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Virgen Maria completa - Escritura y Verdad

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La <strong>Virgen</strong> María, página 49Estas especulaciones no fueron acogidas por la teología oficial en Occidente. Lo fueronen parte en Oriente, debido al genio más especulativo, y nunca totalmente libre deinfluencias gnósticas de aquella Iglesia. Pero también en Occidente advertimos supresencia subterránea, en las corrientes heréticas y esotéricas donde precisamente laidentificación de la <strong>Virgen</strong> Madre con el principio cósmico es más clara, decidida yconsciente de su contenido panteísta. En María, el principio de la vida cósmica estáíntimamente asociado con la divinidad: en un grabado medieval, María ocupa un tronoaparte, en un nivel ligeramente inferior, junto a las tres personas entronizadas de laTrinidad, y las cuatros figuras están encerradas juntas en el óvalo sagrado del mandala,símbolo de la unidad de Dios y del cosmos. En la santa Cuaternidad, símbolo de latotalidad divino-cósmica, revive manifiestamente - y revive llevado por el símbolo de la<strong>Virgen</strong> María - el motivo panteísta del culto mediterráneo de la tierra fecundada.En la cristiandad ortodoxa de Occidente, estas concepciones permanecieron al margen,cuando no fueron terminantemente rechazadas y prohibidas: pero permanecieron; y no esfácil establecer cuánta influencia tuvieron efectivamente en el desarrollo del cultomariano, como tampoco es imposible que conozcan alguna vasta reviviscencia en nuestrotiempo. Ellas son el fondo misterioso y seductor de los desarrollos ortodoxos de lamariología.Estos se limitan, concientemente, a los motivos marginales de la tradición cristiana quehemos mencionado, y a los cuales debemos ahora atenernos exclusivamente, puesto queson ellos los que dan a María su rostro tradicional y que hacen de la mariología unacreación original.Las imágenes bizantinas de la Basilissa Panhagia, la Reina Toda santa, que confrontan alas del Kyrios Pantokrator, el Señor Cristo Omnipotente, con pareja potencia extática deexpresión numinosa, no representan las perfecciones astrales de una nueva Isis rutilantede luz, o de una nueva Cibeles plena de inexpresables misterios de fecundidad:configuran aquellas que más tarde celebrarán las letanías lauretanas, como Reina de losángeles, de los patriarcas, de los profetas, de los apóstoles, de los mártires, de losconfesores, de las vírgenes, de todos los santos.Pero la <strong>Virgen</strong> María no habría podido llegar a ser la Reina de la Iglesia triunfante ymilitante si no se hubiera sentado sobre el trono de Isis y no se hubiese ceñido la coronaalmenada de Cibeles. Para comprender psicológicamente la exaltación de María en elplano del dogma y de la piedad cristiana, para entender cómo, de la disputa teológica entorno a las dos naturalezas de Cristo, y de la paradoja de la Theotokos - digna de serrepetida con temor y temblor, y no de ser blandida como enseña de un nuevo culto - pudosalir la hiperbólica veneración de la <strong>Virgen</strong> María, es necesario pensar en el climadevocional creado por el culto mediterráneo de la <strong>Virgen</strong> y de la Madre. De ello tenemosla prueba histórica en el hecho de que los grandes centros propulsores de la veneración deMaría son Egipto, consagrado a Isis, Efeso, sede de la Artemisa, y Frigia, patria de laGran Madre Cibeles; mientras que los países nórdicos, a los cuales era extraño el cultomediterráneo de la Madre siguieron solamente con retardo, y sin entusiasmo, losdesarrollos mariológicos, y se libraron de ellos definitivamente con la Reforma.

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