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TAXI 140 El ocio metropolitano - Institut Metropolità del Taxi

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per Maribel SilvaFeliz CarnavalMe quedé de piedra. Y no es quetuviera nada en contra de aquel señortaxista. La verdad es que cuandolevanté la mano, no me fijé en el conductor<strong>del</strong> vehículo; si hubiera sidoasí, luego, cuando se paró a mi lado,no me hubiera sorprendido tanto. Erade piel oscura, aceitunada más bien,llevaba turbante y una especie deblusón blanco.—¿A on el porto?“En catalán... me lo ha dicho en catalán;jo, sí que está integrado, éste.Eso es bueno.”Le dí la dirección y me recliné sobreel asiento, mirando distraídamentepor la ventanilla. “Ostras, si diría queel taxi de ahí al lado lo conduce unárabe, con chilaba y todo… ¡Ya escasualidad! Vaya si funciona aquí lode la integración, sí señor, para queluego haya polémica con lo de la leyde inmigración.”Llegamos a la dirección, pagué y mebajé <strong>del</strong> coche. Iba andando hacia lapuerta de mi domicilio y al pasar poruna parada de taxis que hay allí... porcuriosidad, oigan, sólo por curiosidad,(porque convendrán conmigo enque resultaba un poco extraño elhecho) pues eso, que me detuve unmomento a contemplar a los conductoresde los vehículos que estabanestacionados en aquella parada.Y, miren ustedes, todos, o casi todos,tampoco vamos a exagerar, eranextranjeros. Y ¡no se lo pierdan! vestidosa la usanza. Había para todos losgustos: ponchos, guayaberas, caftanes,camisolas blancas, saris... detodo.Y, de pronto, recordé que había leídohacia unos días en el periódico unanoticia sobre que alguien había propuestoque se les diera trabajo en elsector <strong>del</strong> taxi a todos los inmigrantes.Claro, ¡era por eso! ¡Qué buenaidea! Para que luego nos quejemosde que no se toman medidas seriasen ese complicado sector que es el“amarillo y negro”. Menos mal quehacen algo bueno, ¡caramba! Meparece que voy a escribir al <strong>Institut</strong>Metropolità <strong>del</strong> <strong>Taxi</strong> para decirlescuánto me ha gustado esta iniciativa.En esas estaba, cuando se me acercóuno de ellos, vestido con un saride colores, y una especie de casquete,semejante al que llevan los hindúes.La verdad es que al verlo más detan cerca, noté que había algo raro enél, no parecía tan auténtico, no sé sime explico. Y entonces me pregunta,esta vez en un perfecto castellano:—¿Quiere usted un taxi?—Pues no, gracias, la verdad es queestaba diciéndome a mí mismo enestos momentos, al verlos a todosustedes, que parece que ha resultadopositiva la petición que ponía elperiódico...<strong>El</strong> hombre me miraba como si nosupiera de qué le estaba hablando,poniendo cara de póquer.—Sí, hombre, lo digo porque ustedesson todos extranjeros, ¿no? Nuevosconductores, ¿no?…Sí, lo de la peticiónde inmigrantes en el sector.Aquí, la expresión de “citado conducto”,fue claramente: “Este tío estápirado”. Y la mía de auténtico “conocimiento-plancha-metedurapata”,cuando oí aquello de:—Pero, qué inmigrantes ni que cuernos,¿es que no sabe usted que estamosen Carnaval?Publicitat<strong>TAXI</strong> - 54

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