El poeta no <strong>de</strong>be confiarse <strong>de</strong>masiado en lapoesía como estado <strong>de</strong> alma, y en cambio <strong>de</strong>beinsistir mucho en la poesía como efecto <strong>de</strong>palabras. 7El prosistaCuantitativamente hablando, el porcentaje<strong>de</strong> escritos en prosa es muy superior al <strong>de</strong> lapoesía en la obra <strong>de</strong> Reyes, lo cual ha sido unfactor <strong>de</strong>cisivo <strong>para</strong> consi<strong>de</strong>rarle, sobre todo,como ensayista, autor <strong>de</strong> prolijos y eruditosestudios literarios, lingüísticos, históricos,filosóficos, etc. Apreciación válida aunque,según se ha visto, incompleta. A <strong>de</strong>cir verdad,por encima <strong>de</strong> clasificaciones formalesestrictamente genéricas, el poeta tambiénestá presente en la prosa y acaso sea en éstadon<strong>de</strong> aflore con más nítidos colores la riquezacreadora <strong>de</strong>l artista. Paradoja <strong>de</strong> unestilo que conjuga la claridad y la precisión<strong>de</strong>l maestro con la sensibilidad y la imaginación<strong>de</strong>l esteta.Su diferencia radical <strong>de</strong>l simple tratadistao escritor <strong>de</strong> ensayos y monografías estribaen la capacidad <strong>para</strong> expresar i<strong>de</strong>as medianteimág<strong>ene</strong>s poéticas; sensitiva erudición quevive y se <strong>de</strong>spliega por medio <strong>de</strong> la palabra,discurso en continua eclosión <strong>de</strong> maticesmultisensoriales. La flui<strong>de</strong>z musical <strong>de</strong> la escrituraalfonsina permite el tratamiento <strong>de</strong>las i<strong>de</strong>as, sin <strong>de</strong>svirtuarlas, como entida<strong>de</strong>sestéticas. Al realizar un acucioso estudio estilístico<strong>de</strong> la prosa <strong>de</strong> Alfonso Reyes, JaimeWillis Robb señaló tres características principales:su enfoque prismático, flui<strong>de</strong>z dinámicay fusión <strong>de</strong>l temperamento europeo ehispanoamericano.En forma semejante a la glosa <strong>de</strong> Eugeniod’Ors y a la greguería <strong>de</strong> Ramón Gómez <strong>de</strong> laSerna, el ensayo alfonsino combina las fun7La experiencia literaria, Fondo <strong>de</strong> Cultura Económica,colec. Popular 236, México, 1983, p. 90.Alfonso Reyes. Fotografía: Coordinación <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> Literatura <strong>de</strong>l INBA.ciones discursiva y poemática <strong>de</strong> la prosa,logrando incursionar en los más áridos asuntoscon humor y amenidad. Así queda <strong>de</strong>manifiesto en todos sus libros, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los puramenteteóricos como El <strong>de</strong>slin<strong>de</strong>, hastaaquellos otros don<strong>de</strong> la ficción discurre conentera libertad, por ejemplo, El plano oblicuo.Si el primero es una <strong>de</strong> las obras capitales<strong>de</strong> la crítica literaria, el segundo representael punto <strong>de</strong> partida <strong>para</strong> la mo<strong>de</strong>rnanarrativa hispanoamericana.Es cierto que Reyes nunca dio el paso <strong>de</strong>finitivohacia la “novela-ensayo”, como sí lol e c t u r a s d e l b i b l i o t e c a r i o7
hicieron Unamuno y Azorín, sin embargo, suprosa narrativa oscila entre la anécdota imaginariay la meditación metafísica, situándoseen una dimensión que participa porpartes iguales <strong>de</strong> la “historia-ficción” al modo<strong>de</strong> Marcel Schwob y <strong>de</strong> la “fantasía filosófica”,que cultivara con tanto ingenio Chesterton.Por ello, al publicarse en 1920 El plano oblicuofue consi<strong>de</strong>rado un libro inusual en laliteratura <strong>de</strong> lengua castellana, algunos <strong>de</strong> cuyostextos (La cena, Los restos <strong>de</strong>l incendio yLa reina perdida) serían luego estimados comoantece<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> un “realismo fantástico”que encontró en Borges a su máximo exponente.Tres años antes, en 1917, Reyes habíadado a la estampa su estupenda colección <strong>de</strong>ensayos El suicida que, en forma <strong>de</strong> libres divagaciones,enseñó a los escritores mexicanoscómo se podía vencer el tedio “con estilo”.Aparte <strong>de</strong> los ensayos sobre cuestiones helénicas(ya mencionados anteriormente), losmás importantes en la bibliografía <strong>de</strong> Reyesson los siguientes: De crítica y teoría literarias,Cuestiones estéticas (1911); Sim patías y diferencias(1921-1926); El cazador (1921);Cuestiones gongorinas (1927); Trán sito <strong>de</strong>Amado Nervo (1937); Mallarmé entre nosotros(1938); La experiencia literaria (1942); El<strong>de</strong>slin<strong>de</strong> (1944) y Trayectoria <strong>de</strong> Goethe(1954). Sobre México y lo mexicano, Visión <strong>de</strong>Anáhuac (1917); Norte y sur (1944); Letras <strong>de</strong>la Nueva España (1948) y La X en la frente(1952). De temas varios, El suicida (1917);Vísperas <strong>de</strong> España (1937); Pasado inmediato(1941); Última Tule (1842); Tertulia <strong>de</strong> Madrid(1849) y Marginalia (1959).Primer gongorista junto con DámasoAlonso y otros poetas <strong>de</strong> la G<strong>ene</strong>ración <strong>de</strong>l27, así llamada precisamente por celebrarseen aquel año el tercer centenario <strong>de</strong> la muerte<strong>de</strong> Góngora, Alfonso Reyes paleografió elManuscrito Chacón <strong>de</strong> los poemas <strong>de</strong>l geniocordobés, <strong>para</strong> la edición que hizo el estudiosofrancés Foulché-Delbosc. Similar labor <strong>de</strong>rescate y revaloración llevó a cabo con laobra <strong>de</strong>l poeta mexicano Amado Nervo, cuyaspáginas completas (verso y prosa) recopilóen 28 volúm<strong>ene</strong>s, editados por la BibliotecaNueva <strong>de</strong> Madrid. Por supuesto,tanto <strong>de</strong> Góngora como <strong>de</strong> Nervo escribióensayos muy esclarecedores que aún hoy siguensiendo <strong>de</strong> imprescindible consulta.Autor <strong>de</strong> narraciones breves, el regiomontanonunca intentó siquiera escribir unanovela, género totalmente extraño a sus faculta<strong>de</strong>screadoras, según lo explicara él mismo.“Necesito cortar constantemente minarración con <strong>de</strong>sarrollos i<strong>de</strong>ológicos. Yo seríaun pésimo novelista. Mucho más que loshechos, me interesan las i<strong>de</strong>as a que ellos vansirviendo <strong>de</strong> símbolos o pretextos”. 8 Esta limitacióncomo narrador puro —en el sentidoconvencional <strong>de</strong>l género— no le impidióforjar algunos cuentos excelentes que se encuentranrepartidos en El plano oblicuo(1920), Árbol <strong>de</strong> pólvora (1953) y Quince presencias(1955), fundamentalmente.Nadie mejor que otro gran estilista mexicano,miembro también <strong>de</strong> la g<strong>ene</strong>ración <strong>de</strong>lAt<strong>ene</strong>o <strong>de</strong> la Juventud, Julio Torri, <strong>para</strong> ponerpunto final a estas notas:Alfonso Reyes nos ofrece un ejemplo <strong>de</strong> entregatotal a su vocación, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la adolescenciahasta su muerte. Estudiar con perseveranciatenaz; escribir; mostrar a los <strong>de</strong>más cómosuperarse en el cultivo <strong>de</strong> las buenas letras;divulgar en el extranjero lo valioso <strong>de</strong> nuestraliteratura y <strong>de</strong> nuestra historia: éstos fueronsin duda los objetivos que dirigieron su vida,la misión espiritual que realizó en sus años <strong>de</strong>aprendizaje y en los <strong>de</strong> madurez. 98Verdad y mentira, Editorial Aguilar, Madrid,1950, pp. 315-316.9Tres libros, Fondo <strong>de</strong> Cultura Económica, LetrasMexicanas, primera reimpresión, México, 1981, p. 162.8