Panorama_Estrategico_2015
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Ignacio Rupéreznacionales, un sistema implantado por los aliados tras la Segunda GuerraMundial a cuya construcción contribuyeron los Estados Unidos de maneradecisiva con iniciativas, esfuerzos y pretensión de liderazgo. Reconoció, sinembargo, que la coyuntura en que se encuentra el mundo está marcadapor la tensión entre la guerra y la paz, el desorden y la integración, el miedoy la esperanza, y que la incertidumbre ante situaciones inesperadas yoriginales puede desorientar y provocar decisiones erróneas.A pesar de esa confusión, añadió, el progreso indudable del que se beneficiabuena parte de la humanidad y la profunda interrelación que laglobalidad crea entre naciones, sistemas y personas dificultan que cualquiernación pueda aislarse o le convenga hacerlo.Reafirmó la voluntad de su país de abordar esos y otros retos globalesdesde la acción colectiva, con los aliados, a quienes reclamó de nuevo unapoyo más activo.Obama, por tanto, no ha renunciado nunca a los compromisos de su país,pero reclama el concurso de los aliados para cumplirlos porque, en realidad,son compromisos de todos. No desecha la posibilidad de intervenirmilitarmente, pero lo hará solo cuando haya fracasado la diplomacia. Defiendela retirada de sus tropas de Irak y de Afganistán, pero no descartala presencia de los soldados estadounidenses en otros escenarios, dedicadosa operaciones contra Al Qaeda y contra otros grupos terroristas.Por tanto, Obama apoya el uso de la fuerza cuando lo considere necesariopara proteger a su pueblo, pero descarta el envío de tropas más que encasos excepcionales. El país ya no se implicará en guerras interminables.Quiere esto decir, según el presidente Obama, que se combatirá en lasguerras que su país elija, no en las que prefieran los terroristas —o sea,los grandes movimientos de tropas cada vez más difíciles de mantener yque en último término generan actitudes extremistas en las poblacionesafectadas—.Según Obama, el mundo se vuelve hacia los Estados Unidos no tanto porsu poderío económico y militar, sino más bien por los ideales que mantieney por las cargas que el país está dispuesto a soportar para que losideales se realicen y progresen. Recurrir a las armas sería un mal menor,el último remedio o una necesidad tan imperiosa como vergonzante. Rechazael llamado choque de civilizaciones y también ese panorama de unapermanente guerra de religión que en realidad constituye un refugio paraextremistas incapaces de construir y crear, apóstoles del odio y del fanatismo.Para el presidente, por el contrario, el futuro de la humanidad dependede la unidad que logre frente a aquellos elementos que la dividen,siguiendo las equívocas separaciones por tribu, secta, raza o religión. 2222STEWART M., Patrick: en «The Internationalist», del Council of Foreign Relations;«President Obama’s Un Speech; Defending World Order», 24 de septiembre de 2014:152
Los EE.UU., en busca de una nueva estrategia de seguridad¿Cómo encajan estos principios en el retorno forzado con fuerza aérea ymiles de soldados de tierra, en principio para tareas de asesoramiento,entrenamiento y apoyo al ejército iraquí a los peshmergas kurdos y arebeldes moderados sirios?Estaríamos asistiendo a los prolegómenos de una escalada militar, nodeseada pero necesaria y, de nuevo, en coalición. Daesh, según Obama,solo entiende el lenguaje de la fuerza, y por ello los Estados Unidos decidieronintervenir. 23Veintisiete países asistieron a la conferencia convocada por la Casa Blancaen París el 27 de septiembre para coordinar la respuesta a Daesh. Elelemento esencial de esa respuesta, para Washington, era recuperar elapoyo perdido de los suníes contra los yihadistas, sobre todo en Irak, trasla sustitución del primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, y la firma de unacuerdo de seguridad y defensa con el nuevo Gobierno de Bagdad, presididopor Haider Abadi, procedente, igual que Maliki, de las filas de Dawa,el movimiento chií que, desde la clandestinidad, se destacó en la luchacontra la dictadura de Sadam.Irak había quedado dividido en tres zonas —el Kurdistán, el territorio suníde Daesh y las provincias de mayoría chií al sur de Bagdad— y ni siquierael presidente iraquí, el kurdo Fuad Masum, descartaba que esa o unaruptura similar se convirtiera en permanente, con un Sunistán de cuatroprovincias entre el Kurdistán iraquí y el resto del país.Los riesgos de una guerra a mediasA partir de las lecciones aprendidas en Afganistán e Irak, el presidenteObama ha optado claramente por la guerra limitada: aviación, pocas tropasregulares o ausencia total, fuerzas especiales, asistencia a los combatienteslocales, conjunción de esfuerzos con los coaligados, etc.El problema de esta acción reside no solo en la deliberada limitación deefectivos para librar una guerra que no puede ganarse sin tropas sobreel terreno, sino también en las reticencias para pagar el precio exigidoen términos políticos y en imagen. Daesh puede ser el enemigo de todos,pero no con la misma intensidad.A la espera del pulso con la nueva mayoría republicana en 2015, en lacuestión del Irán nuclear Obama, no sin dificultades, ha apostado igualmentepor la diplomacia. Un éxito con Irán tendría efectos positivos parala paz en Oriente Medio, el equilibrio regional y el prestigio del propio«A World of Troubles, Obama at the United Nations»,23RUPÉREZ, Ignacio: «Estado Islámico, Califato Universal», Sistema Digital (24 de juliode 2014) y Es Global (25 de julio de 2014); y «Paradoja, caos y revolución», El Siglo, 23de julio de 2014, núm. 1069.153
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