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Virgen Maria completa - Escritura y Verdad

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La <strong>Virgen</strong> María, página 57les dice: "Padres y hermanos, ayudémonos los unos a los otros. Encendamos nuestraslámparas y velemos, porque no sabemos la hora en que vendrá el ladrón. No temo lamuerte; es la suerte de todos; pero temo al adversario que asalta a todos . . . Ayudémonospues unos a otros, y hagamos que nada malo sea hallado en nosotros." Entonces lasmujeres presentes le dicen a María: "Oh tú, hermana nuestra, que has llegado a ser laMadre de Dios y la Señora del Universo, ¿qué tienes que temer? Eres la Madre del Señor,eres nuestra esperanza y nuestro sostén. Si tú no estás segura, ¿adónde huirán las ovejas?"Entonces María las consuela y todas juntas se levantan para orar. Esta insistencia en eltemor al paso extremo, en éste y otros relatos, responde, evidentemente a la exigencia,complementaria de la idealización de la <strong>Virgen</strong>, de subrayar su plena humanidad.Y ahora, ¿cuál es el valor de estos relatos? Se puede aceptar sin más el juicio de Jugie,que habla en nombre de la más severa ciencia católica: "Desde el punto de vista histórico,su valor es absolutamente nulo . . . Desde el punto de vista doctrinal, ellos . . . nosinforman de las primeras soluciones que la piedad cristiana dio al problema planteado porla muerte de María . . . " 78 Cuando, después del concilio de Efeso, se comenzó areflexionar sobre la eminente dignidad de María, pareció imposible pensar que su cuerpohubiera sido presa de la corrupción. Algunos pensaron que debía haber disfrutado delprivilegio de una resurrección inmediata; otros, que habría sido depositado en el paraísoterrenal, a la sombra del árbol de la vida, en espera de su resurrección final. Nuestrosapócrifos son el reflejo de esas piadosas creencias, que inspiran la oratoria sagrada en lasfiestas dedicadas a María, y los himnos litúrgicos compuestos en su honor; en un segundotiempo, se insinúan también en la meditación docta, según la acostumbrada línea dedesarrollo; primero la piedad popular, después el culto; finalmente la teología que explicay justifica el culto. 79Debemos seguir sucintamente los rastros de esta doctrina. Los teólogos bizantinos de lossiglos VII al IX, reflejan la misma incertidumbre que hemos observado en las leyendasapócrifas. El alma de María ascendió al cielo: en esto están todos de acuerdo. Su cuerpo,o bien la siguió, o bien la espera en la incorruptibilidad. Alguno, como Hipólito de Tebas,78 Jugie, Ibid., p. 167, 169.79Recordemos sólo de paso algunos “testimonios” cuya inconsistencia ha sidoreconocida por la crítica: un pasaje del Libro de los milagros, de Gregorio de Tours, queestá tomada del Pseudo Melitón, o quizá de un Tránsido siríaco algo más antiguo, delcual se ha hallado un framento; tres homilías de Juan Damscensom en las cuales laspartes que se refieren a la asunción de la <strong>Virgen</strong> son una evidente interpolación posteriorreconocida; un párrafo del cap. III del libro del Pseudo Dionisio Areopagita (siglo V)sobre Nombres divinos, en el cual dice que muchos hermanos se reunieron “paracontemplar el cuerpo principio de vida y morada de la divinidad”, expresiones que debenreferirse al cuerpo eucarístico de Cristo y no al de la <strong>Virgen</strong> María; una Carta a Tito,atribuida al Pseudo Dionisio, y en realidad del siglo VIII, en la cual se explicamariológicamente el pasaje citado; finalmente, la Historia Eutimiaca, apócrifo del sigloIX, tendiente a explicar el origen de las reliquias de María, que explica su tránsito, latardanza de Tomás, la aparición de las vestiduras fúnebres en el sepulcro vacío.

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