer candidato a diputado de la UCR fue Jesús Rodríguezy prometía, entre otras cosas, “extender a más del doblela red de subterráneos”. Eso no cambió: en todas laselecciones posteriores hubo promesas de que se ampliaríanlos subtes y ni siquiera los que se fijaron metas más modestascomo Mauricio Macri –que se comprometió a hacer 10kilómetros por año– cumplieron: del ’96 a la fecha se construyeron25,06 kilómetros de túneles, o sea, a razón de 1,5kilómetro por año.Entre los candidatos para las elecciones ’87 asomabantambién otras figuras que en los años siguientes serían protagonistascentrales de la política porteña: en la lista peronistacompetía Jorge Domínguez y la UCeDé llevaba en suboleta a Adelina Dalesio de Viola. En Diputados, ya sentadoen una banca, los esperaba Carlos Grosso.El desembarco de Carlos Menem en la Casa Rosada estuvoacompañado de un cambio de timón en la ciudad. Grossollegó a la Municipalidad con el antecedente de ser unade las estrellas de la Renovación Peronista y la promesa detransformar a Buenos Aires en “La reina del Plata”; tuvoque irse a los tres años, signado por hechos de corrupciónque lo convirtieron en una de las figuras emblemáticas delmenemismo. De sus días al frente del gobierno porteño loPI20