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11.07.2015 Views

de sufrir por el resto de su vida, así comoen el motor de su gigantesca obra literaria,el beso preñado de fervor católico demi abuela, habría de ir constituyendouna relación edípica fundada en la complicidadreligiosa que determinaría, alprolongarse a lo largo de la infancia y laprimera adolescencia, la conformaciónpsíquica de mi padre en su aspecto másprofundo. Que él y su madre establecieronun vínculo afectivo de peculiar intensidad,de fuerza inusual, resulta obviopara cualquier lector de las famosas primeraslíneas de Ulises Criollo. Cito: “Misprimeros recuerdos emergen de unasensación acariciante y melodiosa. Erayo un retozo en el regazo materno.Sentíame prolongación física, porciónapenas seccionada de una presencia tibiay protectora, casi divina. La voz entrañablede mi madre orientaba mis pensamientos,determinaba mis impulsos. Sediría que un cordón umbilical invisibley de carácter volitivo me ataba a ella yperduraba muchos años después de laruptura del lazo fisiológico”. Tanto comoen Proust, la relación simbiótica con lamadre es la clave para entender el desarrollopsicológico del personaje. En términosfreudianos, la complicidad religiosacon la madre pasa entonces aconformar el inconsciente.Ahora bien, muchas madres establecenun cordón umbilical psicológico consus hijos, una vez que el lazo físico ha sidocortado. Pero pocas fundan esta ligaemocional en la religión. Mi abuela lohizo porque para ella su devoción cristianaera acaso, y así lo atestiguan todaslas evidencias familiares, el elementocentral de su vida. Hija a su vez de unacatólica devota y un liberal acérrimo queincluso acompañó a Benito Juárez a suexilio a Nueva Orleans, mi abuela probablementeexperimentó en su niñez losIgnacio Vasconcelos y Carmen Calderón y sus siete hijos. Archivo de Joaquín Vasconcelos.Es evidente que Vasconcelos abrevóen ese entorno. Pero, ¿por qué esto resultaclave para entender al personaje?,¿por qué algo que usualmente está reservadoal ámbito de lo más estrictamenteprivado se torna determinante para comprenderla obra creativa y la vida de JoséVasconcelos? Propongo que existen almenos dos áreas cruciales de la vida y laobra de Vasconcelos donde la improntareligiosa que él recibiera en su niñez sevuelve determinante: su vida privada,que en su caso se convierte en literatura,y sus textos filosóficos.Pocas vidas de las que tenemos noticiasliterarias, se vivieron tan plenamentecomo la de José Vasconcelos. Si en laacción y en el pensamiento su vida fue atodas luces de una singular intensidad,en el terreno del amor no lo fue menos.Aparte de las dos mujeres con las que secasó consecutivamente, los nombres deAdriana, Charito y Valeria, es decir, AntonietaRivas Mercado, Consuelo Sundesgarramientosfamiliares que las guerrasideológicas de nuestro siglo xixocasionaron en los hogares mexicanos, yque tanto debemos evitar en el futuropor medio de la más estricta observanciadel estado laico. En medio de aquellaspugnas mortales, mi abuela optó evidentementepor lo que hoy llamaríamosfundamentalismo religioso. Y transmitióese legado a su descendencia. Así, mi padretuvo no una sino dos hermanasmonjas. Aunque siempre la excepciónconfirma la regla: tuvo también un hermano,Samuel, que fue ateo o agnóstico,no lo sé, y militó en algún momento en elPartido Comunista Mexicano. Excepciónhecha de este hermano, la tónicacatólica de la familia era abrumadora.Tengo en mi poder múltiples cartas quelas hermanas de mi padre intercambiabanentre sí: en ellas, todo, absolutamentetodo, está referido a valores religiosos;las bendiciones y las advocaciones católicasson constantes.23

José Vasconcelos como candidato presidencial, 1929. Colección Fototeca Nacional.cín Saint-Exupéry y Elena Ariz mendi,no son sino hitos en una larga cadena derelaciones amorosas que involucró a nopocas de las mujeres más distinguidas dela época. Berta Sin german, FannyAnitúa, y tal vez Gabriela Mistral y TinaModotti, fueron relaciones suyas quetrascendieron lo puramente amistoso.En el terreno del amor como en todoslos otros órdenes de su riquísima sensualidad,su vida tuvo la plenitud del éxtasisy la desolación. Quizá las mejorespáginas de su larguísima autobiografía,tal vez de toda su obra literaria, sonaquellas que dedica a la descripción desu vida amorosa con sus cúspides y susabismos. Para un lector moderno, susamores son, en un cierto sentido, lo mejorde su vida. Y, sin embargo, paraVasconcelos fueron también fuente deculpas, remordimientos, aún vergüenza.He ahí donde reaparece el viejo fantasmade su educación religiosa y puritana.En vez de comprender que sus éxtasisamorosos constituían los más plenos ynobles momentos de su vida, él solía verloscomo desviaciones del verdaderosentido de su existencia: las rea lizacionesintelectuales y la acción re generadoradel país. Una y otra vez se re fiere en susescritos a las “caídas” y las desviacionesen que incurría para luego arrepentirse.Hoy nos damos cuenta que la asociacióndel sexo con la culpa, la idea de que elsexo es algo pecaminoso y sucio si notiene como único propósito la reproducción,es una herencia malévola de la culturajudeo-cristiana. Esa herencia culpígenaes la que Vasconcelos recibió através de su madre y eso lo torturó a lolargo de su vida. Vivió constantemente lacontradicción entre sus impulsos vitalesde fuerza arrolladora y los prejuicios católicosde que su madre lo había imbuido.Fue ese el origen de mucha de su infelicidady de sus torturas interiores. Esaculpa lo llevó a renegar de lo que debióhaber sido fuente de realización y plenitud.Esa culpa lo llevó a negar los mejoresmomentos, y las mejores páginas desu vida.24 el bibliotecario

<strong>de</strong> sufrir por el resto <strong>de</strong> su vida, así comoen el motor <strong>de</strong> su gigantesca obra literaria,el beso preñado <strong>de</strong> fervor católico <strong>de</strong>mi abuela, habría <strong>de</strong> ir constituyendouna relación edípica fundada en la complicidadreligiosa que <strong>de</strong>terminaría, alprolongarse a lo largo <strong>de</strong> la infancia y laprimera adolescencia, la conformaciónpsíquica <strong>de</strong> mi padre en su aspecto másprofundo. Que él y su madre establecieronun vínculo afectivo <strong>de</strong> peculiar intensidad,<strong>de</strong> fuerza inusual, resulta obvio<strong>para</strong> cualquier lector <strong>de</strong> las famosas primeraslíneas <strong>de</strong> Ulises Criollo. Cito: “Misprimeros recuerdos emergen <strong>de</strong> unasensación acariciante y melodiosa. Erayo un retozo en el regazo materno.Sentíame prolongación física, porciónapenas seccionada <strong>de</strong> una presencia tibiay protectora, casi divina. La voz entrañable<strong>de</strong> mi madre orientaba mis pensamientos,<strong>de</strong>terminaba mis impulsos. Sediría que un cordón umbilical invisibley <strong>de</strong> carácter volitivo me ataba a ella yperduraba muchos años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> laruptura <strong>de</strong>l lazo fisiológico”. Tanto comoen Proust, la relación simbiótica con lamadre es la clave <strong>para</strong> enten<strong>de</strong>r el <strong>de</strong>sarrollopsicológico <strong>de</strong>l personaje. En términosfreudianos, la complicidad religiosacon la madre pasa entonces aconformar el inconsciente.Ahora bien, muchas madres establecenun cordón umbilical psicológico consus hijos, una vez que el lazo físico ha sidocortado. Pero pocas fundan esta ligaemocional en la religión. Mi abuela lohizo porque <strong>para</strong> ella su <strong>de</strong>voción cristianaera acaso, y así lo atestiguan todaslas evi<strong>de</strong>ncias familiares, el elementocentral <strong>de</strong> su vida. Hija a su vez <strong>de</strong> unacatólica <strong>de</strong>vota y un liberal acérrimo queincluso acompañó a Benito Juárez a suexilio a Nueva Orleans, mi abuela probablementeexperimentó en su niñez losIgnacio Vasconcelos y Carmen Cal<strong>de</strong>rón y sus siete hijos. Archivo <strong>de</strong> Joaquín Vasconcelos.Es evi<strong>de</strong>nte que Vasconcelos abrevóen ese entorno. Pero, ¿por qué esto resultaclave <strong>para</strong> enten<strong>de</strong>r al personaje?,¿por qué algo que usualmente está reservadoal ámbito <strong>de</strong> lo más estrictamenteprivado se torna <strong>de</strong>terminante <strong>para</strong> compren<strong>de</strong>rla obra creativa y la vida <strong>de</strong> JoséVasconcelos? Propongo que existen almenos dos áreas cruciales <strong>de</strong> la vida y laobra <strong>de</strong> Vasconcelos don<strong>de</strong> la improntareligiosa que él recibiera en su niñez sevuelve <strong>de</strong>terminante: su vida privada,que en su caso se convierte en literatura,y sus textos filosóficos.Pocas vidas <strong>de</strong> las que tenemos noticiasliterarias, se vivieron tan plenamentecomo la <strong>de</strong> José Vasconcelos. Si en laacción y en el pensamiento su vida fue atodas luces <strong>de</strong> una singular intensidad,en el terreno <strong>de</strong>l amor no lo fue menos.Aparte <strong>de</strong> las dos mujeres con las que secasó consecutivamente, los nombres <strong>de</strong>Adriana, Charito y Valeria, es <strong>de</strong>cir, AntonietaRivas Mercado, Consuelo Sun<strong>de</strong>sgarramientosfamiliares que las guerrasi<strong>de</strong>ológicas <strong>de</strong> nuestro siglo xixocasionaron en los hogares mexicanos, yque tanto <strong>de</strong>bemos evitar en el futuropor medio <strong>de</strong> la más estricta observancia<strong>de</strong>l estado laico. En medio <strong>de</strong> aquellaspugnas mortales, mi abuela optó evi<strong>de</strong>ntementepor lo que hoy llamaríamosfundamentalismo religioso. Y transmitióese legado a su <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia. Así, mi padretuvo no una sino dos hermanasmonjas. Aunque siempre la excepciónconfirma la regla: tuvo también un hermano,Samuel, que fue ateo o agnóstico,no lo sé, y militó en algún momento en elPartido Comunista Mexicano. Excepciónhecha <strong>de</strong> este hermano, la tónicacatólica <strong>de</strong> la familia era abrumadora.Tengo en mi po<strong>de</strong>r múltiples cartas quelas hermanas <strong>de</strong> mi padre intercambiabanentre sí: en ellas, todo, absolutamentetodo, está referido a valores religiosos;las bendiciones y las advocaciones católicasson constantes.23

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