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Actual 67 68.indd - Los Mapas Secretos

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No confieses...que no fue en Manchuria donde mi padre se contagió de sífilis porprimera vez. Mi madre tuvo una muerte natural, pero es muy probableque yo también tenga sífilis innata. Por otro lado, tampoco falta un tíoesquizofrénico en mi familia materna...”“¡Dios mío! Pronto me volveré loco. Estoy rezando todas lasnoches agarrando fuerte la almohada para pedir auxilio al dios...”¿Quién dudaría en calificar esta historia como confesión?Sin embargo, no deja de ser una historia que uno preferiríaevitar, ya que termina perjudicando la buena impresión que antes lehabía producido su personalidad. Al confesante le parecerá mejordejar una impresión negativa y verdadera que una positiva y falsa,pero, para uno mismo que lo escucha, una confesión superflua le dañauna sensación agradable que guarda en su interior y, para colmo, loenfrenta al hecho de que ha estado ingenuamente engañado por laapariencia, lo cual se convierte también en un golpe fuerte para suautoestima mantenida en virtud de la capacidad intuitiva de distinguirbuena gente. Para empezar, el confesante está violando sin ningunajustificación nuestro derecho de impresionarnos positivamente de lagente, el cual tiene que ser algo intocable en nuestras vidas sociales.Yo no titubeo en llamar “irrespetuosos” a quienes revelanfácilmente sus debilidades en público, puesto que esto no es sinofalta de respeto. Sabemos apreciar virtudes ajenas debido al odio quesentimos por nuestras propias debilidades, y los que se muestran igualde débiles cometen graves indiscreciones.No sólo eso. Quienes deseen revelar su verdaderapersonalidad, por más fea que sea, ante los otros para que los acepten,o hasta para que los amen, tales como son, caen en una estúpidaingenuidad de confiar erróneamente en la bondad del mundo.Yo lo digo porque la verdadera figura del ser humano esignominiosa y, por lo tanto, imposible de amar. Estoy seguro de que estono admite casi ninguna excepción. Aun cuando se trata de una hermosaniña candorosa, no la podemos amar después de haber conocido suverdadera esencia oculta. Ese famoso ejercicio del budismo, en elcual los monjes entrenados se ven obligados a observar el proceso deA C T U A L143

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