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Virgen Maria completa - Escritura y Verdad

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La <strong>Virgen</strong> María, página 14de los planes de Dios que se cumplen, de la gran hora divina que está por sonar: laIglesia, nótese bien, en cuanto recibe un mensaje prodigioso de Dios y lo acepta con fe, ylo escucha y espera su cumplimiento, y siente ya presente en sí, el acontecimiento futuro;no la Iglesia que colabora, que distribuye gracias, que se asocia activamente en laredención; se diría la Iglesia del Antiguo Pacto al umbral del Nuevo que está poriniciarse; si la Iglesia en realidad no fuese una sola, idéntica e igual en la era de la esperay de la profecía no menos que en el día del cumplimiento. 13Elizabet saluda a María: "Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre.¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?" ?Qué significaeste encuentro, este saludo? Es oportuno reproducir aquí el comentario de Karl Barth:"Dos mujeres encintas, dos futuras madres . . . Allí donde dos personas han recibido lapromesa, la han recibido realmente . . . allí está la Iglesia, allí está realmente, en laesperanza, la realidad del Esperado; no sólo el conocimiento de la gracia, sino la graciamisma. El hijo que una mujer espera, solamente espera, ya está presente en ella. Así,donde está la Iglesia, está presente entre los hombres Aquel que es la esperanza de laIglesia, Aquel sin el cual la Iglesia no existiría, como no existiría el mundo si Dios no lohubiera extraído del caos." 14 Cristo y Juan, el Señor y el Precursor están presentes, seencuentran en las personas de las madres, y en las palabras de Elizabet, el Precursor seinclina ante su Señor. Tal es el sentido del saludo de Elizabet. Este va dirigido no aMaría, sino a Aquel que María lleva en sí. El es "mi Señor", Mar-an, el Mesías divinoprometido y esperado: solamente en este sentido exactamente circunscripto se puededecir que el saludo de Elizabet anticipa el título: Theotokos, dado a la <strong>Virgen</strong> María.La respuesta de María es el Magnificat: 15Engrandece mi alma al Señor;y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.Porque ha mirado a la bajeza de su sierva;Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas lasgeneraciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso . . .[(vs. 46-49).María, respondiendo al saludo, profundamente deferente de su parienta, tanto mayor enedad y dignidad que ella, aleja de sí todo motivo de elogio, para celebrar (magnificar,exaltar) solamente "al Señor", es decir, a Dios, que es el único obrador de la anunciadasalvación. Su única gloria es que Dios "ha mirado a la bajeza de su sierva", ha bajado suvista sobre ella, María. "Basta que Dios baje así su mirada sobre nosotros . . . En eso está13 Es interesante señalar aquí la bella interpretación de Karl Barth, Avent., trad. franc.Roulet, Ginebra, 1948.14 Karl Barth, Avent., cit. P. 61. Está claro que estas referencias a la Iglesia tienen para elautor un valor puramente de “aplicación”, y no quieren sugerir una interpretaciónalegórica del texto.15 Si bien algunos manuscritos apoyados por la autoridad de Ireneo y de Niceto deRemesiana, atribuyen el Magnificat a Elisabet, no vemos razones suficientes pararenunciar a la opinión general que lo pone en labios de María.

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