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it-eso-stephen-king

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una buena idea.En cambio, Ben comenzó a avanzar hacia elruido del agua y de aquellos niños. Trató de captarlo que estaban diciendo, con tal de sacudirseaquella amedrentante parálisis. Hablaban de unproyecto. Hasta le pareció reconocer a una o dos delas voces. Se oyó un chapuzón, seguido por unacarcajada. La risa llenó a Ben con una especie denostalgia estúpida, haciéndole cobrar concienciade su peligrosa s<strong>it</strong>uación.Si iban a atraparlo, no había por qué condenara <strong>eso</strong>s niños a una dosis de la misma medicina. Benvolvió a girar hacia la derecha. Como muchosgordos, era notablemente ligero de pies. Pasó tancerca de los niños que vio sus sombras moverseentre él y el brillo del agua, pero ellos no lo vieronni lo oyeron. Gradualmente, sus voces fueronquedando atrás.Salió a un sendero estrecho, abierto en la tierradesnuda. Lo estudió por un momento, perosacudió la cabeza. Lo cruzó y volvió a hundirse enla espesura. Ahora se movía con más lent<strong>it</strong>udapartando los matorrales en vez de cruzarlosraudamente. Aún avanzaba con un rumbo más omenos paralelo al arroyuelo donde había vistojugar a los niños. Aun a través de los árboles y lasmatas, se lo veía más ancho que el curso en quehabían caído él y Henry.Allí había otro cilindro de cemento, apenas349

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