Virgen Maria completa - Escritura y Verdad

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La Virgen María, página 136“Celebramos con la Iglesia, en conexión con el Breviario, cerca de cuarentafiestas marianas – sin contar algunas fiestas locales o aprobadas solamente paradeterminadas órdenes – y recibimos de la Iglesia muchas otras incitaciones a laveneración de María. Frente a estas posibilidades de rendirle el culto de hiperdulíacabe dudar de que las oportunidades ya existentes de veneración mariana seanutilizadas plenamente. Se puede ya desde hace tiempo hablar de un “embarras derichesse”. La definición del nuevo dogma no se resolvería, tomando todo enconsideración, en un aumento en sentido absoluto de la devoción mariana, sinosolamente en una transferencia de la misma. La definición del nuevo dogmallevaría la fiesta del 15 de agosto al primer plano de la piedad mariana, más aúnde lo que ya lo está, a costa de las otras fiestas. Basta pensar que el mayor y máscéntrico privilegio mariano, la maternidad divina, que se celebra el 15 de marzo,la fiesta de la Theotokos, litúrgicamente y en conciencia piadosa, tiene unaposición asaz modesta, frente a otras fiestas marianas, teológicamente menosimportantes.” 240Entre las objeciones formuladas por Altaner en sus artículos, se expresa el temor de lasconsecuencias que seguramente tendría la definición del nuevo dogma, para lasrelaciones de la Iglesia católica con los cristianos no católicos :“El nuevo dogma no podrá menos que obstaculizar, si no detener, la necesariacolaboración entre las confesiones cristianas en la lucha que están librando por laexistencia misma del cristianismo. La cortina que separa a las confesionescristianas aumentará su altura, las oposiciones serán reforzadas . . . Del ladoprotestante, se lamentará un nuevo y evidente apartamiento de los fundamentosbíblicos del cristianismo, y del lado ortodoxo una traición a los principios de latradición antigua . . . “ 241Las preocupaciones del eminente teólogo católico ciertamente no eran aisladas; estabanpresentes también en la conciencia de todos aquellos que, en las diversas confesionescristianas, sentían vivamente la vigencia de nuestra época. Entre las voces autorizadasque entonces se elevaron, merecen ser señaladas las de dos teólogos laicos ingleses,católicorromanos, Victor Bennet y Raymond Winch, que discutiendo el problema de ladefinibilidad de la asunción, en un apreciable libro que escribieron en colaboración,expresaban también su ansiedad por las repercusiones de la misma en el mundo anglicanoy protestante:“Casi por doquiera reina un espíritu de tolerancia, más aún, de fraternidad, que haceapenas un siglo nadie habría siquiera soñado . . . Sería un extremo deplorable que Romadiera un paso atrás, y pusiera un nuevo obstáculo, innecesario, en el camino de la unidad,240 Ibid., p. 52. Repetimos que se trata de expresiones anteriores a la definicióndogmática, a la cual, evidentemente, también el autor se ha plegado; ver su declaraciónen la p. 54.241 Ibid., pag. 52.

La Virgen María, página 137en la forma de un dogma que no ha acogido como tal ninguna otra comunidad cristiana . .. Existe el peligro muy real de que aquellas comunidades cristianas, que por su fe ysimpatía están más cerca de las posiciones romanas, reciban la impresión de que ladefinición tiene cierto sentido de menosprecio hacia ellas, como si fuera una señal de queRoma no tiene ningún interés en facilitar el acercamiento de los demás . . . Durante elsiglo pasado, la veneración de Nuestra Señora se ha afirmado vigorosamente entre losanglicanos, y la fiesta de la Asunción de María ha resucitado en varios lugares, si bien nose la considere generalmente como fiesta de la asunción corporal de María. Pero elanglicanismo está en contacto demasiado íntimo con la ciencia crítica, y es demasiadoconsciente de la importancia superlativa de la autoridad de la antigüedad cristiana, paraque pueda tomar en consideración el reconocimiento de la asunción corporal de María . . .En cuanto a las comunidades protestantes, que no han conservado la tradición del cultode N. Señora ni de los santos, esta concepción de la Asunción corporal de María lesparecerá una fábula, y su elevación a la dignidad de dogma como casi irreligiosa . . . “ 242El 17 de agosto, inmediatamente después del anuncio de que el dogma sería definido, losarzobispos anglicanos publicaron un comunicado expresando las mismas reservas y losmismos temores :“La Iglesia de Inglaterra tiene por la Madre de Nuestro Señor respeto y veneración. Perono hay la más mínima prueba, en las Escrituras o en la doctrina de la Iglesia antigua, afavor de la fe en la doctrina en su asunción con el cuerpo al cielo. La Iglesia de Inglaterrarehúsa considerar como necesaria para la fe salvadora toda doctrina u opinión que no estéclaramente contenida en la Escritura.”“Deploramos profundamente que la Iglesia romana se haya decidido con este acto aaumentar las diferencias en la cristiandad, haciendo así un grave daño a la crecientecomprensión entre los cristianos, que descansa sobre la común posesión de las verdadesdel Evangelio.” 243De parte del luteranismo alemán, corresponde mencionar la serena, pero firmísima críticadel dogma, que hizo antes de su definición la Facultad teológica de Heidelberg, redactadapor el profesor Edmund Schlink, con la colaboración de sus colegas Günther Bornkamm,Peter Brunner, Hans Freiherr von Campenhausen y Wilfried Joest, que fue emitida enjulio de 1950, y transmitida como elemento de estudio a los teólogos católicos. Despuésde las reservas críticas, los redactores señalan a sus colegas católicos las consecuenciasque se pueden esperar del nuevo dogma :“El acercamiento que se produjo en la época de la persecución (hitleriana) entre la Iglesiaevangélica y la Romana . . . recibirá un severo golpe . . . Ya que sería menester reconocerque para la Iglesia Romana, con respecto a aquello que es necesario creer para lasalvación, la Sagrada Escritura no es verdaderamente determinante, y por lo tanto el242 Victor Bennet y Raymond Winch, The Assumption of Our Lady and Catholic Theogy.Londres, 1950, p. 109-112.243 Publicado en el Church Times, Londres, 18 de agosto de 1950.

La <strong>Virgen</strong> María, página 136“Celebramos con la Iglesia, en conexión con el Breviario, cerca de cuarentafiestas marianas – sin contar algunas fiestas locales o aprobadas solamente paradeterminadas órdenes – y recibimos de la Iglesia muchas otras incitaciones a laveneración de María. Frente a estas posibilidades de rendirle el culto de hiperdulíacabe dudar de que las oportunidades ya existentes de veneración mariana seanutilizadas plenamente. Se puede ya desde hace tiempo hablar de un “embarras derichesse”. La definición del nuevo dogma no se resolvería, tomando todo enconsideración, en un aumento en sentido absoluto de la devoción mariana, sinosolamente en una transferencia de la misma. La definición del nuevo dogmallevaría la fiesta del 15 de agosto al primer plano de la piedad mariana, más aúnde lo que ya lo está, a costa de las otras fiestas. Basta pensar que el mayor y máscéntrico privilegio mariano, la maternidad divina, que se celebra el 15 de marzo,la fiesta de la Theotokos, litúrgicamente y en conciencia piadosa, tiene unaposición asaz modesta, frente a otras fiestas marianas, teológicamente menosimportantes.” 240Entre las objeciones formuladas por Altaner en sus artículos, se expresa el temor de lasconsecuencias que seguramente tendría la definición del nuevo dogma, para lasrelaciones de la Iglesia católica con los cristianos no católicos :“El nuevo dogma no podrá menos que obstaculizar, si no detener, la necesariacolaboración entre las confesiones cristianas en la lucha que están librando por laexistencia misma del cristianismo. La cortina que separa a las confesionescristianas aumentará su altura, las oposiciones serán reforzadas . . . Del ladoprotestante, se lamentará un nuevo y evidente apartamiento de los fundamentosbíblicos del cristianismo, y del lado ortodoxo una traición a los principios de latradición antigua . . . “ 241Las preocupaciones del eminente teólogo católico ciertamente no eran aisladas; estabanpresentes también en la conciencia de todos aquellos que, en las diversas confesionescristianas, sentían vivamente la vigencia de nuestra época. Entre las voces autorizadasque entonces se elevaron, merecen ser señaladas las de dos teólogos laicos ingleses,católicorromanos, Victor Bennet y Raymond Winch, que discutiendo el problema de ladefinibilidad de la asunción, en un apreciable libro que escribieron en colaboración,expresaban también su ansiedad por las repercusiones de la misma en el mundo anglicanoy protestante:“Casi por doquiera reina un espíritu de tolerancia, más aún, de fraternidad, que haceapenas un siglo nadie habría siquiera soñado . . . Sería un extremo deplorable que Romadiera un paso atrás, y pusiera un nuevo obstáculo, innecesario, en el camino de la unidad,240 Ibid., p. 52. Repetimos que se trata de expresiones anteriores a la definicióndogmática, a la cual, evidentemente, también el autor se ha plegado; ver su declaraciónen la p. 54.241 Ibid., pag. 52.

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