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Curar y cuidar - Asociación Derecho a Morir Dignamente

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Marc-Antoni BroggiLa compasión –oempatía con el enfermo–es una comprensióndel sufrimiento que nospone en sintonía y creauna disposición a actuarpara mitigarlo, mueve ahacerlo: conmueveestuvo con ellos; y el consuelo difícil, pero real, quelos otros muertos nos ofrecen a través de él, es elde la fraternidad”. Algo similar venía a decir el viejoproverbio francés sobre las funciones de la medicina“guerir quelque fois, soulager souvent et consolertoujours” (curar a veces, aliviar a menudo y consolarsiempre).Se puede expresar lo mismo de muchas maneras,pero todo el mundo coincidiría en que se pide al profesionalque sea algo más que un buen científico dedicadoa dilucidar el problema de las enfermedades, yque en casos de fuerte tribulación sea alguien capazde recibirlo a él, un ciudadano siempre especial, conla hospitalidad de quien conoce “la casa” y puedaacompañarle a entrar en ella lo más arropado posible.Espera que el profesional no dé un paso atrás en estosmomentos duros, sino que se atreva a dar algunohacia adelante para estar a su lado. Es decir, todoel mundo querría que la ayuda fuera entonces máscálida y personal, menos protocolaria, más guiada sicabe por aquellos valores que todo enfermo estimacomo esenciales: el de la compasión, el del coraje yel de la lealtad.El primero es siempre el de la compasión, etimológicamenteel de ‘sentir con el otro’. De hecho, surge delsentimiento de repugnancia que tenemos a ver sufrir;y, a partir de él, se activa un resorte para obrar. La claveintelectual y moral que abre la puerta a la buenapráctica es la de admitir abiertamente que la compasiónha sido, es y debe continuar siendo, el motorde toda ayuda al enfermo, incluso de la más técnica,especializada y puntual.Enseguida conviene señalar, debido a la mala prensaque tiene el concepto hoy en día, que la compasiónde la que hablamos aquí no es sinónimo de lástimau otro sentimiento pasivo y triste. Alguien a veces loentiende así: “no quiero vuestra compasión, me ofende”;es que se la ve entonces cargada de paternalismo,de superioridad, quizá comprensiva pero distante.También algún profesional puede verla con reticencia,como una debilidad que no puede permitirse quientiene que actuar, como algo que le impediría hacerlocomo es debido, como un sentimiento paralizador. Asílo dice sobre todo quien no quiere implicarse con laspersonas, y actuar con más tranquilidad sobre lo quellevan dentro. Estas lecturas reduccionistas son lacausa de que en algunos ambientes se crea que hablarde compasión resulte ramplón y prefieran el términode ‘empatía’ y lo utilicen como sinónimo. Nada quedecir mientras sirva para transmitir el mismo valor.Precisamente, los que lo reivindicamos como cardinalde la asistencia, se denomine de una manera u otra,nos referimos a una comprensión tal del sufrimientoque pone en sintonía una disposición a actuar paramitigarlo, mueve a hacerlo: conmueve. Por lo tanto, nose queda en puro sentimiento, sino que obliga a pasardel sentir al hacer, de la observación a la solicitud, deun plano puramente afectivo a otro ético. No es solamentesensibilidad, sino detección de un problema atratar. Es germen de actuación solidaria.La compasión nos pone en marcha. Es en este sentidoque Hannah Arendt advierte que sin la emotividadno se refuerza para nada la racionalidad; que nose consigue más eficacia fríamente. La carencia decompasión más bien conduce a la insensibilidad; yésta sí que acaba, en cambio, siendo el origen deactuaciones poco razonables. En el contexto en elque hablamos debe tenerse siempre en cuenta paratomar decisiones: nada se hará bien si se hace mecánicamente,si no se tiene un miramiento suficientey puntual. Y es que, desde la compasión (o empatía)aunque se vea la causa perturbadora, no se olvidatampoco a la persona que la sufre. Viene a ser unaexpresión fundamental de la dignidad que compartimos:él es digno de mi compasión porque sufre y, portanto, sería indigno de mí no compadecerlo.Es cierto que ancestralmente gustaba una cierta imperturbabilidadolímpica por parte del clínico, probablementepara que pudiera esconder en ella su inse-DMD | 5


cemos médicos que se creen ‘humanistas’ y exhibenestas ‘humanidades’ para aumentar su distanciacon los que no son de su elevada condición. Estaactitud los deshumaniza. Podríamos repetir aquelloque decía George Steiner pensando en el nazismo:“las humanidades no humanizan necesariamente” .No se trata de conmoverse escuchando Beethoven,como hacía Goebels –poniendo un caso muy extremo–,si después no conmueven los semejantes.El humanista no tiene que serlo tampoco ‘sólo denombre’. La amplitud de miras que se adquiere conlas humanidades debe servir para aumentar la comprensiónde uno mismo y de los humanos que estánalrededor. Así, el profesional de la salud, cuanto másleído fuere, más sensible al sufrimiento se le debesuponer, más preocupado por mejorar las condicionesde sus enfermos.Humanización, en el supuesto que nos ocupa, quieredecir reverencia por lo que hay de más humano encada persona y por lo que pueda ser más emancipadorpara ella. Así es como debemos leer, creo yo, lasentencia de Terencio “nada humano me es ajeno”.Podríamos concretarlo: ningún aspecto humano dequien sufre puede serle ajeno a quien se dispone aayudarlo. Es posible que fuera esto mismo lo que queríasignificar Hipócrates pidiendo que “habría que traersabiduría a la medicina y medicina a la sabiduría”; y,aunque él diga a continuación que “así el médico serásemejante a un dios...”, creo que nos conformaríamoscon que fuera eso: más humano. Con ello el ciudadanoesperaría que se respete su vida, pero no comomero latido biológico, sino con una cierta veneraciónpor la empresa humana que representa y que quieremantener hasta el final. Pide que sea este proyectopersonal el que informe, de una manera u otra, la ayudaque va a recibir; y no a la inversa: que una torpeactuación, o abstención, lo tergiversen.Y para estar a la altura del momento conviene tenersensibilidad para adaptarse a las necesidades personalesy no solamente a las circunstancias objetivas.Y para conseguirlo hay que lograr una cierta resonanciadel entorno con el mundo que cada cual ha idoforjando a lo largo de los trabajos y los días y con suestilo propio, incluso estético. Hay un símil de Descartesque equipara la vida a una melodía musical. Creoque la imagen es sugerente, y pienso que, siguiendosu hilo, podemos decir que debemos intentar nointerrumpir esta melodía a media frase ni alargarla sinsentido añadiéndole disonancias molestas. Una melodíasiempre tiene un sentido propio; tiene un tono,con una nota tónica que lo representa. Y para acabarla melodía como es debido, hay que saber volver a latónica; incluso hay un momento en el que la presenciade otra nota, la sensible, nos sugiere cual debeser este final. Pues bien los que rodean al enfermodeben saber que en toda persona existe este intentode armonización en su última etapa, aunque seainconscientemente, y que este trabajo merece nuestraadmiración y respeto. Si lo reconocemos nos permitiráafinar algo mejor el oído y, como los instrumentosacompañantes que somos todos, unirnos concertadamenteal solista (que siempre es el enfermo) en susacordes finales.Notas1. J. Berger. Citado en Iona Heath, Ayudar a morir.Katz editores, Madrid, 2008. Pág. 21.2. A. Comte-Sponville. Paidós. Petit livre des grandesvertues. PUF. Paris, 1995. Pág. 137.3. H. Arendt. Citada por Aurelio Arteta. La compasión.Paidos. Barcelona, 1996. Pág. 134.4. M. Proust. A la recherche du temps perdu. Gallimard,Bibl. La Pléiade. Tomo I. Pág. 82. Traducciópropia.5. Hipócrates. Nomos. Tratados hipocráticos I. Bibl.Clásicos Griegos. Madrid, 1983. Pág. 94.6. J. Milton. Paradise lost. Book VI- 462, 463 i 464.New Arts Library, 1999. Web (5 noviembre de 2009)www.paradiselost.org/5-overwiew.html7. M. Vargas Llosa. Los benévolos. El País. 3 dediciembre de 2006. Opinión. Pág. 17.DMD | 9


El otro comosujeto y no sólocomo objetode nuestroscuidadosJavier BarberoPsicólogo Clínico*Cuando el médico tiene que comunicar al enfermo un malpronóstico se encuentra en una situación de ‘comunicacióndifícil’ que ha de solventar con un proceso de acompañamiento.A veces el silencio compasivo es lo único que puede ofrecerLa muerte es el inefable. Si salimos del contexto delos Cuidados Paliativos, donde los profesionales suelenestar más formados y sensibilizados para abordar laconocida como ‘comunicación difícil’, en muy raras ocasionesse habla con el paciente de su posibilidad demuerte. Pero esto no es lo problemático, sino que habitualmenteni siquiera se explora con él si desea que seaborden estas cuestiones. Se trata de lo innombrable.Como si la realidad no existiera por el hecho de no sernombrada. A lo que no dotamos de identidad con lapalabra, sencillamente no existe. Solemos hablar dela efectividad o falta de efectividad de determinadostratamientos ante patologías o situaciones clínicasconcretas, pero de manera despersonalizada: “con eltratamiento no hemos conseguido los resultados esperados”.Ahora bien, se suele obviar la consecuenciaque, en muchos casos, es tan simple como que el otrose va a morir. Se utilizan estadísticas, cálculo de probabilidades,pronombres impersonales, generalizaciones.Se hace muy duro particularizar.Se puede llegar a entender, aunque no a justificar. Porun lado, existe un temor de origen beneficente en dañaral paciente más de lo que toca, también se aludea determinados modelos informativos brutales, comoel estadounidense, tan defensivos, que informan ‘caigaquien caiga…’ Por otro lado, no nos gusta sentirnoscerca de nuestras propias contradicciones. El equipoestá diseñado para curar o controlar enfermedadesy, al final, no lo hemos conseguido. Ponerle nombre aello viene a ser como que tú, el profesional, te conviertesen el verdugo de la esperanza. Se acerca a la médulade nuestra vocación. Como si hubiéramos elegidocon el enfermo agudo curar, con el crónico controlar lasituación e incluso <strong>cuidar</strong>, pero con el que se muereno hemos elegido despedir. En estos momentos, lainformación diagnóstica no suele ser –con algunas queotras excepciones– la dificultad por excelencia. Quienmás, quien menos, tienen conocimiento sobre la patologíay los tratamientos propuestos. El problema estáen la información pronóstica. Algunos clínicos afirmanque del futuro nadie puede dar fe, luego no tiene sentidoexponer sus valoraciones sobre el mismo, sobretodo cuando estas son tan amenazantes, porque cuandola perspectiva es positiva este argumento acabaperdiendo peso. En último término, nos escudamos enque algo probable o inclusive muy probable, sigue siendoinseguro, como todo lo venidero. Nos arrimamos al“vaya usted a saber...”. Ante este tipo de situaciones,los argumentos desde el principio de autonomía sirvenpara bien poco. Son posiciones que utilizan el análisisracional, pero no tienen en cuenta la dimensión emocionalinterviniente. Y aquí es donde nos la jugamos.La experiencia dice que cuando el profesional, habitualmenteel médico, tiene la capacidad de explorar laposición del paciente en torno al conocimiento de unposible o real mal pronóstico o de escuchar la demandade información al respecto, se produce un encuentrode alta intensidad emocional en el que no es fácilsituarse. Si el paciente, sea de motu propio o tras haberexplorado su deseo, acaba recibiendo la noticia dela alta probabilidad y cercanía de la muerte, se generaun escenario que eleva las ansiedades, también la del*Adjunto del Servicio de Hematología del Hospital Universitario La Paz.10 | DMD


te en un contexto determinado ante, por ejemplo, lasolicitud de información del mismo: “Existe un 80%de probabilidades de que el trasplante no funcione”o, en positivo, “existe un 20% de probabilidades deque el trasplante vaya bien”. Se sigue planteando –ycon cierta lógica– desde el grado de efectividad de lostratamientos, pero aún se contempla la posibilidad,aunque sea pequeña, de que realmente funcione. Esel escenario de la muerte como una posibilidad, esuna aproximación a los riesgos.El segundo escenario es aún más difícil. Sabemos queel paciente va a morir en un corto-medio espacio detiempo porque los tratamientos no funcionan segúnlos criterios y la experiencia clínica. Todos los datosapuntan a que la posibilidad de que se salve seríaestrictamente debida al azar y, por contraposición, elmantenimiento de intervenciones invasivas o intensaspodría estar en el terreno de la conocida como obstinaciónterapéutica. En estos momentos se plantea obien tratamiento estrictamente paliativo o algún tipo detratamiento de soporte de baja intensidad. Es el escenariode la muerte próxima como cierta, es una aproximacióna la certeza. En este escenario, sin embargo, aexcepción de Unidades de Cuidados Paliativos experimentadas,en la mayor parte de los casos ni siquierase explora en el paciente el deseo de saber si estamosya al final, iniciando la cuenta atrás. Como que ahíaparece el bloqueo comunicativo en los clínicos, quenormalmente justificamos interpretando que el pacienteno quiere tener realmente esos datos. Como que connuestra garantía, en el mejor de los casos, de procederal control de síntomas, estaría todo bien rematado.No es fácil. Pero es posible. Como elementos facilitadoresde una posible actitud de cambio tenemos laformación y supervisión en detección y autorregulaciónemocional y comunicación difícil de los profesionales;un trabajo en equipo suficientemente maduroque nos permitiera escuchar nuestras posibles negaciones,cuando los vínculos son muy significativos condeterminados pacientes; una reconceptualización, enclave de valores, acerca de nuestras responsabilidadesdeontológicas y éticas sobre el final de la vida,replanteando los objetivos de acompañar y facilitar ladespedida; y así, un largo etcétera. Hay mediaciones.La responsabilidad es grande. Podemos estar privandoal paciente de vivir –y con mayúsculas– el últimotramo de su vida, en función de sus valores. No podemosser cómplices de que la muerte biográfica seanticipe a la muerte biológica. El otro es fundamentalmentesujeto y no solo objeto de nuestros cuidados.


En el último número de la revista DMD Miguel LópezVaras, médico con años de ejercicio en un serviciode Urgencias, escribía al hablar del enfrentamientoa la muerte:“En la Facultad de Medicina no recibimos ningúntipo de formación que nos ayude a enfrentarnosa la muerte de nuestros pacientes; estudiamosenfermedades, sus características, su pronósticoy sus tratamientos, pero no recibimos formaciónpara poder enfrentar el problema de la muerte, larelación con el paciente y con sus seres queridos.Esto conlleva que en muchas ocasiones se tiendaa la medicalización de la muerte, olvidando quemanejamos pacientes y no enfermedades comoentidades aisladas (es habitual contar en lospases de guardia la enfermedad que padecen lospacientes y su evolución, complicaciones, etc. enlugar de hablar de pacientes que padecen tal ocual enfermedad). A medida que empiezas a enfrentartea situaciones relacionadas con la muerteentiendes que es cierto lo referido en multitud detextos médicos: ningún problema es más penosoque el que presenta una persona afectada poruna enfermedad incurable, especialmente cuandoes inevitable una muerte prematura”.Tan importante comoprevenir y <strong>cuidar</strong> enfermedadeses ayudar a que las personaspuedan morir en paz“(Daniel Callahan)“Sanitarios yderechos alfinal de la vidaNos sentimos satisfechos con la Ley de Autonomíadel Paciente, con las leyes aprobadas por lascomunidades de Andalucía, Aragón y Navarra quehablan de los derechos del paciente en el procesode morir y diseñan perfectamente el escenario de larelación paciente-médico en esta fase delicada y aveces conflictiva de la vida de la persona y, en consecuencia,detallan los deberes y obligaciones de losprofesionales sanitarios en el ‘cuidado’ del enfermoen vísperas de su muerte. Pero ante tal escenario–teórico-jurídico– choca a veces la experiencia demuchos médicos y también de familias de fallecidosen ámbito hospitalario de que en España se mueremal.Ante esta realidad dual hay que pensar y ser conscientesde las deficiencias, las actitudes poco éticasy nulas en solidaridad de algunos comportamientosde profesionales sanitarios y, además, de la falta deformación y de aptitudes (y actitudes) profesionalespara alcanzar el desiderátum que exige la Ley de Autonomíadel Paciente y las leyes autonómicas acercadel enfermo en proceso o trance de morir.Para hacer un poco de luz a esta situación duranteel mes de mayo DMD ha realizado una encuesta deextensión reducida, para recoger vivencias y opinionescualificadas entre el personal sanitario (médicosy enfermería) socios de DMD-Madrid.Se enviaron 108 cuestionarios y se recibieron contestados,vía online, 45 (41% de los enviados).


7. Según tu experiencia profesional y personal, ¿cómo dirías que se muere en España?Generalmente mal (demasiadosufrimiento evitable)Regular (depende delmédico que te toque)Generalmente bien(aceptable para la mayoría)%54482Total25221Comentarios de los encuestados• Siempre he trabajado en hospitales y todavía cuestapautar toda la analgesia que disminuya al máximoel dolor y la ansiedad. Es habitual la analgesia pautaday excepcional ‘a demanda’.• Aunque cada vez hay más equipos de cuidadospaliativos, falta mucho conocimiento sobre el temasobre todo en el ámbito médico.• Los médicos suelen guiarse por sus prejuicios, importándolespoco el sufrimiento de los enfermos.Resúmen valorativo:Sólo un 2% afirman que se muere generalmente bien.Más de la mitad afirman que se muere generalmentemal.Los comentarios insisten en que se muere ‘peor’en Atención Especializada que en Atención Primaria.Los equipos de cuidados paliativos no son conocidosadecuadamente por los profesionales ni tampoco susprocedimientos. El dolor no se maneja tampoco adecuadamente.Este es un punto débil muy importanteque podría corregirse con formación e información alos profesionales.8. ¿Por qué los Colegios Profesionalesestán en contra de la Eutanasia?Comentarios de los encuestados• Representan lo más casposo de la profesión. Conservadurismoinstitucional. Miedo a ser criticadospor los poderes fácticos. Son muy, muy de derechas.• Con prejuicios y falta de empatía. Por miedo talvez porque hay que cambiar unas leyes y hay queenfrentarse a la administración; los colegios y lassociedades tienen muchos intereses y acuerdos conla administración y es mejor no enfrentarse a ella.Por miedo a las demandas y por desconocimiento.Hacen una medicina defensiva a tope.• Quizás en estos órganos corporativos el perfil másfrecuente son médicos conservadores, demasiadoconservadores.• En lo que yo conozco, incluyo también al colegio deEnfermería, se practica un corporativismo lamentabley son organismos bastante conservadores. Nos colegiamospor ley y no tanto por los servicios que prestany su trasparencia democrática. Tienen un poderrepresentativo escaso (1.400 votos en las últimas yel número de colegiados anda por los 40.000), perose presta atención cuando se pronuncian.• Creo que es una cuestión que se evita porque vivimosen una sociedad tanatofóbica. No tenemos unacultura de la muerte y esto se refleja en nuestrasinstituciones.• A nivel oficial creo que se imponen los tabús. Lamedicina que está detrás del poder de los laboratorioses de derecha.• Imagino que los datos que se aportan son correctos.Parece que son extremos...; desconozco larazón de esta disparidad.• Por su ideología generalmente fanática religiosa. Demasiadainfluencia de la iglesia católica.• 1) Conservadurismo institucional 2) Miedo a ser institucionalmenterechazados por parte de la sociedady los poderes públicos.• Obedecen al orden jerárquico e ideología dominante,forman parte de la estructura de poder.• Porque están influenciados por una moral religiosade siglos que les impide decidir sobre la situaciónfísica y anímica del paciente.• Por intereses espurios que nada tienen que vercon el bien del paciente y su familia. Por ideologíaconservadora e intereses espurios.• Influencia de la iglesia católica.• Creo que tienen miedo de que se les vaya de lasmanos.• Los Colegios profesionales nunca han representadoa los sanitarios. Son sólo reductos ultraconservadoresque defienden un modo concreto de ser sanitario,el suyo.• En la mayoría de las instituciones oficiales accedena los altos cargos las personas con ideas másconservadoras porque son las que se sienten másafines con sus valores.• Realmente no lo sé. Posiblemente algunos de susmiembros tengan escrúpulos morales al respecto opiensen que la ley no pueda garantizar la correctaaplicación de la norma.• Supongo que por que los colegios profesionales ylas sociedades científicas tienen gente de ideasmayoritariamente conservadoras en su seno.DMD | 17


que prima, pero en la mayor parte de los casos, laopinión-creencia-conocimiento de nuestros compañerosmédicos es la que prima. Falta mucha empatíacon el paciente y sus familiares. Es una pena enmuchas ocasiones.• No creo que sea esa cantidad de médicos los queestán a favor; todo lo contrario, se intenta todo sinpensar en qué condiciones va a vivir después lapersona.• No tengo experiencia de práctica médica en España,pero supongo que muchos podrían tener miedo alas consecuencias. Solo desde la experiencia y losaños se atreven a opinar con libertad. Parece queestuviera mal visto opinar y mantener los principiosque, sin embargo, expresan en privado.• Generalmente, no. No porque tienen miedo de loscastigos. Por supuesto, son ciudadanos.Resúmen valorativo:Generalmente se aprecia que la opinión mayoritaria esque no se pueden expresar libremente las opinionessobre temas controvertidos éticamente (eutanasia,aborto, etc.).En varias respuestas, al igual que en las de lapregunta siguiente, se manifiesta el retroceso en lalibertad de expresión que significó la situación deacoso y derribo a los profesionales del Hospital deLeganés con las sedaciones paliativas. Sólo en gruposparticulares se habla libremente. En el ámbitode las instituciones sanitarias públicas, con una administraciónsanitaria conservadora y con un Estadoque está promoviendo legislaciones cada vez másrestrictivas sobre temas que afectan a la bioética,la libertad de expresión del profesional se percibecomo limitada.10. ¿Existe temor en los profesionalesa consecuencias legales por acelerar lamuerte por una sedación?Comentarios de los encuestados• Tratar de pasar desapercibido pues se tiene un temorIMPRESIONANTE. También debido a la falta deeducación sanitaria de la población y a la dificultadde asumir la responsabilidad de informarse y tomardecisiones por si mismo.• Creo que sí. En concreto el caso del Hospital SeveroOchoa de Leganés ha creado un ambiente de miedoque afecta a mucha gente.• Creo que sí, pero no tengo experiencia suficientepara afirmarlo o negarlo.• Sí. Sin duda a este respecto sería importante unaregulación de la eutanasia por parte de las instituciones.Con un apoyo en este sentido sería mássencillo actuar sin temor a ser señalado por lajusticia.• Por supuesto, sí. En general, sí.• Creo que sí con total seguridad.Resúmen valorativo:La totalidad de las respuestas es que existe temor.Se insiste en el impacto del ‘caso Leganés’ comogenerador de una inseguridad jurídica importante eneste tema. Además, el documento elaborado por elConsejo General de Colegios de Médicos tampocoaporta vías claras de actuación.La sedación terminal se practica de manera muydiscreta y después de explorar concienzudamente laopinión del paciente, si la reflejó en un documento deinstrucciones previas, y de los familiares, en prevenciónde denuncias a organizaciones confesionalesrefractarias a este tipo de tratamiento.CONCLUSIONES:1. Hay una falta de formación humanista en lasFacultades de Medicina y Escuelas Universitariasde Enfermería. En los últimos años se está introduciendola bioética, sin embargo, la mayoría de lasUniversidades privadas tienen un componente confesionalcatólico, por lo cual la bioética se convierte enmoral religiosa. Es necesario introducir en los planesde formación la asignatura de Bioética con criteriosindependientes de los valores religiosos particulares.2. Falta de formación institucional a los profesionalessanitarios en materia de derechos del pacientey aplicación de la ley 41/2002 de Autonomía delPaciente. Parece importante realizar cursos y seminariossobre este tema, suficientes para mantenerinformado a todo el personal sanitario. Los colegiosprofesionales podrían también facilitar esta formaciónmediante libros adecuados.3. Falta de difusión entre los profesionales del Documentode Instrucciones previas como medio para queel sanitario conozca la voluntad del paciente y susvalores implícitos o explícitos sobre el final de la vida.4. Necesidad de promover el paradigma de la autonomíadel paciente y el respeto a sus valores particularessiempre que no atenten contra la legislación olos valores implícitos acordados por toda la comunidadinternacional en la Carta de <strong>Derecho</strong>s Humanosy diversas cartas de derechos promulgados posteriormente.Rechazo al paradigma paternalista comoatentado contra la dignidad de la persona.5. Actuación decidida a nivel individual, colectivo,institucional y político para promover el debatepúblico de los puntos conflictivos desde el ámbito dela bioética y acercarse con honestidad y con espíritude ayuda a la persona que sufre, a veces de manerainsoportable.DMD | 19


Si uno tenía suerte, su muerte llevaba aparejado pocosufrimiento y tenía lugar en su entorno familiar sinprolongarse en exceso. Si no era así…, dios no lo habíaquerido; nadie, ni el común de los profesionales,nos planteábamos en aquel momento otras alternativasde ayuda.3. La vivencia de la muerte hoy.El papel de los médicos en formaciónA punto de concluir mi vida profesional, una reflexiónse ha impuesto sobre las muchas que el fin de unaetapa de actividad profesional directa, propicia: lamuerte hoy se ha hecho hospitalaria y los médicosactuales no pueden vivir ajenos a esa realidad; sobretodo los médicos jóvenes que siguen su formaciónespecializada; los médicos residentes. Es un hechoque el papel asistencial de los MIR es fundamentalen nuestros hospitales y ello no sólo por el impulsode calidad y la exigencia que para los “médicos deplantilla” entraña el tener que enseñar la profesióna personas jóvenes, entusiastas y con un bagaje deconocimientos que llega a poner en cuestión los propios,sino sobre todo porque realizan un trabajo realasistencial imprescindible. Son los médicos cercanosal paciente, el eslabón entre él y el médico senior.Y son fundamentalmente quienes asisten la mayorparte del tiempo a la población hospitalaria de los pacientesingresados; durante la tarde y la larga noche,los MIR son esos profesionales que velan (literalmente)por nosotros. Aquellos a quienes la enfermeraavisará cada vez que surja un imprevisto. Ellos son losencargados de la atención final y, muchas veces losque tomarán las decisiones apropiadas de las que elmédico responsable pueda haber hecho dejación. Hay,desde luego, adjuntos para resolver las dudas y dificultadesque surjan en la jornada de guardia pero, salvoen los servicios de Urgencia “de puerta”, la presenciay participación de los médicos de plantilla fuera de lajornada ordinaria es casi testimonial, incluso en hospitalesde mediano tamaño. Más aún en los grandes.Especialmente en mis últimos años de ejercicio hecomprendido que ningún cambio sustancial de loscuidados médicos al final de la vida podrá producirsesin el concurso de estos médicos residentes. ¿Quéhay de realidad en esta intuición?, ¿hasta qué puntorecae sobre los MIR la atención médica al final de lavida?, ¿cómo se enfrentan a estas situaciones?, ¿conqué bagaje técnico y cuáles principios éticos?, ¿cómomejorar la calidad de esos cuidados? Se me ocurrióque propiciar un encuentro entre personas implicadasen la lucha por la disponibilidad de la propia vidamiembros de DMD, y algunos de esos médicos enproceso de especialización, podría iluminar la realidady proponer respuestas a las preguntas enunciadas.Sin la menor pretensión científica, sin aspirar a otrogrado de evidencia que la admitida para la opinión deexpertos (pues como tales expertos en esta cuestiónde la atención al final de la vida, deben ser considerados),organicé un encuentro “piloto” entre dosactivistas de DMD, uno de ellos no médico y cuatrosmédicos residentes no pertenecientes a DMD: tresmujeres y un hombre que reproducían sin pretenderlola proporción de géneros entre médicas y médicosresidentes en el conjunto del estado. Los cuatro, residentesde especialidades médicas, una casi iniciandola residencia (R2), y los otros tres en el tramo final:dos R4, uno iniciando (R4i), otra terminando (R4t) yla cuarta y mayor, la R5. Durante dos horas y sin uncuestionario previo estructurado, charlamos sobre susvivencias en torno a los cuidados al final de la vida.Ningún cambiosustancial de los cuidadosmédicos al final de la vidapodrá producirse sin elconcurso de los médicosresidentesLo que sigue es sólo un pequeño resumen de lo tratadoen aquella reunión y desearía que pudiera ser elgermen de un trabajo de mayor calado sobre el papelde los MIR en la asistencia a la muerte. El contenidode lo tratado puede ser incluido bajo alguno de cuatroepígrafes: papel de los MIR en la toma de decisionesal final de la vida; deficiencias percibidas en la formaciónpre-grado y durante la residencia; el problema dela información ante el final de la vida; y los cuidadospaliativos a los ojos de los MIR.Los MIR y el final de la vidaQue los médicos residentes tienen asumida laobligación ética del alivio del sufrimiento, especialmenteen la cercanía de la muerte, lo ilustra bien un22 | DMD


Los médicos residentes tienen asumida la obligación éticadel alivio del sufrimiento, especialmente en la cercanía de lamuertecomentario de la R5 a propósito de mi informaciónsobre cómo se eludía en mis tiempos la muerteen el hospital, según he comentado más arriba.Preguntó sorprendida “¿Y se garantizaba en casa lasedación?...” Tuve que explicarle que la sedación enla agonía es una adquisición bastante reciente enel arsenal médico. Estuvimos todos de acuerdo enque la realidad actual de la muerte en el hospital sedebe sobre todo a la desigualdad de posibilidadesde lograr un control sintomático comparable en eldomicilio. Para el R4i “en realidad no se plantea moriren casa o en el hospital sino morir donde se puedegarantizar una muerte mejor asistida”. Estuvimostambién de acuerdo en que el dispositivo de cuidadospaliativos extra hospitalario es muy insuficientetodavía y que los pacientes son llevados al hospitalporque no tienen controlados los síntomas adecuadamenteen su casa.Los demás comparten la apreciación del R4i en elsentido de que ellos son quienes mayoritariamentehacen frente a las situaciones de agonía “en el 90%de los casos quienes nos encargamos de estas situacionesfinales somos los residentes –dice– y quienestienen que iniciar muchas veces la sedación de pacientesque enfrentan la agonía muy sintomáticos”.“Cuando estamos de guardia en planta es a nosotros aquienes nos avisan si un paciente en situación de agoníao preagonía está sufriendo, con mucha fatiga o condolores no controlados, en medio de gran ansiedad”insiste la R4t.“A veces, nos encontramos con la situación sinninguna previsión por parte de sus médicos; cuandose sabía la evolución esperable desde días antes ysomos nosotros, sin previo conocimiento del pacienteen ocasiones, quienes tenemos que tomar lasdecisiones que no han tomado sus médicos responsables”,añade. “La atención en la agonía no es unacompetencia exclusiva de los paliativistas, es unaobligación de cualquier médico. Somos muchas veceslos residentes los que salvamos la situación”.Sobre la actuación de sus adjuntos respecto a lasedación, la opinión común es que “depende muchode quién es el adjunto responsable del paciente”, “Haymucha variabilidad en todos los sitios, hay gente quelo hace muy bien y otros que mucho menos”. Nuestrajoven R2 comparte la opinión de los mayores: “No hehablado de esto con otros compañeros de otros hospitales,pero mi experiencia es que depende totalmentedel médico que te lleve tener o no un tratamientoadecuado al final”. La R5 apostilla: “en ocasiones teencuentras pacientes sufriendo que, según su médicoya tienen la sedación adecuada” y añade “cuandoestás de guardia tú haces lo que crees que hay quehacer pero sabiendo perfectamente, según quien seasu médico responsable, quién te va a criticar o no va aestar de acuerdo con lo que hagas”.Me intereso por si consideran que las creencias religiosasdel médico responsable de un paciente influyenen los cuidados. No debería ser así, pero influyen.“Yo creo que el tema de la asistencia al final deberíaestar protocolizado para que no dependiera de con quémédico caes que se hagan unas cosas u otras”. Parala R5 “Eso estaría muy bien y sería muy bueno para lospacientes. Ahora, que se limiten las actuaciones o quese indiquen toda clase de sondas dependen claramentedel médico responsable”. ¿Y de sus creenciasreligiosas?, pregunto. “O no, porque a veces se actúacomo se aprendió a actuar, sin cuestionárselo”. Corroborala R4t que opina: “creo que igual que hay uncomité de tumores para tomar decisiones sobre lospacientes con cáncer, debería haber un comité que dictaminasesobre cuestiones relativas al final de la vida:limitación, encarnizamiento, sedación a tiempo…” Parael R4i, la clave está en ampliar el campo de aprendizaje“es importante rotar con muchos adjuntos porquesi no, se corre el riesgo de considerar que lo que hacetu adjunto es lo correcto”, dice. Que las creenciasreligiosas de los médicos interfieren en la calidad dela muerte de sus pacientes, es para mí –al final de miejercicio profesional– una total certeza.La formación sobre estas cuestionesUnanimidad en considerar insuficiente la formacióndurante la carrera. Los comentarios son coincidentes.Algunas muestras: “La muerte en nuestros estudios noexiste, se habla de la mortalidad de las enfermedades,pero no se nos habla de la muerte del paciente, deque es un paciente que está sufriendo, de la relaciónmédica con él, de cómo evitar el sufrimiento. Eso nose explica durante la carrera y se lo encuentra uno alllegar a la especialidad.”El R4i recuerda que “en su facultad había algunaasignatura con contenidos sobre la relación médicopaciente,pero fuera de la troncalidad, como optativas,que trataban del enfermo y no de la enfermedad.Recuerda una denominada dolor y conducta en la quese matriculó, pero que, desafortunadamente, no teníaclases, sólo había que presentar un trabajo al final”. Esrotundo en su valoración crítica: “la carrera de medi-DMD | 23


cina está desligada de la realidad médica. Al igual quenadie me ha hablado durante ella de temas como losderechos del paciente o las leyes sanitarias, nadie meha hablado de la gripe. Han dedicado horas y esfuerzoen enseñarme enfermedades raras que seguramenteno veré en mi vida pero se les ha olvidado enseñarmecosas fundamentales, saberes necesarios en mi ejercicioprofesional como el tratamiento del paciente en losúltimos momentos”.Se interesa el único no médico de los tertulianos ensi creen que esos conocimientos que echan de menosen su formación académica deberían darse medianteuna asignatura específica o de un modo transversal,desde las diferentes asignaturas haciendo mencióna esos contenidos. La respuesta es unánime en elsentido de la transversalidad. “La formación humanarequiere darse desde los diferentes puntos de vista.Las cosas desde un punto de vista único son menosenriquecedoras y menos ricas”, afirman, y “la muertete la vas a encontrar en todas las áreas de ejercicioy, cuando te encuentras con la situación de frente, tepreguntas cómo es posible que nadie te haya habladode ello en ninguna disciplina”.La R5 recuerda que ella tuvo una asignatura longitudinal,la psicología clínica donde de un modo completamenteteórico enseñaban cómo funciona el serhumano en condiciones de enfermedad, pero para ella“falta que esos conocimientos se aplicaran luego encada área. Se da la asignatura en tercero de la carreracuando todavía no sabes qué es un enfermo”.Constato que no se harecorrido mucho camino necesarioen las facultades demedicina; siguen enseñandosobre enfermedades y nosobre enfermos. Habrá queinvestigar si los cambios delmodelo Bolonia suponenalguna mejora en este sentido.Me temo lo peor.Respecto a cuál es la situaciónen el hospital durantesu formación postgrado ya cómo se les enseña sobre la atención al final de lavida, la queja fundamental es a la improvisación, a lavariabilidad y al aprendizaje basado en el interés particulardel residente sin una exigencia de los programasformativos en temas “humanos” respecto a “técnicos”.En ocasiones se emprendentratamientos sin más objetivoaparente que no tener queasumir el informar al pacientede que no hay opcionesterapéuticas. Y el resultado esun empeoramientoPara la R4t, “Cuando llegas al hospital, de repente teencuentras ante el paciente que se está muriendo y turesidente mayor o tu adjunto te explica qué hacer paraaliviar la situación, qué fármacos, qué dosis…” “Aprendesen el día a día”. El R4i tiene claro que el hospitalclaramente prioriza los aspectos técnicos de su formaciónrespecto a los humanos, “cuando llegas al hospitalrecién aprobado el MIR, te dan seminarios de electrocardiogramas,de resucitación cardiopulmonar, de hemorragias…pero nada sobre cómo dar malas noticias, sobrela información en general, nada sobre la sedación…”Para la R5, la formación sobre paliativos en el hospitaldepende del empeño del residente. La rotación porpaliativos no es obligatoria, es más, puede sentar mala según qué tutores “La rotación por paliativos te latienes que pelear tú. Yo no he tenido problemas con mitutor pero otros compañeros han tenido que peleárselo”.La información clínica al paciente:una asignatura pendienteEl R4i centra la cuestión rotundamente diciendo “esoque ahora sé que se llama la conspiración del silencio,es prácticamente la regla: se ignora al paciente y seinforma a la familia casi sistemáticamente. Se llega amandar pacientes a oncología a los que no se les hainformado de que tienen cáncer”. Su R4t entiendeque tiene que ver con las dificultades para dar malasnoticias y la falta de formación al respecto, paraella “sería imprescindible que desde la Facultad seenseñase realmente sobre el proceso de información.Desde luego sobre cómo dar malas noticias, tambiénsobre la información en general, cómo valorar el gradode comprensión del paciente, cómo hacerle llegar losmensajes, la expresión no verbal o las condicionesambientales para la información. En la práctica nosvemos muchas veces obligados a dar informacionestrascendentes en un pasillo, con los carros de lascomidas pasando…” Sin esas ayudas, cada quien selas apaña como puede,unos observando lo quehacen los mayores; “enla práctica observas amuchos adjuntos y cadauno lo hace a su manera.Vas cogiendo de unoy de otro, pero no hayningún curso ni seminariosobre ello”, dicela R5. El R4i lo tieneclaro: “si sólo aprendescon un adjunto te puedeparecer que eso es locorrecto, que es lo quehay que hacer”. La R4t se plantea la forma de daruna información considerando cómo le gustaría a ellarecibir la mala noticia.En la valoración de estos residentes, falla la informaciónen el caso de enfermedades con mal pronóstico.Según nuestro R4i, “en ocasiones se emprendentratamientos sin más objetivo aparente que no tenerque asumir e informar al paciente de que no hayopciones terapéuticas. Y el resultado es un empeoramientode la calidad del final de la vida del pacienteya de por si deteriorado. Parece que algunos médicos24 | DMD


Al habla con Victoria CampsLa muerte comomejor salida…Nadie en principio quiere morirse. La muerte es la mejor salidacuando el sufrimiento se vuelve insoportable…““Este pensamiento lo había leído hacia tiempo en unaobra de Victoria Camps, catedrática emérita de Filosofíamoral y política de la Universidad Autónoma de Barcelona.Como siempre la profesora Camps ha filosofadollevando su reflexión bien ceñida a la realidad de lavida, y, además, llevando bastantes años en la lucha afavor de la eutanasia, el tiempo de espera se alarga...En nuestras democracias occidentales, de tipo liberal,se sostiene que cada individuo es libre para tener unaconcepción del bien de acuerdo con sus criterios y vivirconforme a lo que le dicta su conciencia con tal deque su conducta no dañe a los demás. Por ello, queremospreguntarle, al iniciar esta conversación, por ladistancia de los poderes públicos y las institucionesa los comportamientos eutanásicos, la falta de unavoluntad política que se siente, el por qué –en unapalabra– no se permite ejercer la autonomía, comolibertad ética, y poder ser responsables en el último ymás serio momento de la vida.V.C. Me temo que la sociedad española aún no estápreparada para legalizar la eutanasia. Estamos todavíaen la etapa de normalizar los cuidados paliativosal final de la muerte (lo que antes se llamaba “eutanasiapasiva”). Pienso que deberán darse casos depetición de eutanasia más frecuentes, casos hechospúblicos por los medios de comunicación, para queempiece a cambiar la opinión de la gente. Un sectoraún grande se niega de plano a aceptar la eutanasiaporque la cree inmoral. Otro, en el que hay muchosmédicos, piensa que si se administra bien la asistenciaa enfermos terminales, no hace falta la eutanasia.P. En las leyes aprobadas en los parlamentos de comunidadesautónomas sobre los derechos en la etapadel morir existe un relato en la exposición de motivos–dignidad, autonomía, desarrollo de la personalidad,respeto a la biografía del paciente, etc.– que debieraacabar en al menos la despenalización de la eutanasia.¿Qué ética y jurídicamente frena dar racionalmenteel último paso y legalizar el derecho de salida?V.C. La única moral que frena dar el paso es la moralcatólica. Eso y el miedo a que una ley reguladora dela eutanasia se utilice mal. En realidad, lo que hay esfalta de confianza en la responsabilidad de las personaspara hacer un buen uso de la ley. Finalmente, laprofesión médica piensa aún mayoritariamente que sumisión es prolongar la vida y no ayudar a morir.P. En la sociedad española no solo hay rebeldes a lamanera de Sampedro, Madeleine Z., Jorge Escudero…,el joven tetrapléjico que el otro día hablaba en laSER… La opinión pública española, según la encuestadel CIS de junio de 2009, también se rebela. ¿Nocree que esta percepción mayoritaria que reclamauna regularización de la eutanasia, que piensa que elmédico puede provocar la muerte de un paciente quesolicita liberarse de estar atrapado en una situacióntrágica no está desacreditando social y democráticamenteel art. 143 del Código Penal?V.C. Las encuestas, efectivamente, parecen contradecirmi opinión de que la sociedad no está preparada.Hay sectores beligerantes, por motivos religiosos o26 | DMD


por razón de lo que ellos consideran que es su éticaprofesional. La gente, en general, teme morir condolor y sufrimiento y es lo que quiere evitar. Piensanque el testamento vital lo puede resolver todo, locual no es cierto mientras no se legalice la eutanasia.Por otra parte, los casos difíciles no son los deSampedro etc., personas que tienen la capacidad depedir ayuda para suicidarse. Los casos complicados,y seguramente mucho más frecuentes, son los delas personas que ya no pueden decidir por sí mismas.¿Resolvería esos casos una regulación de laeutanasia? ¿Pueden ser los testamentos vitales tanprecisos que impidan tomar decisiones discrecionales?P. Cuando leo la denominación jurídica de la eutanasiacomo ‘homicidio consentido’ o como ‘homicidio-suicidio’,estos híbridos me dan la sensación de ser unosengendros de la perversión del lenguaje. Desde sureflexión ética qué oculta este envoltorio de palabras,es acaso una manera de hablar que defiende lo indefendible,que teme a la verdad…V.C. Mientras no se modifique el artículo 143 delcódigo penal, la eutanasia sigue siendo una forma dehomicidio, aunque la pena haya disminuido. Cuandola eutanasia se despenalice, cambiará el lenguaje referidoa ella (salvo por parte de aquellos que seguiránconsiderándola inmoral por motivos religiosos).P. Desde mi reflexión a ras de calle veo en las conductaseutanásicas una voluntad de liberación, lo cual esuna acción buena, a la que se suma la ayuda del médicoa esa liberación. Por qué esta ayuda ha de ser unhomicidio y no una ayuda al prójimo por solidaridad.¿O es que hemos de vivir como aislados, solitarios ennuestra propia isla?V.C. Yo también veo la petición de eutanasia como unejercicio de libertad. Incluso diría que debiera ser underecho pues, en tal caso, la ayuda a morir deberíaestar garantizada.P. Cuando leí los resultados de la encuesta del CIS(2009), recordé un comentario en uno de sus libros.Fui en busca del libro, hablaba V. de la ilegalidadideal: “el deseo de la ilegalidad suele de hecho encubrirla esperanza de una legalidad distinta”. Segúnla encuesta, somos muchos los ‘desviados sociales’con deseos de ilegalidad… ¿Qué significado tieneesta coincidencia de reflexión ética y realidad social?¿Hacia dónde vamos?V.C. Efectivamente, tenemos leyes que nos pareceninjustas. De ahí que en democracia se acepte ladesobediencia civil como parte del procedimiento democrático.Incluso habría que decir que la obligaciónciudadana es luchar para que las leyes que creemosinjustas se modifiquen. El ejemplo más reciente es elde la Plataforma que exige la modificación de la leyhipotecaria.P. Podemos achacar insensibilidad, sordera política alos gobiernos y a los partidos políticos presentes enel Congreso, pero nos olvidamos del poder judicialque tuvo un papel esencial en la preparación de laley holandesa. ¿Cree que habrá jueces que vivan elcontraste (por no decir incoherencia) entre art. 143del Código Penal y los valores constitucionales? A mime gustaría que algún juez presentase un recurso deinconstitucionalidad.V.C. Me temo que no existe ese juez. Los valoresconstitucionales son demasiado abstractos para quesirvan de fundamento jurídico a un recurso del tipoque menciona. Eso no significa que los jueces no hayanhecho ya la vista gorda ante casos de eutanasiaclara. Nadie ha condenado a la persona que ayudó aRamón Sampedro, por mencionar el caso más mediático.Esa es la labor judicial que puede ayudar adespenalizar la eutanasia.P. Si el camino se hace al andar, qué le aconsejaríaa DMD para caminar hacia una ley reguladora. ¿Quépasos hay que dar siguiendo el ejemplo holandés?V.C. Llevar al parlamento un proyecto de ley. Las iniciativaslegislativas populares han demostrado que sonefectivas. No sé por dónde empezó Holanda, pero,entre nosotros, pienso que éste sería el primer paso.Magisterio ético y políticoTras un vía dedicada a la docencia tanto desde sucátedra de Filosofía moral y política de la UniversidadAutónoma de Barcelona, desde sus libros, artículosy conferencias en el año 2008 fue galardonada conel Premio Internacional Menéndez Pelayo “por sumagisterio filosófico y la influencia moral de su pensamientotanto en España como en América”.Victoria Camps fue senadora por el PSC-PSOE durantelos años 1993-1996 y hasta 2001 fue presidentade la Fundación Alternativas. Fue consejera delConsell Audiovisual de Catalunya entre 2002 y 2008y actualmente es presidenta de la Fundació VíctorGrifols i Lucas y miembro del Comité de Bioética deCataluña. Ha sido Presidenta del Comité de Bioéticade España.Entre sus libros destacan La imaginación ética, Virtudespúblicas (Premio Espasa de Ensayo), Paradojasdel individualismo, El siglo de las mujeres, La voluntadde vivir, Creer en la educación, El declive de la ciudadanía,El gobierno de las emociones (Premio Nacionalde Ensayo), Breve Historia de la Ética.DMD | 27


El pasado 13 de febrero moría, con 81 añosde edad, Ronald M. Dworkin, sin duda elfilósofo del <strong>Derecho</strong> más influyente de lasúltimas décadas. Dworkin, que había nacidoen una localidad de la costa este de losEstados Unidos, había estudiado en Harvardy en Oxford, tanto Filosofía como <strong>Derecho</strong>.Dworkin,la eutanasia yla santidadde la vidaManuel AtienzaCatedrático de Filosofía del <strong>Derecho</strong>Trabajó como ayudante de un juez de la Corte Supremade los Estados Unidos (B.L.Hand) y como abogado(en una gran firma de Nueva York), pero la mayor partede su vida profesional la dedicó al ejercicio de la docenciay de la investigación en diversas universidadesde Estados Unidos (Yale y Nueva York) y de Inglaterra(Oxford y Londres –University College–). Fue, además,un intelectual comprometido de tendencia progresista(lo que podríamos llamar un socialdemócrata –en laterminología estadounidense, un “liberal”– coherente)que no se limitó a escribir libros y artículos para unpúblico de especialistas, sino que tuvo siempre ungran interés en dirigirse a un auditorio amplio. En susmuchas intervenciones públicas como conferencianteo como colaborador en la prensa (sobre todo en elNew York Times Review of Books) defendió todas lascausas ‘progresistas’ de la época: la despenalizacióndel aborto, la abolición de la pena de muerte, laprohibición de cualquier forma de tortura, la defensade la discriminación inversa (o acción afirmativa), dela libertad de expresión, de la democracia deliberativa,de la desobediencia civil, de la eutanasia…Ensanchando el horizonte jurídicoSi hubiera que sintetizar en pocas palabras cuál hasido la principal contribución de Dworkin a la Filosofíadel <strong>Derecho</strong>, a la cultura jurídica, yo diría que haconsistido en ensanchar los horizontes de los juristasal defender la idea de que el <strong>Derecho</strong> no puede versecomo (no consiste sólo en) un conjunto de normas,sino que esencialmente es una práctica social destinadaa satisfacer ciertos valores. Trataré de explicarlo que esto significa procurando que la explicaciónpueda resultar comprensible para alguien que no tengaun interés profesional en el <strong>Derecho</strong>, pero que sedé cuenta de la importancia de lo jurídico en el entramadosocial. Algo, por cierto, que no es frecuente queocurra, ni siquiera entre los filósofos y los científicossociales (historiadores, sociólogos, politólogos…), queparecen creer que es posible dar cuenta del mundosocial ignorándolo todo sobre uno de sus componentesesenciales.En su docencia ypublicaciones fue un luchador afavor de los derechos humanos.No solo defendió la ley comouna norma que regla la vidacomún sino insistió en lanecesidad de los principios yderechos como alma de todaregulación políticosocialPues bien, hablando en términos generales, la concepcióndel <strong>Derecho</strong> que de alguna manera ha dominadoel panorama del <strong>Derecho</strong> en los dos últimos sigloses el positivismo jurídico. Los positivistas consideranque el <strong>Derecho</strong> se reduce al <strong>Derecho</strong> positivo, estoes, que se trata de un fenómeno determinado sociale históricamente, de una creación humana, lo que28 | DMD


supone también negar que se pueda atribuir la calidadde jurídico a entidades (normas) provenientes de unpresunto “<strong>Derecho</strong> natural”, cuya fuente estaría, pues,en la naturaleza, como quiera que haya de entenderseesta última (y confusa) expresión: naturaleza enel sentido de naturaleza biológica, naturaleza de lascosas, naturaleza como razón humana, como razóno voluntad de Dios, etc. Este aspecto, la artificialidaddel <strong>Derecho</strong>, su carácter cultural y no natural,es, podría decirse, algo que casi nadie se atreveríahoy a discutir. Y si lo hiciera, no habría, desde luego,ninguna buena razón para seguirle. Ahora bien, lospositivistas, además de la anterior tesis, han defendido(defienden) otra muy distinta: la de que el <strong>Derecho</strong>debe contemplarse como un fenómeno separado dela moral, de la justicia.Con esto último no quieren decir que entre el <strong>Derecho</strong>y la moral no exista ninguna relación: es obvioque lo que explica que, sin ir más lejos, la eutanasiaesté jurídicamente regulada de una cierta manerason ciertas ideas (equivocadas o no) sobre la moral;que los contenidos de las reglamentaciones jurídicascoinciden en mayor o menor medida con los de lamoral (la moral social o la moral justificada); o queentre el <strong>Derecho</strong> y la moral hay grandes afinidadesterminológicas y, es de suponer, también conceptuales(en los dos ámbitos se habla de derechos, deberes,responsabilidad, sanción, reproche, etc.). Lo quequiere decirse, lo que sostienen los positivistas, esque, a pesar de las anteriores coincidencias, lo quees <strong>Derecho</strong> (en una determinada sociedad y momentohistórico) puede (debe) ser identificado sin acudir acriterios morales; que preguntarse qué es el <strong>Derecho</strong>(en una determinada sociedad) es distinto a plantearsecómo deber ser ese <strong>Derecho</strong>; y que la contestacióna esas dos preguntas (las preguntas por el ser y porel deber ser del <strong>Derecho</strong>) es tarea de dos disciplinasdistintas: la teoría del <strong>Derecho</strong>, en el primer caso, y,en el segundo caso (si se acepta que la cuestión tienesentido, esto es, que cabe una respuesta ‘racional’a la misma), la teoría de la moral o de la justicia.Un derecho basado en la coacciónEn el mundo anglosajón, en el que se desenvolvió laactividad de Dworkin, la forma dominante de positivismojurídico, desde comienzos del XIX hasta mediadosdel siglo XX, fue la llamada ‘Jurisprudencia analítica’,que surge a partir de la obra de un discípulo deBentham, John Austin. Según Austin, el <strong>Derecho</strong> debeverse como un conjunto de mandatos respaldadospor la coacción, que un soberano establece parasus súbditos; que los mandatos, las órdenes, seano no jurídicas no depende, pues, de su contenidosino, fundamentalmente, de que cuenten o no con elrespaldo de la fuerza física. Austin no cuestionó laposibilidad de plantearse y contestar a la preguntade cuándo el <strong>Derecho</strong> es justo, pero insistió en lanecesidad de separar el ser y el deber ser del <strong>Derecho</strong>,y en la necesidad de configurar una ciencia del<strong>Derecho</strong> (distinta de la ciencia de la legislación, encuanto parte, esta última, de la ética) que debía tenercomo objeto la descripción del <strong>Derecho</strong> positivo (conindependencia de su justicia o injusticia) y el análisisde los conceptos jurídicos (mandato, deber, sanción,etc). Ese ‘modelo simple’ fue cuestionado por HerbertHart (a quien Dworkin sucedería, en 1969, en la cátedrade teoría del <strong>Derecho</strong> de Oxford) hacia mediadosdel siglo XX. Pero Hart no puso en duda el positivismode Austin (o sea, la tesis de la separación entre el<strong>Derecho</strong> y la moral), sino su imperativismo, el que unsistema jurídico desarrollado pudiera verse simplementeen términos de mandatos (órdenes, imperativos)respaldados por amenazas.Para Hart, el <strong>Derecho</strong> sigue consistiendo en un conjuntode normas, pero en nuestros ordenamientosjurídicos hay normas de diversos tipos y no todasellas son normas coactivas. La coactividad siguesiendo una nota fundamental del <strong>Derecho</strong>, pero sepredica del conjunto, del ordenamiento jurídico, no decada uno de sus elementos. Más exactamente Hartdefendió la tesis de que en los <strong>Derecho</strong>s desarrolladospodían encontrarse tanto normas primarias (cuyaestructura y función se aproximarían a la de los mandatosde Austin) como también normas secundarias:las que hacen posible realizar contratos o testamentos,establecer nuevas normas, identificar cuáles sonlas normas del sistema, quiénes son los encargadosde aplicarlas para resolver los supuestos problemáticos…Las normas secundarias difieren en muchosaspectos de las primarias, y de ahí el carácter insatisfactorio(por su excesiva simplificación) del modeloimperativista austiniano. Pero Hart, como antesdecía, sigue siendo un positivista: también para él,el <strong>Derecho</strong> es una cosa y el que sea o no justo, otramuy distinta; identificar una norma como jurídica esuna operación que el jurista lleva a cabo manejandoun criterio jurídico (lo que él llamó la ‘regla de reconocimiento’:uno de los tipos de normas secundarias) y,por tanto, sin tener que acudir a la moral.Superar el positivismo anglosajónLa crítica al positivismo jurídico que emprende Dworkindesde finales de los años 60 del siglo pasado se dirigecontra esta última forma de positivismo jurídico. Sutesis inicial, cabría decir, consistió en defender que habíaal menos algunos tipos de normas (los principios)cuyo carácter jurídico no podía establecerse acudiendoa criterios como el sugerido por Hart (la regla dereconocimiento), el cual hace referencia al origen delas normas. Por ejemplo, la regla de reconocimientodel <strong>Derecho</strong> español diría algo así (simplificando lascosas) como: “son normas válidas del <strong>Derecho</strong> españollas establecidas en la Constitución, las dictadascon anterioridad en la medida en que fueran compatiblescon la misma y las dictadas con posterioridad ysiguiendo los requisitos allí establecidos”. Si a partirDMD | 29


de aquí uno se formulara la cuestión de si forma partedel <strong>Derecho</strong> español (es <strong>Derecho</strong> válido), por ejemplo,el artículo del código penal que castiga la eutanasia (ociertas formas de eutanasia), la respuesta sería que sí,puesto que esa norma se dictó conforme a los procedimientosfijados en otras normas que, a su vez, respetabanla Constitución. Y, naturalmente, que la normasea <strong>Derecho</strong> válido, <strong>Derecho</strong> positivo, no quiere decirque sea también <strong>Derecho</strong> justo; precisamente Hart(que también era políticamente un socialdemócrata, unlaborista) formuló buenos argumentos –basados en sudefensa de la libertad individual– para rechazar la puniciónde la eutanasia, incluso de la eutanasia activa,y criticó a fondo el <strong>Derecho</strong> penal británico de la épocaque castigaba (hasta los años sesenta: precisamentelos escritos de Hart contribuyeron poderosamente aese cambio) las relaciones homosexuales consentidasy entre adultos. Pues bien, lo que Dworkin sostuvo ensus primeros escritos, como antes decía, es que losprincipios (un componente fundamental de nuestrossistemas jurídicos) no pueden identificarse como <strong>Derecho</strong>(o no siempre) de esa manera (atendiendo a suorigen, a su pedigrí), sino mediante un procedimientoque supone llevar a cabo un razonamiento moral. Y siesto es así, entonces lo que queda puesto en entredichoes la tesis (positivista, hartiana) de la separaciónestricta entre el <strong>Derecho</strong> y la moral. Pondré un ejemplo(uno de los que el propio Dworkin utiliza) para clarificareste punto.Para Dworkin el sentidode la vida y de la muerte soninseparables: la muerte estáligada íntimamente al sentidoque se le ha dado a la vida<strong>Derecho</strong> y moralidad políticaEn un famoso caso resuelto por un tribunal de NuevaYork a finales del XIX (Riggs versus Palmer) se planteóla cuestión de si una determinada persona tenía o noderecho a suceder a alguien que había fallecido y queera su abuelo. En las leyes de Nueva York vigentes enese momento existía un precepto claro que establecíaque, dadas determinadas circunstancias (que concurríanen el caso), el pretendiente a la herencia (el nieto)tenía en efecto ese derecho. Pero resultaba que elnieto había sido también el asesino del abuelo: lo habíaasesinado precisamente con el propósito de lograrla herencia. El <strong>Derecho</strong> penal castigaba, naturalmente,el asesinato, pero las normas que regían las sucesionesno hacían ninguna referencia a esa circunstancia.Pues bien, los jueces que decidieron el caso fallaron(aunque no por unanimidad) en el sentido de rechazarla pretensión del nieto, basándose en un principiosegún el cual nadie puede obtener provecho de unacto suyo ilícito. Ahora bien, ese principio no estabaformulado explícitamente en ninguna norma jurídica;se incorpora al <strong>Derecho</strong> –explica Dworkin al comentarel caso– no en virtud de una regla de reconocimiento,sino por su contenido moral. O, dicho de otra manera,la argumentación de los jueces al justificar esadecisión se basó de manera muy central en razonesmorales (aunque no en cualquier tipo de razonesmorales; estas últimas tienen que ser coherentes conlo que dicen las normas autoritativamente establecidas),lo que significa en definitiva que para poder darcuenta de ese tipo de casos (de los casos difíciles)hay que abandonar la tesis (positivista) de la separaciónestricta entre el <strong>Derecho</strong> y la moral.Bueno, ese modelo dualista del <strong>Derecho</strong> (dualistaporque parte de la existencia de dos sistemas distintosde normas, el jurídico y el moral) dio paso en losúltimos trabajos de Dworkin a un nuevo enfoque (sise quiere, una radicalización del anterior) en el quelas relaciones entre el <strong>Derecho</strong> y la moral se planteande otra manera: no se trata ya de que el <strong>Derecho</strong>consista en normas establecidas por una autoridady en principios morales (los principios que sirven dejustificación a esas normas), sino de que el <strong>Derecho</strong>es parte de la moral, una “rama de la moralidad política”,para emplear una expresión que él mismo usa.Aquí no voy a entrar, como es lógico, en ningún detallesobre lo que ha sido el desarrollo del pensamiento deDworkin ni sobre la dificilísima cuestión de cuál seríael modelo adecuado para dar cuenta de las relacionesentre el <strong>Derecho</strong> y la moral; sería complicado hacerlo,además, porque Dworkin no es siempre –ni muchomenos– un modelo de claridad. Me limitaré a explicarpor qué decía yo antes (al comienzo de este artículo)que su concepción del <strong>Derecho</strong> suponía ensanchar laperspectiva de los juristas. En parte ya lo he hecho,al señalar cómo su idea del <strong>Derecho</strong> supone una notableampliación del ámbito de lo jurídico en relacióncon la noción (mucho más restringida) de los autorespositivistas. Pero el cambio introducido por Dworkinno tiene que ver únicamente con eso, con la extensióndel objeto de la teoría del <strong>Derecho</strong>, sino que apuntatambién a algo más radical: a que el <strong>Derecho</strong> nopuede verse únicamente como un conjunto de normas(o de normas y principios), sino que es, además, fundamentalmenteuna práctica social, y que lo que dasentido a esa práctica es el logro de ciertos valores,los del Estado constitucional.Los ‘derechos fundamentales’ en serioEse nuevo enfoque (nuevo en relación con la tradiciónpositivista, pero, por supuesto, no radicalmente nuevo)tiene consecuencias de gran calado y que aquí no harémás que enunciar. Supone, por ejemplo, colocar enel centro de la escena la noción de derechos fundamentales(que Dworkin caracterizó –con una metáforaparticularmente feliz– como ‘triunfos’ en los juegos decartas: las razones más fuertes de las que se puede30 | DMD


En las últimas décadas, como el lector sabrá de sobra,se han vuelto a plantear situaciones semejantesque han tenido también una gran repercusión en losmedios de comunicación; recuérdese, por ejemplo, elcaso de Terri Schiavo o el de Eluana Englaro. Aparentementela decisión del Tribunal Supremo de los EstadosUnidos en el caso Cruzan podría parecer satisfactoriadesde el punto de vista de reconocer un derechoconstitucional a morir; el tribunal habría reconocidola existencia de ese derecho para las personas queestuviesen en pleno uso de sus facultades, y tambiénpara quienes estuviesen en estado de coma vegetativopermanente, si con anterioridad a esa situación,por ejemplo, habían suscrito un testamento vital manifestandocon claridad que esa era su voluntad.Pero Dworkin, comentando esa sentencia, muestra queen la argumentación de la misma existen ciertos presupuestos(más o menos explícitos) que lo desmienten o,al menos, que configuran ese derecho de manera muyinsatisfactoria. Uno es la presunción de que mantenercon vida a una persona en coma vegetativo irreversiblees algo que beneficia (por lo menos, en la mayor partede las ocasiones) a quien está en esa situación. Elsegundo es la suposición de que un Estado tiene uninterés legítimo en mantener a esos pacientes vivosbasándose en el valor intrínseco de la vida. Ahorabien, en relación con el primero de esos presupuestos,Dworkin simplemente niega que tenga sentido estableceresa presunción. En su opinión, el Tribunal Supremotendría que haber tomado la decisión de permitir quese dejara morir a una persona si, de acuerdo con loselementos de prueba disponibles, el juez (como habríaocurrido en ese caso) entiende que lo más probablees que, efectivamente, ese era el deseo de la persona;esto es, no tendría que haber convalidado la exigenciade un estándar de prueba tan exigente que, dehecho, impedía en casos de ese tipo (relativamentefrecuentes: había muy poca gente que hubiese suscritotestamentos vitales y varios miles de pacientes en esasituación) que pudiese garantizarse el derecho a morir.Lo que la mayoría de los jueces estaría aceptando en lasentencia es que mantener a una persona con vida enesas circunstancias no puede suponer ocasionarle undaño. Y esto último es lo que niega Dworkin. Él piensaque sí se produce ese daño, porque lo que la gente (oalgunos individuos) que desea morir en esas situacionestrata de evitar no es simplemente un sufrimientofísico (lo que, claro está, no se produciría en el caso delos comatosos), sino también otro tipo de daño: “lespreocupa su dignidad y su integridad y la idea que otragente pueda tener de ellos, cómo son vistos y recordados.Muchos de ellos están angustiados por la carga,emocional o financiera, que mantenerlos vivos puedasuponer para sus familiares y amigos. Muchos estánhorrorizados al pensar en los recursos que se van adesperdiciar con ellos y que podrían ser usados para elbeneficio de otras gentes que tienen vidas genuinas yconscientes que vivir” (p. 136).La inviolabilidad de la vidaY sobre el segundo de los presupuestos (el interéslegítimo de los Estados en mantener con vida a uncomatoso), Dworkin señala que se basa en una ideaequivocada de lo que significa el valor intrínseco de lavida humana. En su opinión, habría varias formas deentender en qué consiste ese valor intrínseco. Una esde tipo religioso, pero en su opinión debe desecharseporque choca frontalmente con una Constitución decarácter laico: consistiría en pensar que ese valorderiva de que la vida es un don de Dios. Y, entre lasinterpretaciones laicas, habría a su vez una doble opción.Una es la de considerar que la vida humana “encualquier forma o circunstancia es algo único y valiosoque se añade al universo, de manera que el stockde valor disminuye si una vida es más corta de loque hubiese podido ser” (p. 141). Pero esa visión leparece a Dworkin que no es convincente por diversasrazones; basta con pensar en que, si se aceptara esepunto de vista, entonces habría alguna razón para desearque la población mundial aumentara (aumentaríaentonces el stock de vidas humanas), lo que parececlaramente absurdo. Él opta, por ello, por otra interpretación(laica) del valor intrínseco de la vida, que nopuede aplicarse a cualquier forma de vida humana yen cualquier condición; lo expresa así: “una vez queuna vida humana ha comenzado, es tremendamenteimportante que discurra bien, que sea una buena y nouna mala vida, una vida exitosa y no una vida desperdiciada.Mucha gente acepta que la vida humanatiene una importancia inherente en este sentido. Elloexplica por qué la gente trata no simplemente de quesus vidas sean placenteras, sino de hacer de ellasalgo valioso y también por qué parece una tragediacuando la gente decide, al final de su vida, que nopuede sentir ni orgullo ni satisfacción en relación conla manera como ha vivido” (p. 141).La muerte no puede serseparada de la vida: “elimperativo de la vida dignaalcanza también a la muerte.Una vida digna requiere unamuerte digna”Un rasgo peculiar de la argumentación de Dworkin enrelación con la eutanasia es que él no acepta que laconfrontación existente al respecto entre conservadoresy liberales, entre enemigos y partidarios de laeutanasia, deba plantearse en términos de defensoresdel valor de la dignidad y del carácter sagrado dela vida, por un lado, y de los valores de autonomía yde la compasión, por el otro. Dworkin insiste en queno hay tal contraposición de valores y asume y defien-32 | DMD


El <strong>Derecho</strong> debiera dejar la decisión de la muerte en manosdel individuo. Y si este no ha dejado su previa voluntad, hay que“dejar las decisiones en manos de sus parientes o de otraspersonas cercanas”de que la vida tiene un valor intrínseco, un caráctersagrado, pero interpreta ese valor en un sentido noreligioso. Para llevar a cabo esa operación argumentativaefectúa algunas distinciones que pueden parecersutiles (y que quizás lo sean), pero que, cuando secomprenden adecuadamente, resultan simplementenecesarias: serían las premisas bien fundamentadasque contribuyen a configurar el mejor argumento posiblea favor de la eutanasia: pasiva y activa (esta últimadistinción sería realmente irrelevante). Veámoslo.Elegir la muerte de modo prematuroEl primer paso consiste en distinguir dos categoríasde cosas que son intrínsecamente valiosas: unas sonincrementalmente valiosas, en el sentido de que suvalor aumenta con su cantidad: cuantas más tengamos,mejor; pero otras son intrínsecamente valiosasen un sentido muy distinto: son valiosas porqueexisten y esto es lo que Dworkin llama “sagrado” oinviolable”. “Lo sagrado es intrínsecamente valiosoporque existe –y, por lo tanto, sólo en tanto existe–.Es inviolable por lo que representa o encarna. No esimportante que haya más personas. Pero una vez queuna vida humana ha empezado, es muy importanteque florezca y no se desperdicie” (p. 100). Eso explicaque “el nervio de lo sagrado” resida en el valor que“atribuimos al proceso, empresa o proyecto, más queal valor que atribuimos a los resultados consideradoscon independencia de cómo fueron producidos” (pp.105-106). Y que, en ciertos casos, “elegir la muerteprematura minimice la frustración de la vida” y, enconsecuencia, no ponga en entredicho “el principiode que la vida es sagrada, sino que, por el contrario,respeta de la mejor manera ese principio” (p. 122).Naturalmente, que la vida humana sea valiosa en esesentido intrínseco no quita para que lo sea tambiénen un sentido subjetivo e instrumental.El segundo paso se refiere a la distinción de dos clasesde razones que las personas tienen para encaminarsu vida en una dirección o en otra: intereses deexperiencia e intereses críticos. El valor de los primeros,el valor de las experiencias, depende “de que lashallemos placenteras o excitantes como experiencias”(p. 262), y Dworkin pone como ejemplos escucharmúsica, ver partidos de fútbol o trabajar duramente enalgo. Quienes no gozan con esas mismas actividades“no cometen un error, sus vidas no son peores porqueno compartan mis gustos” (p. 263). Aunque naturalmentehay cosas que son malas como experiencias(“el sufrimiento, la nausea y escuchar a la mayoríade los políticos”), no desaprobamos a quienes noles importe eso demasiado (o encuentren incluso unvalor, por ejemplo, en el sufrimiento). Ahora bien, ademásde esos intereses, dice Dworkin, “la mayoría delas personas piensa que también tenemos interesescríticos, esto es, intereses cuya satisfacción hace quelas vidas sean genuinamente mejores, intereses cuyono reconocimiento sería erróneo y las empeoraría.Las convicciones acerca de qué ayuda globalmente aconducir una vida buena, se refieren a esos interesesmás importantes. Representan juicios críticos y no,simplemente, preferencias acerca de experiencias” (p.63). Dworkin pone como ejemplos de ello mantenerrelaciones estrechas con sus hijos, seguir los avancescientíficos, tener algún éxito en su trabajo o mantenerrelaciones de amistad. Aclara que no pretende decirque los intereses de experiencia sean especialmentefrívolos y los intereses críticos inevitablemente profundos.Los intereses críticos pueden ser de índole muydistinta, pero parecen contener una idea de aspiración,de idealidad, y cierta exigencia de reflexión sobrela vida como un todo.En todo caso, juegan un papel relevante en las razonesque se tienen para morir, que no son sólo las deevitar experiencias desagradables, dolor, sino tambiénrazones críticas: “muchos piensan que es indigno onegativo de alguna manera, vivir bajo ciertas condicionesa pesar de que puedan conservar sus capacidadessensitivas, si es que las conservan” (p. 274). Ylas concepciones que las personas tienen sobre cómovivir colorean sus convicciones acerca de cuándomorir: “querrían, si fuera posible, que sus muertesexpresaran, y confirmaran así vívidamente, los valoresque consideran los más importantes de sus vidas” (p.276). Teniendo en cuenta, además, la pluralidad defactores que concurren a la hora de determinar cómoterminar la vida, Dworkin piensa que no es posibleesperar “que alguna decisión uniforme sirva para todos”y de ahí que, si no han dejado alguna previsión,el <strong>Derecho</strong> tendría, en la medida de lo posible, que“dejar las decisiones en manos de sus parientes o deotras personas cercanas a ellos” (p. 279), que sonquienes estarían en mejores condiciones para sabercuáles serían sus mejores intereses.Y el tercer paso se daría con la distinción (que, enrealidad, se solapa con las anteriores) entre dosformas moralmente significativas de inversión creativaDMD | 33


en nuestras vidas: la inversión natural y la inversiónhumana. Los fundamentalistas religiosos tienden aponer el énfasis en el extremo natural o biológico dela vida, mientras que los liberales atribuyen más valora la contribución humana (lo que hemos hecho connuestras vidas), lo que hace que, a veces, la eutanasiasea un medio de sostener el valor de la santidadde la vida: “Alguien que pensara que su propia vidairía peor si se retrasara unas semanas su inminentemuerte mediante una docena de máquinas, o se lemantuviera biológicamente vivo como un vegetal, creeque está mostrando más respeto por la contribuciónhumana a la santidad de la vida si, por adelantado,pone los medios de evitar esa situación” (p. 282).El argumento completo diría entonces que si seacepta que el carácter sagrado de la vida supone quees un bien intrínsecamente (y no incrementalmente)valioso; que lo que da valor a la vida no son sólo losintereses de experiencia, sino (sobre todo) los interesescríticos; y que la inversión humana en nuestrasvidas es al menos tan importante como la inversiónnatural; entonces lo que se sigue no es la prohibiciónde la eutanasia activa (o, claro está, de la pasiva),sino su legalización, esto es, transferir la decisiónde cómo se desea morir al propio individuo: el ejerciciode la autonomía es la única forma de respetarla santidad de la vida. “Hacer que alguien muera enuna forma que otros aprueban, pero que él cree quees una contradicción horrorosa con su propia vida –escribeDworkin–, constituye una devastadora y odiosaforma de tiranía” (p. 284).Respetar nuestra humanidady la de los otrosVolveré ahora brevemente, y para acabar, a lo quellamé el “nuevo enfoque” de Dworkin, y que consiste,como decía, en configurar el <strong>Derecho</strong> como una ramade la moral. Su tesis completa podría formularse así:la teoría del <strong>Derecho</strong> viene a ser una rama de la moralo de la filosofía política, la cual proviene a su vez dela moral personal, y esta última de la ética. Dworkinpropone con ello un esquema unitario o integrado (enforma de árbol) que contrapone al modelo dualista(basado en la existencia de dos sistemas separadosde normas: las morales y las jurídicas). Paraentender lo que Dworkin quiere decirnos, hay quetener en cuenta que él utiliza los términos de “ética”y de “moral” en un sentido que se aleja algo de loque son nuestras convenciones. Exactamente: “Losestándares morales prescriben cómo debemos tratara los otros; los estándares éticos, cómo debemosvivir” (p. 191). Ahora bien, la imagen del árbol sugiereque la ética entonces sería algo así como las raíceso el tronco que da lugar a la moral (sería una de lasramas), de la que surge a su vez (de una de las ramasde la moral) el <strong>Derecho</strong>. Y sugiere también claramenteuna noción de totalidad dinámica (Dworkin hace suyala idea kantiana de que no podemos respetar nuestrapropia humanidad si no respetamos la humanidad enlos otros): no podemos vivir bien si no cumplimos connuestros deberes morales; la moral y la ética estánintegradas en una cierta forma que Dworkin denomina“interpretativa” (p. 202).Vivir bien significacrear una vida que no essimplemente agradable, sinobuena en un sentido críticoPues bien, la ética –sostiene Dworkin– establece dosideales, vivir bien y tener una buena vida, que sondiferentes, en el sentido de que podemos vivir biensin haber tenido una buena vida: por ejemplo, porquehemos sufrido injusticias o vivido en la pobreza opadecido graves enfermedades o hemos tenido unamuerte prematura; y es cierto que podemos haberllevado una buena vida (haber satisfecho ampliamentenuestros intereses de experiencia) sin haber vividobien: no hemos atendido (o no suficientemente) anuestros intereses críticos. Debemos, pues, vivir bieny tener buenas vidas, pero el primer ideal prevalecesobre el segundo: debemos reconocer que “tenemosuna responsabilidad en vivir bien y creemos que vivirbien significa crear una vida que no es simplementeagradable sino buena en un sentido crítico” (p. 196).Por supuesto, hay muchas maneras de vivir bien, dedar peso y dignidad a la vida. Pero todavía muchasmás de vivir mal o, al menos, de que nuestras vidashayan sido menos valiosas de lo que hubieran podidoser. Hay, por tanto, ciertos criterios objetivos en relacióna cómo vivir, de manera que no se trata simplementede que uno piense que ha vivido bien y estásatisfecho con su vida. Ese juicio puede estar equivocado.Ahora bien, la muerte es el foco más llamativopara enjuiciar la vida, y cuando estamos cerca delfinal es, obviamente, cuando mejor podemos examinarlaretrospectivamente. Precisamente, no muchosaños antes de su muerte, Dworkin concluía así suúltimo libro: “[La justicia: o sea, que el Estado trate aaquellos que están bajo su dominio con la misma consideracióny respeto] hace más fácil y más probablepara cada uno de nosotros vivir bien una buena vida.Recuerde, además, que lo que está en juego va másallá de una vida. Sin dignidad, nuestras vidas son sóloun breve destello. Pero si conseguimos vivir bien unabuena vida, creamos algo más. Añadimos una notaa nuestra mortalidad. Hacemos de nuestras vidasminúsculos diamantes en las arenas del cosmos” (p.423). De manera que, aunque Dworkin no lo diga aquíexplícitamente, acabar con la prohibición de la eutanasia(pasiva y activa), reconocer a los individuos elderecho a morir, es uno de los aspectos de la justiciaque puede ayudarnos a vivir una buena vida.34 | DMD


El políticocatólico:Fernández Díazy demásReligión yespacio públicoFernando PedrósEl ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, estuvounas semanas en la escena mediática por su participaciónel 2 de marzo en un coloquio sobre ‘Religióny Espacio Público’ en la Embajada de Españaen Roma. En su exposición manifestó: “conozco elParlamento y puedo decir que cuando se han aprobadodeterminadas leyes ha existido abdicación de laspropias creencias, o increencia, pero no persecución.Si el 75% de la población española que se declaracatólica actuase en coherencia, determinadas leyesnunca se habrían aceptado”. Sin duda con estaspalabras el ministro del PP indicaba que si la mayoríade los diputados hubiera votado en conciencia,la mayoría de los diputados habrían rechazado elmatrimonio gay.Es cierto que en prensa las noticias pasan volando ytodo vino a quedar en un sacar los colores a un ministro,no muy grato por sus actuaciones policiales, peroel problema de fondo quedó sin tocar. La cuestión dela no bien dirimida relación de lo político y lo católicono es nueva. Ha habido otros casos parecidos quehan pasado bastante desapercibidos. Por mi parte,me detengo en este caso e incluso recojo como titularel mismo de la conferencia del ministro y llevo el temaal marco político y legislativo de la eutanasia.Ante estos episodios patentes de ‘catolicismo político’o de política católica uno ha de preguntarse qué es unamuerte digna para el cristiano en una sociedad plural,cuál es la posible postura del cristiano ante las con-ductas eutanásicas y, en segundo lugar, cuál ha de serel comportamiento del político católico o del católicoque quiere hacer apostolado cuando se sienta en lasCortes o en otras instituciones políticas y debate lostemas relacionados con la eutanasia –u otros etiquetadospor la iglesia como pecados– para establecer unanorma que vincule a todos los ciudadanos.Ortodoxos y heterodoxosConocemos de sobra por su frecuencia la posturamonolítica y beligerante de la jerarquía eclesiásticaespañola pues tan pronto como surge en la sociedadalgún indicio de tratamiento público del tema de la eutanasiase pone en estado de alerta y reclama la ayudade las asociaciones religiosas de carácter neoconservadoro integrista para proclamar su doctrina dedefensa de la vida humana y su indisponibilidad aunen circunstancias difíciles para el enfermo. En el año1998 publicaron los obispos el documento ‘La eutanasiaes inmoral’ en el que exponen su pensamientosobre la indisponibilidad de la vida. Para los obispos“la fe, la esperanza y la caridad son los verdaderoscauces hacia la muerte buena y digna”; “siempre hayuna razón para vivir”, etc. Los obispos consideran tanpecaminoso el comportamiento de quienes defiendenla disponibilidad de la propia vida o la ponen enpráctica que en un momento de su escrito afirman“rezamos para que se conviertan”.Pero entre los creyentes hay mentes claras y sobretodo decididas a expresar con libertad su conciencia ysu pensamiento y así lo hacía el teólogo y bioético Ja-DMD | 35


vier Gafo, respetado en el mundo de estudiosos de labioética, ya en 1990: “para quien no existe la vivenciade un Dios, del que se ha recibido la vida y al que hayque acudir al final, no creo que es fácil decir que unapersona en situación de deterioro no tenga derecho adisponer de su propia vida”. Aunque en esta aserciónel cristiano queda sin libertad para disponer de suvida, al menos se deja claro que el concepto de viday muerte, fundamentado en la experiencia religiosa,no tiene por qué ser un valor universal vinculante paratodo ciudadano. La interpretación y valoración de lasconductas eutanásicas dependerán de la libertad deconciencia y de la experiencia de la propia existencia(cristiana o libre de toda creencia e imbuida de unaideología laica).En su reflexión filosófica acerca de la muerte y la eutanasiaHans Küng se encuentra con la antinomia delseñor/libertad, creador/hombre. El teólogo alemán noquiere desmerecer a ninguno de los personajes –dios/ hombre–, y no quiere quitar protagonismo de autonomíaal hombre cuando dice: “Si Dios ha confiadola vida entera a la responsabilidad del ser humano,entonces esa responsabilidad ha de ejercerla tambiénsobre la fase final de su vida o, mejor dicho, con mayorrazón en la ocasión más seria de su vida, cuandose trata de morir. ¿Por qué hay que dar esta últimafase excluida de su responsabilidad?”. También en lareflexión siguiente, de un profesor de teología moral,se expresa un respeto a la autonomía del sujeto y sedeja incluso al cristiano en plena libertad de decisiónrespeto a su vida: “Me siento llamado (no obligado)por mis creencias a no hacer esa opción, sino dejar elfinal de mi vida en manos de quien me la dio, pero notengo derecho a imponer esta opción a otras personasen una sociedad plural y democrática. Más aún,tampoco la impondría a personas de mis mismascreencias que hiciesen en conciencia la opción opuesta”(Masiá, Juan (2009), Dignidad humana y situacionesterminales, en www. juanmasia.net)Los dos últimos comentarios dejan plena libertadal cristiano para decidir la disponibilidad de su vidadesde su conciencia personal y responsabilidad. Peroalguien puede alegar que tales reflexiones no dejan deser expresión de una postura personal sin que esténfundadas en razones. El verdadero problema que sele plantea al cristiano ante las conductas eutanásicas–sea suicidio o eutanasia– es el problema del don dela vida que le ha entregado su creador. Rápidamentesurge ante esta proposición la situación de obediencia(heteronomía) de la criatura que ha de aceptar larealidad de la creación y, por tanto, de que por encimade su persona y libertad está dios y la presunta disponibilidadde la vida queda totalmente anulada por elreconocimiento del dios dueño de la vida. Es Kierkegaardquien profundiza en el verdadero sentido deldon de la vida y no meramente como una prestación,sino como dádiva libre para ser disfrutada libremente,es decir, un don dado por amor y libremente y por ellosin merma ni suplantación de la libertad del agraciadocon la vida. Kierkegaard tiene una reflexión, que porcierto se dice que sorprendió a Sartre, que dice que“un hombre no puede hacer completamente libre aotro; aquel que tiene el poder está él mismo ligadopor él y por esa razón tendrá siempre una relaciónfalsa con aquel al que quiere hacer libre”. Sin embargo,esto no ocurre en la relación de dios-hombre enque “solamente la omnipotencia puede retomarse así misma mientras se da y esta relación constituyejustamente la independencia de aquel que recibe”.El cristiano no puede perderla libertad para disponer de supropia vida de acuerdo con suconciencia y responsabilidadEs comprensible que la exigencia de la creencia cristianade que la persona ha sido creada y salvada por Dioshace que el creyente no acepte para sí la disponibilidadde la propia vida, y esta postura personal ha de serrespetada y el cristiano es muy libre para cumplirla.De todas maneras hay que decir que la opinión públicaespañola no sigue los criterios acerca de la eutanasiade la jerarquía eclesiástica y, según las encuestas,tres de cada cuatro españoles están claramente por laeutanasia (véase encuesta del CIS de junio de 2009).Del convencimiento de haber sido creado y salvado porDios, según la doctrina católica, no se deriva con lógicaaritmética que el cristiano no pueda disponer de suvida tal como dejan en claro los teólogos aludidos anteriormente.Todo dependerá de la experiencia y situaciónde cada persona, de su autenticidad, de la valoraciónque tenga de su autonomía personal y de su compromisoy responsabilidad más allá de lo que diga la letraestricta de la doctrina católica al uso.Catolicismo político y pluralismoUna vez conocidas las posibles posturas del cristiano–que van desde la obediencia a secas a la libertad dela propia conciencia– ante las conductas eutanásicas,hay que preguntarse por el juego político que puedeaportar el católico y más concretamente el políticocatólico ante asuntos como la eutanasia y si el votoque pudiera dar supuestamente el ministro FernándezDíaz en contra de la regulación de la eutanasia, talcual son sus criterios, sería un voto legítimo democráticamente.Es de suponer que, si le preguntásemos al portavoz delos obispos sobre el papel del político creyente, nos diríaque rechazar la eutanasia en una ley estaría acordecon la voluntad de dios y con la doctrina verdadera dela iglesia. Pero habría que poner al obispo portavoz enel verdadero escenario de una sociedad marcada por el36 | DMD


hecho del pluralismo, conciudadanos que o tienendiferentes creencias alpertenecer a diversas religioneso confesiones (laiglesia católica no tiene elmonopolio de la verdad entrelas iglesias cristianas ymenos entre religiones nocristianas) o bien no creenen dios o consideran quedios no ha de entrar ensu libertad y convicciones.En este escenario seríaincongruente pensar quela doctrina y criterios deuna comunidad confesionalpueda imponerse demanera vinculante a todala variedad de religionesque se disputan la verdadsobre dios y su voluntad eimponerles su propia verdad.Pero todavía menostal doctrina puede marcarcriterios y pautas a la política que abarca y atañe atodos los ciudadanos –sin distinción de religión, ideología,etc.– y que por su naturaleza es intramundana, yse mueve en un espacio laico donde solo interviene elpueblo (demos y por ello democrático) y no tiene lugarni dios ni las doctrinas religiosas: lo único que entraráen el debate de una ley sobre la eutanasia será el pesode las razones que aporten y contrasten los deliberantespolíticos en la cuestión que se debate.Siempre he pensado que la iglesia institucional españolano había hecho la transición política y que nohabía ni entendido ni asimilado el hecho democráticoni el del pluralismo de la sociedad moderna y de ahísu intolerancia. La iglesia española por las palabras yactitudes de sus obispos parece ser que sigue viviendoen el modelo cultural marcado por el monopoliocatólico, intensificado en las largas décadas de nacionalcatolicismode la dictadura franquista. Así cuandolos parlamentos autonómicos (Andalucía, Aragón yNavarra) debatían los proyectos de ley sobre los derechosy garantías del paciente en el proceso de moriry de la muerte tuvieron la reprobación de los obisposde tales zonas eclesiásticas. Y esto a pesar de que nose debatía la disponibilidad de la vida, pero tales leyes–decían– iban a ser un puerta abierta hacia la eutanasia.Es de suponer que si se hubiera tratado de unaley despenalizadora de la eutanasia, su comportamientohubiera sido más aguerrido que el de los obisposbelgas en tal ocasión. Bélgica es un país de culturacatólica y los obispos se mantuvieron al margen cuandose debatió y aprobó la ley de despenalización dela eutanasia. Profesores y expertos de la Universidadcatólica de Lovaina participaron en el debate, pero lainstitución académica manifestó claramente que ningunode sus miembros había sido presionado en ningúnmomento por la jerarquía episcopal.¿Es la Constitución propiedad católica?Plantearse esta pregunta puede parecer una ‘boutade’,pero es el interrogante que me planteó la postura delentonces presidente del Consejo Superior del PoderJudicial, Carlos Dívar, cuando en julio de 2009 el Consejotuvo que votar sobre su postura acerca del anteproyectode ley del aborto. La votación del Consejo erapreceptiva, aunque no vinculante, pero Dívar por susconvicciones religiosas votó en contra. Resulta extrañoque un presidente de una institución encargada de gobernaruno de los tres poderes públicos del Estado queha de servir al interés común de todos los ciudadanosen una sociedad plural baraje sus convicciones religiosas,propias de una moral religiosa y no de una éticapública fundada en la Constitución. Hubiera sido lo másnormal y constitucional que hubiera votado como ciudadanoy con argumentos de ‘razón pública’ (racionales ycientíficas) respeto al informe sobre la ley de plazos enel aborto y no como cristiano o como católico.Creo que los lectores recordarán que Balduino, rey deBélgica, tuvo un problema personal cuando tuvo quesancionar la ley del aborto y para salvar su concienciacatólica se buscó la pirueta jurídica de abdicardurante el plazo de día y medio de manera que no sesintiese obligado a sancionar una acción contraria asus valores religiosos católicos. Asimismo el duqueEnrique de Luxemburgo se sintió contrario a firmar laley de eutanasia en diciembre de 2008 en razón desu conciencia católica y se tuvo que buscar el cambioDMD | 37


de la constitución de manera que el duque en vezde ‘promulgar y sancionar’ las leyes solamente las‘promulgase’.La iglesia española y ciertos sectores conservadoresdebieran atender y escuchar los modos y comportamientoque se han dado en Luxemburgo, país católicoque ha aprobó en diciembre de 2008 la ley quedespenaliza la eutanasia. La votación fue difícil: 30votos a favor frente a 26 en contra. Pero es más, elprimer ministro Jean Claude Juncker democristiano yel Gran duque Enrique tuvieron problemas de concienciarespecto a la aprobación de la eutanasia. Junckerfue claro y honesto como ciudadano al decir, a pesarde sus problemas morales como cristiano, “creo quesi la Cámara de Diputados ha votado una ley, la leytiene que entrar en vigor”. Es decir, el político católicoque se sienta molesto por tener que votar desde unaperspectiva ética a favor del común de los ciudadanosha de retirarse de toda votación o mejor seguir elcomportamiento de Juncker.En el espacio público no cabeni la dependencia de dios ni delas doctrinas religiosas pues,al ser en nuestro tiempo unespacio plural, necesariamenteha de ser neutroNo tengo por qué criticar tales comportamientos yaque pueden ser razonables desde el planteamientoque se hagan tales personas en el contexto de susdecisiones. Pero yendo más allá del análisis del comportamientoindividual, diré que el problema sentidopor estos dos hombres públicos no pasa de ser, en miopinión, un pseudoproblema en buena parte porqueel planteamiento se realiza sin una claridad suficientede los espacios en que toda persona se mueve en suvida pública, privada e íntima. Ya el diplomático y juristaholandés Hugo Grocio (1583-1645) recomendaba alos soberanos de su tiempo que su gobierno debía ser“como si dios no existiese”, consejo que era en talesfechas la proclamación de un espacio público libre detoda intromisión eclesiástica tanto teórica y doctrinalcomo en la praxis de gobernanza.La delimitación de espaciosVolviendo al aquí y ahora, estimo que el cristiano hade evitar la confusión de espacios. El cristiano ha desaber reconocer el espacio de su comunidad religiosa,al que pertenece por la fe y el seguimiento de unadoctrina particular, y saber diferenciarlo del espacio dela convivencia política. En el ámbito de la comunidadreligiosa, marcado por la creencia cristiana, es dondetodos sus miembros pueden escuchar la palabra deDios, se pueden tener celebraciones de ritos y actos deoración y exigir que los comportamientos se acomodena las normas de la doctrina; pero este ámbito solo esvivible y asumible por los miembros de la comunidad.De puertas afuera está el gran espacio público, marcadopor el hecho del pluralismo y, por tanto, por la libertadde conciencia y la autonomía de comportamientos.Es un espacio donde no existe la dependencia de diosy la heteronomía religiosa y donde solo tiene vigenciala soberanía del pueblo plural. Cuando en este espaciopúblico se aborda y se delibera sobre el proceso demorir y la muerte se hace en un contexto plural y porello la categoría ‘muerte’ es una muerte laica que nosignifica que sea solo independiente de lo religiososino independiente de toda mentalidad metafísica. Esuna muerte en pluralidad que necesariamente ha de recogerel sentir general y común de la muerte sin ningúninterés por imponer un concepto fijado por un sector opor un pensamiento o ideología. Por ello a los políticosseguidistas de lo católico o del bonismo tradicional hayque recordarles la conclusion de Gafo: “creo que no esfácil a nivel ético el negar a una persona no creyente suderecho a no disponer de su propia vida”.A veces hay políticos estratégicamente católicos cuyasimple contestación es: “yo voto en conciencia”. Perotal pseudo-político católico ha de advertir que no viveen un régimen de cristiandad o en una dictadura dela religión y el choque con el hecho del pluralismo dela sociedad obliga al político a tener dos vivencias deconciencia diferentes. Por una parte está su conciencia,su compromiso y responsabilidad de acuerdo asus creencias y criterios, válidos para su propia vidapersonal. Pero cuando, por ejemplo, su tarea y compromisoes regular la vida de todos los ciudadanos suconciencia y su voto en conciencia tiene que velar yrespetar a los demás y por ello respetar la libertad deconciencia y de pensamiento de los que conforman lasoberanía popular.Con frecuencia los obispos reclaman la libertad religiosacomo derecho a ejercer la propia religión, perose olvidan de la libertad de los otros que reclamanno ser molestados en el ejercicio de ninguna religióny no ser importunado en la libertad de no creer o deabrazar posturas que niegan los valores religiosos. Endefinitivas cuentas que los obispos y con ellos muchoscatólicos parecen desconocer que a la reconocidalibertad religiosa subyace una más amplia y exigentelibertad: la de pensamiento y de conciencia. No pocasveces ha habido que oir palabras de algún obispo quese oponía públicamente a la decisión de la soberaníapopular y a predicar la desobediencia a la tal ley. Conestos maestros y guías no es de extrañar que haya políticosque no tengan empacho en que la política es elcampo abonado para su apostolado y que prefieran serantes feligreses católicos que honestos ciudadanos,honestos consigo y honestos para con los demás.38 | DMD


Cáncer: ¿Dequé estamoshablando?Fernando Marín OlallaMédico, Presidente de DMD MadridEl cáncer no es una enfermedad,sino un término que significacrecimiento incontrolado decélulas anormales. Hay más de200 tipos de cáncer, el 80% soncarcinomas (células epitelialesque tapizan órganos) como los depulmón, colon y mama (los tresmás frecuentes).En España cada año se diagnostican 220 mil casos(con una supervivencia media a los cinco añosdel 50%), y fallecen algo más de cien mil personas.Actualmente viven un millón y medio de personas quepadece o ha padecido la enfermedad (de ellas mediomillón en los últimos cinco años).En sentido estricto cada paciente tiene una enfermedaddiferente, cuya evolución dependerá de la localizacióndel tumor, sus características moleculares y celulares,su extensión, la edad del enfermo y su estadogeneral. Si el tumor se ha extendido a otra parte delcuerpo (metástasis) o su localización lo hace intratable,su supervivencia a los cinco años es muchomenor (páncreas: 5%, hígado: 10%, pulmón: 12%).El factor pronóstico más importante es el estadofuncional (cómo se encuentra el enfermo). Un índicede Karnofsky menor de 50 indica riesgo elevado defallecimiento en seis meses, en la mayoría de los casosindependientemente de los tratamientos que seutilicen. Otros factores importantes son la estimaciónclínica (juicio de los profesionales), empeoramientocognitivo, falta de apetito (anorexia), dificultad respiratoria(disnea), sequedad de piel y mucosas (xerostomía),y dificultad para tragar (disfagia).Toda enfermedad avanzada e incurable es una amenazapara la vida, pero también una oportunidad paraafrontar lo que queda y vivir el final conscientemente,como cada uno pueda y quiera. Demasiadas veces losDMD | 39


pacientes y sus familias, deslumbrados por la tecnologíamédica, por los titulares de los telediarios o poresa especie de pseudoreligión del pensamiento positivo,no ven lo que está pasando, que se mueren, instalándoseen la mentira, perdiendo un tiempo que notienen, malgastando sus energias en una fantasía decuración, en lugar de dedicarse a exprimir al máximola vida que queda, aliviar el sufrimiento y prepararsepara morir en paz. Negar lo evidente, no sólo es inútil,sino que empeora las cosas, condenando al enfermoa morir en soledad.Escalas de valoración funcional de Karnofsky:100 Normal, sin quejas, sin indicios deenfermedad90 Actividades normales, pero con signosy síntomas leves de enfermedad80 Actividad normal con esfuerzo,con algunos signos y síntomas deenfermedad70 Capaz de <strong>cuidar</strong>se, pero incapaz dellevar a término actividades normaleso trabajo activo60 Requiere atención ocasional, peropuede <strong>cuidar</strong>se a sí mismo50 Requiere gran atención, incluso detipo médico. Encamado menos del50% del día40 Inválido, incapacitado, necesitacuidados y atenciones especiales.Encamado más del 50% del día30 Inválido grave, severamenteincapacitado, tratamiento de soporteactivo20 Encamado por completo, pacientemuy grave, necesita hospitalización ytratamiento activo10 Moribundo0 FallecidoEl diagnóstico y opciones del enfermoEl estudio diagnóstico de un tumor consiste en saberde qué tipo se trata y cuál es su extensión paradeterminar su gravedad. En los últimos años se estáviendo que muchos de los tumores de próstata, cuellode útero, tiroides, mama, colon y de melanomas “queComunicar lasmalas noticiaspoco a poco en unproceso gradualayuda a afrontar lasituación y tomar lasdecisionesse curan” son un hallazgo histológico, células tumoralesque se observan en el microscopio, que nunca sehabrían convertido en un cáncer biológico (de crecimientoincontrolado hasta provocar la muerte). Sinembargo, se tiende a tratar agresivamente todos lostumores, con la paradoja de que sus consecuenciasson más dañinas que el propio tumor (histológico). Enestos casos, sería mejor hacer un seguimiento de suevolución que tratarlos como si fueran mortales, perocuando el miedo es libre no atiende a razones.Cuando por su localización, su tamaño, su tipo celular,su diseminación a otros órganos, etc., el diagnósticoconfirma que –desgraciadamente– se trata de un cánceravanzado, cada persona debería reflexionar sobresus opciones y tomar sus decisiones sobre los tratamientosy los cuidados que desea recibir, firmando sutestamento vital. El derecho a la información, a elegirentre las opciones clínicas y a rechazar un tratamiento,regulados por ley, sustituyen el modelo paternalista(el médico decide) por una relación clínica horizontal(el médico informa y ayuda en la toma de decisiones),basada en el diálogo y el respeto a la voluntad delpaciente.Informar al paciente es un imperativo legal y un retoprofesional. Dar las malas noticias, poco a poco,en un proceso de comunicación honesto que faciliteel afrontamiento y la toma de decisiones. En lassituaciones amenazantes para la vida, es humanoaferrarse a la mínima esperanza, pero eso no justificael engaño sobre las posibilidades reales de que eltratamiento pare la enfermedad. No se trata de impedirque “se agarren a un clavo ardiendo”, sino de quesean conscientes de que lo es (una mínima probabilidad),para que no se abrasen cuando la enfermedadprogrese causando en unos meses su fallecimiento.¿Usted qué preferiría: unos meses de vida aceptableo el doble de vida regular o mala? Estos son lostérminos de la decisión. Si no me voy a curar, ¿me sometoa tratamientos de quimioterapia, radioterapia ocirugía, que deterioran mi calidad de vida a cambio deun hipotético aplazamiento de la muerte? La decisiónno es fácil. Para complicarlo más, hay enfermos decáncer (parece ser que menos del 1%) que sobreviven40 | DMD


Con cierta calidad de vida todosdeseamos vivir, pero, cuando la vida estátan deteriorada que es un sufrimientoque no cesa, permitir la muerte es unaliberaciónde apetito (anorexia), dificultad respiratoria (disnea),sequedad de piel y mucosas (xerostomía) y dificultadpara tragar (disfagia).El proceso terminal de cáncer es el paradigma deldeterioro progresivo, un periodo en el que el enfermode una forma inexorable va empeorando cada semanao cada día, aumentando la postración, con una experienciade sufrimiento que puede llegar a ser insoportable.Evitar este sufrimiento al final de la vida es unademanda universal. Por eso, cuando se le pregunta ala gente si preferiría una muerte súbita (infarto agudode miocardio) o una muerte anunciada tras un procesode enfermedad, la mayoría elige desaparecer, dejarde existir, de manera rápida e inconsciente (por uninfarto de miocardio, por ejemplo). Pero no podemoselegir, el destino le reserva a cada cual su propia enfermedady su propia muerte, lo cual no significa queen muchos casos no podamos modificar la evoluciónde la enfermedad, la experiencia de sufrimiento y lacalidad de la muerte. La única ventaja de un procesoterminal es que avisa de que el final está cerca,permitiendo afrontar la muerte, despedirse y tomarlas medidas necesarias para aliviar el sufrimientopropio del proceso de morir. Sin embargo, a pesar deque la Parca comunica a los vivos que anda cerca através de los síntomas de deterioro grave, muchasveces el enfermo y su familia prefieren mirar para otrolado, desperdiciando la oportunidad de vivir su propiamuerte.La medicina tecnológica dificulta darse cuenta de quees tiempo de morir. Siempre hay algo para alargarla vida un poco más, otra línea de quimioterapia, untratamiento ‘experimental’ (que no lo es). Con unascondiciones mínimas de calidad todos desearíamos vivirun poco más. Pero a veces, cuando la vida está tandeteriorada que se convierte en un sufrimiento que nocesa, permitir la muerte es una liberación. Es entoncescuando el enfermo desea sumirse en un sueñoprofundo, en una sedación paliativa –a la que tienederecho–, que le permita morir en paz y con dignidad.DADO QUE NI EN USTEDNI EN SUS RADIOGRAFÍASSE APRECIAN CAMBIOSDE IMPORTANCIA YO DIRÍAQUE CONTINUÁRAMOSEL TRATAMIENTO CONLA MISMA MEDICACIÓN42 | DMD


¿Sería injuriososi alguien dijeraque este juez esun prevaricador?Juan M. García AmadoCatedrático de Filosofía del <strong>Derecho</strong>Vamos a echar un vistazo a la sentencia de14 de enero de 2013 del Juzgado de lo Penalnº 11 de Madrid. Se dirime una acusación deinjurias contra unos periodistas de la COPEque se ensañaron bien a gusto con aquelcoordinador de Urgencias del Hospital SeveroOchoa de Leganés, Madrid. ¿Se acuerdan?Hubo médicos acusados de homicidio o asesinatopues, se decía, mediante sedaciones irregularespracticaban eutanasias en enfermos terminales, sinel consentimiento de los enfermos ni de sus familiares.Hubo un proceso penal por eso, pero fueroncompletamente absueltos de tales imputaciones*.Luego fueron esos médicos los que iniciaron procesospenales y civiles contra quienes habían propagadotales noticias. Pues bien, en algunos programasinformativos y de opinión de la cadena COPE le dijeronde todo a aquel médico (Dr. Eulogio, en la sentencia)y lo llamaron como les dio la gana*. Puesto que loshechos son los hechos, estas que ahora copio son lasexpresiones proferidas por los periodistas (Ernestoy Josefa, nombres que se les da en la sentencia) talcomo las recoge la propia sentencia que vamos a ver:“(…) estamos hablando de casi trescientos casosde muertes,... que les atizaban este beatico laicopara mandarlos al otro barrio sin conocimiento nipermiso de su familia”, (…) “... enviaba a algunosenfermos al box de sedación sin consultar a lafamilia”, “... llega un señor para que le den oxígenoy lo manda para el otro barrio” –12 abril del mismoaño– (…) “... los médicos mandaban a la UCI o laUnidad de Cuidados Paliativos y el tío [Doctor Eulogio]rompía la orden y los despeñaba en el box”, “...esto es homicidio, sin tu permiso no es eutanasia,es matarle, es un crimen” –13 abril–; “... si estamosdiscutiendo si va a ser casos de homicidio, de asesinato…”–19 abril–; “... que podrían haber seguidosedando, es decir, mandando al otro barrio a personasque no tenían por que irse al otro barrio”, –27mayo–; (…) “... había diez veces más muertes queen otros sitios y esas cosas se saben porque en lostanatorios se comenta” –29 mayo–; y Josefa, “...nose utilizaba con el fin de paliar el sufrimiento, sinodirectamente para provocar la muerte del paciente”,(…) “... lo que se hace es matar gente sin su permiso”,(…) “... al menos cuatro personas han sido directamenteasesinadas en el Hospital Severo Ochoade Leganés por la vía de la sedación irregular”, “... yprecipitó la muerte de los pacientes y, ojo, en otrossesenta y nueve casos la sedación fue inadecuadaF. Jiménez Losantos Cristina López Schlichtingo no indicada” –26 mayo–, “... se ha comprobadoque a la gente pues se la mató”, (…) “yo creo quetodavía la opinión pública distingue entre lo que esmorir bien, el morir como uno desea, sin dolores,etc., y lo que es que otro te atirole y además te quitede en medio de una manera infame”, “... y tampocose lo puedes dar a quien por darle un sedante enlugar de otro le provocas la muerte, porque eso sellama asesinato”, “estamos hablando de setenta ytres asesinatos” –26 mayo–”.Repito, por razón de esas expresiones, el médicoaludido plantea una querella por injurias y calumnias, ysobre eso resuelve esta sentencia. Ahora recordemosqué dicen las normas que tipifican esos delitos. Segúnel art. 205 del Código Penal, “Es calumnia la imputaciónde un delito hecha con conocimiento de su falsedado temerario desprecio hacia la verdad ”. A tenor del art.208 del mismo Código, “Es injuria la acción o expresiónque lesionan la dignidad de otra persona, menoscabandosu fama o atentando contra su propia estimación.* Véase “En España se muere mejor gracias a Montes pese a laCOPE”, Revista DMD, nº 62, p. 49s.DMD | 43


Solamente serán constitutivas de delito las injurias que,por su naturaleza, efectos y circunstancias, sean tenidasen el concepto público por graves. Las injurias que consistanen la imputación de hechos no se considerarángraves, salvo cuando se hayan llevado a cabo con conocimientode su falsedad o temerario desprecio hacia laverdad”. Si la injuria es de carácter leve, se castigarácomo falta, según el art. 620 del Código Penal.Pues bien, para nuestro juez no hay delito ni faltaen las expresiones periodísticas hace un momentoreproducidas. Resultará interesante revisar la sentenciaporque en ella veremos un variado repertorio delas falacias y argucias argumentativas que de vez encuando exhiben con alegría algunos jueces.Brillantes razonamientosLo primero que observamos es el uso especioso de unprincipio fundamental, en este caso el principio proreo. Miren qué gloria de frases y qué joya de razonamiento.Después de exponer las alegaciones de losacusados y de los testigos y de relatar que se examinaronlas pruebas documentales, declara el juez que“Así las cosas, entiende el Tribunal, (sic) que es deaplicación al caso y respecto de los acusados Ernestoy Josefa el principio pro reo, debiéndose dictar sentenciaabsolutoria”. ¿Por qué? Porque el señor juez tienedudas de si quedaron probados o no los elementosde la injuria, y el principio pro reo dice que en caso deduda sobre la prueba el juez debe absolver. Mano desanto: para absolver no hace falta más que eso, decirque se duda, y ni otro argumento necesitaremos. O decómo el principio pro reo exime de argumentar. O losjueces argumentan de modo razonable y convincentesus dudas, haciendo ver que cualquier en su lugar podríatener las mismas, o lo del pro reo es un coladero.¿Sobre qué duda nuestro juez? No queda nada claro,es dudoso el objeto de su dudar, pero me parece queinsinúa que no es evidente que concurra el elementosubjetivo del delito, el animus iniuriandi, en quienesprofirieron aquellas lindezas y llamaron al Dr. Eulogiocosas tales como criminal, asesino, homicida infame ycosas así. Tal vez fue sin querer o pensando que eranpiropos o expresiones neutras o hasta cariñosas.En segundo lugar veremos el que podemos denominarargumento del falso precedente. No es tan inusual,pero aquí sale con particular descaro. Primero nos dicela sentencia que, en todo caso y aunque concurrieranen los hechos el elemento objetivo y subjetivo del delitode injurias, habría que ver si las expresiones estabanamparadas por el derecho fundamental de libertad deinformación o el de libertad de expresión, en cuyo casono habría antijuridicidad ni, por tanto, delito. Es hábilla maniobra, ya que antes hemos quedado en que haydudas probatorias sobre si la intención era injuriosao no, pero ahora vamos a establecer que, aunque laintención fuera mala y tuviéramos el animus iniuriandi,puede de todos modos no caber delito: nos hallamosante un conflicto de derechos fundamentales, entre loscitados y el derecho al honor, y “la dimensión constitucionaldel conflicto hace insuficiente el criterio subjetivode ‘animus iniuriandi’ tradicionalmente utilizado por lajurisprudencia penal para el enjuiciamiento de este tipode delitos que ahora no basta por sí solo para fundaruna condena penal por un delito de injurias”. Así que,si la libertad de expresión o de información amparan,no hay delito de injurias, como es obvio.El juez declara queel principio pro reoen aplicación al casolleva a dictar sentenciaabsolutoria de losacusados¿Amparan? Se nos recuerda la doctrina del TribunalConstitucional sobre el particular y cómo en ella seda “valor preponderante” a las libertades del artículo20 CE. ¿Por qué razón o en qué casos? Según el TC,en palabras que esta sentencia acoge, hay tal prevalenciade la libertad de expresarse e informar “cuandolas libertades de expresión e información operan comoinstrumentos de los derechos de participación política”,cuando está en juego “la formación de una opiniónpública libre”. En esas ocasiones “quedan amparadaspor las libertades de expresión e información no sólocríticas inofensivas o indiferentes, ‘sino otras que puedanmolestar, inquietar o disgustar’”. Y pregunto yo doscosas a este propósito: si yo aquí dijera (que no digo,es un suponer) que este juez está prevaricando, ¿esosería injuria o calumnia o nada más que una críticano indiferente y que disgusta, pero que no es delitoy queda acogida bajo mi libertad de expresión, dadoque este asunto es relevante para la formación de unaopinión pública libre? Porque si relevante informativay socialmente era el asunto del hospital, relevante enlos mismos términos ha de ser una sentencia sobreel mismo, y si llamar asesino infame al Dr. Eulogio noes injuriarlo, sino expresarse e informar legítimamente,tildar de prevaricador al autor de esta sentencia seríalo mismo. Al menos mientras a nuestro sistema legalno se incorpore con pleno valor la ley del embudo.Se nos cuenta en la sentencia que “En el presentecaso, y a la vista de la doctrina constitucional y jurisprudencialcitadas, entiende el Tribunal que las expresionesproferidas por los acusados Ernesto y Josefa (…) lohabían sido en el ejercicio de la libertad de expresióne información, encuadrándose dentro de un derecho ala crítica ejercida en su condición de periodistas, siendoalgunas de aquellas expresiones no muy afortunadas,es cierto, pero dentro de los límites propios de la liber-44 | DMD


y no resguardan de él los derechos del art. 20 CE.“Resulta claro –escribe– que los calificativos empleadosconstituyen juicios de valor y, por esto mismo, seinscriben en la libertad de expresión (STC 232/2002,de 9 de diciembre, FJ 3) del concejal de Fuente deCantos. Ubicándose los hechos en el eventual ejerciciode la libertad de expresión, al limitarse a la emisión deun juicio de valor sobre la conducta de otro, nuestroanálisis deberá escrutar la concurrencia en la conductasancionada de los requisitos exigidos por los arts. 20.1a) CE para que el acto comunicativo merezca la protecciónconstitucional, comprobando que las opinionesemitidas no contienen expresiones vejatorias”.¿Es vejatorio etiquetar a alguien como cacique ylameculos? ¿Y como homicida doloso y asesino infame?Sobre lo primero, el TC lo ve claro: “Para llevar acabo ese análisis hemos de tener en cuenta, en primertérmino, que las expresiones controvertidas surgen enel curso de un acto público (un Pleno municipal), queversa sobre asuntos de interés público, máxime en elámbito local de un municipio de cinco mil habitantes(una discusión sobre el modelo de gestión administrativade la residencia de ancianos local), y que atañe apersonas con relevancia pública (uno de ellos, el recurrenteera concejal municipal, y el otro, el denunciante,era director de la residencia de ancianos y representantesindical de los trabajadores). Ello amplía los límitesde la crítica permisible, tanto por la pauta que representael modo normal en que tales polémicas discurrencuanto por el interés público subyacente, amén de queel denunciante, en su calidad de representante sindical,había, en cierto modo, tomado parte en el debateexponiendo, por escrito, la posición de los trabajadoresa los que representaba”.¿Lameculos o infame asesino?Eso por el lado de la amplia extensión que puedetener la libertad de expresión cuando se usa por políticosy cargos públicos en temas de relevancia públicaevidente. Pero hay un pero, e importante. Sigue elTribunal Constitucional: “Ahora bien, “ello no significaen modo alguno que, en atención a su carácter público,dichas personas queden privadas de ser titulares delderecho al honor que el art. 18.1 CE garantiza (SSTC190/1992, FJ 5; y 105/1990, FJ 8)” [STC 336/1993,de 15 de noviembre, FJ 5 a)]. También en este ámbitoes preciso respetar la reputación ajena (art. 10.2 CEDH,SSTEDH caso Lingens, de 8 de julio de 1986, §§ 41, 43y 45, y caso Bladet Tromso y Stensaas, de 20 de mayode 1999, §§ 66, 72 y 73) y el honor, porque estos derechos‘constituyen un límite del derecho a expresarselibremente y de la libertad de informar’ ” (…) En efecto,desde la STC 104/1986, de 17 de julio, hemos establecidoque, si bien el derecho a expresar libremente opiniones,ideas y pensamientos [art. 20.1 a) CE] disponede un campo de acción que viene sólo delimitado porla ausencia de expresiones indudablemente injuriosassin relación con las ideas u opiniones que se expongany que resulten innecesarias para su exposición (SSTC105/1990, de 6 de junio, FJ 4, y 112/2000, de 5 demayo, FJ 6), no es menos cierto que también hemosmantenido inequívocamente que la Constitución noreconoce en modo alguno (ni en ese ni en ningún otroprecepto) un pretendido derecho al insulto. La Constituciónno veda, en cualesquiera circunstancias, el usode expresiones hirientes, molestas o desabridas, perode la protección constitucional que otorga el art. 20.1a) CE están excluidas las expresiones absolutamentevejatorias; es decir, aquéllas que, dadas las concretascircunstancias del caso, y al margen de su veracidado inveracidad, sean ofensivas u oprobiosas y resultenimpertinentes para expresar las opiniones o informacionesde que se trate”.Así que, en resumen, amplitud de la libertad de expresiónen ese caso, pero sin que cubra el insulto y lasexpresiones innecesariamente vejatorias. Por ejemplo,se podrá informar de que el director de un hospital esacusado de eutanasias ilegales o de homicidios o explicarque muchos lo critican acerbamente, pero no llamarlo,por ejemplo, cacique o personajillo o lameculos.¿Y asesino infame? Hombre, digo yo que tampoco, poresa regla de tres; y con más razón. Porque miren lo queconcluye el TC sobre la conducta del que llamó al otrolameculos y cacique: “Las manifestaciones realizadas enel Pleno municipal por el ahora demandante de amparoconstituyen, indudablemente, un ataque a la reputacióndel entonces director de la residencia de ancianos,y no tenían otro objeto que atacar a éste, en cuantonada tenían que ver con el asunto que en el Pleno seestaba debatiendo, que era la toma de decisión sobrela encomienda o no a la Junta de Extremadura de lagestión de la residencia de ancianos, y no la evaluacióndel desempeño que su director venía realizando. Tampocose expusieron, como alega el Ministerio Fiscal, comoconclusiones críticas de un comportamiento previamenteexpuesto. Fueron simples frases despectivas desconectadasde cualquier razonamiento que las explicaseo justificase. El empleado municipal, además, no estabaparticipando directa y personalmente en el debate encuanto, como es obvio, no formaba parte del Pleno. Portodas estas razones, es claro que los epítetos empleadosconstituyeron un ejercicio desmesurado y exorbitantede la libertad de expresión (vid. STC 11/2000, de 17 deenero, FJ 7), procediendo, en definitiva, desestimar lademanda de amparo”.¿Cómo es posible, pues, que el señor juez cite, parasu caso y como justificación de la absolución quedicta él, esta sentencia del TC que llevaría, exactamente,a la justificación plena del fallo opuesto, de lacondena a los que insultaron y vejaron con saña al Dr.Eulogio? Pues no sé por qué lo hará, si por inocentedespiste, por ignorancia no culpable, por error vencibleo con mala fe de libro, pero, como quiera que sea,estamos ante un magnífico ejemplo de cita torticerade un precedente judicial con autoridad.46 | DMD


El truco más hábil ha estado en colocar el casoen la libertad de información y no en la libertad deexpresiónRecoge la sentencia otros muchos titulares sobre elcaso, incluso críticos, de otros medios informativos,de esos mismos días. Excelente, pero ¿qué comprobamosahí? Que hay información, crítica, incluso severa,pero ninguna expresión del tipo “asesino infame” o“autor de sesenta asesinatos”, etc. Se da cuenta decuáles son las acusaciones que contra el Dr. Eulogiose están vertiendo y se habla de posibles sedacionesirregulares y de dudosas actuaciones. Pero niun insulto se detecta en la larga lista de titulares einformaciones. Con lo que la comparación no vale, yaque el interés informativo no está en duda, solamentese debate sobre si la libertad de informar sobre untema que a los medios informativos les parece bieninteresante da derecho a llamar a alguien asesino; ymás, visto desde ahora, una vez que ha resultado esapersona absuelta de absolutamente todos los delitosque se le imputaban.No será mala fe, pero lo pareceYa es literalmente el colmo cuando dice este juez que“llama poderosamente la atención al juzgador” que,habiendo aparecido la información en tantos medios,“solo hayan encontrado motivo para querellarse lasacusaciones por las manifestaciones similares hechaspor los acusados casi un mes más tarde”. Pero es que¡no eran similares las manifestaciones! No será malafe, pero lo parece. No digo que haya mala voluntad,tal vez es que existen problemas de otro tipo en laAdministración de Justicia en España.El truco más hábil ha estado en colocar el caso enla libertad de información y no en la de expresión. Alponerlo allí, el argumento es sobre la veracidad delo informado y sobre la importancia que todos losmedios le están dando a lo informado. Pero cuandolo que se dirime no es sobre qué se informó, sinoqué expresiones se usaron, el tema hay que verlo enrelación con la libertad de expresión. ¿Qué cambia?Pues lo siguiente: ya no importará meramente silo que se desvela es legítimo objeto de la libertadpara difundir información, lo cual aquí parece fuerade toda duda, y por eso no cabía querella contra losotros medios que informaban de lo mismo, sino quecuenta muy destacadamente si el tipo de expresionesusadas eran necesarias o útiles para esa informacióno suponían un plus ocioso y traído con voluntadvejatoria. Sobre esto último podrá opinarse de unamanera u otra, pero ahí no es argumento el de larelevancia de la información. Por tanto, es tramposoeste modo de argumentar que en la sentencia encontramos:“Esto es y en definitiva –y así lo entiendeel Tribunal– que los coacusados, ante un hecho quenadie puede negar que fuera noticiable y veraz, selimitaron en sus programas a valorar esta informaciónpublicada en otros medios (escritos, ya examinados,pero también en medios televisivos y otras cadenasde radio), siquiera, a veces –y como ya ha dicho– conexpresiones poco afortunadas, pero, en modo algunoy –debe reiterarse– constitutivas de la infracción penalpor la que venían siendo acusados y a tal efecto, basterecordar la doctrina constitucional y jurisprudencial delTEDH, ya citada de que, dentro de las libertades deinformación y expresión quedan amparadas no sololas criticas inofensivas o indiferentes, sino también –yesto es lo importante a juicio del Tribunal en el presentecaso– ‘otras que puedan molestar, inquietar o disgustar’”.O miren esto: “En conclusión, la informacióntransmitida era, por consiguiente, noticiable, relevantey veraz en el momento en que se difundió y las expresionesutilizadas por los acusados Ernesto y Josefa,por otro lado, no puede considerarse, a juicio de esteTribunal, incluibles entre las ‘expresiones absolutamentevejatorias, es decir, las que, en las concretascircunstancias del caso, y al margen de su veracidado inveracidad, sean ofensivas u oprobiosas’ (vid. TC S174/2006, de 5 de junio, FJ 4, con más referencias).No se trata, por tanto, de expresiones formalmentevejatorias que resulten gratuitas o innecesarias parala información que se pretende transmitir (vid., en talsentido, TC S 198/2004, de 15 de noviembre, FJ 7). Yal tratarse de una información relevante públicamentey que no infringe el límite absoluto de la prohibiciónconstitucional de insultos, la legitimidad del ejerciciode la libertad de información viene determinada por ladiligencia mostrada por el/los periodista/s en la comprobación,mediante fuentes solventes, de la conductaatribuida al protagonista de la noticia”.No y no, si alguien dice en una emisora de radio queuno que no ha sido condenado penalmente (y que luegoresulta completamente absuelto) es un redomadodelincuente sexual, por ejemplo, eso no puede ser informaciónveraz, eso es una expresión insultante y, sies insulto y hay propósito de vejar, se trata de injurias.Porque, de no ser así, imagínense las barbaridadesque podría yo ahora mismo escribir aquí sobre esejuez, y todo quedaría disculpado y faltaría la antijuridicidad,pues es interesantísimo disertar sobre un temade tanta relevancia informativa y no pasa nada si yoal señor juez lo llamo prevaricador y si digo que siustedes tienen un pleito penal procuren no acercarsea él. No lo digo, pero él, sin duda, me absolvería en uncaso así. Segurísimo.DMD | 47


El guerrero Ery los ángeles indecisosAntonio AramayonaÉrase una vez un guerrero, Er, que, a puntode ser quemado un amanecer sobre una piraa los doce días de su muerte en una batalla,aún ofrecía a la vista de sus conciudadanosalgo portentoso: no mostraba signo algunode descomposición. Tanto era así, que derepente se levantó y se puso a contar alos ciudadanos presentes sus extrañasexperiencias en el mundo del más allá.Con este relato, conocido como ‘el mito de Er’ (deinfluencia órfica, gnóstica, pitagórica y zoroástrica),decide concluir el pensador Platón su importanteDiálogo La República.El alma de Er, una vez abandonado el cuerpo,había visto qué les ocurría a los demás muertos.Los justos se adentraban por una aberturaceleste donde disfrutaban de los premios merecidos,mientras los injustos se iban hundiendoen un orificio terrestre, donde sufrían grandes yprolongados castigos. A su vez, por otro orificioterráqueo contiguo salían los injustos, una vez yapurgados sus delitos y errores, al igual que otrosjustos salían de otro orificio celeste, tras haberdisfrutado largo y tendido de los bienes y premioscelestiales.Después, unos y otros, sobre una pradera y ante lamirada de la diosa Destino, iban contándose lo bieno lo mal que lo habían pasado, y quedaban a laespera de tener que escoger otra vida mortal parael futuro según los méritos y el rango alcanzadospor cada uno en la vida anterior (la transmigraciónde las almas emerge con profusión a lo largo de48 | DMD


Ulises está acostumbrado a vivir aventuras extraordinarias,pero precisamente desde esa experiencia, al escoger otra vidamortal, se decide por el hombre común y cotidiano y por esoelige no solo vivir bien, sino también morir igualmente bienla obra platónica). El guerrero Er contempla que aquelespectáculo resultaba “lastimoso, ridículo y extraño,porque la mayor parte de las veces se hacía la elecciónsegún aquello a lo que se estaba habituado en la vidaanterior”. Así, por múltiples y complejas razones, lagente congregada en la pradera va escogiendo vidas dehombres y animales, como, por ejemplo, cisne, ruiseñor,león, tirano, atleta, mujer laboriosa e incluso (elcolmo del ridículo para Er) de mono.Y súbitamente el guerrero Er ve al gran héroe legendarioOdiseo (Ulises, en su versión latina), que tambiéndebe decidir en último lugar qué vida futura escoge.Ulises busca y busca entre las vidas esparcidas en lapradera hasta encontrar “la vida de un hombre comúny corriente”, olvidada y desechada hasta el momentopor todos los demás. Al verla, Ulises confiesa quehabría elegido esa vida de hombre común y corrienteaunque hubiese sido el primero de la lista en poderelegir y “la escogió con gozo”.Platón pretende concluir de este mito, entre otrascosas, que una vida justa siempre lleva consigo supropia recompensa, aunque a veces las aparienciasparezcan mostrar otra cosa distinta, y también quecada persona tiene la posibilidad de escoger librementeel tipo de vida que decide llevar, que esa elecciónno debe hacerse a tontas y a locas, y que llevar unavida justa es el único camino para llegar a ser “felices”y “amigos de nosotros mismos y de los dioses”.Ulises está acostumbrado a vivir aventuras extraordinariasy ha alcanzado la fama y la gloria, pero precisamentedesde esa experiencia, a la hora de escogerotra vida mortal, se decide por el hombre comúny cotidiano. El honor, la fama y el éxito son para élhojarasca, pues lo que le importa es apurar esa vidamortal desde la esencia misma de la humanidad queconstituye a cada ser humano: Ulises prefiere viviry morir sin componendas y aditamentos. El héroese identifica con la gente anónima, que no llama laatención, poco o nada valorada por los demás. Uliseselige la vida justa, capaz de enriquecerlo interior y socialmentecomo humano. No desea gloria y dinero, oaparentar ser un bello animal o una persona de podery de éxito, sino ejercitarse en la virtud que hace vigorosamentehumano. Séneca lo dirá siglos despuéscon esplendorosa sencillez: llevar una vida buena yuna buena vida. Vida consciente también de su finaly libre en su mortalidad. Por eso Ulises elige no solovivir bien, sino también morir igualmente bien.E. Cioran cuenta en su obra Desgarradura que, segúnuna leyenda de inspiración gnóstica, un día se libró enel cielo una lucha entre ángeles en la que los partidariosde Miguel vencieron a los partidarios del Dragón.Los ángeles que, indecisos, no tomaron partido y seconformaron con mirar fueron relegados a la Tierracon el fin de que llevaran a cabo la elección que nose habían atrevido a hacer allí arriba. Así nacimos loshumanos, esos somos los humanos.La historia es así producto de un titubeo y los humanossomos el fruto de una indecisión original a la horade tomar partido. Desde entonces estamos destinadosa decidir, sin recuerdo ya alguno de aquellabatalla y de la postura pasiva de aquellos ángeles indecisos.Ahora seguimos siendo, según esa leyenda,unos seres desterrados para poder aprender a optar,para abandonar el papel de espectadores (en esencia,para ser libres). Sufrimos el castigo de tener queelegir, pues nuestros ancestros no hallaron en el Cieloninguna razón para adherirse a una causa, para tomarla determinación de optar por una empresa.No somos cosas inanimadas, sino unos seres que,aunque minúsculos e insignificantes dentro del cosmos,estamos siempre por hacer, de tal modo quecada día, cada instante, hemos de estar decidiendoqué hacer y qué no hacer, por dónde ir y no ir, por quéoptar y no optar, qué ser y qué no ser. Somos seresperpetuamente inacabados hasta el último aliento denuestra existencia y nuestra propia identidad está ennuestras manos, sin que nadie pueda suplantarnosen la tarea de qué hacer con nosotros mismos por ydesde la libertad, a no ser a costa de la más alienanterenuncia de la propia vida. Hay que decidir siempre,por mucho que a veces haya que hacerlo desde laincertidumbre, pues somos irrenunciablemente libres.Y no hay decisión más fundamental y sublime quedecidir qué vida buena y digna queremos llevar, cómoqueremos vivirla, qué final bueno y digno de la vidaqueremos tener, y cuándo y cómo queremos vivir esefinal hasta su último aliento.DMD | 49


El libro y su autorEl proceso de morir y laeutanasia en la sociedad vasca“Yo creo que la eutanasia esbeharrezkoa (necesaria), porque lapersona, llegado este extremo (…)¿Para qué es? Y para la sociedades una carga. ¿Y el sufrimiento?¿Por qué no puede tener un hombreque ha vivido toda la vida trabajandoopción a escoger, en las puertasde la muerte, la muerte que desea?Yo creo que si es necesario. Nobueno, sino necesario”, comentaJosé Aziroz, de 81 años, en la entrevistaque se le hizo en la elaboraciónde este libro que es resumende una tesis doctoral. El autor deesta obra, Iñaki Olaizola, tras jubilarsecomo ingeniero naval estudióantropología en la Universidad delPaís Vasco, obteniendo en 2011 eltítulo de doctor con un trabajo deinvestigación sobre el morir.En el País Vasco, afirma el autor,como en la mayor parte del mundooccidental en principio vivimos bien,pero morimos mal; y eso es algoque se puede mejorar. La mayorparte de la población acepta y reclamael derecho a morir dignamente,el derecho a que cualquier persona,en el ejercicio de su autonomía,reciba la ayuda necesaria paramorir cuando la enfermedad semanifiesta en situación terminal oel sufrimiento es muy grande. Losdiscursos y las prácticas sobre laeutanasia están más integradosen la realidad social de lo quese deduce del discurso oficial einstitucionalizado de los gobiernos,que presuponen, sin excesiva razón,que la sociedad no está madura. Laeutanasia es un hecho social complejo,relacionado con otros comolos derechos humanos, el género,la ética o el surgimiento de nuevosvalores.La primera parte del libro aportamucha información sobre cómo hacambiado el proceso de morir: cambiossociales, demografía, envejecimiento,encuestas sobre eutanasia;cambios culturales, individualizacióny responsabilidad, discursosemergentes; etapas y modelos delproceso de morir, perspectiva transcultural;testamento vital y eutanasia.Su conclusión es que a partirde los años 60 y 70 el proceso demorir evoluciona socialmente desdeun modelo tradicional, muy influidopor la religión y la sacralidad de lavida (‘hasta que Dios quiera…’), aun modelo biográfico, en el que lapersona, tras una ‘individualizaciónreflexiva’ se hace responsable desu vida. La muerte de calidad esuna elaboración cultural. En el modelotradicional sus requisitos losestablecía la iglesia católica, peroactualmente, en un marco de mayorimpregnación de las característicasbiográficas, son el reflejo de unavoluntad individual configurada sinla contribución dogmática de ningúncredo.En la segunda parte del libro el investigadorentrevista en profundidada un grupo de personas que vivenel proceso de morir, analizando susrespuestas. Se abordan, además,en el libro otras cuestiones complejassobre la muerte digna ¿Por quéexiste tanta contradicción entre loque se piensa de la muerte digna,se dice que se piensa y se hace?La mayoría de la población se declaraa favor de la eutanasia, mientrasque, en la práctica, sólo una proporciónmuy reducida opta por adecuarel final de la vida al modelo quedefiende en la teoría. En muchos casosel conflicto entre las ideas y laspráticas no llega a plantearse porquelas personas nunca han pensadoen ello, tienen una actitud socialortodoxa con la ideología dominantey cómoda a la hora de configurar losdiscursos. Sin embargo, muchasotras personas no pueden, o nodesean, vivir en una situación de nosintoníacon lo que sienten y lo quehacen, intentan llevar una vida máscoherente y se rebelan ante actitudesque no comparten.Y este conflicto de ideas y prácticasse da también en el campo de losprofesionales médicos. La actitudde los profesionales a favor o encontra de la eutanasia condicionasus discursos y su práctica ytambién influye en la interpretaciónde lo que son hoy en día buenasprácticas médicas ejercidas en elproceso de morir.* Iñaki Olaizola Eizagirre, Transformaciones enel proceso de morir: la eutanasia, una cuestiónde debate en la sociedad vasca. 2012,Utriusque Vasconiae, Donostia.50 | DMD


Este artículo está dedicado a mi madre,María Teresa Muro Ayuso,que nos enseñó a vivir y a morir con dignidad,a su bondad, dignidad e inmenso valor.Isabel MolinaEl No autoritario del médicoy la angustia del enfermoMi madre arrastraba un fuerte cansancio desde haceaños, le faltaba energía para enfrentarse a la vida, yestaba constantemente de revisiones médicas queal final todas concluían en el mismo diagnóstico:depresión. Así que siempre medicada, siempre convitaminas, siempre con medicinas alternativas, eincluso con un señalamiento de hipocondría. Ahoraentendemos que nadie supo ayudarla, que nadie seplanteó ni siquiera por un instante que todo podía teneruna causa física, y un simple análisis buscándolahabría bastado. En diciembre del 2012 le hicieron unaecografía abdominal y ahí le descubrieron un tumorde 8 cms. en el hígado. En ese momento se empezarona poner palabras a lo que estaba sucediendo. Enseguida se le hicieron todas las pruebas para confirmardiagnóstico: tumor de vías biliares, en fase muyavanzada, con muy pocas opciones de que un tratamientode quimioterapia funcionara. De ser efectivola esperanza de vida sería de unos 8 a 10 meses, deno ser efectivo de unos 4 meses. Estas fueron laspalabras del oncólogo, un 31 de diciembre. Mi madresalió de la consulta acompañada por mi hermana, yome había quedado dentro, siempre procedíamos dela misma manera: el médico hablaba con mi madre yluego uno de nosotros nos quedábamos dentro parapedir más explicaciones. Y así fue. ¿Qué enfermedades esta, doctor? Colangiocarcinoma… Me tuvo que repetirel nombre varias veces, en mi vida lo había oído,y por supuesto que en ese momento ese diagnósticono tuvo para mí el significado que después ha tenido.¿Tiene curación? NO... Y, ¿qué esperanza de vida tiene…?,me atreví a preguntar, ya pálida, temblorosa.Sufrimiento en silencioSalí de la consulta sabiendo que tenía que fingir, teníamosque celebrar la Nochevieja, la que sería la últimaNochevieja con ella y estaría su nieto de 6 años, asíque teníamos que ser fuertes. A partir de ese momentoempezó su proceso ‘terapéutico’ ya desde el principiopaliativo….entradas y salidas del hospital, colocaciónde un catéter, biopsias, analíticas….el miedo a entraren quirófano, la angustia de estar en manos de médicosque van a hacer lo posible por curarte, pero por esomismo no sabes hasta qué punto va a llegar tu sufrimiento.Y sobre todo la frialdad, la deshumanización, yaque éstas fueron las palabras de mi madre, del hospital.No se puede resumir en unas líneas toda la angustia,tristeza, miedos de mi madre en todo este proceso.Mis hermanos y yopreguntamos a los médicosdesde el principio si se le ibaa dar toda la información y eloncólogo fue claro: NO. Por susaños de experiencia, nadie estápreparado para morir, todo elmundo se aferra a la vidaLe llegaron a dar dos ciclos de quimioterapia, supuestamenteno de lo más agresiva, pero lo pasó mal, realmentemal. A mediados de febrero le tocaba el tercerciclo, y ya estaba mal, no se tenía en pie, ya empezóa necesitar una silla de ruedas. Al llegar al hospitaltuvieron que echarla en un box, el médico comunicó amis hermanos que por su estado la quimio no estabafuncionando, no tenía sentido seguir poniéndosela,DMD | 51


quisiese tomar. Por entonces, seguía sin saber supronóstico, y ya entonces se cuestionó el sentido deuna vida en esas condiciones. Nuestras dudas eranya desgarradoras, verla sufrir, y seguir el consejo detodos los médicos de mantener el ocultamiento desu enfermedad, de saber que no tenía remedio. Nosapoyábamos en mantener esta actitud porque en unade las visitas el médico de paliativos le dijo que teníauna enfermedad muy grave…, pero no le dijo nadamás. No le dio otra alternativa a seguir el procesodel sufrimiento. Dos días más tarde entrábamos enurgencias, por un estado muy fuerte de ansiedad. Elmensaje de los médicos del hospital fue reafirmar queno estaba preparada para aceptar lo que había. Asíque para mantener la sensación de seguimiento desdeel hospital se la cita para tres semanas más tarde,para hacer una analítica.Así que fue justo después de este ingreso, ya encasa cuando decidimos que mi madre pudiera hablarcon el médico de DMD pues no se le podía seguirtransmitiendo que tenía que recuperarse para seguirel tratamiento cuando ya era una persona totalmentedependiente, encamada, y con la angustia que levenía todas las noches desvelada. La primera charlafue dura, fue difícil para mi madre, para todos, pero alas preguntas de mi madre el médico le iba contestando,no se le dijo nada que ella no quisiera saber, otracosa es que fuera fácil para ella de digerir. No lo fue.Pero lo que sí es cierto, es que saber que tenía unaopción de acabar cuandodecidiese, con tranquilidad,en su casa, y conuna garantía de no seguirsufriendo, le ayudó, sepudo agarrar a que ese“así no puedo seguirviviendo” no iba a sereterno. Ella podía decidir.Nuestros cuidadossiempre fueron extremos,siempre con todoel cariño del mundo, conmimo, no se podrá decir que no intentamos hacerlela vida más llevadera. Pero nada podía aliviar su sufrimiento.La entrevista con el médico de DMD acabócon un “nos vemos la semana que viene”… “es unadecisión difícil de tomar”… A la semana siguientevolvieron a hablar. No lo tenía decidido, se le propusouna fecha, y ella misma quiso retrasar unos díasesa fecha. Le transmitíamos siempre que estuviesetranquila, ella era la que decidiría, si es que la enfermedadse lo permitía.Pero lo que iba a ser una semana de reflexión, de asimilación,fue sólo un par de días. Ya que la vida parami madre ya era una pesadilla. Quiso preguntarnos sinosotros estábamos preparados, necesitó saber queA las preguntas de mimadre el médico de DMD le ibacontestando; no se le dijo nadaque ella no quisiera saber. Otracosa es que fuera fácil para ellade digerir. No lo fueno sólo ella estaba preparada sino también nosotros.Era lo que más le apenaba, no tenía miedo dela muerte, sólo mucha tristeza por dejar a sus seresqueridos. Por mucho que nos doliera perderla, seguirviéndola sufrir era muy doloroso, así que le dimosnuestro apoyo incondicional. Ese día, esa tarde quedarásiempre en nuestro recuerdo. Lo que podemoscompartir es que se durmió tranquila, ya antes de quese le pusiese la sedación, que se despidió asumiendoque esto era lo que quería, y que no podía ser de otromodo. No quería seguir así.Sentimos que hicimos todo lo posible por ayudarla,<strong>cuidar</strong>la, hablamos con ella, nunca la dejamos sola,pero también nos dejamos llevar por esa conspiraciónde silencio que desde una posición de infravaloracióndel paciente, que nosotros aceptamos y apoyamossabiendo que su depresión le había impedidoafrontar otras cosas de mucho menor envergadura.Ahora, desde la salud, siempre me cuestioné si yoquerría saberlo, si sabiendo que mi esperanza devida era de unos meses, hubiese o no aceptado elque me trataran con una química que me iba a hacersufrir… ¿Es necesario, imprescindible aplicar esostratamientos si ya desde el diagnóstico definitivo sesabe que lo único que va a conseguir es alargar unosmeses más la vida?, ¿no podríamos haberle aliviadoesa angustia tan tremenda que conllevaba el avancede la enfermedad asumiendo, pudiendo aceptar esarealidad....?En cada momento setomaron las decisionesque se creían más correctas,lo que pensábamosque era mejor para ella.Seríamos dioses si pudiésemostomar decisionescon una total certidumbreen esas decisiones, ysólo somos humanos.Pero siempre mantuvimosnuestras dudas y noscuestionamos que todoese silencio no ayudó, sino que agravó el proceso. Suvalor en la decisión que tomó demostró a todos queera mucho más fuerte de lo que creíamos, que nadiepuede decidir por los demás, y menos en un tema tanpropio como es la vida de cada uno.Espero que el haber compartido esta dolorosa experienciapueda ayudar a enfocar la enfermedad, laaplicación de un tratamiento, y el final de la vida conmás conciencia. Mi madre nos lo dejó claro en una delas conversaciones que mantuvo con Fernando Marín(el médico de DMD): “¿si su enfermedad tuviera unmal pronóstico, querría saberlo? SI”, contestó. Unapregunta que ningún médico se atrevió a hacerle encuatro meses.DMD | 53


Residenciassin ley,pacientessin vozMe llamo Lucía*. Tengonoventa y nueve años y dosmeses. Hace dos años tuveuna rotura de cadera y en elHospital Puerta de Hierro deMajadahonda me implantaronuna prótesis. Fue unaintervención de alto riesgodebido a mi edad y la fragilidadde mis huesos, pero siemprehe tenido una gran fortaleza yme recuperé.Mis hijas (tengo cuatro) buscaron unaresidencia para el periodo postoperatorio.Estaba ubicada en una buenazona para ellas, entre Pozuelo yAravaca, con una planta de rehabilitacióny servicio médico las veinticuatrohoras. Al mes de la intervención sufríun ictus con parálisis total del ladoizquierdo de mi cuerpo y me ingresaronen Urgencias del mismo hospitalen estado muy grave. A la semanadel ACVA me subieron a la plantapues me recuperé del coma. No hablaba,solo veía sombras y no podíatragar ningún tipo de alimento, solome comunicaba apretando mi manoderecha.Siempre había manifestado mi deseode no vivir de manera artificial, peronunca hice el testamento vital porqueconfié en que mis hijas sabrían loque tenían que hacer. Ellas hablarony decidieron que no querían medidas* Lucía no pudo escribir este escrito, pero sífue dándole las ideas y comentarios a una desus hijas.


extraordinarias y así se lo harían saber a los facultativos,pero el equipo médico representado por el jefede servicio de Medicina Interna se les adelantó y mepuso una sonda nasogástrica sin su consentimiento,ignorando por completo el artículo 9.3.a) de la Ley deAutonomía del Paciente. Al día siguiente me dieronel alta con las instrucciones de la alimentación y mishijas me llevaron otra vez a la residencia. Desde esemomento fui un número en una cadena de montajeen la que todo se hace mecánicamente. Todo son“normas” que no están escritas en ningún sitio. Losfamiliares, que son quienes mejor te conocen, no solono existen para los directivos y los empleados, sinoque sobre todo molestan. Los auxiliares que atiendena los ancianos tienen terminantemente prohibidopor la dirección hablar con ellos y con las familias.Tampoco conocen el significado de la palabra ‘humanidad’.Te dejan en una habitación con un tratamientoprotocolizado y se olvidan de que eres una persona,aunque no te expreses pero sientas.Manos atadas y mentirasMi hija Lucía es enfermera y en seguida se puso encontacto con los médicos de la residencia. Estos le dijeronque dentro de unos días probarían tolerancia dealimentos por boca para poderme quitar la sonda, yaque mejoraba día a día. Hablaba algo y me comunicabacon la mano derecha solamente. Toda mi obsesiónera quitarme la sonda por lo que el médico le hizofirmar a mi hija un documento para mantenerme dichamano atada y que no pudiera quitármela. Ella lo firmóinsistiendo hasta la saciedad que yo podría comerpoco a poco, tanto por mi fortaleza como por su experienciaprofesional. Incluso propuso firmar un documentoen donde ella se responsabilizaba de todo. Lecontestaban a todo que sí y el tiempo pasaba sin quetomaran ninguna medida para mejorar mi calidad devida. Mi hija buscó leyes donde estuvieran reflejadoslos derechos de los familiares en las residencias,pero no las encontró, solo insistió repetidas veces enque lo intentaran, pero no consiguió nada.Mi deseo de siempre fué novivir de manera artificialLos médicos de la residencia les mintieron en todo.Primero en que intentarían quitarme la sonda para notener que tener atada a la cama la mano derecha, queera mi única comunicación con el exterior. Tambiénles mintieron en cuanto al tratamiento del dolor. Antesde ingresar en la residencia llevaba un tratamiento deparches de morfina debido a la osteoporosis que meprovocaba fuertes dolores. Mi hija preguntó si seguíanponiéndomelos y le respondieron que sí, pero al cabode unos días de insistir en cuál era el tratamiento parael dolor le dijeron que ninguno, pues no lo necesitaba.Le decían que pasaba las noches tranquila. Insinuabanque era por el día, cuando me visitaba, que ella era laque me ponía nerviosa. Mi hija pudo comprobar haceunos días, cuando empeoré y le dejaron quedarse porlas noches conmigo, que en ese turno no hay ningúnauxiliar en la planta. Solo suben una vez en toda lanoche a cambiarnos el pañal, por ello es difícil quesupieran si sentía dolor. Ella me preguntaba si sentíadolor y yo le decía continuamente que sí. Estaba sin mitratamiento de morfina, tremendamente molesta conla sonda nasogástrica y con mi mano derecha atada ala cama pues toda mi obsesión era quitármela. Sufríuna subida de tensión arterial. Mi hija sabía, porqueera quien mejor me conocía, que cuando me subíala tensión tenía unos fuertes dolores de cabeza, asíintentaba decírselo con la mano que movía ya que ellame desataba cuando estaba conmigo. Esto sucedió porla tarde y el médico que se ocupaba en ese momentode los residentes, sin ni siquiera mirarla le dijo quesu madre no tenía dolor y que no necesitaba ningúncalmante, que solo tenía una subida de tensión.Se fue muy preocupada a su casa y al día siguientele tuvo que rogar a la doctora que me pusiera calmantes.Ella haciéndole un favor me pautó paracetamol yun cambio en el tratamiento para la tensión. Tambiénme contaba que estaba visitando otras residencias dela zona, pero que no podía arriesgarse con mi edad ymi problema a llevarme a otro sitio para que ocurrieralo mismo. Yo le decía que me quería ir a mi casa, peroaunque me recuperaba era imposible. Solo movía lamano derecha pues en la pierna de la operación solome hacían rehabilitación ellas, que venían todos losdías a verme. Pero ya no recuperé la movilidad. Con elfin de soltarme la mano el mayor tiempo posible solicitóuna entrevista con la directora de la residencia paraque la dejara llegar a las once, una hora antes delhorario oficial y esta ni siquiera la recibió, le mandoDMD | 55


un recado de que “no se podían hacer excepciones”.Nuevamente la humanidad brillaba por su ausencia,pero se buscó un truco, subía por el garaje y si veíael carro de los cambios en la puerta de mi habitaciónse esperaba hasta que las auxiliares cambiaban depasillo, entonces pasaba y se ponía a un lado de micama, me hablaba, me soltaba la mano y me decíaque pronto me quitarían la sonda. Estaba completamentesegura de que yo podía tragar.Así pasaron seis meses, ‘olvidada’ en una cama yaque se negaban a levantarme, y alimentándome porla sonda, por supuesto poniéndome todo tipo detratamientos sin consultar con mi familia. Tuve unainfección respiratoria y la doctora, con mi hija delante,le decía a la enfermera que me pusiera antibióticos, aella no se dirigía ni le consultaba. Cuando le preguntósi le iba a poner tratamiento le respondía “por supuesto,el que haga falta”.Una tarde, llegó mi hija mayor y vio que una auxiliar meestaba dando un yogur por la boca. Fue inmediatamentea hablar con el médico pues nadie nos había informado,y éste le dijo que no había ningún familiar parainformar. Vaya una mentira, pensé yo, si no han dejadoni un solo día de venir a verme. Luego dijo que ese tipode información no están obligados a darla y que teníamucha prisa, que no podía entretenerse y que al díasiguiente me quitarían la sonda. En realidad lo que ocurrióes que ese señor decidió probar a quitar la sondade todos los residentes de la planta pues mi hija me locontó. Las auxiliares estaban muy enfadadas porquese les multiplica el trabajo ¡Tenían que intentar darlesla comida por la boca a todos, con lo rápido que resultabapasarles los botes por la sonda! Luego a todoslos demás se la volvieron a poner porque no comían losuficiente. Mis hijas se informaron e hicieron una cartafirmada por todas negándose a dar su consentimientopor si se les ocurría volver a ponérmela pues por nadadel mundo querían volver a verme atada a una cama.A partir de entonces ya me soltaron la mano y me levantarona un sillón. Pero no pude salir de la habitaciónlos dos años que “he vivido allí” pues eran órdenes dela dirección que las personas residentes en esa plantatenían prohibido bajar al jardín. Tampoco se podíanabrir las ventanas pues estaban selladas. Había díasen que nos asfixiábamos de calor, subía la supervisoray nos decía que ya estaba arreglado, pero no eraverdad, Nosotros no nos podíamos quejar porque nohablábamos, menos mal que los familiares mandabancorreos a la central y entonces lo arreglaban.A partir de entonces todas las comidas me las han estadodando las auxiliares pues los familiares lo tienentotalmente prohibido. Es lógico y humano pensar quela familia tiene más paciencia y lo hace con más cariñoy así lo solicitaron. Se les informó que las auxiliarespueden darnos de comer porque disponen de un seguropor si el anciano se atraganta con la comida. Peroellas van muy deprisa, le obligan a mis hijas a salir dela habitación y cierran la puerta para que no vean cómolo hacen, les dicen que ‘son normas’, nuevamente enlugar de personas parecemos bultos en una cadena demontaje. Siempre me quedo tosiendo pues me dan lacomida muy deprisa, luego ellas pasan y me dan golpecitosen la espalda y poco a poco se me pasa. Ellashan llegado a decir que les firman un documento por elcual se responsabilizan de darme las comidas. Pero nohay derechos de los familiares. Solo estorban.Hace unos meses aparecí con un hematoma en la manoderecha y el brazo. Le dijeron a mi hija que me habíanhecho un análisis de control y que ellos no tenían obligaciónde pedir permiso para ello, ni para informar de losresultados. Por supuesto que ellas no hubieran dado autorizaciónpara ello, pero las ‘normas son las que son’.He dejado la habitación. Los últimos días, contrariamentea su línea, fueron amables, dejaron a mi familiaestar por la noche conmigo y me regalaron flores.Creo que los políticos deberían saber que las leyesno se cumplen, que las residencias funcionan comosi fueran fábricas, que la humanidad brilla por su ausenciay que no hay derecho a que esto ocurra. Por lomenos, debería ser obligatorio recurrir a una segundaopinión en cuanto a ciertos tratamientos y a utilizarotros recursos disponibles hoy en día sin llegar al maltratopsicológico que se sufre en ciertos hospitales yresidencias siempre dependiendo del facultativo queen ese momento se encuentre de guardia pues cadacentro funciona de manera diferente.Las residencias son a vecescomo fábricas sin ningún rasgode humanidadSé que Lucía ha puesto una queja en la Comunidad deMadrid. Allí una funcionaria le ha dicho que la Ley deAutonomía del Paciente solo es válida para los hospitales,no para las residencias de ancianos. Que si noestaba contenta que debía haber ‘probado’ en otra residenciay que harían una inspección, pero que la ley eraincompleta y ambigua. Hace unos días llegaron unosinspectores y revisaron que la medicación no estuvieracaducada, que las sondas estuvieran cambiadas en eltiempo establecido, que las habitaciones estuvieranlimpias, la ropa de cama sin manchas y las barreras delas camas subidas. Todo en orden. Dentro de un tiempomi hija recibirá una carta donde se le diga que en lainspección que ha realizado la Comunidad de Madrid nose ha detectado ninguna anomalía y que todo está enorden. Mientras mis antiguos vecinos seguirán atadosa las camas y a los sillones y no se ve que haya muchointerés en cambiar las leyes, aunque espero que losesfuerzos de mi hija algún día sirvan para algo.56 | DMD


Por el derecho a una muerte dignaHazte socioActividades de DMDDifusión en la sociedad de los fines de la Asociación promoviendo una opiniónpública favorable.Reivindicación de derechos ciudadanos colaborando con instituciones, movimientosy colectivos ciudadanos, para influir social y políticamente.Atención al socio en relación con el final de su vida: derechos, recursos, testamentovital, grupo de ayuda mutua, etc...Servicios que te ofrece DMDInformación actualizada sobre la muerte digna.Página web con acceso a una zona exclusiva de socios, envío periódico deboletines electrónicos y de la revista de DMD al domicilio, invitación a actos públicos(conferencias, debates, cine-fórum, cursos, etc).Participación en las actividades de DMD.Atención personalizada al final de la vida.Asesoramiento médico y jurídico sobre sus derechos, testamento vital (modelos,requisitos, registro, utilidad...), recursos asistenciales existentes (cuidados paliativospúblicos y privados, red de sanitarios por una muerte digna), decisiones al final de lavida, guía de autoliberación (socios con 3 meses de antigüedad).entra en www.eutanasia.ws y asóciateDMD | 57


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