Virgen Maria completa - Escritura y Verdad
Virgen Maria completa - Escritura y Verdad Virgen Maria completa - Escritura y Verdad
La Virgen María, página 70confieso que tendría muchos escrúpulos para admitir lo que ella no nos ha transmitido.He recibido de la Iglesia que se debe celebrar con gran veneración el día en que,ascendida de este triste siglo, llevó también a los cielos el gozo de una fiesta solemne.Pero también he aprendido en la Iglesia y de la Iglesia, sin duda ninguna a celebrar el díade su nacimiento, sosteniendo firmísimamente con la Iglesia que ella recibió en el senomaterno la gracia necesaria para que naciese santa. En realidad, leo también de Jeremías,que fue santificado desde el seno materno, y no pienso otra cosa de Juan el Bautista, quedel seno materno sintió al Señor todavía no nacido . . . Lo que resulta haber sido dado aalgunos pocos mortales, no se puede presumir que le fuera negado a una tan grandevirgen, por medio de la cual toda la raza mortal de los hombres surgió a la vida (omniemortalitas emersit ad vitam). Asimismo, la madre del Señor fue ciertamente santa antesde nacer (sancta prius quam nata); y no se engaña la Iglesia cuando estima santo el díamismo de su nacimiento, y lo celebra cada año con exultación. Pienso que descendiósobre ella una abundante bendición de santificación que no sólo santificó su nacimiento,sino que preservó su vida de todo pecado; cosa no concedida a ningún otro nacido demujer . . . Santo fue, pues su nacimiento, porque así la hizo aquella inmensa santidad alsalir del seno materno, ¿Qué otros honores creemos deber agregar a éste? Para que sehonre, dicen, también la concepción que precedió a aquel parto honorando . . . ¿Pero quélógica hay en sostener que por el hecho que precedió al nacimiento, también laconcepción fue santa? ¿Fue tal vez el hecho de precederla que la tornó santa? Pero laconcepción precedió al nacimiento, para que éste se produjera, no para que fuese santo.¿Y de dónde habría sacado la santidad que debía transmitir al nacimiento que había deseguir? ¿No es que más bien, por no ser santa la concepción, tuvo que ser santificada paraque el nacimiento fuera santo? ¿O quizá tomó prestada la santidad del nacimiento quehabía de seguirla? Pero la santificación cumplida en ella ya concebida pudo comunicarseal nacimiento que la siguió; pero no podía por cierto retroceder a la concepción que lahabía precedido. ¿Dónde está, pues, la santidad de la concepción? Se dirá tal vez que lasantificación precedió a la concepción, que fue concebida ya santa y que por ello tambiénla concepción fue santa, del mismo modo que se dice que fue santificada en el senomaterno, y que por eso fue santo también el nacimiento. Pero no podía ser santa antes deexistir, ni existía antes de ser concebida. ¿Quizá entre los abrazos conyugales la santidadse mezclaría a la concepción misma, de manera que fue al mismo tiempo santificada yconcebida? Pero la razón no admite esto. ¿Cómo pudo existir santidad sin graciasantificante, o como pudo el Espíritu Santo asociarse con el pecado? ¿O se dirá que dealguna manera no hubo pecado donde ciertamente no faltó la concupiscencia (libido)?¡Salvo que se diga que fue concebida del Espíritu Santo, y no de un hombre! Pero esto,hasta ahora, no se ha oído. Leo, en realidad, que el Espíritu Santo vino a ella, no con ella,cuando el ángel le dijo: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti”. Y si se puede decir lo que laIglesia piensa, más aún lo que ella misma piensa, digo que gloriosa concibió del EspírituSanto, pero no fue concebida por él; digo que dio a luz virgen, pero no que fue dada a luzpor una virgen. Si no, ¿dónde está la prerrogativa de la Madre del Señor, que se creesuperior en forma del todo singular por la calidad de la prole y por la integridad de lacarne, si se concede el mismo privilegio a su madre? Esto no es honrar a la Virgen, sinodisminuir su honor. Si, pues, no pudo ser santificada antes de su concepción, porque noexistía, ni en el acto mismo de la concepción, por causa del pecado que en ella existió,resta que creamos que ya concebida existente en el seno materno, recibió la santificación
La Virgen María, página 71(restat ut conceptum in utero iam existens santificationem accpisse creatur), la cual,echado fuera el pecado, tornó santo su nacimiento, pero no su concepción. Por tanto, si leha sido concedido a unos pocos hijos de los hombres nacer con santidad, no les ha sidoconcedido ser concebidos tales: a fin de que a uno solo le estuviera reservada la santidadde la concepción, a Aquel que vino a santificar a todos, y viniendo sin pecado debíacumplir la purificación de los pecadores. Solamente el Señor Jesús, pues fue concebidodel Espíritu Santo, porque sólo él es santo antes y después de la concepción. A excepciónde él. a todos los hijos de Adán se aplica lo que uno de ellos confesó humilde yverazmente a sí mismo: “En maldad he sido formado y en pecado me concibió mimadre”. Siendo así las cosas, digo, o se afirmará que es santa una concepción que no esdel Espíritu Santo, por no decir que es del pecado, o se festejará una concepción que noes santa. La gloriosa se pasará de buena gana sin este honor, con el cual parece honrarseel pecado, o revestirla de una falsa santidad. Por lo demás, no le agradará por ningunarazón una novedad realizada arbitrariamente, contra los ritos de la Iglesia, aquellanovedad que es madre de la temeridad, hermana de la superstición, hija de la ligereza. ¡Siasí se deseaba, se debiera haber consultado primero la autoridad de la Sede Apostólica, yno seguir así, con inconsulta precipitación, la simpleza de unos cuantos incompetentes!Sabía ya antes que existía entre algunos este error, pero fingí ignorarlo, para guardar unadevoción que provenía de sencillez de corazón y del amor a la Virgen. Pero habiendodescubierto esta superstición entre los sabios, y en una Iglesia famosa y noble, de la cualespecialmente soy hijo, no sé si hubiera podido ignorarla sin grave ofensa de todosvosotros. Esto sea dicho sin perjuicio de un juicio mejor. Remito todos esto en particulara la autoridad y al examen de la Iglesia Romana, como las demás cuestiones similares,siempre pronto a revisar mi juicio.” 116Hemos citado casi íntegramente esta célebre epístola, tanto por la autoridad del hombrede quien proviene como por la claridad con que plantea la cuestión en los términos en quehabría de quedar toda la Edad Media y la época de la Contrarreforma, hasta la definiciónsolemne de 1854, acerca de la cual cabe preguntar si habría satisfecho la deferenteapelación del santo al juicio de la Iglesia.Bernardo de Clairvaux es considerado con justicia como uno de los mayores promotoresde la piedad mariana del siglo XII: es, también en esto, el típico representante de su siglo,al cual no son extraños los motivos secretos de la idealización de la mujer, presente en elhombre nuevo, después del año mil; él une en un solo amor la mística de Jesús y laveneración de su Madre, y el ideal caballeresco de los Templarios, al servicio de laIglesia de la Santa Virgen. Sus objeciones a la novedad teológica y litúrgica de laInmaculada Concepción no derivan, por cierto, de tibieza hacia la Virgen María. Serelacionan con dos principios fundamentales de la fe cristiana: el concepto agustinianodel pecado, y la exigencia de que la honra de María no venga a disminuir la posición deabsoluta singularidad del Salvador; a lo que se puede agregar, en cierta medida, laimpaciencia del hombre de gran cultura y del genio religioso, por las devocioncillas116 Bernardo de Clairvaux, Epistula 174 (172) ad Canonis Lugdunenses. Citamos laedición de París, al cuidado de Mabilloin, 1839, vol. I, col. 389-393.
- Page 20 and 21: La Virgen María, página 20Elvidio
- Page 22 and 23: La Virgen María, página 22Este ha
- Page 24 and 25: La Virgen María, página 24Muy bie
- Page 26 and 27: La Virgen María, página 26virgen
- Page 28 and 29: La Virgen María, página 28esa lit
- Page 30 and 31: La Virgen María, página 30ilimita
- Page 32 and 33: La Virgen María, página 32transfi
- Page 34 and 35: La Virgen María, página 34aquí u
- Page 36 and 37: La Virgen María, página 36fervor,
- Page 38 and 39: La Virgen María, página 38Y ahora
- Page 40 and 41: La Virgen María, página 40A su in
- Page 42 and 43: La Virgen María, página 42crític
- Page 44 and 45: La Virgen María, página 44dialéc
- Page 46 and 47: La Virgen María, página 46En este
- Page 48 and 49: La Virgen María, página 48Si aten
- Page 50 and 51: La Virgen María, página 50La Virg
- Page 52 and 53: La Virgen María, página 52En real
- Page 54 and 55: La Virgen María, página 54tu serv
- Page 56 and 57: La Virgen María, página 56recuerd
- Page 58 and 59: La Virgen María, página 58parece
- Page 60 and 61: La Virgen María, página 60agnosti
- Page 62 and 63: La Virgen María, página 62et beat
- Page 64 and 65: La Virgen María, página 64desiert
- Page 66 and 67: La Virgen María, página 66Para lo
- Page 68 and 69: La Virgen María, página 68interpr
- Page 72 and 73: La Virgen María, página 72superst
- Page 74 and 75: La Virgen María, página 74produjo
- Page 76 and 77: La Virgen María, página 76La inma
- Page 78 and 79: La Virgen María, página 78la Igle
- Page 80 and 81: La Virgen María, página 80singula
- Page 82 and 83: La Virgen María, página 82La defi
- Page 84 and 85: La Virgen María, página 84por la
- Page 86 and 87: La Virgen María, página 86problem
- Page 88 and 89: La Virgen María, página 88leche y
- Page 90 and 91: La Virgen María, página 90En los
- Page 92 and 93: La Virgen María, página 92feminid
- Page 94 and 95: La Virgen María, página 94como Sa
- Page 96 and 97: La Virgen María, página 96La inte
- Page 98 and 99: La Virgen María, página 98Sin emb
- Page 100 and 101: La Virgen María, página 100la pie
- Page 102 and 103: La Virgen María, página 102está
- Page 104 and 105: La Virgen María, página 104El seg
- Page 106 and 107: La Virgen María, página 106mérit
- Page 108 and 109: La Virgen María, página 108a cier
- Page 110 and 111: La Virgen María, página 110consid
- Page 112 and 113: La Virgen María, página 112mujer
- Page 114 and 115: La Virgen María, página 114el ace
- Page 116 and 117: La Virgen María, página 116lo div
- Page 118 and 119: La Virgen María, página 118muere
La <strong>Virgen</strong> María, página 70confieso que tendría muchos escrúpulos para admitir lo que ella no nos ha transmitido.He recibido de la Iglesia que se debe celebrar con gran veneración el día en que,ascendida de este triste siglo, llevó también a los cielos el gozo de una fiesta solemne.Pero también he aprendido en la Iglesia y de la Iglesia, sin duda ninguna a celebrar el díade su nacimiento, sosteniendo firmísimamente con la Iglesia que ella recibió en el senomaterno la gracia necesaria para que naciese santa. En realidad, leo también de Jeremías,que fue santificado desde el seno materno, y no pienso otra cosa de Juan el Bautista, quedel seno materno sintió al Señor todavía no nacido . . . Lo que resulta haber sido dado aalgunos pocos mortales, no se puede presumir que le fuera negado a una tan grandevirgen, por medio de la cual toda la raza mortal de los hombres surgió a la vida (omniemortalitas emersit ad vitam). Asimismo, la madre del Señor fue ciertamente santa antesde nacer (sancta prius quam nata); y no se engaña la Iglesia cuando estima santo el díamismo de su nacimiento, y lo celebra cada año con exultación. Pienso que descendiósobre ella una abundante bendición de santificación que no sólo santificó su nacimiento,sino que preservó su vida de todo pecado; cosa no concedida a ningún otro nacido demujer . . . Santo fue, pues su nacimiento, porque así la hizo aquella inmensa santidad alsalir del seno materno, ¿Qué otros honores creemos deber agregar a éste? Para que sehonre, dicen, también la concepción que precedió a aquel parto honorando . . . ¿Pero quélógica hay en sostener que por el hecho que precedió al nacimiento, también laconcepción fue santa? ¿Fue tal vez el hecho de precederla que la tornó santa? Pero laconcepción precedió al nacimiento, para que éste se produjera, no para que fuese santo.¿Y de dónde habría sacado la santidad que debía transmitir al nacimiento que había deseguir? ¿No es que más bien, por no ser santa la concepción, tuvo que ser santificada paraque el nacimiento fuera santo? ¿O quizá tomó prestada la santidad del nacimiento quehabía de seguirla? Pero la santificación cumplida en ella ya concebida pudo comunicarseal nacimiento que la siguió; pero no podía por cierto retroceder a la concepción que lahabía precedido. ¿Dónde está, pues, la santidad de la concepción? Se dirá tal vez que lasantificación precedió a la concepción, que fue concebida ya santa y que por ello tambiénla concepción fue santa, del mismo modo que se dice que fue santificada en el senomaterno, y que por eso fue santo también el nacimiento. Pero no podía ser santa antes deexistir, ni existía antes de ser concebida. ¿Quizá entre los abrazos conyugales la santidadse mezclaría a la concepción misma, de manera que fue al mismo tiempo santificada yconcebida? Pero la razón no admite esto. ¿Cómo pudo existir santidad sin graciasantificante, o como pudo el Espíritu Santo asociarse con el pecado? ¿O se dirá que dealguna manera no hubo pecado donde ciertamente no faltó la concupiscencia (libido)?¡Salvo que se diga que fue concebida del Espíritu Santo, y no de un hombre! Pero esto,hasta ahora, no se ha oído. Leo, en realidad, que el Espíritu Santo vino a ella, no con ella,cuando el ángel le dijo: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti”. Y si se puede decir lo que laIglesia piensa, más aún lo que ella misma piensa, digo que gloriosa concibió del EspírituSanto, pero no fue concebida por él; digo que dio a luz virgen, pero no que fue dada a luzpor una virgen. Si no, ¿dónde está la prerrogativa de la Madre del Señor, que se creesuperior en forma del todo singular por la calidad de la prole y por la integridad de lacarne, si se concede el mismo privilegio a su madre? Esto no es honrar a la <strong>Virgen</strong>, sinodisminuir su honor. Si, pues, no pudo ser santificada antes de su concepción, porque noexistía, ni en el acto mismo de la concepción, por causa del pecado que en ella existió,resta que creamos que ya concebida existente en el seno materno, recibió la santificación