Télamgritar la bronca a los cuatro vientos para canalizar de algunamanera la impotencia.Hace 25 años los represores callaban. Aunque teníanvoceros. En 1987 Héctor Ríos Ereñú decía que el Ejército,la fuerza que conducía, era “el glorioso partero de lahistoria” y que aunque se habían apartado un poco de laley durante la última dictadura (no decía dictadura), habíaque reconocer la “nobleza de propósitos y la legitimidadde objetivos”. Ahora, el dictador Jorge Rafael Videlaestá en medio de un ataque de verborragia. Sus declaracionesson históricamente relevantes, pero, como dijoen una entrevista a este diario la socióloga ValentinaSalvi, si quiere ser escuchado, no puede negar lo que yano puede ser negado. Por eso admite “siete u ocho mil”muertes, a las que no termina de llamar asesinatos. Perono conmueve. No abre una grieta. No impacta.Distinto fue con el ex marino Adolfo Scilingo. Suconfesión fue un terremoto, un sacudón para una sociedadque estaba como adormecida y marcó a una generaciónque estaba lista para ingresar a la vida pública. Scilingo,El Vuelo, puso en marcha un mecanismo: una interpelaciónal pasado, una marcha masiva, un juez españolque decidió escuchar, los escraches, jueces argentinosque también entendieron. Un mecanismo que pudoexistir y sostenerse porque el movimiento de derechoshumanos de este país, encabezado por las Madres yAbuelas de Plaza de Mayo y otras organizaciones, nuncase rindieron, y que pudo funcionar a pleno gracias a ladecisión política del kirchnerismo. Antes, durante y despuésde Scilingo y Videla, hablaron y hablan los sobrevivientesde los centros clandestinos de detención, loscompañeros de militancia de los desaparecidos, los familiaresde los muertos, asesinados y secuestrados.Cuenta Primo Levi que los oficiales nazis les decían alos prisioneros de Auschwitz que nadie se iba a enterar delo que había pasado porque los iban a matar a todos, peroque, si alguien quedaba vivo, igual nadie les iba a creer. Ytambién que una pesadilla recurrente que tenían era quesobrevivían y cuando llegaban a sus casas y contaban loque les habían hecho, nadie los escuchaba, todos mirabanpara otro lado. Pilar Calveiro, doctora en CienciaPolítica y ex detenida de la ESMA, señala que algo similarocurría con los desaparecidos de la última dictadura.Desde hace 25 años PáginaI<strong>12</strong> es el lugar de resonanciade la voz de los sobrevivientes, de las familias de losdesaparecidos. Fue, en lo que se refiere al proceso de memoria,verdad y justicia un actor relevante. Sólo por esoya vale la pena ser partePI15
25 AÑOSCon una campañaartesanal, ganaba en 1987 laintendencia de Río GallegosLa primeraaventurade NéstorKirchnerPor Fernando CibeiraPI16Al mismo tiempo que PáginaI<strong>12</strong> aparecíapara cambiar el periodismo en la Argentina,el embrión de un nuevo agrupamiento político tomabaforma en Río Gallegos. Ese movimiento conducedesde hace nueve años los destinos de la Casa Rosaday –todo lo indica– marcará un antes y un despuésen la construcción política en el país. Coincidentemente,lo conseguirá incorporando muchas de las banderaslevantadas por este diario durante 25 años, ideasprogresistas que se creían atractivas apenas para determinadasminorías, como la política de memoria, verdady justicia en el campo de los derechos humanos,de llevar adelante una economía independiente de lasrecetas de los organismos financieros o de hacer jugaral Estado un rol preponderante en el campo de lo político,lo económico y lo social.Por aquel mayo de 1987, los Kirchner se encontrabanen medio de la campaña electoral que concluiríacon Néstor Kirchner en la intendencia de Río Gallegos,su primer cargo electivo. El entonces gobernadory hoy ministro de Defensa, Arturo Puricelli, lo habíadesignado al frente de la Caja de Previsión Social yKirchner había sabido aprovechar la oportunidad imprimiéndoleuna dinámica fuera de lo común a su gestióny volviéndolo conocido en la provincia.Con todo, aquella faena del ’87 no fue sencilla. “Fueuna campaña genial –recordaría luego Cristina Kirchneren el libro La Presidenta, de Sandra Russo–. Duróun año. No hubo fotos de Néstor. Salimos con unosóvalos, que después hicimos obleas y se pegaban comolas direcciones de las casas. Decían arriba ‘Kirchner’ yabajo ‘Intendente’. Nada más. Y las pegábamos nosotros,los militantes, casa por casa.” La elección fueajustadísima: superó al candidato radical Roberto Lópezpor apenas 111 sufragios.Aquella campaña chiquita, casi artesanal, de 1987marcó el comienzo. Porque el envión del triunfo lepermitió sumar bancas de legisladores provinciales en1989, una de ellas para Cristina Kirchner. Ya era porentonces el Frente para la Victoria, aunque “santacruceña”.CFK asegura que siempre su primera reacciónfue negarse a presentarse como candidata. “Van a decirque soy la mujer del intendente”, se excusó enaquella primera ocasión. Pero cedió, como cedería variasveces luego.La hiperinflación se había deglutido el gobierno deRaúl Alfonsín y el justicialismo había vuelto al poderde la mano de Carlos Menem. Kirchner llegó a la gobernaciónen 1991, ganándole a Puricelli por ley delemas. El margen también fue apretado –una marca ensu vida– pero eso no era lo más grave: asumió la provinciacon las cuentas en rojo furioso, sin caja ni parapagar los sueldos. Tampoco manejaba la estructura deljusticialismo provincial, ni contaba con intendentesque le respondieran. Como sucedería cuando llegó a laPresidencia, algunos le pronosticaron un mandato breve:gobernó <strong>12</strong> años. Al asumir decretó la emergenciaeconómica y redujo las remuneraciones entre un 10 yun 15 por ciento. Aseguran que su primer pico de popularidadfue a los seis meses, cuando empezó a devolverlo recortado más intereses.