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11.07.2015 Views

su pensamiento, imprescindible para evitarque éste se extravíe en las ambigüedades dela abstracción. Esta afición del poeta porGrecia, disposición del ánimo o humanismovital, puede entenderse mejor si se toma encuenta que, según lo hace notar Jaime GarcíaTerrés, constituye su estética esencial:Reyes no buscaba tanto la Hélade histórica,cuanto una imagen creada y personal del paradigmaclásico, un asidero mitológico para eluso cotidiano; o, dicho en sus palabras, “unaperspectiva de ánimo”. En el fondo iba derechoal momento de su verdad, que era el momentode las grandes fabulaciones, de lo supuesto,de lo imaginado. La autenticidad deuna obra de arte —profesaba— no se ve confirmadaen lo que llamamos realidad, sino por“una necesidad superior a las contingencias”. 4El poetaHay quienes piensan que Alfonso Reyes fue,ante todo, un estudioso de la literatura sóloocasional y marginalmente abocado a lacreación; reconocen sus méritos como ensayistapero no le conceden importancia a suobra poética, haciéndose eco de un prejuiciobastante extendido. Bajo un criterio muy estrecho,no por decir absurdo, suponen que lacondición de crítico imposibilita —comouna fatalidad ineludible— para cultivar conacierto los géneros de la imaginación.La historia de la literatura revela incontablescasos de grandes poetas que ejercieronla crítica en forma ejemplar, y aún puede señalarsela convivencia del artista y el literatocomo el sustento de toda obra maestra. Delpasado siglo baste con recordar a Valéry,Eliot y Borges, tres extraordinarios poetas nomenos apreciables por sus aportaciones en elterreno de la crítica. De tiempos pretéritos,Dante, Quevedo y Goethe confirman estadoble vocación.Es cierto que fue el mismo Reyes quienpropició el juicio un tanto desdeñoso hacia supoesía, según queda de manifiesto en los títulosasignados a varios de sus juegos líricos:Romances sordo, Tono Menor, Poesías perdonadas,Charla, Prosodia y Minuta, por citarúnicamente los más obvios. Modestia delhombre siempre honesto, cuya feroz autocríticale llevó a dudar de su talento poé tico y, enocasiones, a disimularlo bajo un ma tiz de ironía.Por supuesto escribió mag níficos poemasy otros poco afortunados pero, ¿no sucedeigual con todos los poetas, inclusive tratándosede aquellos que gozan de un prestigio universalfuera de toda discusión? Diríase que lafama del prosista impide descubrir al poeta;sin embargo, también se antoja como probableexplicación un motivo de índole emocional:más sutil, la poesía de Reyes no conmuevetan fácilmente, como sí lo consiguen lascomposiciones de tono exaltado y a veces tremendistaque prefieren mucho lectores.Sería injusto calificar al regiomontano deflemático o cerebral cuando toda su obra,hasta los libros de exégesis erudita, irradia lacalidez de un hombre profundamente sensible;habría más bien que distinguir entre elsentimiento y el sentimentalismo o diferenciarla expresión personal de la revelaciónintimista. Ya lo dijo Octavio Paz con su habitualagudeza: “Se dice que Alfonso Reyes esuno de los mejores prosistas de la lengua, hayque añadir que esa prosa no sería la que es sino fuera la prosa de un poeta”. 5 Efectivamentela metáfora cumple una función primordialen la prosa de Reyes porque el suyo es unpensamiento poético.l e c t u r a s d e l b i b l i o t e c a r i o4“Nueva junta de sombras” en Presencia de AlfonsoReyes, Homenaje en el X aniversario de sumuerte (1959-1969), Fondo de Cultura Económica,México, 1969, p. 40.5Las peras del olmo, Seix-Barral, Barcelona, 1971,p. 25.5

La secreta armonía de la creación alfonsinarompe con los estrechos moldes genéricosal uso, de tal modo que la excelencia delprosista tiene su réplica exacta en el poeta. Elensayista es un escritor creador, así como lacrítica puede y debe de ser una especie de recreaciónsuperior, virtud compartida porReyes con otros críticos creadores comoAzorín y Wilde.La poesía de Alfonso Reyes, todavía enespera de su justa valoración, no puede encasillarseen ninguna de las grandes escuelas omodalidades de la lírica mexicana pues, aunquerecoge elementos románticos, clasicistasy modernistas, mantiene en todo momentouna singularidad que le confiere absoluta autonomía.En ella están presentes el humor, lavoluptuosidad, el juego verbal, la remembranzaautobiográfica, el destello de la inteligencia,el espíritu del humanista y la sensibilidaddel artista.Desde sus primeras composiciones, publicadasen 1906, hasta las últimas que correspondenexactamente a la etapa final desu vida, la trayectoria poética del regiomontanodescribe con fidelidad una evoluciónsin altibajos, un proceso creador donde laforma y el fondo encuentran su perfectoequilibrio, ajeno a los vaivenes de la moda y,no obstante, siempre expresivo. Como todoverdadero poeta, supo darle a su voz un acentoperdurable.En el tomo décimo de sus obras completas—certeramente titulado Constancia poética(1959)— el autor reunió la totalidad desus composiciones, distribuidas de la siguientemanera: I. Repaso poético (1906-1958). II. Cortesía (1912-1958). III. Ifigeniacruel (1923). IV. Tres poemas: Minuta(1917-1931), Romances del Río de Enero(1932) y Homero en Cuernavaca (1948-1951). V. Jornada en sonetos (1912-1956). VI.Romances sordos (1938-1953) y VII. Apéndices(incluyen poemas hasta entonces inéditos,versos que figuran en libros de prosa,noticias de traducciones poéticas, prólogos yepígrafes).Ernesto Mejía Sánchez, uno de los másdiligentes estudiosos de la obra de Reyes yquien tuviera a su cargo la colosal tarea deordenar toda la literatura alfonsina para supublicación, definió al regiomontano comoun “poeta nato si los hay, que desde niño tuvoel don del canto a su disposición y antojo y loconservó íntegro y enriquecido hasta el finalde sus días. 6Tanto en su ensayo Jacob o idea de lapoe sía como en su soneto Jacob, AlfonsoReyes se sirve del personaje bíblico para exponeruna concepción muy personal y reveladoradel poeta, quien no debe confiarse almilagro de la inspiración sino luchar porarrancarle a las palabras un nuevo significado,su calidad “poemática”. Así, la funcióndel poeta no consiste en experimentar tal ocual estado de ánimo —cuestión privada—,supone más bien suscitar en el lector ciertaemoción, alcanzar una coherencia tan perfectade los poderes mentales que la sensaciónpueda ser transferida inmediatamente aformas verbales, ordenadas según la naturalezay el ritmo del pensamiento que originadicha sensación.La poesía es un arte del lenguaje y ésteuna creación de la práctica; por ello es que elverdadero poeta debe luchar contra las fluctuacionesfonéticas y semánticas del vo cabulario,transformar un sistema de sono ridades, de duraciones y de signos en unaemo ción perceptible para otros. Los versosno se hacen con ideas, por muy brillantesque éstas puedan ser; los versos se hacen conpalabras. Esta verdad elemental constituye elgran secreto de la poesía. Reyes lo sabía muybien:6Palabras que ya no pueden borrar ni la ignoranciani la insidia, “Diorama de la Cultura”, suplementocultural de Excélsior, 11 de mayo de 1975, p. 5.6

La secreta armonía <strong>de</strong> la creación alfonsinarompe con los estrechos mol<strong>de</strong>s genéricosal uso, <strong>de</strong> tal modo que la excelencia <strong>de</strong>lprosista ti<strong>ene</strong> su réplica exacta en el poeta. Elensayista es un escritor creador, así como lacrítica pue<strong>de</strong> y <strong>de</strong>be <strong>de</strong> ser una especie <strong>de</strong> recreaciónsuperior, virtud compartida porReyes con otros críticos creadores comoAzorín y Wil<strong>de</strong>.La poesía <strong>de</strong> Alfonso Reyes, todavía <strong>ene</strong>spera <strong>de</strong> su justa valoración, no pue<strong>de</strong> encasillarseen ninguna <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>s escuelas omodalida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la lírica mexicana pues, aunquerecoge elementos románticos, clasicistasy mo<strong>de</strong>rnistas, manti<strong>ene</strong> en todo momentouna singularidad que le confiere absoluta autonomía.En ella están presentes el humor, lavoluptuosidad, el juego verbal, la remembranzaautobiográfica, el <strong>de</strong>stello <strong>de</strong> la inteligencia,el espíritu <strong>de</strong>l humanista y la sensibilidad<strong>de</strong>l artista.Des<strong>de</strong> sus primeras composiciones, publicadasen 1906, hasta las últimas que correspond<strong>ene</strong>xactamente a la etapa final <strong>de</strong>su vida, la trayectoria poética <strong>de</strong>l regiomontano<strong>de</strong>scribe con fi<strong>de</strong>lidad una evoluciónsin altibajos, un proceso creador don<strong>de</strong> laforma y el fondo encuentran su perfectoequilibrio, ajeno a los vaiv<strong>ene</strong>s <strong>de</strong> la moda y,no obstante, siempre expresivo. Como todoverda<strong>de</strong>ro poeta, supo darle a su voz un acentoperdurable.En el tomo décimo <strong>de</strong> sus obras completas—certeramente titulado Constancia poética(1959)— el autor reunió la totalidad <strong>de</strong>sus composiciones, distribuidas <strong>de</strong> la siguientemanera: I. Repaso poético (1906-1958). II. Cortesía (1912-1958). III. Ifigeniacruel (1923). IV. Tres poemas: Minuta(1917-1931), Romances <strong>de</strong>l Río <strong>de</strong> Enero(1932) y Homero en Cuernavaca (1948-1951). V. Jornada en sonetos (1912-1956). VI.Romances sordos (1938-1953) y VII. Apéndices(incluyen poemas hasta entonces inéditos,versos que figuran en libros <strong>de</strong> prosa,noticias <strong>de</strong> traducciones poéticas, prólogos yepígrafes).Ernesto Mejía Sánchez, uno <strong>de</strong> los másdiligentes estudiosos <strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> Reyes yquien tuviera a su cargo la colosal tarea <strong>de</strong>or<strong>de</strong>nar toda la literatura alfonsina <strong>para</strong> supublicación, <strong>de</strong>finió al regiomontano comoun “poeta nato si los hay, que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> niño tuvoel don <strong>de</strong>l canto a su disposición y antojo y loconservó íntegro y enriquecido hasta el final<strong>de</strong> sus días. 6Tanto en su ensayo Jacob o i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> lapoe sía como en su soneto Jacob, AlfonsoReyes se sirve <strong>de</strong>l personaje bíblico <strong>para</strong> exponeruna concepción muy personal y reveladora<strong>de</strong>l poeta, quien no <strong>de</strong>be confiarse almilagro <strong>de</strong> la inspiración sino luchar porarrancarle a las palabras un nuevo significado,su calidad “poemática”. Así, la función<strong>de</strong>l poeta no consiste en experimentar tal ocual estado <strong>de</strong> ánimo —cuestión privada—,supone más bien suscitar en el lector ciertaemoción, alcanzar una coherencia tan perfecta<strong>de</strong> los po<strong>de</strong>res mentales que la sensaciónpueda ser transferida inmediatamente aformas verbales, or<strong>de</strong>nadas según la naturalezay el ritmo <strong>de</strong>l pensamiento que originadicha sensación.La poesía es un arte <strong>de</strong>l lenguaje y ésteuna creación <strong>de</strong> la práctica; por ello es que elverda<strong>de</strong>ro poeta <strong>de</strong>be luchar contra las fluctuacionesfonéticas y semánticas <strong>de</strong>l vo cabulario,transfor<strong>mar</strong> un sistema <strong>de</strong> sono rida<strong>de</strong>s, <strong>de</strong> duraciones y <strong>de</strong> signos en unaemo ción perceptible <strong>para</strong> otros. Los versosno se hacen con i<strong>de</strong>as, por muy brillantesque éstas puedan ser; los versos se hacen conpalabras. Esta verdad elemental constituye elgran secreto <strong>de</strong> la poesía. Reyes lo sabía muybien:6Palabras que ya no pue<strong>de</strong>n borrar ni la ignoranciani la insidia, “Diorama <strong>de</strong> la Cultura”, suplementocultural <strong>de</strong> Excélsior, 11 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1975, p. 5.6

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