Virgen Maria completa - Escritura y Verdad

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La Virgen María, página 66Para los fines de este libro, no es necesario tomar partido en cuanto a la interesante tesisde De Rougemont. Aun sin recurrir a la herejía cátara y a su dualismo, los largos siglosde represión sentimental, conectada con los idealismos ascéticos del cristianismomedieval, deberían bastar para explicar la idealización de la mujer en la cultura europeadespués del año mil; y si se quiere pensar en serio en una influencia maniquea, bastaráobservar que a través de Agustín había penetrado en el cuerpo mismo del cristianismocatólico una dosis notable de maniqueísmo. La Iglesia no tuvo necesidad, por cierto, debuscar la motivación sentimental de la renovada veneración mariana en la necesidad decombatir la herejía dualista; tenía en su propio seno razones ampliamente suficientes.Como quiera que sea, es evidentemente significativo que precisamente en este periodo seempiece a designar a la Virgen con el nombre de Madonna, mea Domina, mi Señora, quees la designación típica de la mujer ideal de la nueva poesía; y que el nuevo dogma que seconvierte en el centro de la meditación y de las discusiones - ¡y no pocas violentas! - seael de la inmaculada concepción de María.La idealización de María se remonta, se puede decir, a Ambrosio de Milán.Indudablemente, ya antes se pueden encontrar expresiones de encendida admiración porla Virgen María: basta recordar el paralelo entre Eva y María en Justino e Ireneo. Pero almismo tiempo se tiene presente la exigencia complementaria de declarar la plenahumanidad de la madre de Cristo, subrayando en ella algunas fallas. Así Orígenes, que esuno de los primeros cultores de María (viviendo, como se sabe, en la atmósfera gnósticay mística de Alejandría), le atribuye ciertamente un alto grado de santidad, pero no laperfección. María pertenece al número de los que Jesús ha predicho que seescandalizarían de él: como los apóstoles, ella también fue conturbada por la tragedia dela cruz; y era necesario que pecara así en cierta medida, a fin de que fuera también ellaredimida por Cristo, y su muerte fuera así por todos, sin excepción alguna. 102 El mismomotivo de la pecabilidad humana de María se encuentra en Juan Crisóstomo, quecomentando el episodio en que los parientes buscan a Jesús (Mateo 12:45), considera“indiscreto” el deseo de la madre de Jesús y sus hermanos, de que interrumpa su discursopara irse con ellos; y piensa que en las bodas de Caná, María tal vez no estuvo extenta decierto sentimiento de vanidad humana, deseando atraerse el reconocimiento de losinvitados, con el milagroso gesto de Jesús, demostrando así su influencia sobre él. 103En Ambrosio, la idealización de la Virgen responde a la necesidad de ofrecer a lasjóvenes cristianas, que se entregaban al noviciado ascético, un modelo de todas lasvirtudes.“Era Virgen - escribe - pero no solamente de cuerpo, sino de espíritu . . . Humildede corazón, grave en el hablar, prudente de ánimo, parca en palabras, celosa en la lectura;colocaba su esperanza no en las riquezas inciertas, sino en las oraciones de los pobres;consagrada al trabajo, tímida en el hablar, acostumbrada a remitirse al juicio de Dios y noal de los hombres; no hacía mal a nadie, quería el bien de todos, respetaba a las personas102 Homilía 17 in Lucam, P.G. 13, 1845.103 Comentarios del evangelio de Mateo y el de Juan, en los pasajes citados. P. G. 57,464; 59, 130.

La Virgen María, página 67de edad, no envidiaba a sus contemporáneas, evitaba la jactancia. seguía la razón, amabala virtud . . . No tenía nada de desafiante en la mirada, nada de procacidad en las palabras,nada de desvergüenza en las acciones; ni un gesto débil, ni una actitud descuidada, ni unavoz un tanto insolente; de modo tal que el aspecto del cuerpo era el simulacro del alma, laimagen de la virtud . . . “ Y continúa alabando la sobriedad de María en las comidas y lafrecuencia de sus ayunos: comía solamente para no morir, y dormía sólo lo estrictamentenecesario; y mientras el cuerpo reposaba, el alma velaba. “He aquí la imagen de lavirginidad. María fue tal, que su vida es de enseñanza (disciplina) para todos”. 104Sería ciertamente una irreverencia preguntarle al gran obispo cómo sabía todo esto. Maríaen el Nuevo Testamento, es como un punto geométrico sin dimensiones; pero lo que aquítenemos es el retrato de una monjita del siglo IV; y no se puede decir que no sea bello yedificante. Por otro lado, sería excesivo atribuir a este esbozo homilético un valordogmático cualquiera. Ambrosio tiene algunas expresiones más terminantes: “Ven, -escribe refiriéndose a Cristo - sácame, no de Sara, sino de María, a fin de que la Virgensea incorrupta, pero Virgen por gracia, y libre de toda mancha de pecado.” 105 Pero estatambién es una declaración genérica de la pureza y santidad de María.Sólo con Agustín y la controversia Pelagiana se empieza a formular rigurosamente ladoctrina del pecado original, y en consecuencia se plantea el problema de si o en quémedida se ha de considerar a María sujeta a él. Pelagio, discutiendo la tesis de launiversalidad del pecado, objetaba a Agustín que se debiera pensar que algunos justos delAntiguo Testamento vivieron sin pecado, al menos seguramente la Virgen María “acercade la cual es necesario a la piedad confesar que vivió sin pecado”. La respuesta deAgustín es que ninguno de los justos del Antiguo Pacto fue inmune al pecado; y prosigue:“Hago excepción de la Virgen María, sobre la cual, por el honor debido al Señor, noquiero tener ninguna discusión cuando se trata de los pecados, pues que sabemos queaquella que mereció concebir y dar a luz al que fue sin pecado, recibió una gracia mayor(que los otros) para vencer completamente el pecado.” 106 Esta claro que Agustín no hablade pecado original sino de los pecados actuales. La cuestión discutida es si María viviósin pecado, no si fue concebida sin pecado. La misma alusión a la mayor gracia queobtuvo para “vencer” el pecado parece implicar que hubo en ella una lucha (victoriosa).En otros pasajes Agustín enseña explícitamente que María recibió la vida física “depeccati propagine”, de la simiente viciada de Adán, y que por esta razón está sujeta a laley común de la muerte; 107 y que Cristo nació sin pecado “de la materna carne depecado”. 108 Teniendo presentes estas afirmaciones, no puede haber duda alguna sobre la104 De virginibus, lib. II, cap. 2, P. L. 16, 222.105 Enarratio in Ps. 118, P. L. 15, 1599.106 Agustín, De Natura et gratia, cap. 36, P. L. 44, 267.107 Agustín, De Genesi ad litteram, lib. X, cap. 18, 32: “. . . et quid incoinquinatius ellautero Virginis, cuius caro etiamse de peccati propagine venit, non tamen de peccatipropagine conccepit?” María, pues desciende de la progenie viciada de la humanidad,pero no concibió a Jesús de esa progenie, sino del Espíritu Santo. P. L. 34, 422.108 Agustín, De peccatorum meritis et remissione, II, 24: “Solos ille (Cristo) etiam homofactus, manens Deus, peccatum non habuit unquam, nec sumpsit carnem peccati, quamvis

La <strong>Virgen</strong> María, página 66Para los fines de este libro, no es necesario tomar partido en cuanto a la interesante tesisde De Rougemont. Aun sin recurrir a la herejía cátara y a su dualismo, los largos siglosde represión sentimental, conectada con los idealismos ascéticos del cristianismomedieval, deberían bastar para explicar la idealización de la mujer en la cultura europeadespués del año mil; y si se quiere pensar en serio en una influencia maniquea, bastaráobservar que a través de Agustín había penetrado en el cuerpo mismo del cristianismocatólico una dosis notable de maniqueísmo. La Iglesia no tuvo necesidad, por cierto, debuscar la motivación sentimental de la renovada veneración mariana en la necesidad decombatir la herejía dualista; tenía en su propio seno razones ampliamente suficientes.Como quiera que sea, es evidentemente significativo que precisamente en este periodo seempiece a designar a la <strong>Virgen</strong> con el nombre de Madonna, mea Domina, mi Señora, quees la designación típica de la mujer ideal de la nueva poesía; y que el nuevo dogma que seconvierte en el centro de la meditación y de las discusiones - ¡y no pocas violentas! - seael de la inmaculada concepción de María.La idealización de María se remonta, se puede decir, a Ambrosio de Milán.Indudablemente, ya antes se pueden encontrar expresiones de encendida admiración porla <strong>Virgen</strong> María: basta recordar el paralelo entre Eva y María en Justino e Ireneo. Pero almismo tiempo se tiene presente la exigencia complementaria de declarar la plenahumanidad de la madre de Cristo, subrayando en ella algunas fallas. Así Orígenes, que esuno de los primeros cultores de María (viviendo, como se sabe, en la atmósfera gnósticay mística de Alejandría), le atribuye ciertamente un alto grado de santidad, pero no laperfección. María pertenece al número de los que Jesús ha predicho que seescandalizarían de él: como los apóstoles, ella también fue conturbada por la tragedia dela cruz; y era necesario que pecara así en cierta medida, a fin de que fuera también ellaredimida por Cristo, y su muerte fuera así por todos, sin excepción alguna. 102 El mismomotivo de la pecabilidad humana de María se encuentra en Juan Crisóstomo, quecomentando el episodio en que los parientes buscan a Jesús (Mateo 12:45), considera“indiscreto” el deseo de la madre de Jesús y sus hermanos, de que interrumpa su discursopara irse con ellos; y piensa que en las bodas de Caná, María tal vez no estuvo extenta decierto sentimiento de vanidad humana, deseando atraerse el reconocimiento de losinvitados, con el milagroso gesto de Jesús, demostrando así su influencia sobre él. 103En Ambrosio, la idealización de la <strong>Virgen</strong> responde a la necesidad de ofrecer a lasjóvenes cristianas, que se entregaban al noviciado ascético, un modelo de todas lasvirtudes.“Era <strong>Virgen</strong> - escribe - pero no solamente de cuerpo, sino de espíritu . . . Humildede corazón, grave en el hablar, prudente de ánimo, parca en palabras, celosa en la lectura;colocaba su esperanza no en las riquezas inciertas, sino en las oraciones de los pobres;consagrada al trabajo, tímida en el hablar, acostumbrada a remitirse al juicio de Dios y noal de los hombres; no hacía mal a nadie, quería el bien de todos, respetaba a las personas102 Homilía 17 in Lucam, P.G. 13, 1845.103 Comentarios del evangelio de Mateo y el de Juan, en los pasajes citados. P. G. 57,464; 59, 130.

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