“VAMOS A PORTARNOS MAL”
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“Vamos a portarnos mal”]millonarias. Sólo en 2008, el soporte del Estado fue de más de 7,5 millones de dólares(Bs 53,3 millones); y, en 2009, recibió más de 2,3 millones de dólares americanos (Bs16,4 millones).Los contenidos mediáticos están en tela de juicio en esta coyuntura históricaboliviana. Investigaciones de instituciones nacionales e incluso de organismosinternacionales han puesto en entredicho el rol que han cumplido los medios decomunicación en Bolivia, tanto los privados como los del Estado, debido al sesgo desus tratamientos informativos acerca de la actividad política.En Santa Cruz, las organizaciones indígenas resultan ser protagonistas noticiosasúnicamente cuando realizan movilizaciones (marchas, manifestaciones, etc.) o cuandoanuncian o ejecutan medidas de presión. Esta forma de plantear informativamente eltema indígena motiva la redacción de editoriales cuestionadores de las expresionesde las organizaciones que aglutinan a los pueblos étnicos y de sus enunciados deprotesta o presión. En la mayoría de los casos, se los incorpora en las noticias yeditoriales de forma estigmatizadora, mostrándolos como ciudadanos conflictivos,problemáticos e inconformes con el resto de la sociedad, según una investigacióncientífica que analizó noticias y editoriales de dos periódicos cruceños.Un movimiento hostigado, a pesar de ser pacifistaDesde finales del siglo XX, los indígenas de tierras bajas (oriente y amazonia) deBolivia, decidieron cambiar su estrategia de sobrevivencia que hasta entonces estabasustentada en el autoconfinamiento en las espesuras de las selvas. A partir de los años80, optaron por visibilizarse e interpelar al Estado nacional y a la misma sociedad paraque les reconozcan su pertenencia a Bolivia y les respeten sus derechos.Sus formas de manifestación social, de protesta, son pacíficas y no buscan afectarlos derechos ni los intereses de los no indígenas. Así lo demuestran todas y cada unade las siete marchas indígenas que ellos protagonizaron desde 1990 para exigir elreconocimiento de sus derechos, sobre todo a sus territorios.A diferencia de otros movimientos sociales –como el campesino, el productor decoca, el de colonizadores, entre otros– los indígenas del oriente y la amazonia nohan practicado nunca bloqueos de carreteras, ni asumen la huelga de hambre comomedida de presión.Su estrategia ha sido la sensibilización de la sociedad a través del sacrificiopropio. Por eso la medida de presión ha sido siempre la marcha, la caminata desdesus comunidades hacia la sede de Gobierno (La Paz) acompañados de sus familiascompletas. Caminatas extenuantes y riesgosas que algunas ocasiones han durado másde un mes hasta sensibilizar a los gobernantes para que escuchen sus reclamos. Así[157
es como han conseguido todas y cada una de las leyes, decretos supremos, derechosen la nueva Constitución Política del Estado y, finalmente, la consolidación de lasautonomías indígenas en el proceso descentralizador que vive el país.ConclusionesEn el mundo indígena boliviano, sobre todo en las denominadas tierras bajas, lasde oriente y de la amazonia, sus formas de protesta han sido peculiares, pacíficas ysacrificadas. Sin embargo, tanto el Estado boliviano representado por los diferentespoderes, como la misma sociedad, no han interpretado estas luchas socioeconómicasen su real dimensión. Más bien las han estigmatizado.Los medios de comunicación han interpretado en desmedro de estas formas deprotestas y de sus actores.La coyuntura política histórica que vive Bolivia, con la emancipación de las clasespopulares, sobre todo las rurales y con mucho hincapié las indígenas, ha exacerbadosentimientos de racismo, en muchos casos extremos, como el hecho registrado enPando, con la matanza de alrededor de veinte campesinos y los destrozos de lasoficinas de las organizaciones indígenas de mayor representatividad (CIDOB) deBolivia y de Santa Cruz (CPESC).Santa Cruz, 30 de septiembre de 2010Fuentes de informaciónEntrevistas1. Blesneida Coimbra Roca, indígena del pueblo tacana, secretaria de la CPESC desde antes de2008.2. Eneida Charupá Arroyo, indígena chiquitana, responsable de Género de la CPESC. Es unalidereza que sobresale dentro del movimiento indígena del oriente boliviano.3. Lázaro Tacoo, indígena chiquitano que, en septiembre de 2008, era secretario de FortalecimientoOrganizativo de la CPESC.4. María Sarabia, indígena tacana, responsable de Comunicación de la CIDOB.5. Eulogio Núñez, agrónomo y abogado, es director del Centro de Investigación y Promoción delCampesinado (CIPCA) en Santa Cruz.6. Mercedes Noza, socióloga indígena, estudiosa de las culturas indígenas del oriente de Bolivia158] BOLIVIA
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“Vamos a portarnos mal”]millonarias. Sólo en 2008, el soporte del Estado fue de más de 7,5 millones de dólares(Bs 53,3 millones); y, en 2009, recibió más de 2,3 millones de dólares americanos (Bs16,4 millones).Los contenidos mediáticos están en tela de juicio en esta coyuntura históricaboliviana. Investigaciones de instituciones nacionales e incluso de organismosinternacionales han puesto en entredicho el rol que han cumplido los medios decomunicación en Bolivia, tanto los privados como los del Estado, debido al sesgo desus tratamientos informativos acerca de la actividad política.En Santa Cruz, las organizaciones indígenas resultan ser protagonistas noticiosasúnicamente cuando realizan movilizaciones (marchas, manifestaciones, etc.) o cuandoanuncian o ejecutan medidas de presión. Esta forma de plantear informativamente eltema indígena motiva la redacción de editoriales cuestionadores de las expresionesde las organizaciones que aglutinan a los pueblos étnicos y de sus enunciados deprotesta o presión. En la mayoría de los casos, se los incorpora en las noticias yeditoriales de forma estigmatizadora, mostrándolos como ciudadanos conflictivos,problemáticos e inconformes con el resto de la sociedad, según una investigacióncientífica que analizó noticias y editoriales de dos periódicos cruceños.Un movimiento hostigado, a pesar de ser pacifistaDesde finales del siglo XX, los indígenas de tierras bajas (oriente y amazonia) deBolivia, decidieron cambiar su estrategia de sobrevivencia que hasta entonces estabasustentada en el autoconfinamiento en las espesuras de las selvas. A partir de los años80, optaron por visibilizarse e interpelar al Estado nacional y a la misma sociedad paraque les reconozcan su pertenencia a Bolivia y les respeten sus derechos.Sus formas de manifestación social, de protesta, son pacíficas y no buscan afectarlos derechos ni los intereses de los no indígenas. Así lo demuestran todas y cada unade las siete marchas indígenas que ellos protagonizaron desde 1990 para exigir elreconocimiento de sus derechos, sobre todo a sus territorios.A diferencia de otros movimientos sociales –como el campesino, el productor decoca, el de colonizadores, entre otros– los indígenas del oriente y la amazonia nohan practicado nunca bloqueos de carreteras, ni asumen la huelga de hambre comomedida de presión.Su estrategia ha sido la sensibilización de la sociedad a través del sacrificiopropio. Por eso la medida de presión ha sido siempre la marcha, la caminata desdesus comunidades hacia la sede de Gobierno (La Paz) acompañados de sus familiascompletas. Caminatas extenuantes y riesgosas que algunas ocasiones han durado másde un mes hasta sensibilizar a los gobernantes para que escuchen sus reclamos. Así[157