“VAMOS A PORTARNOS MAL”
“VAMOS A PORTARNOS MAL” “VAMOS A PORTARNOS MAL”
“Vamos a portarnos mal”]autobús ahí mismo? ¿Quién va a entrar a los mercados si sigue habiendo vendedoresen las calles? O todos en la cama o todos en el suelo, eso dicen. Sin embargo, comodice el alcalde Quijano, su problema es de 2 dólares de ganancias al día, y eso, conplanes de atracción de compradores a los mercados y subsidios municipales se puedealcanzar. Lo de los 100 o 200 dólares diarios de ganancia que hace el viejo concamisa de leñador o la doña del pelo ensortijado es otro asunto. Eso sí es difícil deigualar si se les obliga a pagar el impuesto que les toca y si, como dice el alcalde “nose les da ningún subsidio, porque no lo necesitan, porque tienen los recursos para sercomerciantes formales y poner su negocio, pero no quieren renunciar a las gananciasque les da tener su almacén repartido por las calles”.Las condiciones se dan para que este movimiento social triunfe y lleve triunfando20 años. Hay líderes cuyo poder radica en que no se les termine su base social, queno la reordenen en mercados, porque en los mercados mandan los administradores,no los líderes de la calle. Hay dinero, porque hay comerciantes con ingresos paraaportar con tal de que no los obliguen a retirarse de las aceras. Y hay hormigas, fácilesde movilizar, dispuestas a movilizarse en marabuntas si se los piden sus líderes o enprocesiones pacíficas si es el método de turno. En el Salvador estos procesos son losexitosos. Dinero, poder de choque y multitud parece ser la fórmula de la exitosaprotesta social.Un funcionario de la Alcaldía que pidió omitir su nombre me había hecho unapregunta muy lógica que él mismo contestó:– ¿Crees que para la marcha blanca que hicieron la señora que gana un dólar al díalo gastó en venir en bus de otro departamento o municipio para apoyar a sus amigosvendedores del Centro de San Salvador? No, imposible, no le alcanza para el busde ida, el de vuelta y comer, sobre todo teniendo en cuenta que ese día no trabajóporque tuvo que marchar. Alguien alquila los buses que los traen, alguien les comprala comida. Ahora saca números, la marcha fue de unas 8,000 personas. Ese alguien oesos alguien no tienen poco dinero ni pocos intereses ni pocos amigos o conocidos enla política como para ser recibidos por un funcionario de la Presidencia.Eso también, ese es el ingrediente que falta en la protesta exitosa de losvendedores, en su lucha de calle bien retribuida: los contactos políticos. Para muestrados botones: Pedro Julio es asesor en temas de derechos de autor de Rodolfo Parker,líder del Partido Demócrata Cristiano (PDC) de El Salvador, diputado y muchas vecesla llave para desentrampar las negociaciones entre las dos bancadas más grandesde diputados. Vale la pena recalcar: Pedro Julio, el vendedor de películas piratas,es asesor en temas de derechos de autor de un jefe de bancada legislativa del país.Vicente ha sido también asesor del PDC y de ARENA, el partido de derecha quedurante 20 años, hasta el 2009, gobernó el país. No es raro verlos sentados conalgunos de los más influyentes políticos salvadoreños.[271
La fórmula se repite en otras organizaciones sociales que utilizan la protestacallejera como método de solución de conflictos. Las organizaciones y gremiales detransportistas públicos, por ejemplo, cuentan con un diputado dueño de autobusescomo representante en la Asamblea Legislativa. Han sido capaces de obligar a loslegisladores a crear una ley para que su aumento del pasaje fuera legal y no ilegalcomo venía siendo desde que lo instauraron a pesar de la negativa del Gobierno.Cuando el Gobierno, en 2006, intentó suplir la carencia de transporte públicogenerada por los paros de estas gremiales, y contrató a empresarios privados paraque cubrieran las rutas, le fue imposible. Los motoristas asociados cerraron las callesy no fueron pocas las unidades alternativas que quemaron y no fueron pocos losconductores suplentes que atizaron.Dinero, poder de choque, amplia base social y contactos políticos.Quienes mejor saben que esa es la fórmula son quizá los que no la alcanzan.El teléfono lo contesta Efraín Fuentes, un hombre recio y de bigote poblado. Durantela guerra civil salvadoreña, que duró de 1980 a 1992, una esquirla de granada, unaM67 como la que rodó en el CAM, se le incrustó en la pierna, y el Ejército tuvo quedarlo de baja. Camina con dificultad. Es el presidente de la Asociación de Lisiados dela Fuerza Armada de El Salvador (ALFAES).Son, de lejos, el movimiento social que más ha realizado protestas de calle desde2006 hasta principios de este año. Han realizado dos marchas mensuales. Marchasde entre 200 y 300 lisiados de guerra que exigen sus indemnizaciones de 90 dólaresal mes, que piden que no se las rebajen, que les den seguridad social. En fin, garantíaspara no morir de hambre luego de haber sobrevivido a la guerra.A veces, iban semidesnudos, en calzoncillos, para mostrar los desperfectos quela guerra les heredó y para que no los acusaran bajo la ley de terrorismo, pues eraevidente que no iban armados. A veces, hacían la marcha de los colgados, y caminabancon sogas de 15 metros amarradas al cuello para colgarse en el árbol de hule queestá fuera de la Asamblea Legislativa. Lo hicieron tres veces cada semana hasta queel árbol fue talado. Algunos compañeros, dice Efraín, que se tomaban muy en seriola acción, se colgaban sin calcular que las puntas de sus pies tocaran el suelo. Casi seahorcaban. A veces cargaban cruces metálicas de cinco metros que representaban elcalvario del desamparo que vivían. Otras veces se pintaban cruces rojas en el pecho,por la sangre que derramaron cuando fueron lesionados o mutilados en el conflictoarmado. O si no, iban encadenados, como esclavos, para simbolizar su condena. Ose metían en ataúdes de cartón, se crucificaron frente al recinto de una cumbre depresidentes centroamericanos en 2006, se encerraron en Catedral. En fin, han hechode todo. Son ya unos expertos en protestar y cada vez les cuesta más inventarsenuevos mecanismos. Claro, se agotan.272] EL SALVADOR
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La fórmula se repite en otras organizaciones sociales que utilizan la protestacallejera como método de solución de conflictos. Las organizaciones y gremiales detransportistas públicos, por ejemplo, cuentan con un diputado dueño de autobusescomo representante en la Asamblea Legislativa. Han sido capaces de obligar a loslegisladores a crear una ley para que su aumento del pasaje fuera legal y no ilegalcomo venía siendo desde que lo instauraron a pesar de la negativa del Gobierno.Cuando el Gobierno, en 2006, intentó suplir la carencia de transporte públicogenerada por los paros de estas gremiales, y contrató a empresarios privados paraque cubrieran las rutas, le fue imposible. Los motoristas asociados cerraron las callesy no fueron pocas las unidades alternativas que quemaron y no fueron pocos losconductores suplentes que atizaron.Dinero, poder de choque, amplia base social y contactos políticos.Quienes mejor saben que esa es la fórmula son quizá los que no la alcanzan.El teléfono lo contesta Efraín Fuentes, un hombre recio y de bigote poblado. Durantela guerra civil salvadoreña, que duró de 1980 a 1992, una esquirla de granada, unaM67 como la que rodó en el CAM, se le incrustó en la pierna, y el Ejército tuvo quedarlo de baja. Camina con dificultad. Es el presidente de la Asociación de Lisiados dela Fuerza Armada de El Salvador (ALFAES).Son, de lejos, el movimiento social que más ha realizado protestas de calle desde2006 hasta principios de este año. Han realizado dos marchas mensuales. Marchasde entre 200 y 300 lisiados de guerra que exigen sus indemnizaciones de 90 dólaresal mes, que piden que no se las rebajen, que les den seguridad social. En fin, garantíaspara no morir de hambre luego de haber sobrevivido a la guerra.A veces, iban semidesnudos, en calzoncillos, para mostrar los desperfectos quela guerra les heredó y para que no los acusaran bajo la ley de terrorismo, pues eraevidente que no iban armados. A veces, hacían la marcha de los colgados, y caminabancon sogas de 15 metros amarradas al cuello para colgarse en el árbol de hule queestá fuera de la Asamblea Legislativa. Lo hicieron tres veces cada semana hasta queel árbol fue talado. Algunos compañeros, dice Efraín, que se tomaban muy en seriola acción, se colgaban sin calcular que las puntas de sus pies tocaran el suelo. Casi seahorcaban. A veces cargaban cruces metálicas de cinco metros que representaban elcalvario del desamparo que vivían. Otras veces se pintaban cruces rojas en el pecho,por la sangre que derramaron cuando fueron lesionados o mutilados en el conflictoarmado. O si no, iban encadenados, como esclavos, para simbolizar su condena. Ose metían en ataúdes de cartón, se crucificaron frente al recinto de una cumbre depresidentes centroamericanos en 2006, se encerraron en Catedral. En fin, han hechode todo. Son ya unos expertos en protestar y cada vez les cuesta más inventarsenuevos mecanismos. Claro, se agotan.272] EL SALVADOR