La <strong>Virgen</strong> María, página 50La <strong>Virgen</strong> MaríaCapítulo 5La AsunciónEl desarrollo del culto de María no fue rápido: al menos, no fue tan rápido como pudieraparecer que hubiera podido ser, teniendo en cuenta las grandísimas posibilidades dedesarrollo contenidas en el título Theotokos, y las analogías de los diversos cultosmediterráneos de la Madre celestial. Pero conviene tener presente cierto grado dedesvalorización de los títulos honoríficos, consecuencia de su inflación, en la costumbreáulica bizantina, debido al cual, una vez honrada la <strong>Virgen</strong> María con el título de Madrede Dios, durante algún tiempo bastó con el título, y no se pensó en extraer las posiblesvastísimas consecuencias teológicas; y en cuanto al impulso genérico de los cultosfemeninos paganos, la <strong>Virgen</strong> María no obstante las altísimas alabanzas que se leconcedieron, siguió siendo en la conciencia cristiana una criatura humana, aunqueexcelsa y venerada. Se ha de tomar en cuenta, asimismo, el sabio y prudentetradicionalismo, que hace más lenta la evolución litúrgica y teológica, ligándola alcriterio de la Sagrada <strong>Escritura</strong> y de la más antigua y constante tradición cristiana.En vísperas del Concilio de Éfeso, Cirilo y Nestorio están sustancialmente de acuerdosobre este punto: si Nestorio declaraba: "¡No hagáis de la <strong>Virgen</strong> una diosa!", Cirilorespondía: "No hemos divinizado a aquella que debe ser contada entre las criaturas . . .¡Sabemos que pertenece a la humanidad como nosotros!" 65 Esta posición está de acuerdocon la tradición más antigua. A fines del siglo IV Epifanio, denunciando, como hemosvisto, a la secta de los colliridianos, declaraba: "No se debe honrar a los santos más de lojusto, sino se debe honrar a su Señor . . . María por cierto no es Dios, ha recibido sucuerpo del cielo, pero de una concepción, de un hombre y una mujer." "Santo es elcuerpo de María, pero no es Dios; es <strong>Virgen</strong>, y digna de mucha honra, pero no nos hasido dada en adoración, y ella misma adora a aquel que nació de su carne." "Se honra aMaría pero se adora al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Ninguno adore a María." 66 Y aestas palabras hace eco, en el mismo siglo, Ambrosio de Milán: "María era el templo deDios, no es Dios del templo: se debe adorar, pues solamente a Aquel que oraba en eltemplo". 6765 Cirilo, Adversus Nestorium, I. 9-10; P. G. 76, 57.66 Epifanio, Panarion, 78, 24; 79, 4, 7; p. G. 42, 727, 745, 752.67 Ambrosio, De Spiritu Sancto, lib. III, cap. 11, n. 80. Se pretgunta Ambrosio en elpárrafo anterior, a quien se debe adorar: no la tierra (¡el principio cósmico!) quecorresponde al cuerpo de Cristo, sino en cuanto es Hijo de Dios. “Aun al Espíritu Santose lo adora, porque se adora a Aquel que, según la carne, nació del Espíritu Santo”. Y enel pfo. 80, brevísimo, agrega: “Y a fin de que no se haga de esto una deducción a favor dela <strong>Virgen</strong> María (ne quis . . . ad <strong>Maria</strong>m deducat) : María era el templo . . . (María erattemplum Dei, non Deus templi. Et ideo ille solus adorandus qui operabatur in templo).P. L. 16, 829.
La <strong>Virgen</strong> María, página 51No es posible señalar con seguridad la fecha de origen del culto mariano. Podemosreferirnos con confianza al juicio de un doctísimo mariólogo como Jugie: "Tal vez a finesdel siglo IV, y seguramente a comienzos del V, en algunas iglesias de Oriente y deOccidente se empieza a honrarla con un culto público y una fiesta especial. 68 Esta fiestaaparece en estrecha relación con la celebración del nacimiento de Jesús, y constituye unasuerte de arcaico Adviento, que se celebra el domingo antes de Navidad. Está consagradaa la "memoria" de María, y destinada a conmemorar la Anunciación y los otros episodioscontenidos en los evangelios sinópticos: María es, en ella, sobre todo, testigo de laencarnación. Después del concilio de Efeso, esa costumbre se difundió ampliamente.Pero debemos descender hasta Justiniano para hallar una serie de días festivos (nomuchos) dedicados siempre a la conmemoración de los mismos hechos evangélicos:Anunciación, Navidad, Presentación en el templo.Ahora bien, del concilio de Efeso al comienzo del reinado de Justiniano, transcurre todoun siglo. Solamente después de Justiniano, en la segunda mitad del siglo VI, el organismode las fiestas marianas se <strong>completa</strong> con la celebración de su nacimiento (8 de setiembre),de su concepción (9 de diciembre), y finalmente su muerte, o mejor dicho, de su"tránsito", de su "dormición" (Koimesis). Estas fiestas se distinguen de las precedentes,en que se ocupan de María como tal, de su persona. En particular se debió sentirprecozmente el deseo de celebrar el día de su muerte: la muerte era considerada como eldía del nacimiento a la verdadera vida de la ascensión al cielo; las fiestas de los mártiresse celebran todas en el día del aniversario, real o supuesto, de su martirio. Hubiera podidoparecer normal la asimilación de María a los santos mártires. Las palabras del ancianoSimeón: "Una espada traspasará tu misma alma" (Lucas 2:35) podían hacer pensar en unamuerte violenta. En realidad, se trataba de una interpretación arbitraria: "Ni la <strong>Escritura</strong>ni la historia nos informan que María haya salido de esta vida con una muerte violenta",escribe Ambrosio de Milán, comentando este pasaje de Lucas. 69 Por lo demás, la mismaincertidumbre en que se estaba acerca del bienaventurado tránsito de María sugeríadiversas suposiciones: ¿quién sabe, si María murió realmente, y si no fue llevada viva alcielo, como la Biblia refiere acerca de Enoc y Elías? Epifanio se hace eco de estassuposiciones en el pasaje mariológico que hemos citando a propósito de los colliridianos:"Escudriñen las <strong>Escritura</strong>s: no hallarán ni la muerte de María, ni si murió; ni si fuesepultada ni si no fue sepultada"; 70 y en su incertidumbre concluye: "Si la Santa <strong>Virgen</strong>murió y fue sepultada, su dormición (koimesis) ha estado circundada de honor; la muertela halló pura, y su corona está en su virginidad. Si fue muerta (según Lucas 2:35) esgloriosa entre los mártires, y es bienaventurado su santo cuerpo, por medio del cualresplandeció la luz en el mundo. O tal vez ha permanecido viva: porque para Dios nadaes imposible . . . Nadie conoce su fin." 7168 Martín Jugie, A. A., La mort et l’Assomption de la Sainte Vierge. Etude historicodoctrinal. Ciudad del Vaticano, 1944, p. 58.69 “Nec litera nec historia docet ex hac vita <strong>Maria</strong>m corporalis necis passione migarse.”Exposito Evangelii Lucae, II, 61, P. L. 15, 1656.70 Epifanio, Panarion, 78, 11; P. G. 42, 716.71 Ibid., 78, 24; P. G. 42, 737.
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