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Cuentos de Claudia Apablaza, Javier Munguía, Carlos ... - Ediciona

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<strong>Cuentos</strong> <strong>de</strong> <strong>Claudia</strong> <strong>Apablaza</strong>, <strong>Javier</strong> Munguía, <strong>Carlos</strong>Fernán<strong>de</strong>z y Ricardo Abdahllah.Entrevista a No.Para.Innita y Ángel Nogueira.www.lamovidaliteraria.com


AGENDAEventosHay Festival <strong>de</strong> Cartagena24 - 27 EneroXI Festival Iberoamericano <strong>de</strong> Teatro <strong>de</strong> Bogotá7-23 MarzoFeria <strong>de</strong>l Libro <strong>de</strong> Bogotá23 Abril- 5 MayoEncuentro <strong>de</strong> Escritores: Otras Literaturas25 <strong>de</strong> AbrilPrimer Congreso Iberoamericano <strong>de</strong> Libreros 23, 24 y 25Fallo <strong>de</strong>l Premio Iberoamericano <strong>de</strong> Novela Breve 25 <strong>de</strong> AbrilEncuentro Internacional <strong>de</strong> Editores Literarios26 - 29 AbrilWeb recomendadoswww.rossinabossio.comwww.andante26.comwww.revistaespiral.orgwww.feria<strong>de</strong>llibro.comwww.hermanocerdo.anarchyweb.orgBlogswww.rednel.blogspot.comwww.elojoenlapaja.blogspot.comwww.notasmoleskine.blogspot.comwww.bluelephant.blogspot.comwww.papercuts.blogs.nytimes.comwww.aquinovivenadie.blogspot.comwww.marcoaurelioheroina.blogspot.comwww.ou.edu/worldlitMúsicawww.myspace.com/batracioswww.myspace.com/cuerpomeridianowww.choloval<strong>de</strong>rrama.comwww.moby.comwww.odioabotero.orgwww.myspace.com/odioaboterowww.estado<strong>de</strong>orland.blogspot.com


EditorialUste<strong>de</strong>s quieren impresionarnos y nosotros queremos impresionarlosa uste<strong>de</strong>s. Nada que hacer. En una sociedad plagada<strong>de</strong> seres interesantes y pocos interesados, nada interesa. Aún así,seguimos en la Movida. Des<strong>de</strong> estas páginas seguiremos promoviendoel surgimiento <strong>de</strong> una generación literaria. En este número:Ricardo Abdahllah (Colombia), Tito Biedma (Argentina) , OrlandoEcheverri Bene<strong>de</strong>tti (Colombia) , <strong>Carlos</strong> Fernán<strong>de</strong>z (Colombia), David Roa (Colombia) , Andrés Mauricio Muñoz (Colombia), Nena Cantillo (Colombia) , <strong>Claudia</strong> <strong>Apablaza</strong> (Chile) , <strong>Javier</strong>Munguia (México), Paul Ames (Colombia) ; cuentos, fragmentos<strong>de</strong> novela y poemas hacen parte <strong>de</strong> esta edición. Celebramos lareciente publicación <strong>de</strong> libros <strong>de</strong> autores <strong>de</strong> esta cofradía : LaMusa Crítica —Teoría y Ciencia Literaria <strong>de</strong> Alfonso Reyes —, <strong>de</strong> SebastiánPineda Buitrago (Colegio <strong>de</strong> Nacional. México); Señales <strong>de</strong>Ruta—Antología <strong>de</strong> Cuento Colombiano —, selección y prólogo<strong>de</strong> Juan Pablo Plata (Arango Editores); ¡Caviativá! , <strong>de</strong> MauricioLoza (Arango Editores). Incluimos a<strong>de</strong>más un dossier <strong>de</strong> drogas alegalizar y, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> este editorial, lamentamos el <strong>de</strong>ceso <strong>de</strong>l maestroGermán Espinosa, cartagenero con pinta <strong>de</strong> cachaco muy cercanoa esta casa y antiguo miembro <strong>de</strong>l consejo editorial. Los invitamosa seguir visitando nuestro portal en internet www.lamovidaliteraria.com, <strong>de</strong>jar sus comentarios, enviar sus colaboraciones y a <strong>de</strong>jarseimpresionar con el contenido <strong>de</strong> estas páginas. ¡Jua!La Movida L iterariaEDITORIAL1


Caviativá(Primer capítulo <strong>de</strong> la novela)Por Mauricio Loza*And now I know how Joan of Arc felt,now I know how Joan of Arc feltas the flames rose to her roman noseAnd her walkman started to meltBigmouth Strikes Again — The SmithsMi nombre es Milton Porras,Tengo veintiséis años y llevo este nombre <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace tressemanas. Y estoy muerto.Estoy muerto en el sentido en que si Cien Colombianos Dicenque estoy muerto, entonces, estoy muerto.Solo por si acaso, este no es uno <strong>de</strong> esos libros en que losmuertos hablan en voice over acerca <strong>de</strong> nutritivas lecciones <strong>de</strong>vida. O <strong>de</strong> cómo se encontraron con sus seres queridos y amigosmás allá <strong>de</strong> la luz blanca al final <strong>de</strong>l túnel. Verán, es sencillo,no me he encontrado con la <strong>de</strong>sgracia <strong>de</strong> padres que tuve envida o con mi mejor amigo porque aún no me he bañado enel resplandor al final <strong>de</strong>l túnel y la verdad, dudo que haya algocomo un más allá. Espero que no haya un más allá. Y no, esteno es un libro lindo y conmovedor, un relato para que lo guar<strong>de</strong>nen su mesita <strong>de</strong> noche o en un lugar especial cerca <strong>de</strong> sucorazón. No me puse a escribir este morro <strong>de</strong> hojas para cortejarlosy enamorarlos, porque ni los conozco ni me importan.Y si todavía se creen florecitas, salten a la última página<strong>de</strong> este libro, arruinen la sorpresa, y vayan a que Paulo Coelhoo a que Deepak Chopra las rieguen con sus páginas <strong>de</strong> autosuperación.Okay.La cosa es así: estoy muerto y sé algo que uste<strong>de</strong>s no saben.Tengo el cerebro repleto <strong>de</strong> Ativán1 y <strong>de</strong> cosas que uste<strong>de</strong>s nosaben. Pero, shhhh, esto es sólo para uste<strong>de</strong>s.En términos forenses estoy en el nivel 2 <strong>de</strong> la EscalaCrow—Glassman, lo cual implica quemaduras <strong>de</strong> segundo ytercer grado en poco menos <strong>de</strong> un tercio <strong>de</strong> la superficie cutáneatotal.Ok, bien, ¿y quién soy yo? Soy un pervertido en un spreeanárquico por salvar su alma.Soy la caja negra <strong>de</strong> un <strong>de</strong>sastre espiritual. Soy un muertoviviente. Ajá, soy un muerto viviente que oye a medias por unoído. Que tiene un chicle <strong>de</strong> bienestarina y pólvora en la bocay una mano pintada en sangre en el cuello. Ahora, un consejo:Estén bien atentos a estos <strong>de</strong>talles. Esto pue<strong>de</strong> hacerles la vidamás fácil <strong>de</strong> aquí en a<strong>de</strong>lante. De paso, pue<strong>de</strong> que hasta lesCOSECHA LITERARIA (Narrativa)2


mejore sus relaciones <strong>de</strong> pareja. Recuer<strong>de</strong>n: los <strong>de</strong>talles, todoestá en los <strong>de</strong>talles.¿O saben qué?, mejor no le pongan atención ni a estas nimieda<strong>de</strong>sni a los personajes secundarios. Al fin y al cabo estelibro está escrito en primera persona, es mi limitado punto <strong>de</strong>vista, y se trata <strong>de</strong> mi. Mí—mí—mí. Bien, volviendo al tema,tengo que <strong>de</strong>cirlo, este tipo <strong>de</strong> cosas —lo <strong>de</strong> ser un muertoviviente, la sor<strong>de</strong>ra, el chicle, todo eso—, suce<strong>de</strong>n cuando a tumejor amigo se lo han llevado los extraterrestres.En serio. Supongo que estas cosas pasan cuando empiezasa vivir tu tediosa vida en cuenta regresiva. Bien. Después <strong>de</strong>mí ...3...2...1... Houston we have a problem, traté <strong>de</strong> relajarmey me tomé este asunto con la Congregación para la CristiandadDinámica como un proyecto <strong>de</strong> eutanasia amateur paralas masas. Como un experimento <strong>de</strong> dominación espiritual.Repitan esto: Eutanasia—amateur—para—las—masas. Peroqué contemporáneo.¿Cuánto Ativán pue<strong>de</strong> caber en un solo cerebro?Ejem, bien, podríamos enredar todavía más todo este enredoabordándolo con algo trillado como “esta es la historia <strong>de</strong>ltipo que logró suicidarse dos veces” o algo por el estilo, peronos estaríamos saltando lo realmente importante. Como porejemplo el dolor. Sí, el dolor es un buen principio. Mucha genteno lo cree, pero uno podría morirse <strong>de</strong> dolor. Literalmente. Entérminos clínicos, el dolor es una alarma biológica, es la señal<strong>de</strong> que algo está realmente mal. El dolor es el signo <strong>de</strong> nuestrasalvación, <strong>de</strong>cía Caviativá. Clínicamente hablando, si un dolores muy intenso y prolongado el cuerpo entra en un <strong>de</strong>fault <strong>de</strong>emergencia.El cerebro secreta hormonas como la CRF o laATCH, azúcares como los glucocorticoi<strong>de</strong>s, cantida<strong>de</strong>s industriales<strong>de</strong> cuagulantes y adrenalina durante un lapso <strong>de</strong> tiempopru<strong>de</strong>ncial y, al llegar el momento <strong>de</strong> agotamiento químico, elcuerpo entra en un shock traumático que baja lentamente latensión. Ahora escuchen que viene lo importante: Una baja<strong>de</strong> tensión implica distensión <strong>de</strong>l sistema circulatorio, lo cualobliga al corazón a trabajar a doble ritmo, triple ritmo, cuádrupleritmo, tratando <strong>de</strong> bombear sangre por un laberinto <strong>de</strong>arterias <strong>de</strong>sinfladas. Lo cual se prolonga hasta que el esfuerzocardíaco dispara una fibrilación ventricular que causa la muerte.Entérminos generales. O por lo menos eso me dijo G, mimejor amigo, que estudió cuatro semestres <strong>de</strong> medicina antes<strong>de</strong> enterarse que era sero positivo. Y <strong>de</strong> irse a Sirio.Hay que aclarar que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> agotar los recursos químicos,ni siquiera se siente dolor, los <strong>de</strong>dos se te enroscan y sólohay frío. En estas cuestiones muchos expertos opinan que elfactor psicosomático es muy importante; en momentos <strong>de</strong> dolorextremo casi cualquier individuo entra en pánico pues temepor su vida. Y el miedo acelera el proceso <strong>de</strong> shock. Muchagente no lo cree, pero entonces uno podría morirse <strong>de</strong>l susto.La cuestión es que si uno no teme por su vida, pue<strong>de</strong> relajarsey disfrutarlo. Hacerse amigo <strong>de</strong> su dolor. El dolor escomo todo, pregúntele a un budista.Lo importante <strong>de</strong>l dolor es la intensidad. A la larga, escomo comer muchas latas <strong>de</strong> leche con<strong>de</strong>nsada.El dolor es mi amigo y me regocijo en su compañía, <strong>de</strong>cíaCaviativá. Al principio mi dolor fue un cosquilleo leve, comoanticaspa medicado eferveciendo en mi antebrazo. Por un momentooí una canción <strong>de</strong> los Smiths en mi cabeza: Now I knowhow Joan of Arc felt, when the flames rose to her roman noseand her walkman started to melt. Pensé en el walkman quetenía atado a la barriga con cinta aislante. Y fue ahí, envueltoen un gargajo gigante <strong>de</strong> acrílico hirviente, viendo cómo se metemplaba la piel y cómo los vellos <strong>de</strong> los brazos comenzabana encresparse y encogerse, cuando me sorprendió el dolor <strong>de</strong>verdad.Volviendo a lo <strong>de</strong>l shock, en casos <strong>de</strong> peligro extremo ycomo un último sistema <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa, el organismo retira la sangreacumulada en el cerebro <strong>de</strong> un solo tirón produciendo un<strong>de</strong>smayo. Lo disfruté. Soy masoquista —<strong>de</strong>s<strong>de</strong> mi retorcidopunto <strong>de</strong> vista—, en el sentido en que por más que lo intenteningún castigo va a ser suficiente.Ajá, todo es una cuestión <strong>de</strong> perspectivas y <strong>de</strong> puntos <strong>de</strong>vista. Vistos muy <strong>de</strong> cerca todos somos bebés. Bebés obsesionadoscon el crecimiento personal. Niños gigantes en busca<strong>de</strong> cualquier cosa que se encargue <strong>de</strong> nosotros y nos mantengadistraídos. De un Dios, unos padres, una esposa o un empleo.Y yo siempre quise <strong>de</strong>shacerme <strong>de</strong> mis padres, <strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong>las mujeres, <strong>de</strong> los hombres y <strong>de</strong> las responsabilida<strong>de</strong>s. Decualquier estorbo. Pero igual, todos terminamos como bebésregor<strong>de</strong>tes, coartados por las expectativas que ponen en nosotrosy mutilados por el éxito profesional. Bebés a los que lesamputaron la conciencia y la intuición. Nenes inmundos en lacolección <strong>de</strong> Garbage Pail Kids <strong>de</strong> G. Objetivamente, nuestroproblema es que somos una generación obligada a no po<strong>de</strong>rser nada. Una generación que creció en el <strong>de</strong>sencanto, viendocómo ninguna <strong>de</strong> las opciones que nos <strong>de</strong>jaron funcionarealmente. Así que para nosotros no hay más: la anestesia oel dolor.Si es la anestesia pue<strong>de</strong>n seguir mutilándose como los Garbage.Si es la otra, hagan lo que quieran: métanse <strong>de</strong> chamanes,La Movida L iterariaCOSECHA LITERARIA (Narrativa)3


métanse dieciséis líneas coca, <strong>de</strong>sdóblense, mastúrbense hastael cansancio, leviten. Si algo queda claro es que nuestro <strong>de</strong>sasosiegoes espiritual.Es una lástima pero uno ya no pue<strong>de</strong> preten<strong>de</strong>r sentarse enloto un cuarto <strong>de</strong> hora al día, darle al switch <strong>de</strong> la kundalini ylisto. Iluminación. El chamanismo y la danza rítmica sencillamenteno van a funcionar. Es como poner a hacer yoga a JimmySalcedo. Es perfectamente equiparable a poner a meditara un vegetal. Ahora la iluminación requiere <strong>de</strong> quimioterapiaespiritual, algo para sacarse la costra <strong>de</strong> anestesia social quetraemos encima.Así que aquí estoy, Crow—Glassman 2 y mambeando unchicle <strong>de</strong> bienestarina y pólvora en un cuartucho <strong>de</strong> cuatro porcuatro. Si contamos a los cadáveres que tengo a lado y lado,juntos <strong>de</strong>bemos parecer una trinidad mutilada. Ahora piensen:yo, el hijo único <strong>de</strong> un Senador <strong>de</strong> la Republica y ex—Ministro<strong>de</strong> justicia, el nieto <strong>de</strong> un Ex—Presi<strong>de</strong>nte, mascando la comida<strong>de</strong> los pobres. Esto es lo más cercano que vamos a estar <strong>de</strong>tener justicia social en este país. Retomando el tema <strong>de</strong> los cadáveres,Rocío, —el cuerpo número uno—, es una mezcla <strong>de</strong>carne viva con patines y medias veladas <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un vestido<strong>de</strong> porrista. Los patines son <strong>de</strong> esos <strong>de</strong> dos, no <strong>de</strong> los rollerbla<strong>de</strong>s.Su quijada parece gelatina por la osteomielitis mandibular.Por otro lado Omar Nelson, —nuestro cadáver númerodos—, bueno... la mayor parte <strong>de</strong> la cabeza <strong>de</strong> Omar Nelson yuno <strong>de</strong> sus brazos quedó regada por las pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l cuarto.¿Y dón<strong>de</strong> estoy?Esto <strong>de</strong>be ser el quinto piso <strong>de</strong> un edificio abandonado,excepto por una plaga <strong>de</strong> bazuqueros que viven un par <strong>de</strong> pisosmás arriba. He estado pelando capas y capas <strong>de</strong> papel <strong>de</strong>colgadura y todo parece indicar que este lugar alguna vez fueel cuarto <strong>de</strong> un niño, o un salón <strong>de</strong> colegio, no sé. Y ya noimporta, uno <strong>de</strong> los lujos <strong>de</strong> estar a punto <strong>de</strong> morirse es quenada importa realmente. Pero siempre es así, cuando quieresuna cosa te dan precisamente lo contrario. Nuestro sacrificio esdar nuestras vidas para resucitar a los muertos, diría Caviativá.Y si lo que queríamos era <strong>de</strong>saparecer, puf, todo lo contrario.Inmortalidad. Cuando vayas a la cocina en la madrugaday abras la nevera, mi cara en el segundo anaquel, al lado <strong>de</strong> lamantequilla y los huevos.Al darle un mordisco a una arepa con queso, con la bocallena <strong>de</strong> café o cereal, o mientras escoges entre <strong>de</strong>slactosada,<strong>de</strong>scremada o larga vida en el mercado, mi foto <strong>de</strong> anuario enun cartón <strong>de</strong> leche que dice:...¿le ha visto?Tiene 26 años, ninguna señal particular. Su familia lo viopor última vez la noche <strong>de</strong>l 13 <strong>de</strong> mayo.Desapareció junto con otros miembros <strong>de</strong> la Congregaciónpara la Cristiandad Dinámica.Supongo que todo termina así.Inmortalizados hasta agotar existencias en las estanterías<strong>de</strong> lácteos <strong>de</strong> los supermercados.En cada caja <strong>de</strong> leche un epitafio.Un obituario público antes <strong>de</strong>l noticiero <strong>de</strong> las siete.Volviendo a la vida real, este edificio —una <strong>de</strong> las gloriasarquitectónicas planteadas por Le Corbusier para la grilla occi<strong>de</strong>ntal<strong>de</strong> Bogotá a finales <strong>de</strong> los años cincuenta—, terminóconvertido en un antro <strong>de</strong> 12 pisos. Mis vecinos, que por logeneral pue<strong>de</strong>n seguir en su viaje aún nadando en un colectivo<strong>de</strong> <strong>de</strong>sechos, se levantaron hoy <strong>de</strong>cididos a encontrar la rata ola paloma o el gato muerto que los tiene rebotando <strong>de</strong> este lado<strong>de</strong>l planeta.Todos putean con sus voces carrasposas y corren <strong>de</strong> lado alado arrastrando los colchones y los pocos muebles que puedatener un drogadicto profesional, mientras buscan la fuente <strong>de</strong>lolor a mortecina que viene inundándoles el edificio <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacedías.Yo, yo sólo masco mi chicle cada vez más rápido, rogandopor un envenenamiento.Afuera escucho el estruendo <strong>de</strong> las sirenas <strong>de</strong> la policía y <strong>de</strong>una ambulancia. Clavo los <strong>de</strong>dos <strong>de</strong> las manos en el colchóny hago lo que puedo por caer muerto. Hago lo posible por<strong>de</strong>saparecerme. Como el resto <strong>de</strong> la congregación. Hace unasemana todo el mundo empezó a esfumarse misteriosamente.Sólo me <strong>de</strong>jaron un costal con bienestarina <strong>de</strong> sobra y variascajas <strong>de</strong> leche impresas con las caras <strong>de</strong> los compañeros <strong>de</strong> laCongregación. La principal evi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> la <strong>de</strong>rrota en nuestro<strong>de</strong>scabellado proyecto sobre cómo <strong>de</strong>saparecer completamente.Durante la primera semana en este cuarto, Gladys me mantuvo<strong>de</strong> este lado a punta <strong>de</strong> Ativán. El Ativán es para niñas. LaClozapina, esa si que te revuelve los sesos, <strong>de</strong>cía G.Ansiolíticos, mañana, tar<strong>de</strong> y noche.De ahí en a<strong>de</strong>lante me dio un poco <strong>de</strong> harina y miel parahidratar y <strong>de</strong>sinfectar las ampollas, nada más. Me contó <strong>de</strong> losplanes que tenían para la muerte. De la legión que querían organizar.Me contó que también estaban atendiendo al resto <strong>de</strong>miembros heridos en otros tres refugios.También mencionó algo <strong>de</strong> una división <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la congregacióny <strong>de</strong> la purga que había empezado Omar Nelsonpara evitar que se <strong>de</strong>stapara la olla.COSECHA LITERARIA (Narrativa)4


El segundo jueves Gladys y Néstor trajeron a Rocío y dijeronque había tres cuerpos más que tendrían que escon<strong>de</strong>r.Y afortunadamente para mi nariz ese segundo cargamento <strong>de</strong>cadáveres nunca llegó. Por favor noten cómo a la hora <strong>de</strong> compartirhabitación con dos cadáveres me importa mi nariz y nomi puerca salud mental, que por cierto la perdí hace rato.Gladys nunca volvió y Néstor regresó hace una semana yme <strong>de</strong>jó el costal <strong>de</strong>l que he estado comiendo los últimos días.Y esa fue la última vez que vi a alguien.Okay, okay, no fue la última vez que vi a alguien, pero sí aalguien que quisiera ver, porque <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> eso ningún otromuerto viviente volvió a aparecerse por aquí aparte <strong>de</strong> OmarNelson con un changón y su cuentico <strong>de</strong> la purga. Vea sidoso,han pasado tres semanas y todavía no nos pillan, ¿pue<strong>de</strong> creerlo?Me dijo.Y yo no soy el <strong>de</strong>l Sida, el sero positivo es G.En fin...El problema <strong>de</strong> estar realmente solo es que si unose queda en silencio el tiempo suficiente, se le empiezan a salirfrases tan ridículamente existencialistas como:En el fondo creo que viví tan asustado <strong>de</strong> la vida que meresulta imposible tenerle miedo a la muerte.Basura trascen<strong>de</strong>ntal. Y ya que o mi mayor problema hablamos<strong>de</strong> problemas trascen<strong>de</strong>ntales, no puedo evitar pensaren la frase favorita <strong>de</strong> mi padre: Hijo, ten cuidado en distinguirlo urgente <strong>de</strong> lo importante. Pues hice mi tarea. Lo urgente eneste momento —o mi mayor problema—, es que me tengoque morir rápido.Lo importante —que generalmente coinci<strong>de</strong> con el problema<strong>de</strong> verdad—, es que si no me muero antes <strong>de</strong> que meencuentren, mi actual situación va a tener una gran difusión enlos medios <strong>de</strong> comunicación. Y entonces uste<strong>de</strong>s se enterarían<strong>de</strong> lo que yo sé.De todo el concepto <strong>de</strong> la resurrección y el Juicio Final. Ypor extraño que parezca, en esta filosofía no es lo mismo sercadáver que estar muerto.Confuso, ¿eh?Si les preguntan qué es esto, solo digan: Es una reacciónalérgica a la civilización humana. Miedo y asco en la era <strong>de</strong>la globalización, jugo <strong>de</strong> Naranja Mecánica, Latin—AmericanPsycho. Un relato sobre cómo <strong>de</strong>saparecer completamente yno morir en el intento. Con todo lo torpe y estúpido que pue<strong>de</strong>ser tratar <strong>de</strong> <strong>de</strong>saparecer completamente tratando <strong>de</strong> no moriren el intento. Pero tal vez nadie les va a preguntar y a uste<strong>de</strong>sno les interesa nada <strong>de</strong> esto, a uste<strong>de</strong>s les interesa quién soyyo.Mi nombre <strong>de</strong> nacimiento, el <strong>de</strong> verdad, el que acompañaa la foto en la caja <strong>de</strong> leche, es Nicolás Ruiz. Y no, no estoymuerto. Esa es solo una línea que me gusta repetir. Pero créanmeque <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberme suicidado dos veces me lo he ganado.Con honores.Me llamo Nicolás Ruiz, tengo veintiséis años y Caviativános jodió. Nos jodió a todos, nos <strong>de</strong>jó solos. No es un reproche,pero si hubiera estado aquí todo esto tendría que habersido diferente. Y pese a que el Ativán todavía me está pateandola cabeza, no sé dón<strong>de</strong> oí que algunos tipos <strong>de</strong> pólvora no sonvenenosos.*Mauricio Loza es omnívoro y tiene 29 años, ninguna señaparticular. Fue <strong>de</strong>bidamente impreso en los circuitos <strong>de</strong> supervivenciay territorialidad y está contracondicionándose en lamarcha. Traductor literario. Autor <strong>de</strong> la novela Caviativá (ArangoEditores). Prepara una novela ambientada en Japón.Innita para No. No.Para.Innita. ©La Movida L iterariaCOSECHA LITERARIA (Narrativa)5


Las Pecas <strong>de</strong> un balón son letras“Una noche él entró tranquilamente por la puerta, como sihubiera estado afuera sólo durante un día, y fue un amanteesposo hasta la muerte”.Fragmento <strong>de</strong> Wakefield (Nathaniel Howthorne)Por Andrés Mauricio Muñoz*Acabo <strong>de</strong> llegar <strong>de</strong>l frío <strong>de</strong> la calle. Creo que <strong>de</strong> algunaforma el aire se ha adherido a mi cuerpo y se obstina en lai<strong>de</strong>a <strong>de</strong> pasar la noche conmigo. Aún no he apagado la luzy eso me permite leer el texto <strong>de</strong>l diploma que cuelga en lapared: “Julián Andrés Bernal Zapata, Professional Bachelorin Electronics ICT, Universitiet Hasselt”. Pronto tendré unosimilar <strong>de</strong> la maestría en electromecánica. Vivo en Hasselt, capital<strong>de</strong> la provincia <strong>de</strong> Limburgo en Bélgica, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace casicinco años. Creo hablar a la perfección el holandés y chapuceoalgo <strong>de</strong> francés. Comparto la habitación con un compañero<strong>de</strong> Lieja pero paso casi todo el día con un uruguayo, nacido enMontevi<strong>de</strong>o; <strong>de</strong> hecho creo que es él quien me ha hecho sentirque uno <strong>de</strong> mis pies aún está en América. A mamá y papá nolos veo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace dos. Esta tar<strong>de</strong> hablé con mamá y fue esaconversación la que me arrojó a la calle a caminar y, finalmente,terminó por sentarme en la gra<strong>de</strong>ría <strong>de</strong>l campo <strong>de</strong> fútbol <strong>de</strong> launiversidad. Ha comenzado a llover. Debo levantarme <strong>de</strong>ntro<strong>de</strong> cinco horas y permanecer sentado en un avión por más <strong>de</strong>doce. Sin embargo escribo.Sólo a mi llegada me percaté <strong>de</strong> que el tiempo en casa nofue tan largo como parecía. No he podido precisar aún qué eraexactamente lo que me atraía <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> partir, a quién pertenecíaesa cara que me hacía muecas para que viniera. Mamáy papá se aman como yo jamás creo que amaré o seré amado.Ellos, en sí, son muy disímiles: papá es bajo, mamá un pocomás alta; él es realmente apasionado por el fútbol, ella por laliteratura; mamá baila salsa, merengue y vallenato, papá sólo dabrinquitos cuando está contento. Creo que nadie a simple vistavería lógica esa relación. No sé si el amor tenía antes un ingredienteahora escaso o escondido, o si papá y mamá siempresupieron dón<strong>de</strong> estaba.No sé por qué siempre fui en casa un poco retraído, seríamás sensato <strong>de</strong>cir mucho. Compartía con ellos pero a mi maneray, <strong>de</strong> alguna forma, ellos siempre me entendieron. Des<strong>de</strong>mi cuarto escuchaba sus conversaciones y sólo me dormíahasta que ya no escuchaba más sus voces. Mamá le hablaba<strong>de</strong> Cortázar, Borges y Ribeyro; papá le mencionaba a Cañón,Panzutto y Pandolfi contándole lo mucho que hacían falta <strong>de</strong>nuevo jugadores como esos; mamá le citaba un fragmento <strong>de</strong>La continuidad <strong>de</strong> los parques y papá repetía la alineación <strong>de</strong>l últimoclásico con Millonarios y le explicaba con <strong>de</strong>talle el porqué <strong>de</strong>l resultado, siempre había alguien que no se proyectó losuficiente o que no achicó propiamente los espacios; mamále hablaba <strong>de</strong> Un mundo para Julius y papá se reía buscando untécnico extranjero para Santa Fé. Mamá, <strong>de</strong> vez en cuando,tertuliaba con sus amigos en la sala encerrados en el dilema <strong>de</strong>la verda<strong>de</strong>ra influencia <strong>de</strong> los <strong>de</strong>cimonónicos norteamericanossobre los escritores <strong>de</strong>l Boom; mientras papá, atrás, en el patio<strong>de</strong> la casa, discutía con su amigo Álvaro, al calor <strong>de</strong> una cerveza,cuál <strong>de</strong> los equipos bogotanos había aprovechado más lacantera <strong>de</strong>l Olaya.En el colegio —Gimnasio Mo<strong>de</strong>rno, no podía ser otro elcolegio para un hijo <strong>de</strong> papá— varias veces pasé por niño culto,pero sólo yo sabía que <strong>de</strong> <strong>Carlos</strong> Fuentes, Julio Cortázar,Bryce Echenique o García Márquez y otros tantos, sólo conocíael nombre <strong>de</strong> sus obras, bien fuera porque lo oía <strong>de</strong> mamáo porque leía los lomos <strong>de</strong> los libros cuando entraba a la bibliotecabuscando alguna cosa. En cuanto a fútbol, me <strong>de</strong>cían miscompañeros, textualmente, que sabía como un berraco perono jugaba un culo. Papá fue el último en comprobar que nojugaba bien, que era torpe con la bola aunque rápido y <strong>de</strong> buenestado físico. “El niño sería bueno pero pa pitar” escuchabaque le <strong>de</strong>cía a veces a mamá mientras ella le <strong>de</strong>cía que ni localo permitiría.Sólo una vez acompañé a papá a un partido, fue en el campín:Santa Fé siete y Millonarios tres; lo recuerdo bien porquea<strong>de</strong>más fue tema <strong>de</strong> conversación por mucho tiempo. Papá sefue con su camisa roja, una gorra y una ban<strong>de</strong>ra que mamá, unCOSECHA LITERARIA (Narrativa)6


poco nerviosa, le pidió que no agitara. Yo, a pedido <strong>de</strong> papá,también iba <strong>de</strong> rojo pero sin cachucha. Mamá trataba <strong>de</strong> tomarla mano <strong>de</strong> papá pero él se la soltaba a cada rato y se la poníaen la cabeza; yo, mientras tanto, buscaba niñas lindas. Bastaronquince minutos para <strong>de</strong>sistir <strong>de</strong> mi tarea, entonces traté <strong>de</strong> mirarel juego y comencé a hacer preguntas que papá contestabainstintivamente y sin mucha atención. El primer gol casi es <strong>de</strong>Millonarios— esa narración se escuchó en casa varias veces—y papá dijo que había sido mi culpa. Después, ya callado yo,Santa Fé se convirtió en una maquinita <strong>de</strong> hacer goles — sonpalabras <strong>de</strong> papá— y terminó goleando. Papá enloqueció:abrazó a mamá, comenzó a dar saltitos y <strong>de</strong>spués me agarró<strong>de</strong> los cachetes y se puso a hablar con los <strong>de</strong> al lado mientrasno paraba <strong>de</strong> reír y elogiar al Tren Valencia. A la salida, papáolvidó las recomendaciones <strong>de</strong> mamá y comenzó a agitar suban<strong>de</strong>rita: se la quitaron y con esa misma le pegaron. Papá nodijo nada y se <strong>de</strong>jó llevar <strong>de</strong>l brazo <strong>de</strong> mamá. Ya, estando lejos,no sé si fue por eso mismo o porque algo en su espíritu <strong>de</strong>hombre arremetió <strong>de</strong> improviso, trató <strong>de</strong> soltarse <strong>de</strong> mamá ydijo que se <strong>de</strong>volvía, que él no se iba a <strong>de</strong>jar jo<strong>de</strong>r <strong>de</strong> nadie yque se iba a recuperar su ban<strong>de</strong>rita. Mamá no tuvo que hacermucha fuerza para retenerlo. Esa noche mamá no le habló <strong>de</strong>libros y yo lo escuché <strong>de</strong>s<strong>de</strong> mi cuarto narrarle a ella el partidouna y otra vez. Esa tar<strong>de</strong> la pasé bien. Pero no se repitió.Alguna vez escuché un cuento que leyó mamá, Wakefield; esla historia <strong>de</strong> un hombre que <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> marcharse muchos añospara una habitación al frente <strong>de</strong> su casa y ver así cómo transcurrela vida sin él, la vida <strong>de</strong> su esposa. La razón, no es clara.Al final vuelve. De alguna forma creo que yo me convertí en elWakefield <strong>de</strong> la casa y los abandoné sin una razón clara para vercómo transcurría la vida sin mí, pero, al final, terminé olvidandola tarea. El abandono, y esto me resulta obvio, no comenzócon mi venida a Bélgica; se dio mucho antes, tal vez la mismatar<strong>de</strong> <strong>de</strong>l partido en el campín cuando, en la noche, habiéndolapasado bien, no compartí con ellos la alegría. Varias vecespapá, durante muchos años, se sentaba a mi lado mientras yoveía televisión y, cuando creía encontrar un espacio a<strong>de</strong>cuadoque a mí se me antojaba inmenso, <strong>de</strong>cía: “y hoy perdimos,pero se luchó” o “hoy sí ganamos” e intentaba simular que seentretenía con los hilos <strong>de</strong> un cojín pero atento a mi respuesta;yo, por mi parte, sólo podía preguntar que cuánto habíanquedado y seguía mirando la pantalla, sin mucho interés. Esafue la constante.Papá y mamá fueron haciendo suyos los espacios que ibaliberando, sin olvidar que, atento, yo escuchaba pasar la vida sinmí <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la habitación.Mamá dijo que un aneurisma y la presión <strong>de</strong> la sangre en eltallo cerebral, acabó ayer con la vida <strong>de</strong> papá. Yo, que he vividoalejado todos estos años, aún no sé qué significará la vida sin él,sin un papá al otro lado <strong>de</strong>l mundo preguntando por mí y esperandomi regreso. Tampoco sé qué será <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> mamásin su contertuliano favorito como le <strong>de</strong>cía cariñosamente. Nopuedo <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> imaginar su cara inexpresiva <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> una caja.El golpe insistente <strong>de</strong> la lluvia no me <strong>de</strong>ja precisar una mejorimagen ni me permite imaginarlo dando saltos, narrándole amamá un gol o escuchando atento <strong>de</strong> ella un relato.Una gota obsesiva pue<strong>de</strong> abrir un hueco en la más consistente<strong>de</strong> las rocas, y así <strong>de</strong> obsesivas se presentan las tar<strong>de</strong>sque no pasé con él, las palabras no dichas. En algún lugar estarála clave <strong>de</strong> lo que yo no supe <strong>de</strong>scifrar, en algún lugar, alotro lado <strong>de</strong>l mundo, estará el baúl con el secreto para que lasletras y un balón hagan parte <strong>de</strong> un mismo dibujo. Quisieradominar cada una <strong>de</strong> las lenguas <strong>de</strong> la tierra y gritar en todasla palabra mierda. El reloj marca las 4:00 A.M., la luz aún estáprendida y eso me permite leer el texto <strong>de</strong>l diploma que cuelgaen la pared: “Julián Andrés Bernal Zapata”, el resto se muestraborroso ante mis ojos e incluso el Bernal ha empezado aper<strong>de</strong>r su consistencia. Es hora <strong>de</strong> salir. No quiero hacerlo. Noquiero que el Bernal <strong>de</strong>l texto se <strong>de</strong>svanezca por completo.Quizá ya no regrese. Quizá sí. Tal vez para entonces me sientetercamente en la gra<strong>de</strong>ría <strong>de</strong> un campo <strong>de</strong> fútbol universitario.Quizá regrese con un libro <strong>de</strong> Cortázar bajo el brazo.Salgo. Todavía llueve.*Andrés Mauricio Muñoz. (Popayán, 1974). Es Ingenieroen Electrónica y Telecomunicaciones <strong>de</strong> la Universidad <strong>de</strong>lCauca, especialista en Evaluación y Desarrollo <strong>de</strong> proyectos <strong>de</strong>la universidad <strong>de</strong>l Rosario. Actualmente se <strong>de</strong>sempeña comoconsultor <strong>de</strong> tecnología <strong>de</strong> una multinacional. En el campoliterario tiene una novela publicada: Te recordé ayer Raquel (SicEditorial, 2004) y un libro <strong>de</strong> cuentos inédito. En el 2006 obtuvoel primer puesto en el Concurso Nacional <strong>de</strong> Cuento <strong>de</strong>la revista Libros y Letras con el cuento titulado Una tar<strong>de</strong> enParís. En el 2007 obtuvo el primer lugar en el Premio LiterarioFundación Gilberto Alzate Avendaño con el cuento Pierna obstinada.La revista literaria italiana Buran seleccionó y tradujo sucuento Dolor <strong>de</strong> Patria al italiano para incluirlo en su antologíasobre socieda<strong>de</strong>s en conflicto.La Movida L iterariaCOSECHA LITERARIA (Narrativa)7


Hormigas en la cenaPor <strong>Carlos</strong> Fernán<strong>de</strong>z*Volví en la noche, con los pies <strong>de</strong>scalzos, oliendo mal y sinhaber comido nada. La vi sentada en una mecedora en medio<strong>de</strong> la sala. Mis piernas temblaron cuando ella me miró. Huboun gesto <strong>de</strong> lástima o compasión en sus ojos, pero enseguidasu actitud se tornó agresiva y la ira fue poblando lentamente lasfacciones <strong>de</strong> su cara.Retrocedí y me <strong>de</strong>tuve bajo el marco <strong>de</strong> la puerta <strong>de</strong> entrada,al tiempo que reconocía el brillo <strong>de</strong> la hebilla <strong>de</strong>l cinturónrojo que empuñaba.—No me pegue, por favor—dije.Mi madre se puso <strong>de</strong> pie. Era una mujer alta, medía 1.80por lo menos; era gruesa, trigueña, <strong>de</strong> cabello negro y en susojos había algo que me recordaba a los míos.—Mucho miedo y poca vergüenza— sentenció.—No me pegue—repetí.Mi madre avanzó hacia mí, entonces me quedé quieto yesperé.De uno <strong>de</strong> los cuartos laterales salió la abuela, atravesándosecomo una gran cortina, así, sin avisar, como un viento frío.—No le pegues—suplicó.—Este hijo <strong>de</strong> puta, mamá—dijo mi madre—, quién sabedón<strong>de</strong> estaba y haciendo qué. Me mato todo el día trabajandopara que este vergajo estudie, y ni va al colegio ni ayuda en lacasa. Ahí están el <strong>de</strong>sayuno y el almuerzo llenos <strong>de</strong> hormigas.La comida no la regalan—me miró—. Te dije que lavaras elbaño, ¿lo lavaste?, ¿barriste el patio?, ¿sacaste la basura? A ver.¡Contesta! ¡Contesta!—No—dije— no lo hice.—A ver, dime qué piensas. Tú crees que la vida es...Dimequé piensas, dime qué tienes en esa maldita cabeza.—No me pegue, no me pegue— <strong>de</strong>cía—, perdónememamá, no me pegue.—Por esta vez no le pegues—sugirió la abuela—Hazme el favor y entra— concluyó mi madre.Entré y vi cómo el cinturón se <strong>de</strong>slizaba entre sus manosy caía al piso, mientras ella se dirigía a la mecedora y, un pocoacurrucada, guardaba su rostro entre ambas manos: estaba llorando.Llegué hasta la cocina, tomé el plato <strong>de</strong> la cena y fui alpatio. Mientras tragaba rápidamente las cucharadas <strong>de</strong> arroz,espulgando las hormigas, oía los sollozos <strong>de</strong> mi madre:“¿Qué he hecho yo para merecer esto, Señor...? ¿Qué hehecho yo?”Estaba sentado en el patio, comiendo. Sentí un golpecitoen la espalda. Dejé el plato a un lado y giré la cabeza para mirar:era mi madre. Demasiado odio para un golpe tan frágil, pensé.Eso me dio risa. Me reí. Ella me volvió a pegar, hacía <strong>de</strong>masiadafuerza, me volví a reír.—¡Ah, te burlas!—exclamó.Su cara se iba poniendo roja, respiraba <strong>de</strong> prisa y arrugabael rostro, pero sus golpes seguían siendo suaves. Yo reía ycorría por todo el patio. Mi madre <strong>de</strong>trás, me alcanzaba con elcinturón <strong>de</strong> vez en cuando.De pronto se <strong>de</strong>tuvo.—¡Aja!, ahora sabrás <strong>de</strong> quién te vas a burlar.—No es burla, mamá—dije, mientras me reía.Estaba parada a unos cinco metros <strong>de</strong> mí, tomó una escobay una piedra <strong>de</strong>l suelo. Me tiró la piedra, pero no me dio. Noquiso darme. Levantó la escoba y corrió hacía mí. Fui corriendohacia un ángulo lejano <strong>de</strong>l patio, me quedé recostado sobrela paredilla, al fondo.—Entre más corras peor para ti, más duro te pego.Entonces, <strong>de</strong> repente, ya no tuve ganas <strong>de</strong> reír.—No me pegue mamá, no me pegue— volví a suplicar.Pero la súplica, en ese momento, no era lo mío. Miré la paredilla,trepé en ella y caí en el patio <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> atrás. Escuchéque mi madre <strong>de</strong>cía:“Peor para ti, más duro te pego...a la hora que vengas tepego”.COSECHA LITERARIA (Narrativa)8


Un perro flaco y pequeño, <strong>de</strong> orejas caídas, empezó a ladrarmuy cerca <strong>de</strong> mí. Guau, “¡Sicario!”, gritaban <strong>de</strong>s<strong>de</strong> a<strong>de</strong>ntro.Guau, guau, “¡Cállate Sicario!”. El perro seguía ladrándome sinmucho ánimo. Guau, “¡Que te calles Sicario!”Sicario se calló, bajó la cabeza y pasé sobre él. Caminé porel patio, entré por la puerta trasera a la casa. Los vecinos veíanlas noticias en la televisión. “Buenas noches” les dije, mientrasatravesaba la sala hacia la terraza, y luego a la calle, y <strong>de</strong> la callehasta la esquina, a la carretera.Caminé por allí, sin prisa, <strong>de</strong> regreso a mi calle. Me asomécon cuidado apoyado sobre una verja. Vi a mi madre con laescoba en la mano, ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> muchachos, en mitad <strong>de</strong> la calle.Escuché que <strong>de</strong>cían “Veinte pesos”, luego alguien gritó “Alláestá” y luego ella dijo “Vivo o muerto”. “Allá está” repetíanmientras corrían hacia mí. Esperé unos segundos y luego corrí.Atravesé la carretera, <strong>de</strong>spués crucé un puente sobre una pequeñacuneta que separaba dos carreteras. Atravesé la segundacarretera, corrí hacia un terreno baldío que estaba en frente,don<strong>de</strong> se había improvisado un estropeado campo <strong>de</strong> fútbol.El suelo estaba lleno <strong>de</strong> piedras y esquirlas <strong>de</strong> vidrio, el aire era<strong>de</strong>nso y oscuro, no había una luna cerca.Los vidrios y las piedras maltrataban las plantas <strong>de</strong> mis piesmientras corría, los otros ya me estaban alcanzando, tenían zapatosy tres comidas encima. Estaba a punto <strong>de</strong> finalizar elcampo cuando me agarraron, primero uno, luego los otrosseis.—Les doy cincuenta— le dije.—Cállate y camina— me respondieron.Caminé <strong>de</strong> regreso. Me traían agarrado <strong>de</strong> los brazos, <strong>de</strong>lcuello y <strong>de</strong> la camisa. Seguí caminando por el campo, pensandouna y otra vez cómo zafarme. Era inútil pero pensaba. Mientrasellos hablaban, haciendo planes <strong>de</strong> lo que comprarían consus veinte pesos, se me ocurrió una i<strong>de</strong>a: En los rincones <strong>de</strong>lcampo siempre habían parejas <strong>de</strong> novios que buscaban la oscuridadpara besarse, arrecostárselo e incluso llegar más allá.Hombres cansados y vencidos, hombres pobres que queríanamar a mujeres lindas distintas a las que tenían en casa. Vi unassiluetas borrosas moviéndose a lo lejos, entonces empecé a gritar:—¡Busquen cama, busquen cama, malparidos!Tres tipos respondieron a mis gritos “Cállate, maricón”, yamagaron con correr sobre nosotros. La partida <strong>de</strong> cobar<strong>de</strong>sque me agarraban corrieron. Pero no me soltaron, me llevabanarrastrando a un ritmo cruel para mis pies <strong>de</strong>scalzos. Cruzamosla carretera, luego el puente y la otra carretera. Entramosa la calle. Vi a mi madre agitando la escoba en las manos, esperándome.Detrás <strong>de</strong> ella la abuela se sostenía, con ambas manos,la cabeza. Varios vecinos estaban en la calle, en las terrazasy en las ventanas <strong>de</strong> sus casas para ver el espectáculo. Queríanbailar, todos querían bailar y yo era la canción <strong>de</strong> moda. Estababien, <strong>de</strong> alguna forma lo tenía merecido. Lo que realmente medolía, lo que me incomodaba, era pensar que aquellos muchachosque me traían agarrado eran mis únicos amigos.*<strong>Carlos</strong> Fernán<strong>de</strong>z. (Cartagena <strong>de</strong> Indias, 1979). Estudiólingüística y literatura y realizó una tesis sobre Roberto Bolaño.Durante cinco años hizo parte <strong>de</strong>l TEUC (Teatro Estudio <strong>de</strong>la Universidad <strong>de</strong> Cartagena), luego fundó el Grupo BostezoTeatro para el cual escribió, adaptó y dirigió varias obras. Hapublicado el libro <strong>de</strong> cuentos El siguiente, por favor, con el queobtuvo el Premio Distrital <strong>de</strong> Cartagena <strong>de</strong> Indias en el 2002.Artículos, cuentos y poemas suyos han sido publicados en diversosmedios virtuales e impresos <strong>de</strong> Colombia y <strong>de</strong>l exterior.Actualmente resi<strong>de</strong> en Bogotá, don<strong>de</strong> escribe su segunda novela.Bath girl. No.Para.Innita. ©La Movida L iterariaCOSECHA LITERARIA (Narrativa)9


Siempre te creíste la Virginia WoolfPorque, en lo que a mí respecta, siento <strong>de</strong> vez en cuandoque soy el personaje <strong>de</strong> alguien.Clarice LispectorPor <strong>Claudia</strong> <strong>Apablaza</strong>*Como todas las mujeres escritoras, siempre te creíste laVirginia Woolf, pensabas que habías sido tocada por ese donpreciado y que serías mejor que ella. Siempre yo te <strong>de</strong>cía: nuncavas a negarme que te crees eso. Tú siempre llorabas, <strong>de</strong> unaforma patética y vergonzosa. Antes <strong>de</strong> que te durmieras tambiénte lo repetía: siempre te creíste la Virginia Woolf. Siempre.¡Admítelo! Incluso cuando follábamos. Cuando cabalgabasobre ti, te gritaba: Virginia, Virginia criolla. Morirás así,creyéndote eso. No me lo niegues. Es la vida que elegiste, esla vida. Incluso cuando tú ya estabas durmiendo y yo en misinsomnios, seguía repitiéndotelo al oído: siempre, siempre tecreíste la Virginia Woolf. Admítelo. A veces <strong>de</strong>spertabas y mepegabas un manotazo y me <strong>de</strong>cías: cállate. Cállate imbécil y yome ponía a llorar.Un día escribiste un cuento bastante bueno, lo enviaste aun concurso y saliste finalista. Entonces yo te dije que podíaser que te parecieras a la Virginia Woolf, pero que no estabaseguro. Tú te enojaste y me dijiste que era un enfermo, queestabas aburrida, que nunca te habías creído la Virginia, queya te bastaba con soportarme dos años. Abriste el closet, sacastetoda tu ropa, comenzaste a hacer la maleta; pusiste unoslibros, ropa interior, una libreta <strong>de</strong> apuntes, unos discos, abristela puerta <strong>de</strong>l piso y te fuiste.Después <strong>de</strong> meses yo entendí que nunca <strong>de</strong>bí haberte dichotamaña tontera. Que <strong>de</strong>bí esperar a que fueses realmentela Virginia criolla y luego amarte así, como la Virginia criolla ylatina o la Virginia local. ¿Qué hacer?, me <strong>de</strong>cía. Qué imbécil.¿Qué hacer ahora que no tengo a mi propia Virginia en casapara que me lave los platos y me haga la comida? ¿Cómo soportarmi vida sin mi pequeña Virginia que me hacía Lasagnas<strong>de</strong> verdura exquisitas?Hace unos días conocí a otra escritorcilla. Me gusta. Esatractiva. Una <strong>de</strong> las primeras frases <strong>de</strong> la noche fue <strong>de</strong>cirmeque ella era escritora. Estuve en la cama con ella, le puse laVirginia 2 y la Virginia 1, que eras tú, estuvo toda la noche enmi cabeza. Te imaginé sobre mí, <strong>de</strong>snuda, y que gemías y chillabasy me <strong>de</strong>cías que nunca fuese a abandonarte. Y aparecíatu rostro iluminado y me prometías en esa imagen llegar a sertan buena como la Virginia, o mejor que ella, mucho mejor queella. En fin, es lo que me dicen todas las mujeres. Es raro. Nosé por qué todas las mujeres escritoras se creen esa mujer. Noentiendo a qué se <strong>de</strong>be este síndrome tan lamentable. Una adicciónpor caminar, llorar, estornudar como ella. Cada escritoraque se me acerca, que me habla, es la Virginia y aunque no melo digan yo sé que es así, que en sus meditaciones más íntimasse lo creen y disfrutan <strong>de</strong> eso. ¿Qué será? Tal vez una enfermedad<strong>de</strong>lirante que cogen las escritoras <strong>de</strong> todas las latitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong>lmundo, <strong>de</strong> todos los puntos cardinales. Yo perfectamente mepodría creer Fogwill, como todos los narradores; o Vila—Matas,o Carver, o Hemingway o Bellatin (últimamente, más bien:Murakami o Fresán). Y caminar, pensar, imitarlos, bailar comoellos. Pero no necesito caer en eso, no necesito estar jugando aeso, sufrir por eso, no necesito escribir una Historia abreviada <strong>de</strong>la literatura portátil 2, ni tampoco una Muchacha punk 2, menosrepetir en cada entrevista la <strong>de</strong>testable teoría <strong>de</strong>l Iceberg ni la<strong>de</strong>l knock out; ni tampoco pedirle a una trasnacional que mepublique, que me llame por teléfono todos los días para nosentirme tan solo, y luego viajar por el mundo en muchos aviones,en un pedazo <strong>de</strong> papel, y luego volver a Chile y <strong>de</strong>cir queyo soy mejor que Fogwill, que escribí la Muchacha punk 3 y queescribiré la Muchacha punk 4 y la cinco y la seis y la siete y serémuy famoso, que merezco respeto, seguridad, salir en las revistasnacionales, internacionales como la nueva figura <strong>de</strong> la literaturalatinoamericana, como el representante número uno <strong>de</strong>la nueva fauna y luego visitarte en los cementerios <strong>de</strong> noche ybuscarte y eyacular sobre tu tumba, como Phillip Roth cuandoeyaculaba sobre la tumba <strong>de</strong> su amada y luego encerrarme enmi casa y <strong>de</strong>scribir mi nuevo proceso creativo, y caminar comoCOSECHA LITERARIA (Narrativa)10


escritor, bailar como escritor, fumar como escritor, cagar comoescritor, llorar como escritor y eructar como escritor. Pero no.Creo que no. No lo necesito. Prefiero el oficio que tengo <strong>de</strong>limpia waters. Es interesante también este oficio. Se disfruta.Se sacan buenas conclusiones <strong>de</strong> la vida. Limpiar la mugre esuna labor espiritual. Uno es feliz limpiando la inmundicia ajena,créemelo. Se es muy feliz. Se crece como persona cuando unofriega con cloro aromatizado <strong>de</strong> jazmín, con lejía pakistaní, conplumeros árabes y una escoba china recién estrenada.Hace dos semanas abrí el periódico, fui a las páginas <strong>de</strong>Fútbol y luego a las <strong>de</strong> Cultura. Salía una entrevista a páginacompleta <strong>de</strong>l libro que acabas <strong>de</strong> publicar. (Lindo libro, te felicito).Como titular el editor puso: Marieta Galarze, la joven escritoraque odia a Virginia Woolf. Marqué el número <strong>de</strong> tu casay Roberto, tu nueva pareja, ¿tienes pareja? ¿es escritor, cierto?Seguro. ¿Por qué no me llamaste para <strong>de</strong>círmelo, para advertírmelo,para <strong>de</strong>cirme que sales con un escritor? Eres cruel.Eres muy cruel con tu pobre limpiawateres. Él me dijo queno estabas. Le dije que te dijera que bueno, que en fin, que loaceptaba, que si querías regresar a casa, podías hacerlo, que teaceptaba tal como eras. Que te dijera que prometía llamarteVirginia <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el minuto que pisaras nuestro antiguo hogar.Que te lo dijera, por favor, que ya lo medité y acepto sin problemastu condición <strong>de</strong> neo—Virginia. Me dijo que no volvieraa llamarte, que uste<strong>de</strong>s eran una pareja feliz, y si acaso yo eraese loco <strong>de</strong> remate que me creía Fogwill un día y Carver aldía siguiente. Ese loco que se disfraza <strong>de</strong> Breat Easton Ellispara salir a la calle y que aparece en las fotos maquillado comoChuck Palahniuk o como Thomas Pynchon. ¿Qué le estuvistecontando <strong>de</strong> mí? Eres bastante buena para inventar cosas, eresuna mentirosa, una loca. Sabes que a mí nunca me ha gustadola Literatura, para nada. Lo sabes muy bien. Yo sólo soy adictoa la mugre, Virginia mía, no inventes cosas <strong>de</strong> mí, por favor,sabes que yo amo fregar los suelos y eso me ha ayudado a seruna persona realizada, realizada en la mugre ajena.En fin, le corté <strong>de</strong> inmediato a tu nueva adquisición literariay no te volví a llamar hasta hace tres días. Marqué tu número ypor fin me contestaste. Me dijiste que lo sentías, que no podíashablar ahora, que <strong>de</strong>bías ir a tu trabajo, que estabas sola en laoficina, que tu jefa estaba <strong>de</strong> viaje <strong>de</strong> negocios y que no volvieraa llamarte más.Y bueno, lo que suce<strong>de</strong>rá <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> esa llamada es unahistoria aburrida. Una historia <strong>de</strong> la limpieza extrema, <strong>de</strong> lahigiene completa y pulcra. Primero obligarte a <strong>de</strong>cirme que <strong>de</strong>verdad aún te crees esa mujer, obligarte a reconocerlo. Luegoun montón <strong>de</strong> sangre, virginias <strong>de</strong> mi libreta telefónica muertas;una tras otra; wateres, eyaculaciones en tumbas y diversasprofanaciones sin sentido. Luego limpiar la sangre <strong>de</strong> mi pobreex—Virginia sudaca con cloro, lejía y friega pisos. Imitar unaescena completa <strong>de</strong> American Psycho, sólo para rendirte los honoresliterarios necesarios. También preocuparme <strong>de</strong> limpiar lagrasa <strong>de</strong> mi Virginia 2 y <strong>de</strong> una tercera que conocí anoche enun bar <strong>de</strong> Montjuic.Como ves, no soy más que un pobre adicto al aseo. Meencantaría exten<strong>de</strong>rme en esta historia <strong>de</strong> la excelente pulcritu<strong>de</strong>n el limpiar, es una historia muy bella, pero no tengo muyclaro a quién le importa cómo se amplía mi hermosa colección<strong>de</strong> neo—virginias muertas y bien lavadas.*<strong>Claudia</strong> <strong>Apablaza</strong>. (Chile, Octubre <strong>de</strong> 1978). EstudióPsicología y Literatura en la Universidad <strong>de</strong> Chile y EscrituraCreativa en la Universidad Autónoma <strong>de</strong> Barcelona y en elAteneo Barcelonés. Ha publicado el libro <strong>de</strong> relatos Autoformato(Lom ediciones, 2006, www.lom.cl). Ha obtenido el Primerlugar en el Concurso <strong>de</strong> <strong>Cuentos</strong> <strong>de</strong> la Revista Paula 2005, primerlugar en el Concurso Filando cuentos <strong>de</strong> mujer (Asturias,España, 2004), entre otros. Ha publicado en las antologías Pozo(Lanzallamas, Chile, 2006) , Mi nombre en el Google y otros cuentos(Alfaguara, Chile, 2005), Lenguas: dieciocho jóvenes cuentistas chilenos(J.C. Sáez Editor, Chile, 2005), Que el libro sea la llave (Asterión,Chile, 2004), en revistas y sitios web. Resi<strong>de</strong> en Barcelona ycolabora en literaturas.com.El asesinato <strong>de</strong> Innita según Goya. No.Para.Innita. ©La Movida L iterariaCOSECHA LITERARIA (Narrativa)11


the way outBy Paul Ames*crawling up—down down—up worms caterpillars headsenlarged stairs leading nowhere but up or down no exit theway out is the way back in to more stairs infinite stairs infinityof stairs like the infinite succession of neverending days andnights leading nowhere except to more of the same samenessof days and nights with no light at the end of the tunnel dayslike caterpillars or worms that inch their way grotesquely upor down those crooked stairs crooked like frustrated dreamsor hopes or rather no—hopes now that they go nowhere exceptup or down the unending succession of wormy days andcaterpillar nights….she had often won<strong>de</strong>red why the strangelanguid individual just kept staring at that <strong>de</strong>pressing picture ofneverending ugly boredom and <strong>de</strong>spair but now she un<strong>de</strong>rstoodbecause it was the same for her since the long—gone nightwhen she had been left alone all alone with her fear of wallsthat closed in on her with no way out concave walls that seemedto wrap her in more of the gray sadness a slimy sadnessof worms that crawled all over her skin…now i un<strong>de</strong>rstandhis strange fascination with that awful picture of nothingnessexcept worminess and endless sameness but how to get outwhich stairway leads out out of the caterpillar world of absolutelonesomeness perhaps if i study the picture carefully i canfind the way out maybe that’s what that person is doing dayafter endless day otherwise there could be no reason for himto just stare at the picture but it must be difficult because he’sstill there and he can’t see the way out i can’t see the way outnobody can see the way out and then it must be terrible to haveto walk through all the worminess what if she stepped on theugly heads and they crunched and interrupted the black silencewith a sound that was worse than all the silences together whatif it was true that all exits just led right back in to the concavewalls and the infinite stairs so perhaps it’s better not to try andjust keep staring at the picture and then again maybe it wouldbe better to think of something else but she had tried that overand over with no success because when i’m alone i can’t thinkof anything else except the caterpillar world but i know thereare other things except i can’t see them any more i can’t evenimagine them any more so she thought she would ask the manwho stared at the picture if he knew a way out if he had anysolution or at least ask him why he kept looking at the picturebut i don’t dare or maybe i do because i need to talk to someoneso i’ll just walk up to him and ask him about the way out ofthe labyrinth of stairs and worms and when she finally had thecourage she walked up to him but he was staring at the picturei guess i’ll tap his shoul<strong>de</strong>r to see if he answers and so she didand then slowly he turned slowly and with a crunching soundand then all of a sud<strong>de</strong>n she was facing a gigantic caterpillarface with hollow eyes in which she could see more and moreendless wormy stairs*Paul Ames. (Roma, Italia, 1988). Ganador <strong>de</strong>l Concurso<strong>de</strong> Cuento Categoria Colegio. Escuela Colombiana <strong>de</strong> Ingenieros.Uly Zilock ©)COSECHA LITERARIA (Narrativa)12


Valentina y Los BeatlesA Valentina Cardona y Julián Prado, compañeros <strong>de</strong> viaje.Por Ricardo Abdahllah*Desintegration twilight. No.Para.Innita. ©Parte ILa recepcionista <strong>de</strong>l pequeño hotel <strong>de</strong> carretera era una joveninnegablemente hispana. Nos vio entrar y siguió hablandopor teléfono. Ni Valentina ni yo quisimos interrumpirla. Ella sepuso a mirar los mapas <strong>de</strong> carreteras pegados en la pared y yoserví un café. Estaba frío pero lo necesitaba. Cuando Valentina,tras leer una y otra vez nombres y nombres <strong>de</strong> pueblos y comentarque algunos le parecían graciosos, se recostó aburridacontra la puerta, <strong>de</strong>cidí llamar la atención <strong>de</strong> la empleada. Carraspeésuavemente para no ser <strong>de</strong>scortés. Ella <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> hablarun instante y me miró a los ojos. “Ahora te llamo <strong>de</strong> pa’ atrás”dijo a su interlocutora en perfecto spanglish, y luego preguntó“qué <strong>de</strong>sean”. Era obvio pero traté <strong>de</strong> no hacer énfasis en queera obvio “Queremos una habitación” “Cuarenta dólares. ¿Primerpiso o segundo?”. Como al parecer no había diferencia enel precio elegí primero y miré a Valentina, que había encendidoun cigarrillo, pidiéndole aprobación. No le importaba, estabaen su estado típico <strong>de</strong> los últimos días, pensando en su amantepolaco, mirando la autopista, esperando que apareciera. “Primero”confirmé y la joven alcanzó una llave con un llavero gigantesco<strong>de</strong> aluminio. “¿Cuántos días?’” “No sé,” dije “quizástres o cuatro”.La Movida L iterariaCOSECHA LITERARIA (Narrativa)13


Valentina me interrumpió “Dile que no sabemos, que pue<strong>de</strong>nser más”. “Cuarenta y cinco dólares por cada noche” dijola empleada y no se molestó en pedir un <strong>de</strong>pósito.El cuarto quedaba en la parte <strong>de</strong> atrás <strong>de</strong>l hotel, por lo quetenía vista hacia la carretera por la que habíamos venido. Erai<strong>de</strong>al para Valentina. Estacioné el viejo Subaru frente a la puerta<strong>de</strong> la habitación y le dije a Valentina que iría a buscar algo<strong>de</strong> comer, que si quería podría traer algunas cervezas. Dijo queno, que para mí trajera lo que quisiera pero que ella no beberíahasta que Jakub apareciera buscándola.A mí me daba lo mismo, yo sabía que Jakub no iba a seguirla,que su fuga fingida conmigo, que le había anunciado alpolaco en una carta, le importaba muy poco. Un muchachomexicano en bicicleta me guió hasta una tienda cercana don<strong>de</strong>atendía un árabe. Compré pan y pasabocas. Cuando regresé,Valentina se había quedado dormida en las escaleras. La levantécon cuidado y la llevé hasta la cama. Le <strong>de</strong>samarré los zapatosy me quité la camisa; los dos dormimos profundamente ysólo hasta que el aire <strong>de</strong> la madrugada se hizo <strong>de</strong>masiado frío<strong>de</strong>cidí levantarme y cerrar la puerta.Por supuesto, las cosas hubieran podido ser <strong>de</strong> otra manera.Yo podría haberme enamorado <strong>de</strong> Valentina y huir con ella.Es más, ni siquiera huir, le habría dicho a Jakub que la <strong>de</strong>jara enpaz y habríamos renunciado a su bar. De seguro a Valentina,la mejor voz femenina <strong>de</strong> todo San Francisco cuando se trataba<strong>de</strong> cantar canciones <strong>de</strong> Beatles, le habrían dado trabajo encualquier café <strong>de</strong> Columbus Street. Pero no hice nada, cuandocomenzaba a enamorarme <strong>de</strong> Valentina conocí a una autostopista<strong>de</strong> Portland y me enredé con ella hasta que me abandonó.Cuando hace dos meses Valentina me dijo que el plan perfectopara reconquistar a Jakub era preten<strong>de</strong>r que se fugaba conmigoy <strong>de</strong>jar abandonado como por casualidad un mapa <strong>de</strong> nuestraruta, no le dije que el plan era verticalmente estúpido y a él nole importaría un comino. Al contrario, acepté. Des<strong>de</strong> entoncesparábamos en cada pueblo a esperar que apareciera el Ford55 <strong>de</strong> Jakub. Así habíamos llegado hasta Merced y yo tenía lacerteza <strong>de</strong> que seguiríamos a Fresno y a San Diego y así hastaque los States se acabaran por el Sur y Valentina admitiera su<strong>de</strong>rrota.A la mañana siguiente Valentina estaba <strong>de</strong>sayunando en lasescaleras exteriores que llevaban al segundo piso, había compradocafé y cheeseburguers en un McDonald’s que yo no habíavisto el día anterior y quedaba cruzando la autopista. Mehabía llevado una hamburguesa <strong>de</strong> pollo. Me senté a su lado ycomí sin <strong>de</strong>cirle nada, sólo mirándola mirar la carretera. Habíapasado antes y sabía que sería inútil tratar <strong>de</strong> disuadirla, así quefui a la piscina, nadé un rato en el agua estancada y luego salí acaminar por las calles <strong>de</strong> Merced, un pueblo <strong>de</strong> carretera don<strong>de</strong>no había absolutamente nada para hacer excepto, quizás, quejarsepor el calor. De arriba a abajo cruzaban niños mexicanostratando <strong>de</strong> ven<strong>de</strong>rle a los turistas mapas <strong>de</strong> Yosemite Valley,que en todo caso quedaba lejos, pero los turistas, casi todospensionados viajando en casas rodantes, les regalaban billetessin pedir nada.Me senté por horas frente a la carrilera sin que pasara ningúntren, no quería regresar y ver a Valentina sentada mirandola autopista. Al final <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> ella continuaba ahí, con lasrodillas contra el pecho. Estuve a punto <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirle “No va volver”pero dije “Canta”. Ella no salió <strong>de</strong> su silencio. Le insistí,le dije que cantara alguna canción <strong>de</strong> Beatles como hacía en elbar pero ella dijo que no, que todas las canciones <strong>de</strong> Beatlesestaban en los discos que Jakub le había regalado, que ella lehabía prometido que nunca iba a cantar para nadie más. “Esabsurdo” pensé “todas las noches cantaba para todo el público<strong>de</strong>l bar y todo el mundo hace promesas tontas sin esperar cumplirlas”pero lo que dije fue que iría a buscar comida.Intenté encontrar un restaurante chino pero terminé <strong>de</strong>nuevo en la tienda <strong>de</strong>l árabe. Le llevé sandwichs a Valentinay me agra<strong>de</strong>ció, pero comió <strong>de</strong>spacio y sin ganas. A la habitación<strong>de</strong>l lado habían llegado cuatro backpackers, la empleadadijo que se veían muchos backpackers al final <strong>de</strong>l verano, sobretodo europeos <strong>de</strong>l este que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> trabajar en los resorts<strong>de</strong> las montañas, recorrían California por tierra antes <strong>de</strong> regresara casa. Hicieron mucho ruido y uno <strong>de</strong> ellos me preguntódón<strong>de</strong> podía comprar vino. Lo llevé hasta la tienda. De regresoquiso saber quién era la mujer que me acompañaba y le dije quese llamaba Valentina y tenía una voz celestial pero nunca volveríaa cantar. Me preguntó si estaba enferma y estuve a punto <strong>de</strong>contestarle que estaba enferma <strong>de</strong> amor pero me pareció unafrase que sonaba tonta en cualquier idioma y lo que le dije fueque no, que estaba <strong>de</strong>primida por un hijo <strong>de</strong> puta.Eso no era cierto, Jakub era un excelente tipo, simplementese había aburrido <strong>de</strong> ella como en general la gente se aburre <strong>de</strong>la gente y eso no convertía al polaco en un hijo <strong>de</strong> puta. Valentinase había aburrido <strong>de</strong> muchas personas antes y algún día seaburriría <strong>de</strong> mí y <strong>de</strong> Jakub y <strong>de</strong> todo.Conocí el pueblo en dos o tres días, pero Valentina no semovió <strong>de</strong>l hotel. Yo regresaba por las tar<strong>de</strong>s y la encontrabasiempre sentada en la escalera, sosteniendo su cabeza con lasmanos, mirando la autopista interminable. Me quedaba conCOSECHA LITERARIA (Narrativa)14


ella un rato y luego salía a buscar cualquier cosa <strong>de</strong> comer. Notenía nada qué <strong>de</strong>cirle, o no era capaz. O no fui capaz hasta eldía en que la encontré llorando más que nunca. Había regresadotemprano porque las nubes anunciaban lluvia. Ella estabatendida boca abajo en la cama. En el televisor, creo que ellapor primera vez lo había encendido, pasaban noticias. Yo nome sentía bien <strong>de</strong>l todo bien, lo reconozco, había compradouna botella <strong>de</strong> Jack Daniel’s en la tienda <strong>de</strong>l árabe y la habíabebido a gran<strong>de</strong>s tragos, pero usualmente el “Jackie from Tennessee”me ponía <strong>de</strong> buen humor. Incluso compré un 24 pack<strong>de</strong> Budweiser para intentar beberlo con Valentina. Si Valentinahubiera estado feliz como era antes, hubiéramos bebido cervezay en la madrugada le habría propuesto que nos casáramos.Si hubiera encontrado a Valentina pensando en los Beatles enlugar <strong>de</strong> su polaco, le habría prometido tres cuartos <strong>de</strong> lo queme quedaba <strong>de</strong> vida.Pero lo que hice fue tomarla por el cabello y sin escucharsus gritos hacer que me mirara. Por mi cabeza pasaban razones<strong>de</strong> sangre hirviente. Más aún, inventé cosas sobre Jakub y lleguéa gritarle que tenía por costumbre seducir a las empleadas<strong>de</strong>l bar y diez mil otras mentiras que en el instante juré comociertas. Se lo dije todo, mientras la abofeteaba una y otra vez yluego la arrojé contra el suelo y me recosté exhausto contra unrincón. Encendí un cigarrillo mientras Valentina siguió llorandosin hablar. Entonces le dije lo que había pensado.“Valentina, si hoy no hubieras llorado por él…”Una imagen en el televisor me cortó la frase. George Harrisonhabía muerto en un hospital <strong>de</strong> Los Angeles. Comprendí.Estaba claro, Valentina tenía un nuevo motivo para llorar y esemotivo no la obligaba a mirar la autopista. Supe que <strong>de</strong>jaríamos<strong>de</strong> esperar a Jakub y cambiaríamos nuestra ruta para quenunca nos encontrara. Y nunca nos encontraría. Valentina memiró <strong>de</strong>s<strong>de</strong> atrás <strong>de</strong> sus ojos manchados <strong>de</strong> lágrimas rogandouna disculpa, pero como no todos los días muere un Beatle loque hice fue inclinar mi cabeza y llorar sin enten<strong>de</strong>r muy bienpor qué.Desperté en la madrugada y a duras penas pu<strong>de</strong> sostenermeen pie para quitarme la ropa y llegar a la cama. Valentinaestaba afuera, cantaba a toda voz y cada cierto tiempo arrojabalas latas <strong>de</strong> cerveza vacías contra el pavimento. Cuando escuchómis movimientos preguntó si estaba <strong>de</strong>spierto. “Creo” contesté.“Descansa. Mañana a primera hora nos vamos a cualquierlugar don<strong>de</strong> Jakub no nos encuentre. Hay miles <strong>de</strong> lugares así.”Pensé <strong>de</strong>cirle que ya lo sabía pero no le dije nada. Creo que ellasiguió cantando toda la noche y me hubiera gustado escucharlatoda la noche cantándole Let It Be al <strong>de</strong>sierto <strong>de</strong>l Sur y a lasmontañas <strong>de</strong>l Norte, pero volví a quedarme dormido.Parte IIUna vez tuve una chica, ¿o <strong>de</strong>bería <strong>de</strong>cir que fue ella quienuna vez me tuvo? En ese entonces acababa <strong>de</strong> montar un baren un pequeño local alquilado en Haight Ashbury, no muy lejos<strong>de</strong>l <strong>de</strong>rruido edificio <strong>de</strong> apartamentos don<strong>de</strong> había vividoCharles Manson y <strong>de</strong>l 122 <strong>de</strong> Lyon Street <strong>de</strong> Janis, y aunque lascosas no <strong>de</strong>spegaban, estaba optimista y audicionaba saxofonistasy cantantes negras <strong>de</strong> soul que no cobraran <strong>de</strong>masiado.Mientras tanto el show central lo hacía un viejo jubilado irlandésal que pagaba con comida y botellas <strong>de</strong> vodka que me llegaban<strong>de</strong> Warsaw. Fue entonces cuando tuve una discusión conla mujer con quien salía, Michelle Lumière, una argelina reciénllegada <strong>de</strong> París que reunía dinero en Frisco para emigrar a Hollywood.La <strong>de</strong>jé hablando sola, fui al bar, saqué dos botellas<strong>de</strong> vodka y las bebí mientras caminaba por la calle, subiendo ybajando colinas, hasta Ocean Beach. Me senté en la arena y dibuena cuenta <strong>de</strong> lo que quedaba en un solo trago. Unas pocaspersonas jugaban con sus mascotas en la arena y los dos o tresmás arriesgados se lanzaban al mar a pesar <strong>de</strong> que octubre yaestaba bien entrado y el viento helado hacía pensar más en fogatasque en <strong>de</strong>portes <strong>de</strong> playa. Al llegar el atar<strong>de</strong>cer ciertamenteestaba triste y pensé que por tristezas similares mucha gentese había lanzado <strong>de</strong> los acantilados cercanos ¿Lo haría yo?Tal vez otro día, por el momento estaba hambriento y caminédos cuadras hasta el Safeway en busca <strong>de</strong> un buen mediopollo asado. El supermercado estaba lleno y mucha gente dabavueltas sin comprar nada, tan solo para evitar el frío <strong>de</strong> la calle.“Kurwa!” pensé, “no voy a conseguir pollo” y tomé rumbodirecto a la sección <strong>de</strong> comida. Ciertamente no había pollo,pero una joven <strong>de</strong> trenzas y pañoleta roja al cuello hacía lo quepodía para meter algunos pollos al horno. Después <strong>de</strong> hacerlo,Valentina, ese era el nombre escrito en la placa blanca que teníaprendida al <strong>de</strong>lantal, se reclinó sobre el mostrador para acercarsey preguntarme qué quería. Le dije que un roasted chickeny ella pareció disgustarse, luego se me ocurrió que había sidopor el aliento a vodka. Me dijo que el pollo tardaría 45 minutosy le dije que esperaría. Mientras lo hice recorrí una y otravez todos los pasillos <strong>de</strong>l supermercado regresando <strong>de</strong> vez encuando para cruzar un par <strong>de</strong> palabras con ella. Cuarenta y cincominutos exactos, creo que el horno tenía algún cronómetro.Regresé y ella no estaba, un nuevo empleado empacó el pollo,y me preguntó si lo quería con biscuits o potato wedges. Ledije que no importaba, que dón<strong>de</strong> estaba la chica que me habíaLa Movida L iterariaCOSECHA LITERARIA (Narrativa)15


atendido. Valentina acababa <strong>de</strong> salir.La encontré a dos cuadras <strong>de</strong>l supermercado, llevaba unabrigo grueso, guantes y bufanda. Le dije que medio pollo asadoera <strong>de</strong>masiado para una persona y la invité a comer. Entoncesregresamos a la playa; el cielo se había <strong>de</strong>spejado, loque ciertamente tiene características <strong>de</strong> milagro en los octubres<strong>de</strong> San Francisco, pero aún hacía mucho frío. Después <strong>de</strong> comer,tomamos el mismo autobús hasta Market Street y nosseparamos. Yo fui al bar. Phil, el irlandés, estaba sentado enla barra con el cantinero, no había un solo cliente y cerramostemprano.Visité el Safeway <strong>de</strong> Ocean Beach un par <strong>de</strong> veces concualquier excusa, generalmente increíble, como que repentinamentehabía querido ir a comer buffalo wings junto al molinoholandés o algo así, sólo para ver a Valentina. Le di la dirección<strong>de</strong>l bar por si acaso quería visitarme. Michelle se había ido a LosAngeles sin avisarme y me mandó una postal diciéndome quevivía en un cuarto compartido y en las noches la ciudad, comoSan Francisco, se cubría <strong>de</strong> niebla. No tenía dirección y penséque nunca más sabría <strong>de</strong> ella. Tal vez luego se iría a buscar a lahermana perdida que tenía dando vueltas por Suramérica (¿Ysi en Suramérica encontraba a mi abuelo que fue allí don<strong>de</strong> lovieron la última vez?) La partida <strong>de</strong> Michelle me agravó el pesimismoy como el bar no <strong>de</strong>spegaba retomé a medio tiempomi antiguo empleo en un hotel cerca <strong>de</strong> Union Square. En otraépoca había sido un hotel elegante pero ahora, a pesar <strong>de</strong> quetodas las habitaciones tenían bañera y buena vista <strong>de</strong>l centro<strong>de</strong> la ciudad, su clientela estaba compuesta por turistas en viaje<strong>de</strong> bajo presupuesto que preferían, a pesar <strong>de</strong> todo, un cuartoprivado a los hostales <strong>de</strong> la YMCA. Trabajaba como supervisor<strong>de</strong>l turno <strong>de</strong> 2 a 11. Cuando salía <strong>de</strong>l hotel pasaba por el bar yahora vivía ahí para reducir aún más los gastos.Recuerdo que era jueves, había trabajado como un perro y<strong>de</strong>seaba <strong>de</strong> corazón que no hubiera clientes para cerrar y dormircomo un tronco. Al llegar al bar escuché una voz femeninaacompañada por la guitarra <strong>de</strong>l irlandés y entré lleno <strong>de</strong> curiosidad.¿Cómo podría bailar con otra <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> verla paradaahí? Valentina estaba en el escenario cantando una <strong>de</strong> las canciones<strong>de</strong> la época rocanrolera <strong>de</strong> Beatles y el público, que noera numeroso por cierto, <strong>de</strong>liraba con su voz. Cuando terminóla canción y bajó <strong>de</strong>l escenario la invité a bailar “Debe ser rockand roll para que bailes conmigo” dijo y le pedí al barman quepusiera alguno <strong>de</strong> los acetatos viejos <strong>de</strong> Elvis. “Mejor Beatles”,dijo ella. Entonces bailamos hasta que el último cliente, casitodos eran oficinistas que <strong>de</strong>bían trabajar al día siguiente, se fue<strong>de</strong>l bar. Le propuse que cantara en el bar, que la paga no seríamuy alta pero al menos mayor que la <strong>de</strong> Safeway. Dijo que eldinero no le importaba mucho y comenzó la noche siguiente.No nos tomó mucho tiempo armar la banda, Phil siguióen la guitarra y como baterista conseguimos a Jo Jo, que había<strong>de</strong>jado su hogar en Tucson para buscar algo <strong>de</strong> hierba californinana.El bajo sería para Johnny B., un veterano músico callejeroque había perdido la mitad <strong>de</strong> sus dientes en peleas porcerveza, y en la segunda guitarra estaría un amigo <strong>de</strong> Valentinaque había escuchado música <strong>de</strong> Beatles toda la vida y se hacíallamar Lennon. “Mis papás me concibieron escuchando Sgt.Pepper’s”, dijo una vez. La primera noche que tuvimos llenototal invité a la banda y al cantinero a quedarse para celebrary beber buen vodka, es <strong>de</strong>cir, vodka polaco. Valentina nuncalo había probado y <strong>de</strong>cidió tomar un trago largo sin respirar.Cuando terminó cayó al suelo. Dijo que había sentido cadagota cayendo en su estomago hasta que todo colapsó. Nos parecióun buen augurio.El negocio mejoró en cuestión <strong>de</strong> semanas. Los oficinistasgrises <strong>de</strong> los primeros días fueron multiplicándose y cediendoespacio a jóvenes estudiantes y turistas. Pudimos subir losprecios y cobrar la entrada y compré un Ford 55 que utilizábamoslos lunes y martes, los días que Valentina no cantaba,para escapar hasta Lake Tahoe. Lennon compró un Subaruvinotinto con el parabrisas roto y Beatles se convirtió en mibanda favorita. Siempre había sido la banda favorita <strong>de</strong> Valentinay compré para ella toda la colección en LPs. Cambiamostoda la <strong>de</strong>coración <strong>de</strong>l bar y el dinero alcanzó para poner dosposters originales que compré en un almacén <strong>de</strong> coleccionistascerca <strong>de</strong> Telegraph Hill. El público, con razón, amaba a Valentina.Había que verla sobre el escenario cantando canciones <strong>de</strong>todos los álbumes. Había que verla tomar el micrófono y <strong>de</strong>cir“Bueno levántense todos para bailar una canción que era unéxito antes <strong>de</strong> que sus mamás nacieran” y a todos cantando.Felices. También yo la adoraba. Era imposible no hacerlo. Leprometí que iríamos a New York en invierno y la llevaría aStrawberry Fields para que viera el mosaico que está en el lugardon<strong>de</strong> mataron a John Lennon.¿Hay alguien que quiera escuchar la historia? Cuando vuelvaa ver a Valentina, estoy seguro que será pronto, diré en mi<strong>de</strong>fensa que nunca quise herirla y que no supe por qué las cosaspasaron así. Primero comenzó a molestarme su amigo Lennon.No sé por qué, él era un buen tipo y a pesar <strong>de</strong> que habíatenido algo parecido a un romance con Valentina, eso era pasadoy ahora tenía un affaire con una casi niña que viajaba enCOSECHA LITERARIA (Narrativa)16


autostop <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Portland y había conocido cuando ella pedíamonedas a la entrada <strong>de</strong>l McDonald’s <strong>de</strong> Market and Hy<strong>de</strong>. Dehabitud, Britney, la hitchhiker, no se la llevaba con Valentinapero un par <strong>de</strong> veces cantaron juntas. No, Lennon no era mirival, pero sospechaba y llegué a sentir celos <strong>de</strong> cualquiera quese le acercara, empezando por los admiradores al final <strong>de</strong> cadaconcierto. Un día vi que Lennon tenía una pañoleta <strong>de</strong> coloresque yo le había regalado a Valentina y él me dijo que la habíaencontrado botada en el bar y no sabía que era <strong>de</strong> ella. Discutimosun par <strong>de</strong> veces y por todo argumento a mi favor, dijeque no era mi culpa si yo había nacido con una mente celosa.Las cosas habían cambiado, ya no hacíamos el amor todo el díacomo antes, aunque siempre me alegraba escucharla cantar atoda hora como una niña enloquecida antes <strong>de</strong> tiempo.Luego regresó Michelle, mi bella Michelle, dijo que le habíanofrecido algo bueno en Hollywood pero prefería regresara mi lado. No le creí, su <strong>de</strong>lga<strong>de</strong>z y sus ojeras daban testimonio<strong>de</strong> que había lidiado con el hambre, pero me hizo gracia queregresara. Los celos con Valentina <strong>de</strong>saparecieron y ya no meimportó más que saliera con quien quisiera. La quería, ciertamenteuna mujer que canta nunca se olvida, pero Michelleestaba atada por siempre a mi largo camino. Intenté ser rudocon Valentina. Le dije que yo no iba a estar ahí siempre, quepensara por ella misma y simplemente sonrió y me dio la espalda.Hacia septiembre, un año <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> conocernos y sin quenunca hubiéramos ido a New York como se lo había prometido,le pedí que regresara a su antiguo apartamento y aceptósin ni siquiera preguntar por qué. Michelle ocupó su lugar enmi cuarto, pero Valentina seguía llegando a la hora en puntoy cantando en las noches con la banda. Se enredó con un talDesmond Jones, que le regaló un anillo <strong>de</strong> oro <strong>de</strong> 64 quilatesy le prometió cuidarla hasta que tuviera 64 años, pero duraronjuntos sólo un par <strong>de</strong> semanas. Ella me lo contó todo. “¿Quéte hace pensar que me importa?” le contesté. La quería, peronunca podría <strong>de</strong>jar a Michelle y Valentina, pensaba yo en eseentonces, nunca sería más que la persona que yo llamaba cuandonecesitaba a alguien.Y finalmente se fue, dijo en su carta <strong>de</strong> <strong>de</strong>spedida que partíahacia el Norte con Lennon pero junto a la carta había unmapa <strong>de</strong>l Sur <strong>de</strong> California con varias ciuda<strong>de</strong>s y pueblos señaladossobre la ruta, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Oakland pasando por varias ciuda<strong>de</strong>s<strong>de</strong>l Bay Area, y luego Stockton, Mo<strong>de</strong>sto, Merced, Ma<strong>de</strong>ra,Bakersfield. Todo hasta la frontera. Estoy seguro que siguieronesa ruta y es más, estoy seguro que Valentina <strong>de</strong>jó el mapa intencionalmentepara que la siguiera. Quemé la carta, apaguélas cenizas con vodka y guardé el mapa pensando que podríaservirme en el futuro.Michelle y yo la pasamos bastante bien <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces,pero el prestigio <strong>de</strong>l bar comenzó a <strong>de</strong>caer. Phil, Jo Jo y JohnnyB. siguieron tocando canciones <strong>de</strong> Beatles pero muchas personasque frecuentaban el bar sólo por escuchar a Valentina<strong>de</strong>jaron <strong>de</strong> hacerlo. A pesar <strong>de</strong> eso no tuve que regresar a miempleo en el hotel y pu<strong>de</strong> conservar el Ford. Como a Michelleno le gustaba salir <strong>de</strong> la ciudad, mi automóvil permanecía muchotiempo estacionado. Al menos hasta ayer, porque ahora loalisto para un largo viaje <strong>de</strong> carretera. Fue una señal, alguienallá arriba o allá abajo nos habla con señales. Ayer lo vi en lasnoticias <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>. George Harrison había muerto. GeorgeHarrison, Valentina y Los Beatles. Sólo entonces comprendíque mi <strong>de</strong>stino estaba atado al suyo, que nunca había amado auna mujer tangible por la manera cómo cantaba, que Valentinaera la única y siempre iba a ser la única.Michelle y Phil se encargarán <strong>de</strong>l bar hasta mi regreso queimagino pronto. Tenemos recuerdos más largos que el caminoque se me presenta. En un par <strong>de</strong> horas estaré cruzando elPuente <strong>de</strong> la Bahía, viajando a alta velocidad porque sé que enalgún pequeño pueblo <strong>de</strong>l Sur Valentina me espera y sin quitarsus ojos <strong>de</strong> la autopista canta que habrá una respuesta, que hayque <strong>de</strong>jar que así sea.*Ricardo Abdahllah. (Ibagué, 1978). Después <strong>de</strong> graduarsecomo Ingeniero electrónico y ser parte <strong>de</strong>l Taller Umpalá fuedurante dos años profesor <strong>de</strong> literatura en la Universidad Industrial<strong>de</strong> Santan<strong>de</strong>r y el Instituto Caldas. Actualmente viveen París y es colaborador habitual <strong>de</strong> las revistas Rolling Stone,Don Juan y La Hoja. Algunos <strong>de</strong> sus textos han sido publicadosen las revistas El Malpensante, Cre<strong>de</strong>ncial, Puesto <strong>de</strong>Combate, entre otras. Es autor <strong>de</strong> la biografia: Kurt Cobain. Elrock estaba muerto. (Panamericana).Uly Zilock ©La Movida L iterariaCOSECHA LITERARIA (Narrativa)17


Por <strong>Javier</strong> Munguía*La LuchyNo le dijeron: eres la Luchy, estás loca, pero sí: tu maridoha muerto, tus hijos no te quieren. De este modo, la exitosa, laflamante abogada Lucía Ruelas <strong>de</strong> Mendoza se volvió la Luchy,interna <strong>de</strong> ropa ver<strong>de</strong> (lo cual significa: sin cura) <strong>de</strong>l CentroPsiquiátrico <strong>de</strong> Gobierno. No recibía una sola visita cuandola conocimos. El intento <strong>de</strong> suicidio <strong>de</strong> una amiga nos llevóhasta el Centro día con día durante un mes. Nos llamó la atenciónla Luchy <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la primera vez, pues se acercó y nos dijo,pronunciado todas las vocales como si fueran e: “erquetectes,merquedélegues, <strong>de</strong>cteres, gren<strong>de</strong>s lecence<strong>de</strong>s en quémeque(arquitectos, mercadólogos, doctores, gran<strong>de</strong>s licenciados enquímica), ¿no tendrán para una sodita?”. Nos cayó tan en gracia,nos <strong>de</strong>scargó a tal grado la tensión por la suerte que corríanuestra amiga, que le dimos los cinco pesos que necesitabapara obtener una soda <strong>de</strong> la máquina. De puro agra<strong>de</strong>cida,la Luchy se puso a contarnos incoherencias con un lenguajemuy elevado, mezclando términos <strong>de</strong> diversas áreas <strong>de</strong>l conocimiento,lo cual me impresionó, y se lo hice notar a Gladys: nocualquiera te avienta un discurso así, el cual supone, al menos,el conocimiento <strong>de</strong> la existencia <strong>de</strong> palabras tan peregrinas. Lavimos todos los días que visitamos el Centro. A veces nos pedíacigarros, a veces los cinco pesos, y siempre llegaba a bombar<strong>de</strong>arnoscon su largo, con su elevado y generoso discurso,durante el cual llegó a llamarnos, en una <strong>de</strong> sus euforias, ¡doctoresmundiales! (<strong>de</strong>cteres mendieles, permitiéndose una i, paraque el significado no fuera <strong>de</strong>masiado oscuro). Fue una <strong>de</strong> lasenfermeras quien nos contó su historia: había sido una <strong>de</strong> lasmejores abogadas <strong>de</strong> la ciudad, no había perdido un solo caso,exageró nuestra fuente. Tenía muchísimo dinero, vivía en la coloniapara ricos; su adoración era el marido, más que sus hijos,quienes, ya hombres hechos y <strong>de</strong>rechos, casados, la buscabanpara que les resolviera sus vidas, les pagara sus <strong>de</strong>udas, los convirtióen villanos nuestra informante. El marido murió <strong>de</strong> unparo cardiaco y la Luchy, licenciada Lucía Ruelas en aquel momento,sufrió un shock tal que le daba por <strong>de</strong>cir que el esposono había muerto sino que estaba <strong>de</strong> viaje, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> <strong>de</strong>scuidarsu aspecto y repetir enfermizamente el nombre <strong>de</strong> su marido,llamándolo, reclamándole su presencia; así la encontraron sushijos, quienes, aprovechando su <strong>de</strong>sequilibrio, contrataron a unabogado sin escrúpulos que les permitió quedarse con todoel dinero <strong>de</strong> la Luchy. Luego se supo que los hijos no eran loshijos reales, sino adoptivos, producto <strong>de</strong>l matrimonio <strong>de</strong>l esposocon su primera mujer. La Luchy vino a dar, entonces, sindinero, sin esposo ni hijos, sin cura, a este lugar.Nos impresionó la historia y yo pensé en escribir algunacosa sobre ella cuando fuera momento. El último día en que visitamosel Centro (habían dado <strong>de</strong> alta, al fin, a nuestra amiga)no encontrábamos a la Luchy; la buscamos por todas las áreas<strong>de</strong>l Centro: no aparecía. Dimos con ella, al fin, cuando casi nosdábamos por vencidos, en un rincón, entre hierbajos, solita,con los ojos empañados y repitiendo frenéticamente: Pedre,Pedre, Pedre, Pedre: Pedro. Nos vio y dibujó una sonrisa: leayudamos a levantarse, le dijimos que le traíamos algo y la condujimos,<strong>de</strong> la mano, a lo cual ella no puso reparo, hasta el área<strong>de</strong> las <strong>de</strong> morado (las nuevas, las tratables, don<strong>de</strong> nuestra amigaestaba lista para volver al mundo). Le entregamos una cajetilla<strong>de</strong> cigarros y diez monedas <strong>de</strong> cinco pesos para que comprarasus sodas, temiendo que las extraviara o se las quitaran, dándoleindicaciones precisas. Nos dio un abrazo a cada uno antes<strong>de</strong> volver a su área y nos dijo: grecies, les quiere (los quiero,gracias). Nos conmovió mucho. Gladys me propuso, aunquenuestra amiga salía <strong>de</strong>l Centro aquel día, volver, visitar a la Luchy,llevarle dinero y cigarros. Le dije que me parecía una muybuena i<strong>de</strong>a, pero que seguro la olvidaríamos apenas pasaranunos días; me dijo que ella no creía: muy poco <strong>de</strong>spués, se nosborró <strong>de</strong> la memoria.*<strong>Javier</strong> Munguía. (Hermosillo, Sonora, México, 1983). Esnarrador. Autor <strong>de</strong> los libros <strong>de</strong> cuentos Gentario (2006, Universidad<strong>de</strong> Sonora) y Mascarada (2007, Instituto Sonorense <strong>de</strong>Cultura). Licenciado en Literaturas Hispánicas por la Universidad<strong>de</strong> Sonora. Estudia la Maestría en Literatura Hispanoamericana.COSECHA LITERARIA (Narrativa)18


Por David Roa*Prá.—Si me regala un poquito le explico —dijo Lía.Él asintió y le pasó el papelito que ella <strong>de</strong>sdobló. Luego,con la punta <strong>de</strong> una llave que tenía en el bolsillo, Lía tomó unpoco <strong>de</strong>l polvito blanco. Puso la punta <strong>de</strong> la llave <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> una<strong>de</strong> sus fosas nasales y aspiró.—Hágale usté —dijo la joven.Él negó con la cabeza.—Esto es para usté, ¿no?Él asintió tímidamente y luego estiró las piernas que seguramenteya le dolían.Se había hecho <strong>de</strong> noche. La pareja se veía como una manchaoscura sobre el pasto. Lía dobló nuevamente el papelito yse lo <strong>de</strong>volvió.—¿Cuándo lo va a probar?—Después.—¿En su casa?—Sí.Lo miró con curiosidad. El papelito doblado giraba entresus <strong>de</strong>dos. Luego se metió el papelito en un bolsillo <strong>de</strong>l pantalóny se levantó. Lía hizo lo mismo sin quitarle los ojos <strong>de</strong>encima. De pie eran iguales <strong>de</strong> altos.—Bueno, ¿y? —dijo la joven impaciente.—¿Qué se siente?—Lo que le dije chino, pura fuerza. Una chimba.Él bajó la cara <strong>de</strong> nuevo y se miró los zapatos sucios. Asíse quedaron por un momento hasta que ella terminó por aburrirse.—Que la fuerza te acompañe —dijo Lía dándole la espalapara alejarse hacia la calle. Él se quedó en don<strong>de</strong> estaba. Dejó<strong>de</strong> mirarse los zapatos para mirarle a ella las piernas.Era la primera vez que la Lía lo tuteaba. Se metió la manoen el bolsillo y empezó a jugar con el papelito blanco mientrasla perdía <strong>de</strong> vista.Prá—tuntu prá—tuntu prá—tuntu prá!... Tún tu—prápatupa—tutuprá Tun—tún tu—prá patupa—tutuprá...Los golpes con la “pe” (redoblante) se hacen con la manoizquierda y los que empiezan con la “te” (bombo) con el pie<strong>de</strong>recho. Los continuos golpes <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong>recha (que simulanel hi—hat) no se pue<strong>de</strong>n cantar mientras se canta el resto.Si eso fuera posible, sonarían como un “tís—tis—tis—tis tís—tis—tis—tis” sobre todo lo <strong>de</strong>más.Una mujer, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un rato <strong>de</strong> in<strong>de</strong>cisión, llama a lapuerta <strong>de</strong> un cuarto en don<strong>de</strong> alguien “toca” la misma canciónpor quinta vez con una silla <strong>de</strong> escritorio por redoblante. Sinesperar la respuesta, abre y asoma la cabeza. El niño que haya<strong>de</strong>ntro, un poco avergonzado, pone sus manos (y las baquetasque martirizaban el mueble) entre las piernas.—Papito, ya llegó Miguel...—Bueno —dice él. Respon<strong>de</strong> bajito. La música retumba<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l cuarto.La mujer parece azorada. Mira una y otra vez al corredor.Luego se asoma al cuarto nuevamente. El niño —ya casi unjoven —<strong>de</strong>ja las baquetas sobre la mesa <strong>de</strong> noche y le da pausaa la grabadora. Mira a la cara <strong>de</strong> la mujer para que ésta se <strong>de</strong>cidaa <strong>de</strong>spedirse. Parece molesto. La madre improvisa una sonrisa.—¿Comió mi amor?—Sí.—Entonces acuéstese más bien que mañana hay que madrugar.A pesar <strong>de</strong> la evi<strong>de</strong>nte impaciencia <strong>de</strong>l niño por que su madrese vaya, ella no pue<strong>de</strong> evitar entrar rápidamente al cuarto.Llega hasta su hijo, lo abraza con fuerza, lo besa en la cabeza yexhala un profundo y dramático suspiro, mientras que él mantienetodos sus músculos en tensión. Se quedan un rato asísobre la cama <strong>de</strong> sábanas <strong>de</strong> muñequitos. El niño, incómodo,soporta el momento.La madre sale <strong>de</strong>l cuarto dando muchos pasitos cortos yafónicos, como temiendo hacer ruido. El niño la mira al salirapretando los dientes. Luego se levanta y cierra la puerta conseguro.Junto a él hay un gigantesco pájaro. El animal lo alimentacon su pico. Le da <strong>de</strong> comer un líquido viscoso <strong>de</strong> color crudo.Le cubre con sus alas calientes, <strong>de</strong>masiado calientes. El pájaroestá todo sucio. Su pico parece un plato viejo; está “<strong>de</strong>spica-La Movida L iterariaCOSECHA LITERARIA (Dossier drogas)19


do”. Es un pájaro viejo. El pájaro le ama. El pájaro le dice: “Teamo <strong>de</strong>masiado”. Lía está mirando al pájaro pero él no quiereque lo vea. Lía se ríe <strong>de</strong>l pájaro. El no quiere que sepa que essu mamá y la saluda como si estuviera solo. El pájaro empiezaa caminar rapidito graznando lamentablemente. Se aleja, se va.Lía también se va.—¡Levántese joven!Abre los ojos. El radio—reloj marca las 00:27 cuandosuenan varios golpes en la puerta. La luz roja <strong>de</strong> los númerosalumbra las baquetas. Sobre la silla—batería está el pantalón.—Déjelo dormir, Miguel, que mañana tiene colegio—Sólo le voy a <strong>de</strong>cir una cosita... —contesta Miguel conironía.El niño se quita las cobijas y se sienta pesadamente al bor<strong>de</strong><strong>de</strong> la cama frente a la silla. Tiene los ojos puestos en el bolsillo<strong>de</strong> su pantalón.—¿Hasta qué horas joven? —Insiste Miguel.—Déjelo dormir que él mañana arregla. Venga se acuestaque usté también tiene que madrugar.El niño toma el pantalón con un movimiento inseguro y<strong>de</strong>l bolsillo saca el papelito blanco. Mientras lo <strong>de</strong>sdobla conlas manos temblorosas, los golpes en la puerta continúan.Obediente a las instrucciones, con la punta <strong>de</strong> una llave se llevaun poco <strong>de</strong>l polvo blanco a la nariz. Aspira.—¡Muévase mongo!Su cuerpo se tensa. Un poco <strong>de</strong> polvo cae sobre sus piernas.Trata <strong>de</strong> recuperarlo con el <strong>de</strong>do índice y se lo leva a lanariz con torpeza.—No le diga así Miguel... Ya le dije que mañana arregla...Toma las baquetas <strong>de</strong> la mesa <strong>de</strong> noche. Se fija con <strong>de</strong>tenimientoen la forma en que su mano las empuña, las aprieta.Los golpes en la puerta continúan.—Moooongo —dice Miguel, poniéndole a la palabra unamúsica ridícula.—Hombre, Miguel... —ruega la madre.Golpea la silla con rabia y se pone <strong>de</strong> pie. Su verticalidadle produce mareo. Mira nuevamente su mano <strong>de</strong>recha empuñandolas baquetas. La firmeza <strong>de</strong> su pulso empieza a <strong>de</strong>clinar.Cierra los ojos y sacu<strong>de</strong> la cabeza. Camina. Con la mano libreabre la puerta. Ahí está Miguel. Da un paso al frente quedandofuera <strong>de</strong>l cuarto.—¿En qué habíamos quedado, mongo?Tún tu—prá patupa—tutuprá Tun—tún tu—prá patupa—tutuprá...Camina en cuatro cuartos. Por cada paso, se da dos golpescon su mano <strong>de</strong>recha en la pierna <strong>de</strong>l mismo lado (hi hat). Conla mano izquierda, se golpea la otra pierna cada vez que estavuelve a a<strong>de</strong>lante (redoblante). No hay más remedio que cantarel bombo.Lía, vestida con la suda<strong>de</strong>ra <strong>de</strong>l colegio, se fuma un cigarrillosentada en el andén al frente <strong>de</strong> la portería <strong>de</strong>l conjunto. Elniño, al verla, acelera el paso —el ritmo —tratando <strong>de</strong> seguir<strong>de</strong> largo.—Quiubo chino, ¿pa’dòn<strong>de</strong> va? —pregunta poniéndose <strong>de</strong>pie. Habla sin sacarse el cigarrillo <strong>de</strong> los labios. Él se <strong>de</strong>tiene yse mete las manos en los bolsillos. Le <strong>de</strong>vuelve el saludo levantandolas cejas.—¿Va pa’ la tienda?—mmjj—¿Me gasta una chocolatina?Después <strong>de</strong> contar mentalmente la plata que lleva en elbolsillo, el niño asiente con una sonrisa apretada. Empiezana caminar.—¿Qué más?—Bien.—Y què, ¿ya le hizo?El niño duda un momento.—No, todavía no.*David Roa Castaño. (Bogotá, 1977). Tiene formación enmúsica y literatura <strong>de</strong> la Universidad Javeriana, y Arte dramático<strong>de</strong>l Laboratorio Actuemos. Ha participado en dos festivales<strong>de</strong> Rock al Parque, en 1997 y 2005. Escribió libretos para seriados<strong>de</strong> televisión (Caracol TV). Dirigió la lectura dramática<strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> Alessandro Baricco Homero, Iliada. Ha trabajadoen el sector editorial varios años como librero. Es bajista <strong>de</strong> labanda Cuerpo Meridiano. Escribe para revistas impresas y digitales.Ganó el II Concurso <strong>de</strong> cuento <strong>de</strong> las revistas GO, Guía<strong>de</strong>l ocio, y Libros y Letras, 2007. Fue antologado en Señales <strong>de</strong>ruta (Arango Editores).Liones Flickr.com ©COSECHA LITERARIA (Dossier drogas)20


Adrián entra al baño.(Fragmento <strong>de</strong> la novela Rayas blancas <strong>de</strong> la carretera).Por Orlando Echeverri Bene<strong>de</strong>tti*Permaneció inmóvil en el baño: junto al retrete, diagonala la puerta y frente al lavamanos. Miraba la bolsa abierta, nohabía visto las treinta cucarachas en celo bajo el retrete (sólohabían dos cucarachas macho). La bolsa tenía bastante; más <strong>de</strong>lo que él esperaba. Le entró una sensación <strong>de</strong> felicidad, una felicidadabsolutamente fundamentada en la seguridad. «Lo tengoen las manos, y hay bastante». Luego consi<strong>de</strong>ro que pensarasí era innecesario, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todo, había por montones. Sacóuna llave ver<strong>de</strong> <strong>de</strong>l bolsillo. «Si éste jean hablara, juep..., ¡quécosas diría!». Las cucarachas seguían corriendo como locas <strong>de</strong>un lado para otro, se tropezaban y se apiñaban en el rincónpara luego dispersarse por el resto <strong>de</strong>l baño. Afuera esa voz <strong>de</strong>lcantante <strong>de</strong> mierda, esa voz que pedía una trompada. Metióla llave al fondo <strong>de</strong> la bolsa, la sacó lentamente pegándola albor<strong>de</strong>. Arrastraba todo el polvo posible. «Mierda, mucho, mucho»Sacudió el exceso que cayó <strong>de</strong> nuevo en el interior <strong>de</strong> labolsa. Acercó la llave a la nariz y <strong>de</strong>spués sssnnnniiiffff. «Otropase y me largo <strong>de</strong> este baño». Metió <strong>de</strong> nuevo la llave; cuandola iba a sacar miró hacia el retrete y gritó «MIERDA, ESTAVAINA ESTA PODRIDA EN BICHOS». Saltó sobre ellas ysacudió los pies, temiendo que alguna se le hubiera metido porla pernera <strong>de</strong>l jean. Si alguien lo hubiera visto habría pensadoque bailaba. Se imaginó esa horrible sensación <strong>de</strong> una cucarachasubiéndole hasta las pelotas, trepando por los pelos <strong>de</strong> suspiernas. Aplastó unas nueve (mató los dos machos). Las otrasse escurrieron por una rejilla. Se le <strong>de</strong>rramó el pasé que habíasobre la punta <strong>de</strong> la llave ver<strong>de</strong>. Refunfuñó, gruñó, metió lallave <strong>de</strong> nuevo y la sacó dirigiéndola directo a la nariz. Sssnnnniiiffff.Hizo una mueca y respiró hondo varias veces. El espejoestaba roto y tuvo que inclinarse un poco para revisar su imagenfragmentada por las fisuras <strong>de</strong>l cristal. «Limpia». Salió <strong>de</strong>lbaño y apagó la luz. «Nada <strong>de</strong> boleta». Entonces fue hacia mí.— Ve al baño, Marco Aurelio — dijo — ojo con las cucarachas.— ¿De qué hablas?— Olvídalo, toma — cortó y me entregó la bolsa; aún habíabastante.Tamara llegó a la escuela Náutica. Pasó por una hilera<strong>de</strong> tablas <strong>de</strong> winsurf y se sentó junto a mí. Me besó. Se sentíabien que todo fuera así un día <strong>de</strong>spués.— ¿Quién es el tipo que canta? — preguntó Adrian.— No sé, pero cálmate, ya se va a callar. ¿Quieres un trago?— Claro. Pero suave.— Como digas. Oye, esa barba es asquerosa.El tipo finalmente terminó su canción. Le di graciasa Dios y entré al baño. Hice lo mío y luego salí. No vi ningúninsecto. Luego subimos al segundo piso. Un árbol enorme <strong>de</strong>rramabasu copa sobre el techo y oscurecía el interior. El barestaba frente a la playa, se podían escuchar las olas como laovación <strong>de</strong> un público femenino. Le dije a Tamara lo bien quese veía. Me guiñó el ojo. Luego la besé.— Te sabe la boca amarga — dijo.— Debe ser el trago.Diego y los <strong>de</strong>más subieron con un grupo <strong>de</strong> paisas. Nosacomodamos todos alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la mesa. Dijeron sus nombresen voz alta: Catalina, Lucia, Amalia y Mónica. Hablaronsobre lo cómodo y bello que les había parecido el lugar, la luna,la noche, la música, la barba graciosa <strong>de</strong>l músico, la música“rara” que colocaron a sonar cuando el guitarrista terminó sucanción.— Me comenzó a gustar el jazz cuando veía Tom y Jerry— dijo Tamara.Diego servía el trago en vasos con hielo. Le dije que mesirviera bastante y que hiciera igual con Tamara. Tamara estabaconcentrada en la música, miraba a lo lejos. Le pregunté si leocurría algo pero me dijo que no. Que todo estaba bien. Toméun trago largo que me corrió por la garganta frío y ardiente.La Movida L iterariaCOSECHA LITERARIA (Dossier drogas)21


Una <strong>de</strong> las paisas dijo que quería fumar yerba. Las <strong>de</strong>máspreguntaron si habría algún problema por fumar allí. El vaqueroles explicó que podían hacer cualquier cosa <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>la escuela. El <strong>de</strong>nso humo que se <strong>de</strong>sprendía <strong>de</strong> la punta <strong>de</strong>lbareto hacía piruetas que la luz <strong>de</strong> los faros atravesaba. Tamaracorrió la silla un poco a mi lado y se aferró a mi brazo. Aúnpermanecía en silencio. Volví a preguntarle que le ocurría, peroinsistió en que nada. Que todo estaba bien.*Orlando Echeverri Bene<strong>de</strong>tti. (Cartagena <strong>de</strong> Indias, 1980).Su primer guión cinematográfico se titula La ciudad <strong>de</strong> hierro,pero nadie ha tenido los cojones para llevarlo al cine. Tambiénha escrito las novelas Rayas blancas <strong>de</strong> la carretera, y Los perros <strong>de</strong>la lluvia, ésta última traducida al marroquí y al yoruba, y el libroinédito <strong>de</strong> cuentos Noche sin balas. Graduado por ventanilla <strong>de</strong>Filosofía <strong>de</strong> la Universidad <strong>de</strong> Cartagena, actualmente escribepor centavo en el diario El Universal, <strong>de</strong> su ciudad natal. Fueantologado en Señales <strong>de</strong> ruta (Arango Editores).-El tabaco arroja más muertes que las causadaspor todas la guerras <strong>de</strong> los pasados cien años,incluyendo la I y II Guerra Mundial. Más <strong>de</strong> tresmillones <strong>de</strong> personas mueran cada año comoresultado <strong>de</strong>l tabaquismo.OxicodonaDebido a que está regulada, adquiere precioselevados en el mercado negro. El precio enWashington, por ejemplo, ha llegado a ser <strong>de</strong>50 centavos a un dólar por miligramo, siendopor tanto <strong>de</strong> 30 a 60 veces más caro que eloro .http://es.wikipedia.org/wiki/OxicodonaNombres usados para <strong>de</strong>moninar el Ecstasy oÉxtasis en las calles:Corona, Hoffman, Cadillac, E, Love drug, Pinkpig, Adam, Ecsta, XTC. MDMA.De pronto alguien es capaz <strong>de</strong> pararse algunavez a <strong>de</strong>cir: “¿Saben algo? En apariencia a lagente le gusta ingerir drogas y beber. Tal veznuestro gobierno <strong>de</strong>be educar a la gente sobrelos efectos tóxicos <strong>de</strong> las drogas. Pero tal vezsólo <strong>de</strong>bemos aceptar que a la gente <strong>de</strong> verdadle gusta consumir sustancias que alterensu neuroquímica y permitir que la gente hagalo que quiera.Moby. (Richard Melville Hall). Músico estadouni<strong>de</strong>nse.Su nombre artístico obe<strong>de</strong>ce al nombre<strong>de</strong> su tataratatara tío Herman Melville.So the WhiteHouse is asking for $ 2 million tofight the drug war in mexico.http://www.moby.com/journal?page=1Octubre. 23, 2007.COSECHA LITERARIA (Dossier drogas)22


PoesíaPor Nena Cantillo*Turrón <strong>de</strong> chocolateTú lo sabes Raúl,Tú <strong>de</strong>bes saber quien dijo: “Como hierba fui y no mearrancaron”.Entonces, ese árbol que te crece por la boca, con raícesenredadas en el cielo,lo expresó mejor diciendo “Como yerba fui, y no me fumaron”.Qué te diré <strong>de</strong> mí, Gómez Jattin?Qué diré <strong>de</strong> la empleadita <strong>de</strong> BlockBuster,la meserita <strong>de</strong> discoteca, la secretaria <strong>de</strong>l corrupto, la impuntual,la madre soltera?Ah?Yo no podría <strong>de</strong>cir: Chocolate fui y no me comieron (mentiría)...Me enten<strong>de</strong>rías si te digo que me estoy <strong>de</strong>rritiendo, y lashormigas me llevan <strong>de</strong> a poquitos?Y mi centro, Raúl,Ese centro líquido...Quién lo probará algún día?.De ausencias y usurpacionesEl golpe fue seco; aún la mejilla te ar<strong>de</strong>.Ella no te creyó. Te odió por mentirosa. Por malévola.Sin embargo,Conservas la sensación <strong>de</strong> su boca (Su terrible boca!) en tuspezoncitos que apenas comienzan a abultarse.Te circundan las náuseas,Sientes asco <strong>de</strong> ti y <strong>de</strong> el rastro <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>dos (Sus asquerosos<strong>de</strong>dos!) hurgando en tu entrepierna...y pensar que tienes que llamarlo papá(Él insiste en que le llames “papi”) Porque es él quien pagael arriendo y cubre gastos con el sudor <strong>de</strong> su frente...Y qué <strong>de</strong>cir <strong>de</strong>l cobro general que te hace cada domingocuando ella va al templo,De la marca babosa que <strong>de</strong>ja sobre tu piel?Te he escuchado hoy sollozar bajo la ducha.Te he escuchado prometerte jamás poner padrastro a tusfuturos vástagosTe he escuchado preguntarle a Él <strong>de</strong>l cielo, por qué el lugar<strong>de</strong> quien celaba tu honorha sido usurpado.Perrault XXXJelou lobo!hoy tengo planeadonuevamente pasar por tus predios sin un ápice <strong>de</strong> temoriré cantando Lady Marmala<strong>de</strong> en voz altamientras hago estaciones inclinándome(Supuestamente)a oler las flores a mi vera.Espero que escondido en el follaje me observespor que mi falda es corta y le robé las bragas rojas amamá.Te acercarás, y seguiré cantando en francés a tu oídoentonces seré luna llena cuando con gesto felino ro<strong>de</strong>e tucuello con mi caperuzay si algo saliera mal,si <strong>de</strong>scubrieran nuestros encuentros,mi querido animal...Daré a las autorida<strong>de</strong>s competentes mi mejor cara <strong>de</strong> niñabuenaY será excitante ver cómo te abofetean cuando empieces acontar la historiacomo jamás la gente concebiríaY será perfecto mi salvaje amor,imaginarte en el presidioobligado a usar una braguita roja,para luego ser transgredido.QuejaBesa mi bocaSe sacu<strong>de</strong>Baja <strong>de</strong> mi piel...........................Ha terminado su fuego...y apenas el míocomienza.*Nena Cantillo. Poeta cartagenera. Sus textos han sido publicadosen diferentes revistas y suplementos literarios <strong>de</strong> lacosta. Hace parte <strong>de</strong>l taller literario La Urraka. Su producciónpoética y narrativa se encuentra recogida en el libro De princesasretorcidas y mujeres inconvenientes. www.nenainconveniente.blogspot.com.La Movida L iterariaCOSECHA LITERARIA (Poesía)23


La chispa nuclearPor Salvador Biedma*1.El ruido <strong>de</strong> un orgasmo vecinorompe el mediodía.Es diciembre.El ruido ilumina, <strong>de</strong>muestraque hay toda una ciudadrespirando intranquila.2.Mi corazón escomo un corazón <strong>de</strong> vaca:un bofe sanguinoliento. La muertea veces crece más rápidoque los chicos. Y ésa estambién una explosión.3.La fiesta humana, el momentoen que la muerte se olviday los ojos se encien<strong>de</strong>n,no pue<strong>de</strong> resumirse en un día.Aunque el fuelle <strong>de</strong>stile la segunda explosióny todos se ajusten las máscaras.LugaresUn refugioAhora cabemosdoce millonesen la cabeza <strong>de</strong> un alfilery parecemos,como siempre,bacterias.Ya había imaginado sus caras<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la duodécima explosión nuclear.Ése fue mi resguardo,mi estúpido búnker.En el hospitalAmamos a Mu<strong>de</strong>nza, que esla nueva cara <strong>de</strong>l silencio;hay un lunar en su espaldaenamorándonos.Hay un día radiante,algunos discos nuevosy noveda<strong>de</strong>s que no esperaba.¿Ves?Mi cabezano es <strong>de</strong> cuarzo.Una casa muertaHay un coche fúnebreen la puerta <strong>de</strong> tu casa.Desconozco al muerto.El cochero tienecara <strong>de</strong> milicoy el cura da justopara una publicidad<strong>de</strong> <strong>de</strong>ntífrico.Hay un muerto más.Me alisto, con una camisa nueva,para que vengan a buscarme;los amigos no vendrán.*Salvador Biedma. (Nació en 1979 en Buenos Aires, Argentina).Estudia Letras en la Universidad <strong>de</strong>l Salvador. Se <strong>de</strong>sempeñacomo corrector y periodista. Fundó y dirigió, juntoa Alejandro Larre, las revistas La mala palabra y Mil mamuts.Aún no ha publicado ningún libro (tiene varios poemarios yuna novela inéditos). Poemas suyos pue<strong>de</strong>n leerse en diversossitios en internet.Iron_lung Flickr.com ©COSECHA LITERARIA (Poesía)24


Entrevista a Ángel Nogueira.Fundador <strong>de</strong> la revista Anthropos.El estudio científico <strong>de</strong> la culturaPor Sebastián Pineda Buitrago*Uly Zilock ©En el mundo <strong>de</strong> lengua española, <strong>de</strong>sacostumbrado a laconcepción científica <strong>de</strong>l universo, resulta muy raro encontrarsecon una revista cultural que eleve y trate científicamente lacultura. O una cosa es toparse con revistas <strong>de</strong> ciencia y tecnología,pero abrir una revista don<strong>de</strong> se aplique el mismo rigor atemas culturales, como Anthropos, no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> sorpren<strong>de</strong>rnos.La i<strong>de</strong>a maduró por más <strong>de</strong> treinta años en la mente <strong>de</strong> ÁngelNogueira, y se cristalizó a principios <strong>de</strong> los ochenta poco<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la dictadura <strong>de</strong> Franco. Fue en Barcelona, lejos <strong>de</strong>la burocracia madrileña. Hoy, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> veinticinco años <strong>de</strong>ininterrumpidas ediciones don<strong>de</strong> nada <strong>de</strong> lo humano le ha sidoajeno, el fundador <strong>de</strong> Anthropos examina el panorama <strong>de</strong>s<strong>de</strong>su apartamento bogotano. Allí, atravesando el Parque <strong>de</strong> la In<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia,subimos para entrevistarlo. Sin duda es un granhonor que viva entre nosotros. En los próximos números <strong>de</strong>Anthropos promete abordar más temas latinoamericanos (una<strong>de</strong> los números <strong>de</strong>l año entrante será sobre Alfonso Reyes, yacaricia la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> homenajear a Germán Arciniegas). Su granbiblioteca nos acoge, y perfumados por la tenue luz <strong>de</strong> los cerros,nos damos a hablar.Nos cuenta que en los años cincuenta se matriculó en Salamancaen la carrera <strong>de</strong> filosofía y letras. Era una época <strong>de</strong> granLa Movida L iterariaCOLUMNAS25


epresión. A pesar <strong>de</strong> que aún seguía en pie la revista Occi<strong>de</strong>nte<strong>de</strong> Ortega y Gasset, en la aca<strong>de</strong>mia dominaba la escolásticay una cultura <strong>de</strong>l silogismo, es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> la repeti<strong>de</strong>ra que nuncallega a conclusiones contun<strong>de</strong>ntes. Ángel sintió que llevabaentre manos un pensamiento marginal, secular. Se echó fuera<strong>de</strong> España. Pasó por Roma y subió hasta Austria, en don<strong>de</strong> sepuso a estudiar psicología clínica, una profesión científica. Sesumergió en la investigación <strong>de</strong> la Personalidad Base. ¿En quéconsiste?, le preguntamos. Nos respon<strong>de</strong> que parte <strong>de</strong> aquelsustrato <strong>de</strong> la cultura que no se modifica, una rama <strong>de</strong> la antropologíaque, más allá <strong>de</strong>l interés exótico, examina lo personaly concreto, se cuestiona por el ser humano como individuo.Sus investigaciones sobre la Personalidad Base tuvieron lugaren Nueva York, entre los <strong>de</strong>scendientes <strong>de</strong> sicilianos que trasvarias generaciones seguían manifestando, por sobre las modasamericanas, rasgos <strong>de</strong> su cultura original, <strong>de</strong> esa isla creadora <strong>de</strong>las mafias. Nos preguntamos en silencio si algo así no ocurriríaentre los <strong>de</strong>scendientes <strong>de</strong> antioqueños creadores <strong>de</strong> las mafiascolombianas (pero para estudiarlo habrá que superar muchosprejuicios y escándalos entre los puristas). Ángel admite que nohay en el mundo ninguna cultura pura: todo es poroso, viene <strong>de</strong>anteriores y va a succiones. A menudo una ciudad, una regióno un ambiente social, como creen algunos sociólogos, no nos<strong>de</strong>finen. No nos po<strong>de</strong>mos regir por arquetipos. Todo <strong>de</strong>pen<strong>de</strong><strong>de</strong> la forma cómo vivamos los ambientes. Por ejemplo, dice,es posible que la mejor universidad nunca llegue a modificar aalgunos universitarios, en parte, porque la aca<strong>de</strong>mia a menudoopera sobre lo más superficial <strong>de</strong>l ser humano; en parte, por lapersonalidad base, porque el estudiante no logra vivir esa experienciacon intensidad. En sus estudios <strong>de</strong> psicología clínica,Ángel también practicó la Logoterapia, o curación a través <strong>de</strong> lapalabra. Si el lenguaje <strong>de</strong>termina el pensamiento, los estudiossociales y aun científicos no <strong>de</strong>ben pasar por alto la sociolingüística,sentencia. Decimos “sentencia”, y es una exageraciónporque en su manera <strong>de</strong> hablar poco hay <strong>de</strong> sentencioso. Nisiquiera se molesta por poner énfasis en sus i<strong>de</strong>as. Somos nosotrosque las pescamos en el aire.Avanzamos en su currículum vitae hasta llegar a 1973. Eseaño regresó <strong>de</strong> Austria y Alemania a radicarse en Barcelona.Aún persistía el franquismo, y Ángel se dio a convocar las llamadasReuniones <strong>de</strong> Cooperativa. Todo el mundo cree queBarcelona es una ciudad culta, <strong>de</strong> izquierda, anárquica, revolucionara.Pero no: su burguesía es sumamente conservadoray durante la dictadura <strong>de</strong> Franco prosperó increíblemente. Alos eventos llegaban policías <strong>de</strong>l franquismo a revisar que nose conspirara contra el régimen, pero los mismos policías ya sesentían fatigados <strong>de</strong> tanta represión. En todo caso, las patadas<strong>de</strong> ahogado son las más peligrosas, y Ángel tuvo que sortear alos marselleses o sicarios. Las Reuniones <strong>de</strong> Cooperativa eranen realidad pequeños cursos en que se impartía una nueva metodología<strong>de</strong> trabajo, don<strong>de</strong> lo científico empezara a incluir elcontexto sociocultural, don<strong>de</strong> el pensamiento indagara la experiencia.Con miras a recuperar el legado <strong>de</strong> los intelectuales <strong>de</strong>sterrados<strong>de</strong> la república, María Zambrano, Gaos, García Bacca,etc., fundaron en 1981 la revista Anthropos. ¿Por qué el título?¿Qué quiere <strong>de</strong>cir?, le preguntamos a Ángel. La gente entien<strong>de</strong>algo relativo al “hombre”, nos dice, pero en realidad el términova más allá. Quiere <strong>de</strong>cir “mirar hacia a<strong>de</strong>ntro”. Porquepensar es inventar continuamente una nueva realidad, rompercriterios. En la metodología <strong>de</strong> la revista buscamos ante todoacercarnos a la lectura concreta <strong>de</strong> la realidad. Le preguntamoscómo ha hecho para seleccionar tantos textos sobre tan diversostemas. Valoramos cada texto por el nivel <strong>de</strong> conocimiento,apunta. Muy contrario a la aca<strong>de</strong>mia, don<strong>de</strong> el docente se limitaa <strong>de</strong>scribir una cosa sin niveles, sin peso <strong>de</strong> conocimiento.Pero fijémonos en lo que <strong>de</strong>cía García Bacca: <strong>de</strong> cómo la gentesiente más miedo a pensar que a morir. Pensar por cuenta propiaes <strong>de</strong> las aventuras más osadas <strong>de</strong>l mundo. Pero no hay otraforma para llegar la verda<strong>de</strong>ra <strong>de</strong>mocracia: la sociedad se hace<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la individualidad. Lo que buscamos con la revista consistetambién en hacer que la edición se convierta en un procesocultural, crítico, innovador y si se quiere político.*Sebastián Pineda. ( Me<strong>de</strong>llín, 1982). Investigador <strong>de</strong>l InstitutoCaro y Cuervo. Autor <strong>de</strong> La musa crítica: teoría y ciencialiteraria<strong>de</strong> Alfonso Reyes, publicado por el Colegio <strong>de</strong> Nacional.Fundador <strong>de</strong> La Movida Literaria y <strong>de</strong> la Red Nacional <strong>de</strong> Estudiantes<strong>de</strong> Literatura.See Wah See Wah Cheng ©COLUMNAS26


Señales <strong>de</strong> ruta(Antología <strong>de</strong> cuento colombiano)Arango Editores.PrólogoPor Juan Pablo PlataSin exten<strong>de</strong>rme en el lugar común exculpatorio <strong>de</strong> las antologíaspor haber <strong>de</strong>jado fuera en mi selección cuentos y autoresimportantes, presento, sin más, a un colectivo y dieciséisautores colombianos nacidos <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> 1970, reunidos en laantología Señales <strong>de</strong> ruta.Maduros en su proceso vital y literario, los autores seleccionadosparecen <strong>de</strong>sleír las teorías sobre el cuento <strong>de</strong> los maestros<strong>de</strong>l género narrativo—Poe, Quiroga, Cortázar, An<strong>de</strong>rsonImbert, etc—con el olvido <strong>de</strong> ensayos y <strong>de</strong>cálogos que anteseran preceptivas y guías fijas, para ser hoy pequeñas sugerencias.La libertad en voces, tonos y referencias mass media o trans-culturales permiten cuentos con enriquecedoras mencionestelevisivas, cinéfilas y librescas, entre otras; cuentos infractores<strong>de</strong> las señas dadas por los maestros, por intimistas, por usarlenguajes <strong>de</strong> otras artes, diálogos rápidos y un humor negro ensu mayoría, apto para lenitivo <strong>de</strong> lectores escapistas o bien paraaterrizar a estos mismos y hacerlos volver a la realidad.Con <strong>de</strong>sbordado optimismo espero ver el canon <strong>de</strong> la literaturacolombiana afectado por este volumen en algunos años.Tengo una fe ciega en los cuentos y los autores seleccionadosporque saqué el ripio y <strong>de</strong>jé lo divertido, lo lustroso para mostraruna camada digna <strong>de</strong> los primeros años <strong>de</strong> un siglo y unmilenio. Siglo y milenio agitadores <strong>de</strong> los ánimos <strong>de</strong> muchoscon las especulaciones sobre las guerras, las enfermeda<strong>de</strong>s, elmedioambiente, asuntos tecnológicos y virajes sociopolíticos<strong>de</strong> la nueva era. En lo personal una duda, que por menos urgenteno más importante, me asaltó sobre cómo sería la literaturacolombiana en los tiempos por venir, si habría renacimientos,estancamientos o noveda<strong>de</strong>s, si el cuento volvería a ser laapuesta <strong>de</strong> los autores y los editores.La respuesta me llegó cuando Arango Editores me propusohacer una antología <strong>de</strong> cuento y <strong>de</strong>scubrí más <strong>de</strong> un centenar<strong>de</strong> escritores en el proceso <strong>de</strong> selección en mis lecturas<strong>de</strong> narraciones <strong>de</strong> diletantes, novatos, escritores profesionales,hombres y mujeres, colombianos en la diáspora con historiasimpresionantes, conmovedoras, risueñas, llenas algunas <strong>de</strong> unasencillez opulenta en vida y gran valía literaria.Me sorprendió ver otras realida<strong>de</strong>s contadas aparte <strong>de</strong> laten<strong>de</strong>ncia por temas como la violencia y el narcotráfico o la<strong>de</strong>nominada pornomiseria; hallé otras historias <strong>de</strong> personajesimpiadosos en Equipaje <strong>de</strong> mano <strong>de</strong> Diana Ospina; escapistas,sufridores <strong>de</strong>l <strong>de</strong>samor y gozadores <strong>de</strong> amplias pero extrañasalegrías en los cuentos Terapia <strong>de</strong> Ignacio Piedrahíta Arroyave—autor <strong>de</strong> la sobresaliente novela Un mar—, Yo también <strong>de</strong>David Roa Castaño, Human nature <strong>de</strong> Gabriela Santa y Entre lasestaciones centrales <strong>de</strong> María Castilla. La picaresca <strong>de</strong>l rebusqueen la venta <strong>de</strong> arte falsificado y <strong>de</strong> poca monta en El cuadro <strong>de</strong>labuelo <strong>de</strong> Andrés Burgos; el oficio <strong>de</strong> traductor y negro litera-La Movida L iterariaCOLUMNAS27


io <strong>de</strong>l protagonista <strong>de</strong> Combustión espontánea <strong>de</strong> Juan SebastiánCár<strong>de</strong>nas son complementos <strong>de</strong> tramas con asuntos turbios,paranormales y <strong>de</strong> hondura en las fibras humanas más allá <strong>de</strong>la anécdota y la broma.Con argumentos dispares van los cuentos La <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> lobacano <strong>de</strong> Sebastián Pineda Buitrago, situado en un espacio clásicoromano con una bacanal <strong>de</strong>saforada a finales <strong>de</strong>l imperio yGato traidor <strong>de</strong> Carolina Alonso; pa<strong>de</strong>cen igual contraste frentea las otras creaciones el cuento Cricket <strong>de</strong> <strong>Javier</strong> Arturo Morenoy Cárcel blanca <strong>de</strong> Liliana Carbone, ambos con argumentos enque los seres son extranjeros, emigrantes, seres encerrados, enuna posición fuera <strong>de</strong> lugar sin oportunidad <strong>de</strong> adaptación niespacio en el nicho <strong>de</strong>seado. La iniciación sexual es el tema <strong>de</strong>La noche sin balas <strong>de</strong>l Orlando Echeverri Bene<strong>de</strong>tti, quien juntoa Gerardo Ferro Rojas son las dos gran<strong>de</strong>s revelaciones <strong>de</strong>escritores <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>de</strong> la costa caribe. El trío Las filigranas <strong>de</strong> per<strong>de</strong>ry Juan Álvarez tienen el saber propio <strong>de</strong> aquellos buenoscontadores <strong>de</strong> historias sumado al uso <strong>de</strong>l dialecto bogotanoen el primer caso y mexicano, bogotano, chilango y más enel segundo. Lo policíaco corre por cuenta <strong>de</strong> Rubén AndrésVarona en Un vuelo <strong>de</strong> algo con alas <strong>de</strong> polvo.Resta entonces la lectura morosa para evitar atafagos entretanta variedad y esperar no muchos entuertos, para hacer eljuicio <strong>de</strong> los autores incluidos en la antología con el favor <strong>de</strong>los lectores, la crítica y el mejor juez literario: el tiempo.Entrevista aNo.Para.Innita.¿Cuál es su nombre legal?No para Innita. Quiere <strong>de</strong>cir: “ yo para ella”, es como unacarta <strong>de</strong> San Valentín. Je. Me cambié el nombre legalmente en1998, aquí en Colombia no es muy difícil este tipo <strong>de</strong> procedimientos.¿Es usted Innita? ¿O quién es Innita?Innita es el símbolo femenino <strong>de</strong> mi profundo y verda<strong>de</strong>roamor, ella es un personaje inventado en 1998 con el fin <strong>de</strong> representarmi otra mitad, mi esposa infinita, mi chica, mi amante,mi compañera i<strong>de</strong>al: la mujer <strong>de</strong> mis sueños <strong>de</strong>spiertos. Sudistintivo son las pecas estrellas en sus mejillas. La historia <strong>de</strong>amor entre Innita y yo suce<strong>de</strong> ficticiamente en varios lugaresy tiempos, contada en varios capítulos visuales y musicales enun género que se conoce literariamente como meta-autobiografía.¿Qué programa usa para sus piezas digitales?Uso Adobe Flash 8, dibujo con ratón <strong>de</strong> computador. Yono uso Illustrator ni la herramienta <strong>de</strong> rastreo bitmap ni tabladigital. En mi trabajo <strong>de</strong> píxeles uso Artrage. También trabajocon tinta y lápiz, y <strong>de</strong>fino el brillo, el color y el contraste enAdobe Fireworks para acabados.¿Qué significa Ginotropia?“Gynes” significa mujer; y “tropos”, girar hacia: girar hacialo femenino. Es un estilo <strong>de</strong> vida inventado por mí, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1998-en un cuento autogestionado y publicado ese mismo añopara<strong>de</strong>finir mi lugar en el mundo: Yo <strong>de</strong>fiendo la supremacíafemenina. Yo percibo y siento lo femenino como lo superiory lo masculino como lo inferior. No creo en la igualdad. Lasmujeres llevan la vida <strong>de</strong>ntro- gestación-anabolismo- y afrontanla sangre cada mes- menstruación- catabolismo, dos cosashermosas que el hombre no pue<strong>de</strong> experimentar, entonces elhombre <strong>de</strong>be inventar guerras y cosas sin sentido para tratar <strong>de</strong>alcanzar, en un nivel superficial, la creación y la <strong>de</strong>strucción, lasdos fuerzas <strong>de</strong> nuestra naturaleza bipolar terrena.En mi monólogo ya citado, Ginotropia, hablo <strong>de</strong> “El Inicio”: <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l sol y las otras estrellas, lo femenino es lo únicoy el verda<strong>de</strong>ro género; el hombre fue hecho acci<strong>de</strong>ntalmenteafuera <strong>de</strong> la estrella sólo para vivir en este sistema binario. Noexiste tal cosa como la fuerza masculina en la unidad.¿Es usted mujer o un hombre?Artísticamente soy una lesbiana en cuerpo <strong>de</strong> hombre: nacícomo hombre fuera <strong>de</strong> las estrellas, en este pequeña Tierra.Orgánicamente soy hombre, emocionalmente soy una mujery artísticamente una lesbiana. No he cambiado mi sexo, ni hecambiado genital ni mentalmente. Ni lo haré. Sólo he cambiado<strong>de</strong> manera artística mi sexo: nací hombre y lo asumo. No odiola fuerza masculina, ni me odio como hombre. No es traumático,es solamente un rol pasajero. En este sistema binario, todollega a un final, probablemente para regresar al “Inicio” citadoarriba, pues como digo en una <strong>de</strong> mis letras <strong>de</strong> Innita“La muerte es una Guerra que nadie gana”, ( www.myspace.com/innita)--No para Innitawww.flickr.com/photos/innitawww.myspace.com/araealliawww.myspace.com/innitaCOLUMNAS28

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