La <strong>Virgen</strong> María, página 8jamás perdón". Estos episodios fijan una situación, crean una atmósfera. Estamos alcomienzo del gran conflicto de Jesús con las autoridades religiosas de su pueblo. Losparientes de Jesús, que tal vez siempre habían visto con algunas sospechas laincomprensible vocación que lo elevara por encima de ellos, aislándolo, se asustan,temen un escándalo que envuelva a toda la familia; tal vez temen sobre todo por suintegridad mental. Su declaración: "Está fuera de sí", es una justificación piadosa;aunque, por cierto, no hace honor a su penetración espiritual.Sería interesante saber qué papel desempeñó María en este triste episodio. En el v. 31 seafirma explícitamente que estuvo presente, junto con sus hijos. ¿Su participación habrásido activa o pasiva? Podemos suponer por cierto que fue solamente pasiva: los"hermanos del Señor" eran adultos, la dirección de la familia no estaba en manos de ella,y puede que haya ido para templar con su afecto maternal las acciones de los hermanosde Jesús, para convencer a su primogénito a que se guardara, que no se comprometiera,que moderase sus ímpetus. El fácil suponer los motivos más afectuosos por parte de lamadre. Sin embargo, sería preferible poder pensar que María no tomó parte en esaintervención de los parientes de Jesús.No es el caso de exagerar la importancia de este episodio. Si la más antigua tradicióncristiana ha conservado su recuerdo, no es ciertamente para agraviar a los "hermanos delSeñor:, que después de su resurrección ocupan un lugar espectable en la comunidadcristiana de Jerusalén: lo ha hecho para honrar a Jesús. "A lo suyo vino, y los suyos no lerecibieron" anuncia el prólogo de Juan (Juan 1:11). Jesús debía conocer en toda suprofundidad la amargura de ese rechazo. No sólo los jefes espirituales y temporales, nosólo los doctores y los fariseos, guías ciegos de ciegos, no sólo las multitudes volubles yávidas de beneficios materiales, sino su misma familia, sus seres más queridos, "no lorecibieron"; "Ni aún sus hermanos creían en él", observa el evangelio de Juan (7:5). Porlo tanto, el episodio referido por Marcos es seguramente auténtico. La consideraciónafectuosa en que era tenida la familia de Jesús en la comunidad cristiana primitiva,excluye absolutamente la posibilidad de que fuera inventado. La tradición sinóptica, másbien, adecuadamente ha borrado el rastro, y aunque está acorde en conservar el episodiode la intervención de los parientes de Jesús por la hermosa y consoladora sentencia que ledio ocasión de pronunciar, se guarda bien de dar a conocer el motivo de su intervención,solamente Marcos ha conservado la noticia.Esta es la única noticia que la tradición sinóptica nos da de las relaciones de Jesús con sumadre, durante el año, o los tres años, tan intensos y decisivos de su ministerio público.No tenemos ningún elemento para suponer relaciones particularmente íntimas entreMaría y Jesús durante su carrera terrenal; a este respecto los Evangelios sonabsolutamente mudos. María según los sinópticos, ni siquiera aparece en el grupo demujeres que, más fieles que los discípulos, acompañan a Jesús hasta el pie de la cruz:solamente Juan nos refiere su presencia allí. Solamente al comienzo de Los Hechos de losApóstoles reaparece junto a los hermanos de Jesús, en la comunidad de Jerusalén queinvoca al Señor resucitado y ascendido al cielo, y recibe de él el Espíritu pentecostal.Después María desaparece nuevamente, esta vez para siempre.
La <strong>Virgen</strong> María, página 9El evangelio de Juan contiene dos episodios que se refieren a María. El primero es el delas bodas de Caná, en Galilea (Juan 2:1-12), cuando, faltando el vino para el convite,María dice a su Hijo: "No tienen vino". Estas palabras encierran una sugestión de queintervenga, aunque no sabemos cómo imaginaría María esa intervención. La respuesta deJesús: "¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora" no tiene nada deirreverente. La expresión: "Mujer", es la misma con que Jesús habría de dirigirse a sumadre desde la cruz, encomendándola a su discípulo Juan; no puede tener, pues, más queun significado afectuoso. La pregunta "¿Qué tienes conmigo?' significa prácticamente:"¿Qué quieres de mí?" Pero todos los pasajes del Antiguo y del Nuevo Testamento enque hallamos la misma expresión, sugieren una impresión de sorpresa no precisamenteagradable, y poca inclinación a dar una respuesta afirmativa. Lo menos que se puededecir es que señala un límite entre quien pide y quien debe responder, y sobreentiendeque el pedido es ilegítimo o intempestivo. Y que Jesús considera como intempestivo elpedido de María se ve claramente en las palabras que siguen: "Aún no ha venido mihora". La hora de Cristo es aquella señalada por Dios para su manifestación. No esperómás que la indicación de Dios, y no de su madre, a la cual parece reprocharledelicadamente cierta impaciencia por ver las manifestaciones de su gloria, comoobservara ya Crisóstomo. Si hubiera que sacar de este episodio un principio de aplicacióngeneral, sería que Jesús no agradece la intromisión de su madre en su función mesiánica,lo cual ciertamente no contribuye a valorar la de María, aunque, en último análisis, Jesúsaceda a su deseo. 7El otro episodio es el de María al pie de la cruz (Juan 19:25-27). "Cuando vio Jesús a sumadre, y al discípulo a quien amaba que estaba presente, dijo a su madre: "Mujer, he ahía tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la7 Es interesante mencionar aquí la opinión de uno de los comentarios más recientes, el deRudolf Bultmann (Das Evangelium des Johannes, Göttingen, 1941), según el cual elepisodio de las bodas de Caná debe provenir de un círculo de discípulos en el cual seempezaba a dar cierta importancia a la madre de Jesús, y tal vez contenga una puntapolémica contra la incipiente veneración de María. La repulsa de Jesús, por lo demástiene sobre todo el propósito de subrayar el carácter prodigioso, “paradójico” del hecho, yde poner en paralelo con otras repulsas similares (Mar. 7:27) o con declaraciones comoJuan 4:48, Marcos 9:19 sgs. La respuesta de Jesús a su madre es “ruda”, el término“mujer” es extraño, aunque no irreverente. Su significado es que “los vínculos deparentela y los motivos que derivan de ellos, no han de ser tomados en consideración parala acción de Jesús. El obrador de milagros obedece a una ley propia suya, y debe escucharotra voz”(p. 81). Pero la repulsa no es definitiva; María lo comprende y predispone las cosas envista del milagro, cuyo significado espiritual es: “A las graves dificultades del hombre seofrece el socorro del milagro de la revelación. Pero el acontecimiento de la revelación esindependiente de los deseos humanos y no puede ser forzado por pedidos humanos; secumple cuándo y cómo Dios lo quiere, y supera toda expectativa humana” (p. 85). No sedebe convertir el relato en una alegoría, ni se debe entender a María como un símbolo dela iglesia judaisante, en este episodio, cuyo paralelo es más bien la demanda de loshermanos de Jesús y su respuesta, Juan 7:1-10.
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