Virgen Maria completa - Escritura y Verdad
Virgen Maria completa - Escritura y Verdad Virgen Maria completa - Escritura y Verdad
La Virgen María, página 60agnosticismo. Gerónimo-Pascacio no niega, puesto que Dios todo lo puede; pero tampocoafirma, y en conclusión prefiere no afirmar la resurrección de la Virgen, por no correr elpeligro de "definir incautamente aquello que se puede ignorar sin peligro" (inconsultedefinire quod sine periculo nescitur). 86Sería un error imaginar por este cauto y sabio exordio, que el Pseudo Gerónimo tuvierapoco fervor por la gloria de María. Todo el escrito es un altísimo elogio de la Virgen, desu pureza de lirio intocado de su virtud, ella que fue espiritualmente mártir por el dolorque sintió al pie de la cruz aunque murió en paz, "in pace vitam finivit"; sin embargo, ¡fuemás que mártir! Y también de su gloriosa asunción (sea con el cuerpo o sin el cuerpo)está bien persuadido: porque "si hay gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente,¡cuánto más no habrá por exaltación y la gloria de tal Virgen"! "Bendito pues tal y tangrande tránsito (talis et tanta nativitatis), bendita la sociedad de los ciudadanos de lo alto,y admirable la unanimidad de su amor (Charitas): allá donde ninguno de los ángeles,ninguno de los arcángeles envidia la gloria, no digo de la bienaventurada Virgen María,pero ni siquiera de alguno de los santos: sino que cada cual posee en la persona de losdemás todo aquello que es ofrecido gratuitamente a todos; donde no se hace distinción desexo, de edad, de nobleza de nacimiento, sino solamente se distingue la calidad de losméritos; ¡así como las estrellas difieren una de otras en esplendor, aunque todas brillancon la misma luz!" 87¿Qué le responde (porque parece lógico pensar en una polémica tácita) a Pascasio-Gerónimo su discípulo Ratramno-Agustín? 88 Este no puede evidentemente discutir quedesde el punto de vista histórico o bíblico no hay ninguna indicación ni tradición cierta;pero recurre al argumento de la piedad. Conviene pensar así: "Cristo, potencia de Dios ysabiduría de Dios, a quien pertenecen todas las cosas del Padre, quiere todas las cosas queson dignas y justas. En consecuencia, parece justo que María disfrute de una felicidadinenarrable, en cuerpo y alma, en su Hijo, con su Hijo, por medio de su Hijo, (videturdigne laetari Maria laetitia inenarrabili) . . .; y que no haya tenido que sufrir corrupción,ella que no ha sufrido corrupción alguna al dar a luz tal Hijo; que permanezca siempreincorrupta aquella en la cual fuera infundida una gracia tan grande; que viva íntegramenteaquella que engendró la vida íntegra y perfecta; que esté con Aquel que llevó en su seno;que esté con El ella que lo dio a luz, lo abrigó, lo alimentó, María genitora de Dios,alimentadora de Dios, ministradora de Dios, secuaz (secutrix) de Dios: de la cual, comoya ha dicho, no osando pensar de otra manera, no me atrevo a hablar de otra manera. 89Estos dos escritos, sea por la autoridad de los nombres de Gerónimo y Agustín con queestán revestidos, sea por su valor intrínseco, determinan durante toda la Edad Media las86 Epistula ad Paulam et Eustochium, cit. Cap. 1-2.87 Epist., cit. Cap. 14-15.88 Suponiendo naturalmente, que se admita esta identificación, que en realidad no tieneningún fundamento seguro. El escrito se encuentra en la Patrología de Migne, entre lasobras de agustín, vol. 40, col. 1141 sgs. Y se intitula: Liber de Assumptione BeataeVirginis Mariae.89 Liber de Assumptione, cap. 8, P. L. 40, 1148.
La Virgen María, página 61corrientes de la opinión católica con respecto a la Asunción de María. Hasta el Siglo XIIIpredomina la prudencia inspirada por el Pseudo Gerónimo; a partir del Siglo XIIIempieza a prevalecer la opinión del Pseudo Agustín; esta toma decididamente ladelantera después que la crítica humanista hubo demostrado la inautenticidad de laEpístola a Paulo y Eustoquio, mientras la falta de autenticidad del Pseudo Agustín reciénfue claramente reconocida por la crítica del siglo XVII. A la influencia del PseudoGerónimo se debe por cierto el cauto silencio de teólogos como Anselmo de Canterbury oBernardo de Clairvaux, y de dos papas: Alejandro III e Inocencio III; al PseudoGerónimo se refieren, explícita o implícitamente, Odilón de Cluny, Ghiberto de Nogent,el martiriologio de Adone, obispo de Vienne, y los de Usuard y Notkero, Alano de Lille.En la línea del Pseudo Agustín se encuentran, en cambio, Hugo y Ricardo de San Victor,San Pier Damiani, San Antonio de Padua y Abelardo. Entre los teólogos del siglo XIII,Enrique Suso, Jacobo de Voragine y algunos otros consideran la Asunción como una píaopinión, posición de la cual poco se diferencian los grandes escolásticos.El más explícito es Alberto Magno, que considera la Asunción entre las verdades que noestán directamente reveladas en la Escritura, ni son evidentes por sí mismas, pero queparecen derivarse de las Escrituras e imponerse a la razón, y no pueden ser combatidascon alguna declaración bíblica contraria ni con algún argumento racional. Tomás deAquino no se ocupa de la Asunción en sus obras teológicas (silencio significativo), y seexpresa dubitativamente sobre la resurrección de María y de Juan, pero termina pordeclarar: "Creemos que después de su muerte resucitó y fue llevado al cielo." 90Buenaventura habla de ella sobre todo en sus sermones; se trata, pues, de un argumentohomilético más que teológico. Las posiciones no varían sustancialmente hasta laReforma.La Reforma no hizo de la Virgen María un objeto explícito de investigaciones opolémicas: simplemente abandonó toda la mariología y el culto con ella relacionado, porcarecer de justificación en las Sagradas Escrituras. Pero las Centurias de Magdeburgo(que son la primera obra moderna de historia eclesiástica) hacen suya la crítica humanistade las antiguas tradiciones, particularmente en lo que respecta a la Asunción de María.Respondiendo a protestantes y humanistas, los teólogos católicos por general presentan laAsunción como una doctrina cierta, pero no de fe: entre éstos merece ser recordadoCanisio, el primero al parecer, que afirma explícitamente la evolución del dogma católicocomo argumento de apología. 91 Pero a partir del siglo XVI se empieza a considerar"temeraria" la opinión de aquellos que niegan o ponen en duda la Asunción de María.Como se ve las posiciones tienden a invertirse: en la época carolingia, el PseudoGerónimo consideraba temeraria la posición de aquellos que afirmaban arbitrariamente loque puede ser ignorado sin peligro. En el siglo XVII la crítica histórica toma nuevo ardor,con el canónigo parisiense Pierre Launoy y el historiador Lenain de Tillemont, quesostienen la posición de Pseudo Gerónimo. Entre las opiniones "moderadas" del sigloXVIII se recuerda la de notable tratadista Charles Billuard, y sobre todo la del papaBenedicto XIV (Próspero Lambertini) que en su obra De festis Domini nostri Jesu Christi90 En la explicación de los artículos del Símbolo, interpretando la salutación angelical.91 Canisius, De Verbi Dei corruptelis; cf. Jugie, La mort et l’Assomption, p. 412.
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