“VAMOS A PORTARNOS MAL”
“VAMOS A PORTARNOS MAL” “VAMOS A PORTARNOS MAL”
BOLIVIAEL 11-S DE LOS INDÍGENASCRUCEÑOSEn Bolivia la protesta ya no es asunto sólo de pobressino de los ricos que vienen perdiendo sus privilegios yquieren expresar su racismo de manera violenta. Un casodocumenta la coyuntura: la destrucción física de la sede deun movimiento indígena en Santa Cruz, Bolivia, que estuvomarcada de violencia política y racial, hecho que los mediosde comunicación excluyeron de sus agendas.Gisela López Rivasgiselalopezrivas@yahoo.esComunicadora social, ha ejercido el periodismo durante 15 años, de los cuales 10 estuvierondedicados al periodismo impreso y cinco a la televisión y a la radio. Hizo periodismo de investigacióny en profundidad, fruto de ello ganó el Premio Nacional de Periodismo el año 2004. Es activistadefensora de los derechos humanos, de los derechos de los pueblos indígenas y de los de la niñez yadolescencia.[145
El 11 de septiembre de 2008 también fue funesto para el mundo indígenaboliviano. En Santa Cruz de la Sierra, las dos sedes principales de la Confederaciónde Pueblos Indígenas de Bolivia, CIDOB y de la Coordinadora de Pueblos Étnicos deSanta Cruz, CPESC, fueron intervenidas con violencia y su dirigencia fue amedrentaday perseguida. La peor parte de este ataque racial y político se la llevó la CPESC, cuyainfraestructura quedó reducida casi a escombros.Un medio centenar de jóvenes, con los rostros semicubiertos y provistos de palos,ingresaron por la fuerza, violentaron los dos portones de la CPESC, invadieron lasoficinas y comenzaron a robar las computadoras mientras un canal de televisión –elúnico presente– filmaba. Sacaron al patio una parte del mobiliario y lo incendiaroncon la papelería de archivos de la organización indígena. En ese momento, el blancofue la oficina de la unidad de comunicación, donde habían montado un estudio deradio y se guardaban los archivos de video y de audio de más de una década de vidade la CPESC. De ese estudio no quedó nada, y de los archivos muy poco.“Fue a eso de las 11:30 de la mañana. Estábamos solo un grupo de mujeres ennuestra sede. Los dirigentes hombres habían salido en comisión (trabajo de campo).Intentamos persuadir a quienes comandaban el ataque porque eran nuestroshermanos indígenas. Les pedimos que se detengan y que detengan a los jóvenes yadolescentes con los que entraron. Les preguntábamos cómo ellos, siendo indígenastambién, estaban destruyendo y permitiendo que se destruya nuestra organización”,relató Eneida Charupá Arroyo, una mujer chiquitana, responsable de la cartera deGénero de la CPESC.Las testigos que presenciaron el hecho afirman que los adolescentes y jóvenesque ingresaron por la fuerza eran miembros de la Unión Juvenil Cruceñista (UJC),una organización dependiente del Comité Cívico de Santa Cruz, institución quelideraba la movilización que pretendía instaurar la autonomía departamental en estedepartamento boliviano.Las cuatro o cinco mujeres indígenas que se encontraban en la CPESC no pudieronhacer nada para defender sus oficinas frente a la violencia. Pero resistieron hasta elfinal, observando y reflexionando a sus pares, ex líderes indígenas que en esa coyunturase aliaron al frente político que había dispuesto la “toma” de las instituciones públicasde Santa Cruz para apropiárselas y comenzar así el proceso autonómico de la región.Pero la CPESC no era una institución pública, sino la sede de una organización queaglutinaba a los cinco pueblos indígenas que tiene el departamento de Santa Cruz.“Yo le grité a don Fernando Chiqueno (un indígena ayoreo) para que haga frenarla violencia. Le dije: ¿cómo va a permitir usted que hagan tanto daño a la CPESC, a supropia casa?”, relató Blesneida Coimbra Roca, una indígena de base que fungía comosecretaria de la organización matriz de los pueblos indígenas de Santa Cruz.146] BOLIVIA
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El 11 de septiembre de 2008 también fue funesto para el mundo indígenaboliviano. En Santa Cruz de la Sierra, las dos sedes principales de la Confederaciónde Pueblos Indígenas de Bolivia, CIDOB y de la Coordinadora de Pueblos Étnicos deSanta Cruz, CPESC, fueron intervenidas con violencia y su dirigencia fue amedrentaday perseguida. La peor parte de este ataque racial y político se la llevó la CPESC, cuyainfraestructura quedó reducida casi a escombros.Un medio centenar de jóvenes, con los rostros semicubiertos y provistos de palos,ingresaron por la fuerza, violentaron los dos portones de la CPESC, invadieron lasoficinas y comenzaron a robar las computadoras mientras un canal de televisión –elúnico presente– filmaba. Sacaron al patio una parte del mobiliario y lo incendiaroncon la papelería de archivos de la organización indígena. En ese momento, el blancofue la oficina de la unidad de comunicación, donde habían montado un estudio deradio y se guardaban los archivos de video y de audio de más de una década de vidade la CPESC. De ese estudio no quedó nada, y de los archivos muy poco.“Fue a eso de las 11:30 de la mañana. Estábamos solo un grupo de mujeres ennuestra sede. Los dirigentes hombres habían salido en comisión (trabajo de campo).Intentamos persuadir a quienes comandaban el ataque porque eran nuestroshermanos indígenas. Les pedimos que se detengan y que detengan a los jóvenes yadolescentes con los que entraron. Les preguntábamos cómo ellos, siendo indígenastambién, estaban destruyendo y permitiendo que se destruya nuestra organización”,relató Eneida Charupá Arroyo, una mujer chiquitana, responsable de la cartera deGénero de la CPESC.Las testigos que presenciaron el hecho afirman que los adolescentes y jóvenesque ingresaron por la fuerza eran miembros de la Unión Juvenil Cruceñista (UJC),una organización dependiente del Comité Cívico de Santa Cruz, institución quelideraba la movilización que pretendía instaurar la autonomía departamental en estedepartamento boliviano.Las cuatro o cinco mujeres indígenas que se encontraban en la CPESC no pudieronhacer nada para defender sus oficinas frente a la violencia. Pero resistieron hasta elfinal, observando y reflexionando a sus pares, ex líderes indígenas que en esa coyunturase aliaron al frente político que había dispuesto la “toma” de las instituciones públicasde Santa Cruz para apropiárselas y comenzar así el proceso autonómico de la región.Pero la CPESC no era una institución pública, sino la sede de una organización queaglutinaba a los cinco pueblos indígenas que tiene el departamento de Santa Cruz.“Yo le grité a don Fernando Chiqueno (un indígena ayoreo) para que haga frenarla violencia. Le dije: ¿cómo va a permitir usted que hagan tanto daño a la CPESC, a supropia casa?”, relató Blesneida Coimbra Roca, una indígena de base que fungía comosecretaria de la organización matriz de los pueblos indígenas de Santa Cruz.146] BOLIVIA