El reto de la profesionalización El reto de la profesionalización - CEO

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11.07.2015 Views

Empresas centenariascon A s t u r i a s, N ava rra , País Va s c o,A n d a l u c í a , a l go de Leva n t e, A rag ó n ,donde llegamos a tener un almacén, yMadrid a donde enviamos una mediade 800 ataúdes al mes. Allí se contabilizan3.000 fallecimientos mensuales”,apuntilla Antonio como prueba irrefutabledel potencial de este mercado.Es éste, en definitiva, un pequeñorelato de las vicisitudes de una populosasaga, de los “momentos difícilesy fáciles”, como concl u ye A n t o n i oC h a o, q u i e n , junto con Emilio yA s u n c i ó n , es uno de los últimossupervivientes de la segunda generación,los Chao Rodríguez.Son, en definitiva, más de cien añosde la vida de tres empresas que seimpusieron a los cambios que conllevanlos traspasos generacionales y lasmodas, contados en apenas un puñadode palabras en las que seguramenteha tenido poca cabida lo esencial: elespíritu emprendedor del que sonpartícipes todos los integrantes de lafamilia que las han hecho posibl e s.Sobre estas líneas, losseis hermanos ChaoRodríguez, queregentaron la fábricade ataúdes.A la derecha, retrato deAntonio ChaoRodríguez, uno de losactuales propietariosde la empresa.Abajo, algunas de lashijas del fundador de lasaga.Las anécdotasEl anécdotario de Antonio Cao esextenso. Al fin y al cabo tantos años alfrente del negocio familiar han dadopara mucho. Pero le quita importanciay aseg u ra que dedicarse a la fab r i c a-ción de at a ú d e s, aunque a losp ro fanos pueda re s u l t a rl eun tanto macabro, es unt rabajo como otro.“No nos causa ningunasensacióne s p e c i a l . Es unmu ebl e, un productomás. N ogastamos bromasmacab ra ss o b re ello”,dice. “De lo quese trat a ”, a s eg u-ra, “es de hacerlobien”.De todosm o d o s, las cosas,s egún re c o n o c e, n oson como antes. Los gustosy los métodos de producciónhan va r i a d o. “Antes se hacíaverdaderas obras de arte. Eran esculto res que trab a j aban la madera ”. E nlos tiempos que corren desapareció lat a l l a , se utilizan las molduras lisas ei n cluso se emplea mu cha madera defibra.“A mi padre lo enterramos en unataúd que era una verdadera obra dea rt e, en madera de caoba de Cuba.Una copia de ese modelo la llevó unac u ñ a d a . F u e ron las únicas que fab r i-camos. Era algo que ahora resultaríai m p o s i ble de ve n d e r, todo tallado amano”.Tras insistir, Antonio Cao se animaa contar algún lance curioso. Como elde aquel cliente que compró el féretroen vida para guardarlo bajo su cama.Ante lo pintoresca que resulta la idea,a cl a ra que su pro fesión era la def u n e ra r i o, aunque no lo dice comocolofón del relato, sino como constataciónde que lo que puede ser chocantepara unos, resulta de lo másnormal, y hasta trivial, para otros.Y ya puestos, rememora un trabajoa medida. El cliente en cuestióne n c a rgó unas andas para el panteónque tenía en su castillo. Re m atada laobra, lo probó y constató que le dabala nariz en el cristal, “así que hubo quehacerle otro”. “Pero no le dé importanciaa estas cosas”, insiste, “porqueen realidad no la tienen”.25

Empresas centenariascon A s t u r i a s, N ava rra , País Va s c o,A n d a l u c í a , a l go <strong>de</strong> Leva n t e, A rag ó n ,don<strong>de</strong> llegamos a tener un almacén, yMadrid a don<strong>de</strong> enviamos una media<strong>de</strong> 800 ataú<strong>de</strong>s al mes. Allí se contabilizan3.000 fallecimientos mensuales”,apuntil<strong>la</strong> Antonio como prueba irrefutable<strong>de</strong>l potencial <strong>de</strong> este mercado.Es éste, en <strong>de</strong>finitiva, un pequeñore<strong>la</strong>to <strong>de</strong> <strong>la</strong>s vicisitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> una populosasaga, <strong>de</strong> los “momentos difícilesy fáciles”, como concl u ye A n t o n i oC h a o, q u i e n , junto con Emilio yA s u n c i ó n , es uno <strong>de</strong> los últimossupervivientes <strong>de</strong> <strong>la</strong> segunda generación,los Chao Rodríguez.Son, en <strong>de</strong>finitiva, más <strong>de</strong> cien años<strong>de</strong> <strong>la</strong> vida <strong>de</strong> tres empresas que seimpusieron a los cambios que conllevanlos traspasos generacionales y <strong>la</strong>smodas, contados en apenas un puñado<strong>de</strong> pa<strong>la</strong>bras en <strong>la</strong>s que seguramenteha tenido poca cabida lo esencial: elespíritu empren<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l que sonpartícipes todos los integrantes <strong>de</strong> <strong>la</strong>familia que <strong>la</strong>s han hecho posibl e s.Sobre estas líneas, losseis hermanos ChaoRodríguez, queregentaron <strong>la</strong> fábrica<strong>de</strong> ataú<strong>de</strong>s.A <strong>la</strong> <strong>de</strong>recha, retrato <strong>de</strong>Antonio ChaoRodríguez, uno <strong>de</strong> losactuales propietarios<strong>de</strong> <strong>la</strong> empresa.Abajo, algunas <strong>de</strong> <strong>la</strong>shijas <strong>de</strong>l fundador <strong>de</strong> <strong>la</strong>saga.Las anécdotas<strong>El</strong> anécdotario <strong>de</strong> Antonio Cao esextenso. Al fin y al cabo tantos años alfrente <strong>de</strong>l negocio familiar han dadopara mucho. Pero le quita importanciay aseg u ra que <strong>de</strong>dicarse a <strong>la</strong> fab r i c a-ción <strong>de</strong> at a ú d e s, aunque a losp ro fanos pueda re s u l t a rl eun tanto macabro, es unt rabajo como otro.“No nos causa ningunasensacióne s p e c i a l . Es unmu ebl e, un productomás. N ogastamos bromasmacab ra ss o b re ello”,dice. “De lo quese trat a ”, a s eg u-ra, “es <strong>de</strong> hacerlobien”.De todosm o d o s, <strong>la</strong>s cosas,s egún re c o n o c e, n oson como antes. Los gustosy los métodos <strong>de</strong> producciónhan va r i a d o. “Antes se hacíaverda<strong>de</strong>ras obras <strong>de</strong> arte. Eran esculto res que trab a j aban <strong>la</strong> ma<strong>de</strong>ra ”. E nlos tiempos que corren <strong>de</strong>sapareció <strong>la</strong>t a l l a , se utilizan <strong>la</strong>s molduras lisas ei n cluso se emplea mu cha ma<strong>de</strong>ra <strong>de</strong>fibra.“A mi padre lo enterramos en unataúd que era una verda<strong>de</strong>ra obra <strong>de</strong>a rt e, en ma<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> caoba <strong>de</strong> Cuba.Una copia <strong>de</strong> ese mo<strong>de</strong>lo <strong>la</strong> llevó unac u ñ a d a . F u e ron <strong>la</strong>s únicas que fab r i-camos. Era algo que ahora resultaríai m p o s i ble <strong>de</strong> ve n d e r, todo tal<strong>la</strong>do amano”.Tras insistir, Antonio Cao se animaa contar algún <strong>la</strong>nce curioso. Como el<strong>de</strong> aquel cliente que compró el féretroen vida para guardarlo bajo su cama.Ante lo pintoresca que resulta <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a,a cl a ra que su pro fesión era <strong>la</strong> <strong>de</strong>f u n e ra r i o, aunque no lo dice comocolofón <strong>de</strong>l re<strong>la</strong>to, sino como constatación<strong>de</strong> que lo que pue<strong>de</strong> ser chocantepara unos, resulta <strong>de</strong> lo másnormal, y hasta trivial, para otros.Y ya puestos, rememora un trabajoa medida. <strong>El</strong> cliente en cuestióne n c a rgó unas andas para el panteónque tenía en su castillo. Re m atada <strong>la</strong>obra, lo probó y constató que le daba<strong>la</strong> nariz en el cristal, “así que hubo quehacerle otro”. “Pero no le dé importanciaa estas cosas”, insiste, “porqueen realidad no <strong>la</strong> tienen”.25

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